Anastasio Jaguar
Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):
Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.
En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:
“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”
sábado, 14 de enero de 2012
EL CABALLO
Tomado de “Historias Escondidas de Tecoluca”
Del Prosista Ramón F Chávez Cañas
Miguel Ángel Barrera fue su nombre; mas, si alguien preguntase por esos nombres y apellido, nadie, en tan futbolístico Pueblito, daba alguna referencia; pero, si preguntasen por “El Caballo”, hasta niños de pecho, al instante lo ubicaba, pues él, El Caballo, aun siendo de baja alcurnia, gozaba de popularidad envidiada por muchos.
Era mestizo con 33% de africano; resto, indígena de etnia Nonualca. Su cabellera: negra y ensortijada; bigote, patillas, barba: medio lampiños; pómulos y labios: algo protuberantes sin llegar a deformación facial; de cejas negras pobladas; con ojos azabaches humildes parecía negroide muy calmado. Su estatura: mediana con anchos hombros; aparato muscular: bien desarrollado en notable color ébano; ocupación habitual: aserrador manual de grandes troncos, cuando árboles de nuestras costas eran derribados por asesinos tractores y hachas para cultivo del algodón en tierras vírgenes. Por cierto, este cultivo creó nuevos ricos; pero no trajo riqueza para la patria. Finas maderas aserradas por El Caballo y otros, eran trasladadas hasta ciudad capital o hasta el extranjero. Sus morenos pies descalzos semejaban dos racimos de jengibres o gajo de guineos manzanos, dándole, por lo tanto, figura casi exclusiva. De carácter manso y hablar pausado, eran sus mejores características; no obstante, éstas se perdían cuando disponía, rara vez, emborracharse con etílico contenido en chicha, en chaparro o en aguardiente con marca “La Vicentina”.
Su popularidad no se debía a su estampa híbrida, ya descrita; ni a su carácter manso, ni a sus patas de nopal; más bien se debía a su habilidad excepcional para jugar el balompié, pues era el defensor central titular del Tehuacán FC; recio defensor central no pasable por mejores delanteros ofensivos rivales. Chato Gracias, Gato Rivas, Majoncho Sosa, Chepe Laínez, Cuto Molina, Peñita y, en fin, toda la delantera del vicentino Independiente de años 1945-50, se estrellaban contra aquella férrea mole humana; asimismo: Loco Regalado del club usuluteco “Luís Ángel Firpo”; Conrado Miranda, del capitalino Juventud Olímpica; Bazuca Corado del Once Municipal de Ahuachapán, y otros más goleadores del balompié mayor salvadoreño de años cuarenta al cincuenta, se frustraron al enfrentarse contra cascos “ajengibrados1” del muy bien bautizado Caballo. No sólo era inamovible defensor central de equipito Tehuacán FC., de tercera o cuarta categoría nacional de entonces; también era peligroso atacante cuando hacía pareja con el famoso Chelito Alfredo Chávez (hijo de don Ramón padre). Gambeteaban en finas filigranas hasta llegar al encordelado enemigo; pero, la característica más sobresaliente de este Caballo, era meter goles nítidos cuando ejecutaba tiros libres directos hasta desde media cancha; tiros libres siempre buscando ángulo superior cualquiera del marco rival. Zarco Majano, Tamalón Garay, Carlos Galeano, Chivo Guardado, Tentación Ramírez y muchos consagrados porteros más, pudiesen dar testimonio de ese fenómeno aquí afirmado. Aquellos equipos grandes mencionados llegaban unas dos o tres veces al año para sostener desafíos amistosos con el equipito local, sobre todo, en alegres Fiestas Patronales del sacrosanto Pueblito.
El Caballo fue probado por varios equipos del circuito mayor salvadoreño, de manera especial por sus vecinos: Independiente de San Vicente y Luís Ángel Firpo del ultralempino2 Usulután, habiéndoles dado excelentes resultados cuando jugaba descalzo; mas, nunca pudo adaptarse a ningún tipo de calzado, porque, después de varios meses entrenando con tacos puestos, siempre parecía gallina clueca calzada con tuzas, para no romper petates ni destruir huevos a empollar; o, a señorita con tacones altos bailando sobre calle de empedrado tosco. No pudo ser avalado “chuña3” para desgracia de equipos solicitantes, por federaciones respectivas, pues aducían: “Este pobre pueblerino chuñudo nos hará ser hazmerreír en estadio Flor Blanca o en cualquier otra cancha civilizada. Eso no lo permitiremos nunca, aun siendo este mentado Caballo superior a los argentinos internacionales: Adolfo Pedernera, Ángel Labruna, o Alfredo Di Stéfano”… Por tanto, debió volver al atlético Pueblito, donde siempre fue recibido con brazos y corazones abiertos, aunque él fuese “chuñudo.”
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En 1951-¿52?, cuando se celebraban, con toda pompa por primera y única vez, las festividades en honor a La Purísima Concepción de María (08 de diciembre) Co-patrona del católico Pueblito, El Caballo amaneció gomoso4, tal vez sin un centavo en bolsillos para buscar cura respectiva. En este estado decidió asaltar el expendio de aguardiente envasado propiedad de doña Juanita Bonilla de Mira, administrado por éste, cuyo nombre era Benedicto. El Caballo escaló alto y robusto mostrador del expendio, el cual era protegido, en parte superior, con tupida red de alambre espigado. Salvado este último obstáculo, el beodo abusivo robó ¼ litro de aguardiente; pronto, saltando sobre mismas púas, sin atender requerimientos amistosos hechos por don Benedicto, se dio a la fuga con todo su pequeño alcohólico botín. El cantinero, al verse desobedecido y humillado por repugnante y abusivo Caballo borracho, perdió todo sentido de responsabilidad y honorabilidad cristianas inherente a su persona; tomando su bien afilado machete salió a la calle en persecución del futbolista ratero. Frente a casa de habitación de don José María Amaya Chávez o “Chema Pollo”, a 25mtrs distantes del expendio, el desgobernado Benedicto le dio alcance, propinándole primer filazo sobre área espaldar. El zambo, aún mal herido, siguió corriendo; mientras, Benedicto, más enloquecido, le propinaba seguidilla de incontables machetazos; pareciendo, ese macabro cuadro, como cuando diminuto pajarito llamado chío, al vuelo, se encarama sobre espaldas de gigantesco gavilán, también al vuelo, hasta hacerlo descender en picada. El descalzo buscó refugio introduciéndose al solar municipal baldío, donde ahora está construida Casa Comunal del sociable Pueblito, a 50mtrs del expendio asaltado. Mientras, doña Juanita, quien corría tras la escena, gritaba animando al esposo: “¡¡Dale duro, dale duro, Bene!!” Benedicto se retiró dejando en agonía al aserrador futbolista. Casi de inmediato fue apresado por la pareja botuda5; en tanto, señorito bachiller don Alfredito Alvarenga Hernández, ─quien en esos días partiría rumbo a México para recibir clases que lo convertirían en piloto-aviador-fumigador-algodonero─, quien por coincidencia pasaba por el lugar del hecho sangriento. Éste, olvidando apogeo de su gloriosa juventud, de inmediato acudió en auxilio del desgraciado, tratando de administrarle ayuda para detener la hemorragia. Blanca e inmaculada ropa del señorito bachiller Alvarenga, pronto se volvió escarlata con color de muerte. Casi al instante, El Caballo expiró en sus brazos.
Benedicto Mira sólo cumplió mitad de la pena, —18 años—, debido a buena conducta en prisión. Aun cuando sus defensores alegaron legítima defensa de su vida y propiedad por allanamiento de morada, Fiscalía lo desvirtuó por salvajismo del ataque contra de ebrio no armado. Hace poco murió en paz después de haber tenido vida de ermitaño por otros 18 años al lado de su esposa quien, hará un par de veranos lo siguió a la tumba.
F I N
21 de mayo en 1998.-
1—AJENGIBRADO = Forma de jengibre, raíz comestible como especias y medicinal; 2—ULTRALEMPINO = Más allá, al oriente, después del Río Lempa; 3---CHUÑA = Descalzo; 4—GOMOSO = Post-craçápular; resaca, cruda; 5—PAREJA BOTUDA = Guardia Nacional o Correyuda o “benemérita”
Estas historietas pueblerinas de menor cuantía, verídicas tal vez, nos distraen bastante; pues, a nosotros cuscatlecos septuagenarios, también pueblerinos del Occidente salvadoreño, nos causa hilaridad y sentimiento negativo al leer con realismo peliculezco la fama y la tragedia vivida por el futbolista El Caballo; más la desgracia súbita de Benedicto Mira, el homicida.
ResponderEliminarCuadros como este descrito en Historias Escondidas de Tecoluca, continúan sucediéndose a lo largo y ancho de El Salvador. No sólo por alcoholismo mal gobernado de aquel entonces, sino por otras drogadicciones ignoradas en 1951-52, y otras causas imbéciles apadrinadas o amadrinadas por ignorancias, en cuyo común denominador está siempre la pobreza económica del jornalero-obrero, debido a explotaciones laborales por criollos descendientes de aquellos "próceres" falsos en 1821.
Macabros relatos como éste no deberían ser difundidos en El Salvador, sobre todo con el barbarismo sanguinolento del autor, quien quizás goza detallando aquella página roja del Tecoluca y El Salvador primitivo hasta esta fecha. Según este escritor, instuyo, es gran galardón nacional ocupar uno de los tres primeros lugares en criminalidad del mundo (63 asesinatos por cada cien mil habitantes) cuando en Costa Rica o Cuba sólo se producen 03 ó 04 asesinatos en esos cien mil habitantes.
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