PARQUE ECOTURÍSTICO “TEHUACÁN” Por Ramón F Chávez Cañas
Breve reseña histórica
Toda la Historia a narrar en esta Reflexión, es producto de larguísimos años de haber estado interrogando y re-interrogando a: mis padres, abuelos, tíos, en especial a tío Juan de la Cruz Chávez Rodríguez (*1875-1958†); más a otros ancianos decimonónicos de Tecoluca quienes, de boca en boca, a través de 200 años o más, recibieron saberes históricos locales de sus antepasados hasta llegar a 1635 cuando, en 26 de diciembre se funda, en Valle Acahuapa, la Villa de San Vicente de Austria y Lorenzana, ahora próspera Ciudad San Vicente, a secas. Datos a leer a continuación no aparecen consignados en historietas oficiales, por consiguiente: tampoco están incluidos en programas docentes primarios ni secundarios de educación formal salvadoreña. Entonces, cualesquiera personas indolentes e ignorantes de verdades históricas, podrán dudar y hasta negar tales hechos al no aparecer éstos en enciclopedias convencionales ni en la electrónica Wikipedia; pues dichas enciclopedias han sido alimentadas con falsos o tergiversados datos proporcionados por pasados ministerios de educación, sirvientes de extremas derechas políticas y religiosas de generaciones oligárquicas diversas en épocas, pero no en pensamientos primitivos.
Nuestro penúltimo ilustrado tecoluquense del siglo décimo nono, re-entrevistado cuando este relator era niño de 12 abrilitos, fue el Poeta Don Juan Pablo Espinoza Aguilar (*1860-1949†), quien tenía resúmenes históricos de tantos acontecimientos pasados, hasta 1711, anotados en sus viejitos cuadernos, sucedidos en aquella hermosísima comarca tehuacana, o sea: 56 años antes del advenimiento, en 1767, del impostor libertador de esclavos centroamericanos. Datos obtenidos y anotados por el Poeta Espinoza, habían sido obtenidos de sus respectivos padres de familia, abuelos, bisabuelos, más adultos vecinos ilustrados al respecto a finales del siglo XIX; pues Don Juan Pablo era intelectual politécnico graduado en Universidad San Carlos Borromeo de Guatemala.
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En diciembre 26 de 1635 —repetimos por necesidad de darnos a entender mejor—, se fundó San Vicente. En seguida, todo territorio rural, lejano y cercano circundando a Villa San Vicente, fue dado en ·”encomienda” a cada una de las 50 ó más familias españolas, quienes se habían cobijado al inicio bajo frondosa copa de un tempisquero (árbol de tempisque) aún hoy vivo. Tecoluca, primer caserío nonualco precolombino en esas latitudes, ubicado 12kms al sur de primitiva metrópoli vicentina, y aquélla, capital prehispánica del reino o Nequepio Nonualco, —reino diseminado en media luna, abarcando faldas surianas y occidentales del insigne por erecto Volcán Chinchontepec, fue “encomendada” a dos familias: Molina, y Cañas.
Familia Molina recibió inmenso latifundio llamado entonces “Hacienda San Jerónimo de Molina”, cuyos confines estaban señalados por: Río Jiboa, al poniente; Río Bajo Lempa, al oriente; cúspides del Chinchontepec con volcancito San Pedro y cerro Ciguatepeque, al norte; y, bocana del Lempa, isla Tasajera (Los Negros, playa antigua), más península y playa Los Blancos, al sur. Al centro de tan inmenso latifundio, la codiciosa familia Molina cedió, a familia Cañas, algunos miles de hectáreas para constituir la hacienda-latifundio llamado “Hacienda Concepción de Cañas”, donde nació después, 1767, José Simeón Cañas y Villacorta, —falso libertador y mano siniestra de José Matías Delgado cuando éste se auto proclamó obispo de San Salvador sin la venia papal—. Tales latifundios tecoluquenses (y de toda Hispanoamérica) llamábanse “Realengos”, por ser propiedades del rey español; quien ordenó desmembrar minúsculas parcelas periféricas a Tecoluca para crear los “Ejidos” municipales, a fin de alimentar a población indígena, mulata y zamba nonualca tehuacana o tecoluquense; pero siendo siempre propiedad indiscutible de tan ladrona corona española.
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58 años después de independizarse de España sólo aquella criollada dañina; —nunca independencia de: ladinos, indígenas, mulatos, zambos, y diferentes mezclas genéticas entre ellos—, o sea: en 1879, un tal por cual criollo llamado Rafael Zaldívar, presidente “del Salvador” de entonces, nombrado por la criollada, más testaferros diputados legislativos, privatizaron Ejidos y Realengos; dándolos en venta, casi regalados, los ejidos nonualcos tehuacanos, a serviles tecoluquenses; y, a seres viles vicentinos, los Realengos constituyentes de antigua Hacienda San Jerónimo de Molina, ya delimitada al inicio de esta crónica. De este latifundio salió infinitud de haciendas, entre ellas “Hacienda Tehuacán Opico”, vendida o regalada a Nicolás Angulo Figueroa, quien inició cultivos cafetaleros sobre aquellas fértiles faldas surianas del imponente Padre Volcán de dos cabezas. Para ello, Angulo Figueroa, farmacéutico de oficio, se valió de mano de obra casi gratuita proporcionada por el hambre provocada en Tehuacán y alrededores al haberse privatizado tantos ejidos municipales, para entonces ya cultivados con granos básicos por los 4 ó 6 riquitos pueblerinos dependientes en política y religión, de aquella criollada dominante por sinvergüenza.
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Así transcurrió un siglo aproximado: desde 1879, hasta 1980 cuando, en ese marzo se promulgó cierta caricatura de reforma agraria, ordenada por tío Sam e implementada por el PDC con la fuerza armada más guanaca por genocida. Durante tan largo ínterin, la paz de los sepulcros imperó en El Salvador; mantenida, en forma sucesiva, por la policía rural o policía montada durante siglo XIX y primera década del XX. En 1913, el presidente doctor Manuel Enrique Araujo creó la sanguinaria Guardia Nacional, apodada con sarcasmo: “la benemérita”, que se hizo más odiada por su participación genocida durante los sucesos sangrientos iniciados en enero de 1932 y continuados hasta firmar la paz en Chapultepec, México: enero 16 de 1992; fue cuando también, por ley, desapareció la benemérita.
Pero, la cacareada reforma agraria pronto fue desactivada o torpedeada cuando, en uno de junio de 1989, Alfredo Cristiani inició los cuatro gobiernos “arenarcos”, quienes se encargaron de privatizar o “neo-liberar” los Bienes Estatales más productivos de El Salvador, incluyendo la Banca Nacionalizada. Fue cuando cien o más cooperativas agrícolas campesinas, al no tener acceso a créditos bancarios estatales, en forma catastrófica se derrumbaron solas. Entre esas cooperativas fracasadas, estaban aquellas constituidas en “Hacienda Tehuacán Opico”. Entonces el ISTA —Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria, por sus siglas en español—, cayó en garras de pusilánimes presidentes o directores generales corruptos quienes, además de hurtar maquinaria agrícola nueva y usada, más otros caros aperos para mismas labores productivas, pretendieron, lográndolo en alto porcentaje, robarse para sí y para sus superiores inmediatos, las más productivas tierras de tales cooperativas. El último presidente o director general del ISTA, un tal López Iraheta, pretendió hurtar 120 ó más manzanas donde ahora está el edénico “PARQUE ECOTURÍSTICO TEHUACÁN”.
Intensa lucha legal a fin de impedir el robo de ese Bien Nacional, la inició el Señor Alcalde Municipal —ahora Diputado a la Asamblea Nacional Legislativa por parte del FMLN—: Señor Don Carlos Cortez. Esta magna obra, con ayuda significativa del Ayuntamiento de ciudad Vitoria en Euskera, Gasteiz, España, fue terminada e inaugurada en noviembre 27 de 2009, por actual Señor Alcalde Municipal de Tecoluca: Señor Don Simón Antonio Amaya, siempre del FMLN; pues, ellos: Cortez y Amaya, en últimos 12 años gobernando a Tecoluca, han hecho centenares de buenas obras municipales jamás pensadas hacer, durante 175 años anteriores, por tantos miserables ediles de las diferentes extremas derechas des-gobernantes en el “Pulgarcito de América”. Aquel día, al inaugurarse tan bello parque al natural sin necesidad de maquillaje —similar a Cuba, quien tampoco necesita pinturas superficiales—, quien esto narra, inspirado por las musas tehuacanas, engendró e hizo parir el siguiente Poema:
AL PARQUE ECOTURÍSTICO TEHUACÁN
Por Ramón F Chávez Cañas
Ayer, divino día, / —después de gran tragedia
sufrida en Verapaz/ por tan sucia comedia
de los politicastros/ en extrema derecha
quienes por veinte inviernos/ destrozaron mi patria
con farsantes noticias, / volviéndola más agria
en el medio milenio/ de sangrienta cosecha.
Ayer, divino día, / allá en mi Tecoluca,
me sentí tan feliz,/ dichoso como nunca
al mirar inaugurarse/ el “Parque Ecoturístico
Tehuacán” sobre faldas/ de mi Chinchontepec
o volcán de dos tetas/ en busto de mujer.
Fue momento sublime, / ¡sin ser eufemístico!
Presidido por Don/ Simón Antonio Amaya,
líder municipal,/ ¡magnífico atalaya!
del digno municipio/ do quedara mi ombligo,
se inició tal sesión/ con sin cuenta asistentes
representando allí/ a heroicos combatientes
caídos batallando/ contra vil enemigo.
Ruinas de Tehuacán, / capital de Nonualcos
—cierta sub-raza Maya, / similar a Izalcos—
desde ayer convertida/ en el parque ya dicho
con sus setenta hectáreas/ de bosque primigenio
más fauna protegida/ por indígena ingenio
es edén terrenal:/ ecológico nicho.
Viajar valió la pena/ al lar de mis ancestros,
pisar ese terruño/ sagrado de maestros
desde antes de conquista/ y colonización,
hasta ayer, día sublime/ con Sol esplendoroso
brillando en las pupilas/ de mi pueblo glorioso.
¡Tecoluca estará/ siempre en mi corazón!
¡Loor a Tecoluca/ y a su entusiasta Alcalde!
Él sabe trabajar, / su tiempo no está en balde.
Desde niveles medios/ de mi volcán chinchudo
pudimos contemplar / el paisaje costeño
más volcanes de Oriente./ ¡Todo fue casi un sueño!
¡Mi Parque Ecoturístico: / mil veces te saludo!
Santa Tecla, 28 de noviembre de 2009.-
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Quien esto relata, siendo preadolescente allá por 1951, acompañando a un presbítero apellidado Rodríguez y a su hermana, Finita, estuvo cierta única vez deleitándose en piscinas cristalinas con gansos y pishishes de “Hacienda Tehuacán Opico”, mirando al cura párroco de Tecoluca hacer clavados al estilo Tarzán, y a Finita, imitando a Ester Williams de la película “Escuela de Sirenas”. Edén ya propiedad de hermanos Angulo, herederos del don Nicolás, antes mencionado. Esta pasadita se puede leer con detalles en “Hazañas científicas del tío Nicolás” del libro Historias Escondidas de Tecoluca, escrito y editado por este rústico pero veraz aprendiz de historiador. Frente a dos cristalinas piscinas, lado sur, estaba la inmensa casa patronal de tal hacienda, donde, —decía el vulgo tecoluquense, a finales de centuria XIX e inicios de la XX—, don Nicolás Angulo Figueroa tenía encadenado al Diablo, bañándolo a diario con agua bendita proporcionada, entre otros, por el presbítero Ramón Soler, español; a la sazón, (1895-1905), párroco de Tecoluca; pues el don Nicolás había hecho pacto con Satanás, dándole su alma a cambio de recibir él la tantas veces mencionada joya agrícola. Resto de bosques primarios y cafetales de ese latifundio, regalado por Rafael Zaldívar, criollo presidente del Salvador (1879) al “apactado” Angulo Figueroa, no los conoció este vuestro atento y seguro servidor.
Al norte de Tecoluca, a 1.5kms distantes sobre calle asfaltada rumbo a ciudad San Vicente, a mano izquierda, está el desvío hasta nuestro y vuestro “Parque Ecoturístico Tehuacán”. Calle de fino empedrado con túmulos a distancias prudenciales para evitar velocidades automotrices suicidas u homicidas en dos amplios carriles: ida y retorno. Calle de 1km ascendente, con ángulos de 20º a 30º hasta llegar a tan fresca meseta donde están asentados: espesa arboleda de bosque primario; dos piscinas encantadoras por abundancia y pureza de aguas; estacionamiento automotor para cien o más automóviles de tamaño estándar; restaurante con variado y típico menú; sala de conferencias para seminarios diversos; amplios, múltiples e higiénicos servicios sanitarios completos individualizados para muchas damas y sinnúmero de caballeros; varias cabañitas similares a las existentes en hoteles de montaña que, según demanda creciente, a corto plazo serán aumentadas en número; asimismo, varios guías caballerosos quienes, seleccionados e ilustrados al respecto, conducen a turistas hasta últimas cimas boscosas del parque; explicando ellos la historia precolombina, colonial, poscolonial y actual de Tehuacán con sus Ruinas Arqueológicas, de manera especial cuando Tehuacán fue capital del Nequepio Nonualco. Además, la presunta historia precolombina del “León de Piedra” o Puma, cuya estatua labrada en piedra es joya arquitectónica; pues se cree que ese león fue Dios Nonualco.
Desde aquellas deliciosas cimas, a más de 900msnm, el turista nacional y extranjero puede divisar a perfección, en lontananza oriental, volcanes: Chaparrastique, Taburete, El Tigre, Tecapa, e inmensa serranía allende Río Lempa. Este río, división entre Tecoluca y Zona Oriental salvadoreña parece, desde aquellas cimas, gruesa persoga plateada hasta su muerte en el Pacífico. Al sur se divisa, con pasmosa claridad de 40kms distantes: Bocana del Lempa; Isla Tasajera, donde en tiempos coloniales y poscoloniales inmediatos, estuvo el balneario marítimo llamado Los Negros; Península Los Blancos, —hoy Costa del Sol—, con su adyacente y reposado Estero Jaltepeque, más el profundo Océano Pacífico, cuando éste parece soldarse con el celeste cielo. En lejanías occidentales se ve: Puerto La Libertad, e inmensas sabanas costeras en departamento La Paz; parte sur de Cordillera del Bálsamo, más cerro El Tacuazín —donde el Prócer Anastasio Aquino instaló su cuartel general en 1833— y, al centro inmediato de aquel edén tehuacano, casi se tocan con la mano las fértiles sabanas tecoluquenses que, iniciándose a nivel del llano llamado Monte Redondo, —éste limitado al norte con antigua línea férrea IRCA (Ferrocarriles Internacionales de Centro América, por siglas en inglés), ya abandonada por neoliberales—; pasando por haciendas: Las Pampas, Obrajuelo, Santa Mónica, Santa Amalia, Santa Cruz Porrillos, La Bolsa, El Playón, más otras incontables hacia el sur costeño, con sus cantones y correspondientes caseríos, hacen que nuestras mentes comprendan así: El Salvador no es pobre en recursos naturales: está empobrecido por codicias, avaricias e indolencias de la clase todavía dominante: bisnietos y tataranietos de aquellos criollos independizados de España en 1821 sin disparar ni un tiro quienes, después, mezclándose con diversas etnias europeas, anglosajonas gringas y asiáticas en general, tomaron más vigor para continuar depredando a nuestro Medio ambiente y a nuestra sociedad.
Para concluir esta presente y tan agradable tarea, en este último párrafo haremos la siguiente comparación: Cuba y Tehuacán turísticos. Cuba, Caimán Dormido, vista desde cualquier ángulo, es bellísima por naturaleza. “Parque Ecoturístico Tehuacán”, también lo es. Cuba, por su hermosura infinita, prescinde de maquillajes o pinturas caras o baratas; “Parque Ecoturístico Tehuacán”, asimismo, prescinde de tales menjunjes. Aires puros respirados en litorales cubanos son envidiados por resto del mundo, sólo Tehuacán no los envidia, pues los tiene similares. Belleza de ambos lugares, ni se compra ni se vende: está allí para quienes atosigados con poluciones aéreas citadinas, aguas impotables por contaminadas, más ruidos ensordecedores urbanos provocados por automotores mal afinados, y otros desaguisados del modernismo homicida, quisieran pasar días o semanas, disfrutando la Paz que ahora ya ni en los sepulcros se encuentra. Quienes están adaptados a vida neoliberal del consumismo desenfrenado, o de espejismos capitalistoides, no debieran visitar dichos lugares; pues tales paraísos Dios los ha creado para almas y mentes filosóficas verdaderas.
Tecoluca, El Salvador, equinoccio de primavera en 2011