EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
SALVADOREÑA
Por Ramón F Chávez Cañas
1841: se funda Universidad de El Salvador siendo, durante aproximados 125 difíciles años, único centro de estudios universitarios hasta cuando se estableció, en septiembre de 1965, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, —UCA—, regenteada al presente por sacerdotes jesuitas quienes, conviene decirlo con anticipación, la han hecho ocupar 2do puesto académico después de Universidad de El Salvador, —UES—, por calidad, disciplina, edificaciones, bibliotecas e implementos pedagógicos modernos; y, primerísimo lugar en relación a incontables universidades privadas.
UES fue fundada por incesantes requerimientos de criollos y ladinos: burgueses venidos a menos, pues sus arcas no alcanzaban para llegar a Universidad San Carlos Borromeo en Guatemala, mucho menos hasta México, Cuba o España. UES se fundó 20 años después de haberse firmado la mal llamada independencia centroamericana, cuando esta región hervía de criollos medio enriquecidos y de empobrecidos otros. Entonces, UES nació y creció siendo elitista por discriminación económica relativa, pues criollos empobrecidos mantenían arrogancias imperialistas de inmediatos antepasados chapetones peninsulares; mismo embuste ocurría con ladinos, o mescla de indígena con españolete, nunca con mulatos, zambos ni otros mestizos; mas, no había discriminación racial en UES, pues entre criollos y ladinos universitarios, sólo existía ínfulas de superioridad por sinrazones económicas estrictas porque resto de ramas étnicas no tenían acceso a dicha casa de estudios superiores; sí, existía discriminación de género, pues ninguna mujer, al parecer durante siglo XIX o décimo nono, fue admitida en tan elevados niveles de educación científica.
Durante una centuria, hasta 1941, estudiantado universitario salvadoreño se creía pavo real, ave del paraíso, gavilán pollero, elefante blanco, tigre real de Bengala, Zeus, Apolo, más otros calificativos rimbombantes. Señoritas enriquecidas o “tunicudas”, no empobrecidas o “mengalitas”, soñaban despiertas aspirando a desposarse con académico universitario, de preferencia médico, abogado o ingeniero; porque ese honor era superior en todo, pues equivalía a recibir premio mayor acumulado de lotería cada 3 meses, en vista que doctorados en diversas profesiones universitarias, —sobresaliendo Jurisprudencia y Medicina humana (medicina veterinaria aún no existía en UES)—, significaba haber sembrado uno o más árboles de follaje perenne, cuyas hojas eran auténticos billetes verdes de ¢5ºº, grises de ¢10ºº, celestes de ¢25ºº e indefinido color en los de a ¢100ºº; colores del antiguo papel moneda en colones salvadoreños; —colones asesinados a principios de este jovencito 3er milenio cristiano por sicarios diputados al servicio de un tal por cual mulato apellidado flores-pérez, mayordomo de opulentos ladrones.
Ensoberbecidos terratenientes salvadoreños guanacos creían no necesitar estudios académicos de gran envergadura, pues explotación de tierras agrícolas (añil, café), bosques y esclavos o ilotas más reales que virtuales, les mantenían ciertas categorías caricaturizando a noblotes europeos. Escasos hijos de latifundistas con aspiraciones doctorales, sobre todo por vanidad egolátrica, se marchaban a universidades extranjeras ya mencionadas. Doctores: médicos, abogados, ingenieros, químicos-farmacéuticos, odontólogos y hasta los mal denominados ¿teólogos?, aspiraban a figurar entre élites riquísimas, sin importarles sucias fuentes de enriquecimiento o, al menos, cuales lacayos de los mismos poderosos. Para ello era menester cobrar honorarios bastante superiores a lo normal y/o contraer nupcias con señorita ricachona; pero este 2do paso no siempre daba felicidad económica, pues padres terratenientes avaros no soltaban bambas o billetes al pobre doctorcito; no obstante, si tal señorita “pistuda” matrimoniaba con extranjero europeo: alemán, italiano, inglés, francés, holandés y más, aunque fuesen plebeyos o iletrados en sus respectivos países de origen, criollo o ladino ricachón padre de familia, desenterraba hasta última botija, pues deseaba apellidos estrafalarios para sus nietos. Entonces, tales matrimonios entre doctorcitos guanacos y princesitas de opereta, naufragaban a corto o mediano plazo, casi siempre por muerte “accidental” del académico a causa de bala perdida en cierta cacería, o caída de mansa bestia caballar o mular.
Raros profesionales decimonónicos y del primer tercio del XX, fueron personas honorables hasta haber sido considerados Hombres Ilustres en sus localidades natales. Bajísimo porcentaje se distinguió por su sabiduría humanística; así tenemos, entre abogados doctores a: Sarbelio Navarrete, Hermógenes Alvarado, Damasco Salomón Portillo, Darío González, Gustavo Guerrero, Ángel Góchez Castro, José Rosa Pacas, Fabio Castillo Contreras o Fabito. Sobrarían 10 dedos superiores al seguir mencionando a más y a siguientes en Medicina. Entre médicos egregios están los siguientes doctores: Manuel Enrique Araujo —presidente mártir de El Salvador, asesinado por sicarios en febrero de 1913; sicarios mandados por un gran tal cafetalero de apellido Alfaro—, Luis V. Velasco, Luis Edmundo Vásquez, Juan Crisóstomo Segovia, Arturo Romero, Fabio Castillo Figueroa, Raúl Argüello Escolán, Jorge Bustamante, Roberto Bracamonte B y más. Entre dentistas, ¿teólogos?, ingenieros, químicos y farmacéuticos, carecemos de información fidedigna al respecto, sólo mencionaremos al químico-farmacéutico doctor Francisco Chávez Galeano, masacrado por sanguinarios guardias nacionales el 08 de diciembre de 1944 en redondel San Miguelito de San Salvador, cuando Heroico Chávez Galeano, junto con otro mártir bachiller apellidado Rodríguez Salamanca, luchaban en desventaja contra nefasto militarismo impuesto por ladrones capitalistas desde diciembre de 1932, cuando Señor Presidente: ingeniero Arturo Araújo, fue traicionado por su ministro de defensa: espurio general maximiliano hernández martínez, precursor de pinochet (hasta letras iniciales minúsculas se avergüenzan de estos nombrecitos).
Al término del primer cuarto del siglo recién pasado (1925), algunas tímidas féminas intelectuales asomaron narices, pisando recintos universitarios: médicos, odontológicos, químicos-farmacéuticos y abogadiles. Sólo recordamos a 3 doctoras médicas graduadas entre 1930-50: Stella de Grabowsky, Adela Cabezas de Alwood y María Isabel Rodríguez de Sutter. Abogadas, ingenieras, químicas-farmacéuticas, ¿teólogas? y odontólogas, entre 1915-40, quizás no habían nacido todavía; pues doctora Matilde Elena López Fishnaler, socióloga y heroína de gestas gloriosas donde fue asesinado Chávez Galeano, partió al exilio hacia Guatemala-Ecuador, habiéndose doctorado en este último país. Si hubiere más mujeres graduadas en primer centenario de UES, —con pena lo escribo—, éstas fueron incoloras, inodoras e insípidas, no registradas por historia oficial ni por Historia real.
En décadas 40’s y 50’s, de manera progresiva, sobre todo después del terrorismo nuclear descargado contra ciudades Hiroshima y Nagasaki, muchos padres de familia, desde burgueses pro oligarcas hasta agricultores en pequeño, pasando por obreros con talleres o sin ellos, tenderos y comerciantes de poca monta, optaron por educación formal, mediana y alta, en mayoría de hijos varones. Pronto, desde 1950, fiebres educativas de hembritas, hasta coronar carreras universitarias en UES, fue creciendo en forma geométrica (2—4—8—16—32—64—128, etcétera) hasta el presente. En matrículas estudiantiles sobre diversas profesiones en UES, UCA y resto de aquéllas, con menosprecio llamadas universidades “garaje”, muchas veces están inscritas más señoras o señoritas que caballeros.
Desde mismo 1950, al darse ingreso masivo en UES, testaferros del capitalismo decían: “UES se arruinó… (¿…?)… Por dar ingreso a tanatadas de jóvenes habitantes en mesones, villas miseria y campesinos ‘chuñudos’”. Desde aquella exacta cintura del siglo pasado (1950), Estado salvadoreño ha mermado, año tras año, sagrado presupuesto de nuestra Alma Máter; porque, para poder dominar a masas salvadoreñas explotadas, es necesario mantenerlas en ignorancias superlativas sobre Derechos Humanos, Constitucionales y Educacionales, o sea: sólo fabricar salvadoreños guanacos. Nuestro Estado, dominado desde falsa emancipación de España por malandrines oportunistas, se niega rotundo a invertir en educación general, haciendo énfasis al negar adecuado presupuesto para: Salud, Educación, Asistencia Social y Seguridad Pública. Esos son los 165 difíciles años de UES. Cuando nuestra Alma Máter estaba al servicio exclusivo de clases dominantes, entonces sí contaba con adecuado presupuesto.
Desde 1980 hasta este día, el entonces gobierno demócrata cristiano de José Napoleón Duarte Fuentes† y subsiguientes “areneros” delincuentes, con incalculable afán neutralizador contra UES y UCA, —por ser auténticos bastiones pro libertad con justicia no habidas—, reformaron leyes respectivas y dieron permisos a diestra y siniestra a todo telepate, caranga o ladías, a fin de establecer las bien o mal llamadas “universidades-garaje” o comerciales, sugeridas por doctrina neoliberal; pues se dice: curso pagado, alumno pasado al grado inmediato superior, sin importar rendimientos académicos positivos mínimos de estudiantes o graduandos; pues al neoliberalismo sólo le interesa mano de obra no calificada en sus fábricas y tiendas estafadoras.
Varias universidades de pacotilla, al parecer clausuradas en gran mayoría por ser más ineficientes y peor mercantilistas, detectadas por administradores del gran capital neoliberal, eran especializadas en “vender” licenciaturas a quienes pudieran pagar desde ¢10,000ºº hasta ¢40,000ºº ó más, —antes de imponerse acá falaz dólar yanqui (enero 2001) —. Muchos licenciados leguleyos con títulos dudosos, aún hablan un castellano atropellado al abusar del vocablo complementario “mente”, ejemplos gruesos: independientemente, solamente, urgentemente, dementemente, prontamente, etc. Y, hasta en salas públicas de jurados, a licenciados en leyes se les oye decir: “No es que no “haiga” declarado…”. Gran mayoría de estos 48 centros de “educación superior” carecen de elementales e indispensables buenas bibliotecas; ventilación adecuada en estrechas salas-aulas; suficientes mingitorios y retretes; laboratorios con instrumentales ni obsoletos; además, tales centros de “educación superior”, se anuncian por medios masivos de comunicación con propagandas más fuertes y permanentes, superiores a propagandas de: cerveza pílsener, coca-cola, licor muñeco, pollo campero y más. Algunas pocas (2 ó 3) poseen hasta difusoras televisivas, pero no para educar al pueblo pobre en general; sino, en primer lugar, para hacerse auto propaganda; en seguida, presentar foros y entrevistas político-electoreras con marcada inclinación favorable hacia partido “arenero” de ricos narcotraficantes, evasores, contrabandistas, falsificadores y paremos de enumerar tantos delitos de lesa patria y humanidad. Cuñas comerciales burdas emplean para entretener a su majada con música chocarrera, más enlatados extranjeros carentes de mínimos contenidos culturales.
Cuando estos recién graduados en universidades “light”, llevan sus humildes currículos, —hasta con maestrías—, a establecimientos de la “gran empresa privada ‘guanaca’” para solicitar incierto empleo, les hacen esperar hasta cinco o más años para decirles NO; mientras, plazas disponibles en dicho lapso las ocupan los hijos, o parientes muy cercanos del “empresario guanaco”. Si parientes cercanos son escasos, entonces acomodan a graduados en UES y en UCA; no obstante que mentados “empresarios” son accionistas mayores de tantas universidades “ligeras”. Pero, si por desgracia necesitan al “ligero” licenciado, éste es mandado a llamar para ofrecerle, con arrogancia, la 3era parte del salario normal devengado por los privilegiados o sea: U$S500ºº, y no U$S1.500ºº que, de por sí, 1.500ºº es salario de hambre en cualquier parte del mundo subdesarrollado.
06 de marzo de 2009.-