H E
R E J
Í A S
Trigésima segunda entrega
Autor: Ramón F Chávez Cañas
CCXII
Además de a Saúl, / David
asesinó
a Nabal y a Uría; / a
Absalón y a otros más
hasta alcanzar docena./
Entonces, Jëhová
rompiendo sus preceptos/
“digno” rey le nombró.
Tal biblia a este asesino/
siempre lo defendió
y sigue defendiéndolo/ cual
palomo torcaz
en contra de cien pruebas/
mencionadas atrás.
¡Escriban otra biblia, / pues
ésta colapsó!
Si cristianismo quiere/
vivir veinte centurias
más de las ya vividas, / debiera
divorciarse
de ominosos jerarcas/ del
viejo testamento.
De Enoc a Malaquías, / esas
razas espurias
han sido bandoleras/
buscando congraciarse
con su dios nacional/ torpe
de entendimiento.
CCXIII
El papa Sixto Quinto/ tuvo
orquesta-coral
allá en su Vaticano/ del
siglo dieciséis.
Castraban1 a infantes/
desde la edad de seis
hasta los nueve añitos, edad
angelical,
para obtener de/ ellos/ una voz
celestial
superior a soprano —propia de la mujer—
permanente en la vida/ del
desdichado ser.
Pero sólo unos cuantos/ de
trescientos total
llegaron a sopranos/ de
orquesta vaticana.
Sobrantes: descartados, / con
futuro arruinado;
pues papa Sixto Quinto/ y su
corte inhumana
sólo escogía al As./ El
resto: desahuciado.
Eran niños muy pobres/ de la
tierra italiana
cuyos padres creían/
promesas del papado.
CCXIV
Tales operaciones/ se hacían
en secreto.
Tan vulgares barberos2/ eran los
cirujanos.
Castraban a indefensos/ en
parajes lejanos
cercenando testículos/ en un
lugar discreto
o cortando conducto/ seminal
en directo
o con maceración/ hecha por
infrahumanos
al servicio del papa, —¡vil
rey de los cristianos!—,
en tan tiernitas gónadas3. /¡Jamás eso
es correcto!
Con grandes cantidades/
alcohólicas etílicas
eran anestesiados/ míseros
campesinos
o con opio, morfina, / o
bebidas metílicas4.
Tanto exceso de drogas/
causaba muchas muertes.
E/ ignorada asepsia/ abría
otros caminos
para los cementerios./ ¡Ah,
qué malditas suertes!
CCXV
El papa Sixto Quinto/
repudiaba a mujeres.
No las podía ver/ cuales
aves trinando.
Prefirió castración/ en
menores llorando;
pues era grato a dios/
cumpliendo esos “deberes”.
Porque a dios le ha gustado/
la voz de aquellos seres
del sexo masculino/
virilidad dejando
en busca del dinero/ que
estábales faltando
a/ engañados padres/ pobres
y sin quehaceres.
En verdad: eunucos5 / superaban en
cantos
a mujeres sopranos/ por papa
despreciadas;
mas, eso no es motivo/ para
los desencantos
de tanto rapaz mísero/ de
aquellas desgraciadas
familias proletarias/
anegadas en llantos
al perder a varones/ por
promesas viciadas.
CCXVI
Segunda necesidad, /después
de la alimenticia,
en nuestro Reino Animal,
—¿Por qué no en el Vegetal
con sus flores y semillas/
viviendo sexualidad?—.
No viene al caso, por hoy, /
tocar eso con malicia;
aunque/ árbol se alimenta/
con más o menos codicia
del agua, del aire y luz/
como su par animal.
Árbol no tiene vitelo/ ni
cordón umbilical
sólo raíces al suelo/ y
terquedad de estulticia.
Árboles hermafroditas/ hay
en bajo porcentaje.
Ningún humano se atreve, / mucho
menos teosofías
a llamar pecaminosa/ usando
vulgar lenguaje,
a tal creación de su dios/
con razón y sin porfías.
Bellos árboles frutales/ nos
dan inmenso bagaje
para poder subsistir./
¡Ellos bridan calorías!
CCXVII
Principal preocupación/ de
toda especie viviente
es procurarse alimento/ para
continuar viviendo.
La segunda prioridad/ de
todo ser existiendo
es prolongar sus raíces/ más
allá de su poniente.
Este soneto estará/ enfocado
sólo a gente
pues en resto de animales/
nunca nadie ha estado viendo
señales homosexuales/ ni
lesbianas. Yo no entiendo
por qué en “imagen de dios”/
bulle está idea demente.
Los siguientes dos tercetos/
se quedan obnubilados
al no poder explicar/
razones de gran Creación
científica o religiosa/ de
acuerdo a cada albedrío.
No podemos adentrarnos, / ni
laicos ni los togados
en tan profundo problema; / tampoco
la religión
de cualquier credo teosófico/
puede hablar de esto impío.
CCXVIII
Volviendo a especie humana, /
con mil taras, tres virtudes,
si taras deben llamárseles/
a ciertas ambigüedades
de preferencias sexuales/
desde tempranas edades
cuando deciden tomar/ por
sus propias actitudes
a compañero sexual/ con extrañas
aptitudes;
pues siendo del mismo sexo/
y sentir necesidades
anidadas por defectos/ en
sus propias mocedades.
¡Esto ha ocurrido por
siempre/ en viejos y juventudes!
Hasta este siglo veintiuno/
desde albores de la Historia
las ciencias y teosofías/ se
han declarado ignorantes.
Ni genetistas actuales/ ni
viejos endocrinólogos
no han podido descubrir/
para darse vana gloria:
tampoco tantos cristeros/ y
miles, miles de orantes.
Lo mismo se han estrellado/
ejércitos de sicólogos.
CCXIX
En dos libros del Samuel/ de
“santa” biblia judía
se describe al rey David/
cometiendo bajos actos
con cierto hijo de Saúl —otro
rey de toscos tactos—.
Jonatán era el amante/ en
“sagrada” sodomía6.
¿Quién fue activo y quién
pasivo/ en esa bíblica orgía?
¿Por qué Jehová permitió/
tan impúdicos contactos?
¿Por qué Moisés o quien
fuere/ describe tan sucios pactos?
¡Eso le resta valor/ a
biblia de satrapía!
Ni diosas ni dioses griegos,
/ mucho menos Jëhová,
han tenido algún poder/ para
enmendar tal error
existente disfrazado/ desde
mismos paraísos:
desde paraíso persa —un edén
no terrenal—,
hasta terráqueo judío, —edén
de inmenso terror—.
San Juan, según los malévolos,
/ tuvo feminoides rizos.
1—CASTRABAN
= Capaban; 2—BARBEROS = Peluqueros; 3—GÓNADAS = Testículos; 4—BEBIDAS METÍLICAS
= Alcoholes de madera, mil veces más tóxicos o mortales que el alcohol etílico
o aguardiente; 5—EUNUCOS = Sin testículos; 6—SODOMÍA = Fornicación activa o
pasiva entre dos sujetos del mismo sexo.
C
O N T I N U A R Á