Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

sábado, 17 de noviembre de 2012

GUERRILLERA JAGUAR, 15^ entrega



                NOVELA
LA GUERRILLERA JAGUAR
         Por Ramón F Chávez Cañas
          
Continuación del Capítulo VIII

En hospitalito provisional de CICR, tío y sobrino fueron atendidos en forma eficiente. Tres días más tarde estaban fuera de peligro inmediato de muerte; no obstante, el sobrino con tobillo derecho destrozado, vitalizado sólo por rama de arteria poplítea que por milagros no fue tocada; tampoco fue tocado retorno venoso de la misma, lloraba de verdad por dolor, habiendo sido necesario administrarle opiáceos; sin embargo, el hueso y músculos adyacentes estaban hechos pinol. Solidaridad internacional se movió con rapidez. Diez días después, ambos, junto con tres decenas más de heridos izquierdistas, eran evacuados rumbo a La Habana, después de haber sido documentados por Cruz Roja Internacional. En Hospital Ortopédico Nacional Docente Frank País de La Habana, don “Juan Tenorio desfasado” fue sometido, en transcurso de varios meses, a más de media docena de intervenciones quirúrgicas especializadas, para salvar y rehabilitar su necesaria extremidad inferior derecha. En cambio, anciano tío fue ingresado al Hospital Neuro-quirúrgico de misma capital cubana. Se le practicó craneotomía exitosa y se le desalojó múltiples coágulos intracraneanos; además, se le reparó dañada cóclea izquierda.

Este senil tío se recuperó con increíble rapidez de tantas lesiones neurológicas; pero, siete meses más tarde empezó a desmejorar en sistema general de salud: vómitos pos prandiales o después de cada comida aparecieron de súbito, aumentando cada día;  orina era cada vez más oscura hasta parecer vulgar soda de cola, conjuntivas oculares se volvían color canario o yema de huevo indio. Peso corporal del cartero jubilado se desplomaba sin misericordia. De nuevo fue internado en otro hospital cubano: el Hospital General Hermanos Ameijeiras. Se le practicó gastrectomía total. Todas las biopsias revelaron cáncer gastro-esofágico fulminante con metástasis hepáticas, renales, pancreáticas, pulmonares y más, inabordables por incomparables cirujanos nietos del Doctor Carlos Finlay, —descubridor del microbio productor de Fiebre Amarilla— y de José Martí. Soportó numerosas aplicaciones de quimioterapia, más posteriores de radio y cobaltoterapia. Todo fue en vano. El 15 de noviembre en 1990, —un año exacto después de haber sido lesionado con explosivos bélicos en enfrentamiento de colonias Santos I y II en Soyapango—, se despedía de este planeta con diagnóstico ya dicho. En cementerio habanero, (¿Colón?), fue sepultado con honores de ordenanza rendidos por más de un centenar de pacientes salvadoreños en tratamiento o rehabilitación en el Primer Territorio Libre en América. Murió a 71 años de edad. Don Agapito Galán Menjívar: descanse en paz.
                               *****
        Nuestro mujeriego sin suerte, después efectivo capitán rebelde en filas del Farabundo, estuvo en tratamientos exitosos de rehabilitación por lapso de dos años; al cabo de los cuales logró recuperarse en 90%, notándosele sólo cierta leve cojera en su miembro locomotor derecho. No usó prótesis permanente. En enero de 1993, averiguó, por medio de Lupita, Prosperito y comprensivo cuñado don Chemita hijo, el domicilio de doña Esperanza: Calcuta, India; así como decisión tomada por ella algunos años atrás. Por vía telefónica y correo postal trató de comunicarse hasta esa misteriosa urbe asiática. Todo fue inútil. Ya recuperado de salud voló hasta Distrito Federal mexicano para reunirse con sus dos hijos y cuñado. En México DF conoció pormenores del paradero decidido por Doña Esperanza, esposa. Con entusiasmo descomunal dispuso emprender viaje hasta esa ciudad hindú. Don Chemita hijo y Lupita le ofrecieron algún dinero para costearle parte del viaje. Con gesto altivo, pero no arrogante, contestó:
        — ¡No, mi querida familia, no! Todavía tengo algunos ahorros en un banco gringo con agencias en esta república. Por desgracia, documentos que me amparan al respecto están en cajas de seguridad del Banco Hipotecario de El Salvador allá en la capital salvadoreña. Sólo les suplicaría me diesen prestado dinero para viajar hasta San Salvador con pasaje de ida. Al término de 3 ó 4 días estaré de regreso. No visitaré a Esperancita, pues ella me tiene muy resentido por su mala conducta observada contra su madre. También les pediré no hacer saber a Esperancita, nada con respecto a mi proyectado viaje a El Salvador. Ella me supone difunto. Así, por ahora, creo será mejor. Pronto llegará día cuando esa torcida hija mía comprenda el incalculable valor de los padres. Para entonces nosotros: padre y madre, llegaremos a rescatarla.
       
En efecto, cuatro días después había regresado de San Salvador. Quiso pagar la reciente deuda contraída con sus parientes para su viaje a capital salvadoreña; pero éstos rehusaron tal pago. Él lo agradeció al alma. De inmediato se fue al consulado de India en México. En menos de lo que canta madrugador gallo obtuvo visa, para hija, también. Fiel alumno de Galeno, varón hijo, no podía viajar debido a exigencias de pesados estudios universitarios. Padre e hija volaron en Japan Airlines con escalas en San Francisco California y Tokio. Llegaron a Nueva Delhi 24hrs después. En tan dilatado trayecto, atravesando el antes inmenso Océano Pacífico, ahora chico, odontóloga hija vio llorar varias veces a su padre ya regenerado. Aquélla, al inquirirlo al respecto, obtuvo la siguiente respuesta:
        — ¡Ah, hija querida!: lloro de alegría y de tristeza a la vez. De alegría, porque pronto nos reuniremos con tu incomparable madre y esposa mía. De tristeza, porque en este esperado vuelo vienen a mi mente aquellos lejanísimos días cuando con tu mamá emprendimos, por esta misma ruta, nuestro inolvidable viaje de bodas. En diciembre pasado hizo 27años; 27años preñados de todo: felicidad y desdicha; pero, en  próximos 27años, si nuestro Señor quisiera dárnoslos, ¡juro, por mi madre asesinada y por mi tío consumido por el cáncer provocado por angustias y zozobras, que yo: Próspero Galán Burgos, haré de nuestras vidas un paraíso, donde mi Pelanchita pueda gozar de verdadera tranquilidad junto con sus 3 hijos y yo, su esposo!
       
El corte de “pato bravo” continuó moqueándose y limpiando enrojecidos ojos con fino pañuelo de algodón egipcio ofrecido al respecto por su hija. La dentista lo acompañó en tal llanto. Durante prolongada travesía, muchos pasajeros se divertían mirando cine, oyendo música de su agrado por medio de audífonos respectivos; leyendo, libando añejados licores o saboreando exquisitos manjares; durmiendo a ronquido suelto o charlando con vecinos de asiento. Sólo papá e hija permanecían cabizbajos empuñando en manos derechas sendas sencillas camándulas o rosarios, y murmurando en voz baja múltiples padrenuestros, avemarías, credos y letanías en latín, correspondientes a varios misterios del rosario. Suspendían oraciones sólo para tomar agua, algún necesario alimento o mínima siesta en esa larga ruta donde husos horarios se trastornan. De inmediato, al arribar a Nueva Delhi, abordaron otro avión (vuelo interno) con destino a ciudad Calcuta, situada en costas nórdicas del Golfo de Bengala, fronteras con Bangladesh. Tal viaje interno duró 4hrs. Pisaron tierra donde tiene sentadas sus reales la famosa monja albanesa o macedónica: diminuta madre Teresa de Calcuta. Señorita odontóloga dominaba el idioma inglés casi a perfección, por lo cual no hubo mayores dificultades para darse a entender con agentes migratorios ni con taxista contratado para llevarles hasta dirección postal de doña Esperanza. Pagado en rupias el precio de la carrera, más generosa propina al taxista, accionaron aldabón-timbre centenario del portón en convento localizado sobre dirección de antemano conocida por ellos. Una joven mujer con cabeza coronada por manto blanco con rayas oscuras, salió a recibirles. Se identificaron resumiendo razón de esa visita. Tal joven novicia portera les hizo pasar a sala de espera. Era verano hindú. Termómetros marcaban 40º C a la sombra. Calor era desesperante. Pasada media hora de espera, apareció otra mujer de mediana edad con similar vestimenta al de la recepcionista; pero ésta hablaba español perfecto. Al identificarse dijo ser suramericana de Venezuela. Escuchó con atención a ambos forasteros. En seguida dijo:
        —Madre Esperanza de la Paz, cuyo nombre no ha sido cambiado en este convento, por ahora no se encuentra entre nosotras. Ella pidió ser destacada hasta un suburbio más miserable de tantos existentes en Calcuta, a 110kms desde aquí. Sin embargo, sólo nuestra superiora, Madre Teresa, puede ordenar su regreso. Vuelvan dentro de 6 días, porque nuestra superiora, por orden médica, está recluida en lejano sanatorio a causa de neumonía sufrida hace 2 semanas. Está en período de recuperación satisfactoria. Cuarentena médica terminará en la fecha señalada por esta vuestra servidora.
       
Ni modo. Se hospedaron en hotel tres estrellas, similar a más lujosos capitalinos salvadoreños. Ahí esperaron el breve, para ellos largo tiempo. Llegada tal fecha y hora señalada, volvieron a tocar el aldabón-timbre del convento. Esta vez sí fueron pasados al humilde aposento de Madre Superiora, quien ya estaba enterada de tal problemática matrimonial. Con palabras suaves, más idioma castellano casi perfecto, habló:
        —Bienvenidos a esta casa de nuestro Señor. Conozco a grandes rasgos vuestra desesperación. Espíritu Santo, en sueños míos, ha ordenado atenderles para tratar de solucionar este problema vuestro que desde cuando lo supe lo hice mío.  Hermana Esperanza de la Paz, prosiguió dignísima Premio Nobel con natural humildad no tenida por 99% de dirigentes religiosos de todos los credos, quienes exigen en nombre de sus dioses, mayores y menores, ser “venerados” entregándoles 10% de tan raquíticos ingresos mensuales de sus tímidas o supersticiosas feligresías—: es una de las joyas más valiosas de nuestro Señor; pues está entregada en cuerpo y alma al servicio de  parias más intocables de esta sociedad hindú no cristiana. No importan creencias. Sólo importa el Ser humano desvalido hecho, en todos los continentes, a imagen y semejanza del Altísimo; tampoco importa con qué nombre se le invoque al Altísimo. Ya haré venir a sor Esperanza. No podré imponerle mis ideas al respecto. Ella, sólo ella, decidirá lo conveniente.
       
Después de breves minutos de espera apareció doña Esperanza de la Paz Guerrero de Galán siempre elegante, más bella; pues auténtica belleza reside en el alma, menos morena, reflexiva y en pleno goce de su edad sazona. Hizo reverencia dirigida a Madre Teresa. De inmediato, sin respetar hábito religioso, se abalanzó para abrazar al esposo e hija de ambos. Lloraron los cinco, incluyendo a humildísima Premio Nobel de la Paz 1979. Doña Esperanza, con voz entrecortada se expresó:
        —Esposo mío: yo te creía difunto. Hija de mis entrañas: no sé qué más decir… —y prorrumpió otra vez en llanto—. Todos guardaron reverente silencio. Llanto volvió a contagiar a aquellos dos seres queridos. Iluminada superiora religiosa católica abandonó su aposento dejando solos a llorosos tres peregrinos. Controversial marido dijo en seguida:
        —Querida y adorada esposa mía: en ningún idioma existen palabras para expresar el inmenso amor profesado por mí para contigo. Por muchos años he meditado. He concluido aceptando toda mi pasada irresponsabilidad. Mi falta de verdadera hombría fue única causa de nuestra zozobra. ¡Soy culpable absoluto! Frente a nuestra hija mayor como testigo, vengo a pedirte perdón y a suplicarte volver a El Salvador para reiniciar auténtica y eterna armonía.
        Sor Guerrero permanecía erguida, cabizbaja y pensativa. La hija terció y dijo:
        —Sí, madre del alma: mi padre es muy sincero en sus palabras. Mi padre ha cambiado en 180º desde cuando conoció a otra gran mujer: Señorita doctora María de las Mercedes Serrano Delgado. Esa señorita lo ha hecho meditar sobre el genuino valor de todo ser humano sin importar sexo, razas, credos, o condiciones socio-económicas. Muy bien ha comprendido: nosotras, mujeres, somos tan o más valiosas que millones y millones de hombres. Este su esposo es otra persona desde hace más de ocho años. Perdónelo madre mía. Vuelva con él a nuestra diminuta patria.
       
—Es un dilema terrible entre lo humano y divino, acotó la monja quezalteca con su vista fijada al piso, y estertores pectorales tratando de evitar otro acceso más de llanto. Continuó—: He hecho votos perpetuos. Mi presente y futura vida está y estará consagrada al auxilio efectivo de los más menesterosos de este planeta. Por eso, queridos míos, déjenme consultarlo más despacio con Madre Superiora, pues Dios habla valiéndose de esa laringe; además, por medio de mi sacerdote confesor. Sólo así yo podría optar por lo correcto. 10 días serán suficientes para recibir y analizar el soplo del Espíritu Santo; mientras tú, ¡Próspero!: junto conmigo en ese mismo lapso, invoca la sabiduría divina para poder encontrar calma en nuestras conciencias.
       
        Por más de una hora charlaron sobre ése y otros temas familiares. Pasado tan corto tiempo se hizo presente la sor venezolana para indicarles finalización de visita. La dentista retornó al Valle del Nopal, Culebra y Águila, pues sus obligaciones académicas como catedrática en Facultad de Odontología en Universidad Autónoma de México, —UNAM—, así lo requerían; además de compromisos profesionales privados. El esperanzado esposo se quedó solitario en cuartito tres estrellas. Nuestro mundo actual se ha vuelto pequeñísimo: al segundo día de soledad conoció, para hacer amistad, al cónsul cubano en Calcuta. Éste lo invitó a compartir su humilde morada oficial, privada, en un suburbio medio residencial de dicha ciudad. Galán Burgos dejó de pagar tan caro hotel. Dinerito ahorrado lo ocupó llevando diarios comestibles, utensilios caseros, adornos de sala y más vituallas al hogar del mencionado cónsul. Tal funcionario cubano y esposa de éste se enteraron de la problemática por labios del principal protagonista. Fueron efectivos sándalos para sus heridas anímicas.         
                                       * * * * *
        Pasados diez días preestablecidos por dubitativa señora-monja, inquieto corte de “pato bravo” y sus nuevos amigos cubanos se presentaron al portón conventual ya descrito. Diminuta monja albanesa o macedónica, junto con monjita quezalteca, les estaban esperando. Fue gran desconcierto para religiosa mayor, y para religiosa menor fue aún más grande, al advertir ausencia de señorita doctora Lupita, sustituida por pareja cubana. Galán, —como en sus mejores tiempos de comerciante vendiendo oropeles y “chacaleles”, con palabrerío cantinflesco o “entuturador”—, hizo rápida y bien hilvanada presentación de aquellos cubanos desconocidos. Dichas asombradas religiosas volvieron a ponerse en calma. Referente al tema principal, ex aficionado a mariachis retomó la palabra:
        —Mi reverenda Madre Teresita, mi reverenda querida esposita: 10 días han pasado. Mi ser ha llegado a conclusión: tu sabia decisión ha sido correcta. Yo también deseo servir a nuestro Diosito. Por eso pido a Usted, Premio Nobel de Paz 1979, permita incorporarme al servicio humanitario; pero en este mismo convento.
       
Venerable protectora de miserables budistas o confucionistas, por poco sufre  ictus apopléjico; llevándose manos a sienes frunció el entrecejo. La calmada sor centroamericana, previniendo peligroso desplome de la santa, se había colocado a sus mínimas espaldas a modo de evitar posible traumatismo craneal al sufrir desmayo. La famosa sierva de Dios no se desmayó.  Fregándose ojos para mejorar visión después del pasajero mareo, recuperó debida compostura para dirigir palabras al osado varón:
        —No, mi respetable señor Galán Burgos, no. En este convento sólo admitimos a señoras o señoritas en verdad deseosas de servir al prójimo abandonado por esta indolente sociedad atea, aun cuando con cinismo (no el filosófico) esa misma hipócrita sociedad dice ser creyente; mas, falsos cristianos o cristeros de su Latinoamérica, desde hace 500 años están robando y esquilmando a pacíficas razas aborígenes… Nosotras servimos en nombre de nuestro Señor Jesucristo y de Jehová su divino Padre. Usted, aunque yo quisiera, jamás podrá ingresar a nuestra comunidad; sin embargo, para satisfacer sus sanos y humanitarios pensamientos, ahora mismo le haré una carta de presentación recomendándolo con nuestro arzobispo: monseñor Rajib Tagore,  santo sacerdote paulino cuya orden está establecida en todo el mundo, igual que nosotras. Estoy segurísima de su aceptación. Ahora bien: si hermana Esperanza de la Paz Guerrero Flores desea regresar a sus obligaciones hogareñas en Centroamérica, esta congregación no tiene alguna objeción; pues santo sacramento del matrimonio no desaparece al estar vivos ambos cónyuges. Su digna esposa fue recibida entre nosotras porque ella fue categórica al afirmarnos su viudez.
       
El ex capitán guerrillero salvadoreño tartamudeando retomó la palabra:
        —No, no, no, re, re, reverenda Madre. No querida esposa mía. Yo no he venido a causar mayores problemas a mi Pelanchita. Tomo por testigos a Dios y a esta pareja de amigos cubanos. Sólo deseo paz en nuestro planeta y conversión de almas perversas causantes de tanta injusticia, tal cual fue la mía. Entusiasmado acepto la carta de recomendación firmada por Usted para obispo Tagore.
        —Vuelva mañana temprano. Ahora redactaré y firmaré esa misiva. Mañana estará lista—, dijo la noble albanesa o macedónica.
       
Anfitriones diplomáticos antillanos y él llegaron a casa. A fin de celebrar  aparente buen camino del súbito aspirante a religioso, el cónsul ofreció brindis con ron Partagás 18 años, ron ofrecido en recepciones de Embajada Cubana en Nueva Delhi; al mismo tiempo, largo y exquisito tabaco Cohíba, —esas delicias son las preferidas por el Doctor, Prócer, Filósofo y Sabio: Don Fidel Castro Ruz—; pero el regenerado hombrecillo mundano los declinó prefiriendo retirarse a su habitación para orar y descansar.
                                       *****
        Rajib Tagore leyó y releyó despacio la comunicación enviada por la diminuta. De inmediato, con defectuoso idioma inglés, dijo:
        —Vos ser americano, hijo de agresores del Vietnam. Vos ser guerrero arrepentido y humillado por tremenda derrota infligida a cara pálida allá en ciudad Ho Chi Minh; paliza proporcionada por raza amarilla, quienes sólo contaban con armamento primitivo, jajajajajá. Vos ser tigre de papel, tal cual les calificara el difunto Mao Tse Thung, fundador de moderna China Continental. Vos ser nieto del Truman, genocida nuclear de Hiroshima y Nagasaki, vos ser…
       
En este punto, cónsul cubano acompañante, ante estupefacción del amigo no “guanaco”, —pues auténticos guanacos son cobardes—, interrumpió al prelado. En perfecto idioma hindú, a éste explicó procedencia latinoamericana del aspirante a cura paulino. Con esa satisfactoria explicación, monseñor Tagore suspendió diatriba o loga volviéndose amistoso al darle fortísimo apretón de manos con discreto abrazo al descendiente, en segunda generación, de aquel marino raso inglés apodado “Fosforón”. El diplomático cubano continuó sirviendo de intérprete del hindú al castellano y viceversa. Conversación del Fosforón II con obispo continuó. Tagore buscó otro flanco débil en tan desorientado aspirante, sin duda puesto en autos por aquella monja piadosa. Tal filípica tomó otro rumbo:
        Usted es seglar. Usted no conoce, ni en superficialidad, la vida de los hombres quienes desde su más tierna juventud nos hemos entregado al servicio de Dios. Usted es esposo frustrado, insincero, tratando de recuperarla para en seguida volver a mismos desmanes del ayer. Usted carece de verdadera vocación religiosa; además, ya está muy viejo para solicitar inmaculada sotana. No creo que haya olvidado sus manías sexuales, excesos alcohólicos, dependencia de anfetaminas y otras malas costumbres no venidas al caso, por ahora.
       
El intérprete, con alguna posibilidad, no tradujo al pie de la letra para no causar más humillación a su desconcertado amigo. Galán Burgos se defendió así:      
        —No, respetable señor arzobispo: vuestra excelencia está muy equivocada. Su señoría habla sin conocimiento profundo de causa. En este momento, me apena decirlo: el señor arzobispo está siendo abogado apoderado del diablo. Por eso yo no lo culpo; pues su señoría está obligada a defender la fe incluso con errores que siempre son involuntarios; pero yo, con mi súper mayoría de edad y en pleno uso de razón normal a Usted digo: quiero ser consagrado por mi religión en el servicio de Dios a través del auxilio a Seres más necesitados. Sé a perfección de mi nada; pero de esta mi nada deseo entregar últimos días, así como mi esposa con sabiduría lo está haciendo. Servir a Dios socorriendo a pobres y abandonados de esta Tierra, es inspiración nacida de mi desgracia pasada y presente. Si hubiese necesitados en: satélite Luna, Marte, Júpiter, Venus o en cualesquiera otras partes del universo, hasta ahí desearía llegar yo cual apóstol de Jesucristo.
       
Cubano traductor y arzobispo hindú se quedaron perplejos con inesperada respuesta del ex guerrillero centroamericano; mientras don Próspero, sin faltar al respeto al alto prelado, temblaba, tartamudeaba, se helaba, se calentaba, enmudecía y tiritaba ante el desprecio manifestado por el cura insolente. El diplomático cubano lo llevó hasta iglesia luterana de Calcuta. En ella, el obispo luterano: Rabindranath Das Gupta, le escuchó con paciencia del Job mitológico. Al final le recomendó acudir a congregación jesuita de Nueva Delhi; pues él, don Próspero, no podía abjurar de su fe católica. Así se hizo. Jesuitas hindúes, entre quienes había muchos: españoles, mejicanos, ingleses, gringos, portugueses, italianos,  etcétera, lo acogieron con amor filial aquellos curas de mayor edad, y fraternal los de camada similar; pero había un pero (siempre hay pero): él no sabía  nada del idioma ni de dialectos hindúes; entonces, un jesuita español, gran amigo de: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró y de los López, sugirió que al señor Galán se le transfiriera como alumno al seminario menor de Isla Luzón, en archipiélago filipino. El todavía rebelde don Próspero protestó argumentando que allá en El Salvador perteneció a: Guardia del Santísimo, Cofradía del Santo Entierro, Terciarios Franciscano y Caballeros de Cristo Rey, —esta última entidad formada y manejada con fines político-electoreros fraudulentos por obispo vicentino Pedro Arnoldo Aparicio Quintanilla, alias: “Tamagás”—; pero que nunca había sido relegado a planos inferiores; sin embargo, fingiendo resignación cristiana aceptó. Estricta dirigencia jesuita optó por recibirle enviándolo directo hasta ciudad Quezón, siempre en archipiélago mencionado, donde aprendería, además del idioma español: inglés, francés y principales dialectos hablados en Sudeste Asiático, y aceptar como dios menor a san Ignacio de Loyola.

Don Próspero no encajó con disciplina académica jesuita. Tres meses más tarde se encontraba de regreso en el Dedo Meñique centroamericano: El Salvador. Visitó el colegio tecleño en busca del sacerdote salesiano Manzana; mas, allí le informaron sobre la ausencia de éste, remitiéndolo hasta ciudad de Guatemala; pues hasta allá había sido trasladado tal religioso. Partió hasta allá. Encontrado el presbítero Manzana, en seguida del saludo y haberle narrado calvario de su peregrinar, éste le dijo:
—Muy bien señor Galán, muy bien: multo bene tal cual decimos allá en mi lejana Italia. Nosotros no podemos admitirle como aspirante a sacerdote; pero sí lo podemos admitir como aspirante a coadjutor.
— ¿Qué es eso?—, preguntó don Próspero sin poder ocultar crasa ignorancia con respecto a congregación salesiana quienes, después de san Juan Bosco, dios menor, de san Domingo Savio, diosito párvulo, de santa María Goretti, diosita con muñecas; y de todos los secretarios regionales y mundiales, siguen los sacerdotes. En el rincón o último lugar, están frustrados aspirantes a sacerdotes pero quienes carecieron del valor suficiente para enfrentarse solos contra diablo cotidiano de nosotros mismos. Esta ignorancia demostraba nula atención de este padre de familia cuando su hijito estudió interno en ese colegio salesiano. Sorprendido, Manzana le instruyó:  
—Es vida consagrada de un seglar a la causa de nuestro dios menor, san Juan Bosco, dijo Manzana con inmenso orgullo de salesianos quienes piensan: después de Jesucristo en esta Tierra, sigue don Bosco al mando—: Usted, pasados algunos meses de entrenamiento será asignado a algún oratorio festivo, a un comedor de mamá Margarita (madre de Don Bosco) o a cualquier colegio de nuestra congregación en Centroamérica. Usted, siendo coadjutor tendrá misma vida espiritual de un sacerdote, también tendrá mismas obligaciones. La diferencia estribará en que Usted no podrá celebrar santa misa, ni administrar sagrados sacramentos, mucho menos recibir la confesión de nadie, en especial de señoritas díscolas o tentadoras hasta con ancianos; pero la vida de asceta, de abstinencia sexual y de obediencia ciega es igual. Pero primero vaya continuó Manzana tratando de ocultar la tragedia de ese hogar quezalteco ya conocida por él en boca del joven Prosperito a poner en orden tantas cosas mundanas pendientes. Después de haber liquidado sus bienes terrenales a favor de sus hijos, o de instituciones caritativas cristianas, regrese para iniciar preparación adecuada aquí en Guatemala.
C O N T I N U A R Á

martes, 13 de noviembre de 2012

GUERRILLERA JAGUAR, 14^ entrega



                   N  O  V  E  L  A
        LA GUERRILLERA JAGUAR
                       Por Ramón F Chávez Cañas

CAPÍTULO VII
                            
        Hasta este momento no existía alguna evidencia legal sobre posible muerte en combate de don Próspero Galán Burgos. Sus hijos, en especial Esperancita de la Paz, por cronología 2da hija algo desorbitada del matrimonio Galán-Guerrero; casada por “leyes naturales” o “atrás del matocho” con ex mariguanero y ex pandillera (ex marero); hija todavía residentes en el país, en concreto en cantón Santa Rosa, aledaño y jurisdicción municipal de tantas veces mencionada ciudad quezalteca, —cantón asentado a vera de antigua o colonial calle real a Nejapa, a villa Mariona y a San Salvador (calle vieja ya en desuso para tránsito automotor)—, han andado de aquí para allá en procura de esa partida de defunción; mas, en ninguno de los municipios del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS), mucho menos en ciudad Soyapango se encuentra asentado tal documento funerario. Esperancita y consorte han andado desesperados investigando en todos los cuerpos de socorro: CICR, más toda la gama del arco-iris con respecto a cruces rojas, verdes, amarillas, blancas, azules, etcétera; guarniciones militares, ex cuerpos de seguridad que tuvieron accionar en esa zona durante esos mismos días de enfrentamientos en la “Ofensiva hasta el tope” del 11 de noviembre de 1989. Han interrogado a efectivos soldados y a oficiales sobrevivientes. Ninguno de esos sujetos interrogados ha dado alguna pista para testificar y asentar la mencionada acta de defunción. Han acudido a tribunales judiciales jurisdiccionales para que éstos ordenen exhumaciones en zonas inmediatas a aquel combate heroico (colonias Santos I y II). A pesar de haberse efectuado muchas de ellas sólo se ha encontrado cráneos con cabellera negra, lisa o moruna. Ningún graneo con cabello grueso, liso, café-rojizo, en corte de “pato bravo”, tal cual acostumbraba usarlo don Próspero. Tampoco se ha encontrado evidencias sobre muerte del tío Agapito por cabellera con muchas canas, era similar al del sobrino. Han acudido a Comandancia General del FMLN, —ahora convertido en partido político legal electorero—, para obtener  número de registro de los ak47 entregados a tío y sobrino. Obtenidos éstos se han apersonado a los arsenales de fuerzas armadas genocidas para verificar dichos números. Todo ha sido en vano, porque tales armas de acuerdo a registros portados por Esperancita, nunca fueron requisadas por ejército de la tiranía. Han encontrado incierto leguleyo quien les cobrará 33% de lo obtenido al ella heredar los medio opulentos haberes dejados por su progenitor. Para esto, mentado tinterillo ha presentado falsos testimonios; sin embargo, Fiscalía General de la República, cuyo fiscal general era un abogado oriental de ciudad San Miguel apellidado Mellara Granillo, se opuso. Muchos de los falsos testigos junto con el impostor están guardando prisión. Entonces, ¿cuál era la prisa mostrada por 2da hija para que su padre fuese declarado difunto legal? ¿Será por amor?... ¡Quién sabe!

Don Próspero Galán Burgos, a pesar de su disparatada vida inicial, tenía algunos bienes raíces a su registrados nombre adquiridos mucho antes de bodas con doña Esperanza; por lo cual no puede afirmarse, mucho menos catalogarlo como gran “vivián” o “chivo”, pues todos los haberes posteriores a su matrimonio fueron inscritos a nombre de su señora esposa; más que todo para demostrarle a parientes por afinidad y al vulgo hablador, su verdadero amor por la esposa. Entre bienes dejados sin algún testamento están: casita en barrio El Guayabal, donde vivió hasta el final su santa y abnegada madre; finquita de 38 manzanas cultivada con frutales, cafetales y caña azucarera, situada en caserío Polanco del inmenso cantón Primavera en misma jurisdicción donde está enterrada su “chira”; cuatro mesones en área urbana quezalteca, incluyendo mesón donde don “garañón” respiró primeros aires, vio por primera vez luz solar y, donde transcurrió toda su infancia, más adolescencia y gran parte de su juventud; una casa en barrio la Rábida, tres en colonia Centroamérica, y dos en colonia Flor Blanca: trío de colonias en San Salvador, más otra casita en colonia las Delicias de Santa Tecla. —Esta colonia tecleña fue la primera construida por el gobierno (1945-50) para vender viviendas a precios cómodos a la nunca bien protegida clase obrera—. Finquita “El Chaparral” permaneció tomada por  insurgencia durante casi todo el conflicto armado, funcionando en ella  estratégico campamento guerrillero. Mesones más numerosas casas, al faltar él, se volvieron incobrables e incobrables fueron hasta esa fecha; pero, tribunales de inquilinato han desahuciado a tramposos moradores obligándoles a pagar mensualidades del alquiler en mismos mencionados tribunales o a desocupar dichos inmuebles. Esta renta acumulada fue entregada a legítimos herederos tan pronto el problema legal se dilucidó.

Prosperito y Lupita ya ni recordaban esas bagatelas; pero Esperancita sí, pues necesitaba vender o continuar dando en alquiler esos bienes raíces para afrontar el costo de vida salvadoreña cada día más creciente. Desde 1989, al llegar aquel Gato Félix Cristales Burdos, —falso demócrata—, al poder ejecutivo engañando con campaña archimillonaria por prensa, radio, televisión y otras yerbas, costo de subsistencia en Pulgarcito Americano ha incrementado en increíble 2000%. Criminalidad, llevada a cabo por  desmovilizados de la mal llamada fuerza armada, agobia a ciudadanía honesta y trabajadora. Por eso, Esperancita, quien no quiso recibir educación formal adecuada para, por lo menos, ganarse un tiempo de comida al día en este “país de la sonrisa”, pero de sonrisa tetánica o sardónica, ambicionaba con desesperación tal certificación.

El tiempo ha pasado y seguirá pasando. Ni en Sierra Lacandona mexicana, ni en Sierra Cuchumatanes, tampoco en Sierra Las Minas, ni en suburbios urbanos de ciudad de Guatemala; mucho menos en espesas selvas del Petén al norte guatemalteco, don Próspero Galán Burgos ha dado señales de vida activa. Don Próspero Galán Burgos: quezalteco, oficinista, comerciante de chacaleles, y oropeles; heraldo de reina pueblerina, tunante caza nada, llorón y, por último, héroe guerrillero, seguía por ley como otro desaparecido.

Loor y recriminación a DON PRÓSPERO GALÁN BURGOS, eje masculino principal de esta novela, por haber sido, en su 2da ó 3era juventud, Guerrillero no guanaco, por haberse transformado en osado JAGUAR SALVADOREÑO.


CAPITULO VIII

Aquella tarde, casi noche del 11 de noviembre de 1989, aquellas tres columnas bajo conacastes de Soyapango, tomaron rumbos diferentes en mismo municipio para combatir contra del ejército gubernamental en ofensiva “Hasta el Tope”. Entonces ocurrió lo siguiente: columna encaminada hasta colonia Guadalupe y alrededores, iba sub-comandada por larguirucho y atlético joven Denis Gallardo, ascendido al rango de subcomandante por méritos mil veces comprobados, tanto en combate como en la vida ordinaria. Otra columna, cuyo destino inmediato era ocupar y combatir en viejo poblado de ciudad Soyapango, cabecera municipal, era sub-comandada por otro valiente compita llamado Roberto de León Ramírez Trabanino (Pepón Boren).

Pepón Boren, cuyo nombre de pila no debió ser mencionado en esta novela, pues él aún tiembla al recordar barbaridades cometidas contra el pueblo desarmado por soldadesca de mafiosos oligarcas ladrones contra sus víctimas atadas de pies y manos, es originario del cantón Maniadero, municipio de Zacatecoluca; pero más próximo a laboriosa ciudad Tecoluca. Es hijo ilegitimo, según leyes obsoletas, —debido a violación-estupro de un terrateniente latifundista apellidado Trabanino, con residencia formal en ciudad capital salvadoreña quien, valiéndose de su machista posición socioeconómica abusiva, violó a joven muchacha, bella colona de su hacienda—. De esta malsana unión nació don Pepón Boren, casi en mismos años cuando naciera el muchacho parido en pieza o cuarto del mesón Chávez de ciudad Quezaltepeque; debido a ese dato ya pasaba del medio paquete en años; pero, tomando en cuenta su maciza delgadez más gran altura de su figura (herencia del padre violador) aparentaba 10 años menos. Quizá también haya heredado de Trabanino las facciones ladinas y agilidad mental no tan común en nuestros analfabetos campesinados, abandonados adrede a fin de mantenerles siempre, siempre, sojuzgados por ignorancias, miedo a lo desconocido después del sepulcro, o ambición de ganarse premio eterno propalado por religiosos fanáticos e ignorantes en historia de religiones o teogonías; mas, tal agilidad mental Pepón Boren la empleaba para hacer bien incluso antes de la guerra. Pepón Boren, a pesar de extrema pobreza materna, acudió a escuela primaria en ciudad Tecoluca hasta concluir 6to grado, hospedándose en casa de don Marcelino Portillo o en casa-hogar del venerable, —no religioso—, don Ramón Francisco Chávez Henríquez (don Moncho padre); de quienes, entre otros, se ganó aprecio y respeto. Pronto fue empleado por don Marcelino Portillo en manejo de sus propiedades, en especial de un camión de ocho toneladas y de un molino de nixtamal y arroz en el mismo pueblo o ciudad Tecoluca. Contrajo nupcias con Consuelito, pero por ceremonias naturales primitivas o “atrás del matocho” Al presente viven juntos. Han procreado casi la docena de fuertes, sanos e inteligentes muchachos.

Roberto de León Ramírez Trabanino rechazó cargo de juez de paz en ciudad Tecoluca (1979-80) ofrecido con arrogancia e imposición por un demócrata-cristiano, diputado vicentino apellidado Samayoa López; pues el humilde tecoluquense no quería apadrinar criminales desmanes cometidos por guardias nacionales contra de los más pobres de entre pobres allá por 1980-81.  A causa de esta varonil razón fue perseguido para ser decapitado por mismo cuerpo represivo; viéndose obligado a refugiarse, durante cuatro o seis meses, en cierta propiedad urbana de un su compadre doctor en Medicina humana radicado desde varios años atrás en ciudad Quezaltepeque. Doña Carmela Cañas de Chávez lo llevó hasta aquella ciudad. Esta democrática señora lo introdujo sobre la cama de un camioncito liviano propiedad de ella, habiendo sido cubierto con manojos de pajas de guatera o maíz para evadir múltiples retenes que desde ciudad Tecoluca hasta ciudad Quezaltepeque pudiesen encontrar. Manejaba tal camioncito un hijo de doña Carmela Cañas de Chávez: Carlos Borromeo (o Alberto, pues él alteró la partida de nacimiento porque el “Borromeo” no le gustaba). Desde luego, doña Carmela era acompañante. Tal amenazado a muerte fue alojado en casa-mesón recién desocupada por inquilinos, amplia propiedad localizada al frente, calle de por medio, de la residencia del compadre-doctor. Se le proporcionaba todo lo básico para sobrevivir lo cotidiano. —Durante el día y algunas noches, al estar desiertas (toque de queda) las calles empedradas de ciudad Quezaltepeque, compadre y esposa de éste, con sigilo algo imprudente atravesaban la calle y lo visitaban para darle consuelo y atenderle alguna necesidad inmediata no prevista—. En inmenso patio del céntrico refugio urbano (1200v2) Roberto de León Ramírez se entretenía cultivando: rabanales, maizales, tomateras, más otras hortalizas; pues era período de lluvias y Pepón: agricultor-hortelano bien calificado.

Dicho tecoluquense, amenazado por semejantes bestias infrahumanas uniformadas o no, casi no aguantó el ácido de aquella soledad. Al sexto mes de cautiverio voluntario, a su compadre-doctor le habló:
Compadrito: esta soledad es perra. He pensado y repensado para hablar con Usted al respecto. Me preocupa mi mujer y mis pequeños hijos. Ellos no están abandonados, bien lo sé. Doña Carmela y don Moncho padre, también don Marcelino, mi antiguo patrón, velan por ellos; no obstante, más me preocupa la inseguridad en la cual yo lo he venido a poner. Si guardias nacionales de esta ciudad descubrieran mi escondite, Usted, su familia y yo, estaremos perdidos. ¡Y moriré con ese tremendo pesar!
—No, compadre Pepón, le respondió su también afligido anfitrión, pues  carnicería desatada en todo el territorio nacional era terrorífica. Prosiguió—: Este escondite está muy seguro. Nada malo, Dios mediante, nos pasará; no obstante, si Usted se siente amenazado, mañana me lo llevaré para ciudad Santa Ana, a casa de un magnífico amigo mío quien, a pesar de ser de la derecha no violenta, es casi un hermano. Él se llama don José Antonio Quesada López; él lo protegerá mejor.
—No compadrito, repostó aquel compadre campesino perseguido, con enorme cara angustiada y decidida a enfrentarse con la muerte en cualquier lugar. Y prosiguió—: Anoche tomé inquebrantable decisión de volver a mi lugar de origen. No llegaré a mi casita. Me iré directo al campamento “La Cayetana”. Allí están esperándome, entre otros: el padre David Rodríguez, don Julián Urquilla, don Piíto Mejicanos, don Nicolás Ratón, don Chepe Merino, Paquito Galdámez, Paquito Romero, Arturo Ortiz, el Peche Ángel y centenares más por no decir millares. ¡Prefiero morir con algo en mis manos y no boca abajo e indefenso!

Se hizo profundo y sagrado silencio por espacio de largos dos o tres minutos. Luego, de León Ramírez, con dos lagrimones rodando por sus escuálidas mejillas, prosiguió:
Lléveme, querido compadrito, hasta iglesia catedral de San Salvador, ahí abandóneme a mi buena o mala suerte, sólo eso le pido.
— ¡No!—, contestó compadre-anfitrión y continuó—: lo llevaré hasta ciudad San Vicente o hasta Virola (Zacatecoluca). Desde ahí Usted podrá llegar caminando a pie hasta campamento “La Cayetana”. Usted conoce como nadie todas esas veredas y atajos. Para devolverlo a su hábitat, haremos mismo truco hecho por doña Carmela Cañas de Chávez.

En efecto, anfitrión-compadre consiguió nuevita ambulancia de Salud Publica. Disfrazando de enfermo al mentado Pepón con suero intravenoso supervisado en el camino por inigualable enfermera titulada: doña María Alicia Perdomo de Búcaro, y  ambulancia manejada por don José María Fermán Gálvez (Chema Gallo), acompañaron al doctor-compadre del Pepón. Con esa atrevida pantomima de buena fe, llegaron sin novedad hasta Virola. Cerca de línea férrea IRCA en inmediaciones del antiguo hospital viroleño Santa Teresa, Ramírez Trabanino fue dejado en la libertad solicitada por él.
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Al darse la tantas veces citada “Ofensiva Final” del 10 de enero en 1981, Don Roberto de León Ramírez bajó desde cimas del Chinchontepec o volcán de San Vicente, para atacar puesto o comandancia de guardias nacionales y chaneques en ciudad Tecoluca; allí, junto a muchos amigos y conocidos antes mencionados, más señorita licenciada María de Mercedes Serrano Delgado, libraron increíble por heroica batalla para salvar a más de 50 combatientes atrapados, al parecer sin salida,  por fuego enemigo en casa de don Ramón Francisco Chávez Henríquez (don Moncho padre), —anciano demócrata cristiano quien enseguida abjuró de tal partido—. Don Moncho padre y su esposa doña Carmela Cañas de Chávez, lo mismo sus hijos: don José Ovidio, don Carlos Alberto y don Edgar Edmundo, junto con decena más de civiles indefensos acorralados ahí mismo, fueron protegidos del fuego gubernamental en profundas fosas o zanjas cavadas por propios guerrilleros en patio de mencionada casa-hogar. El contraataque ordenado-comandado por Señorita María de las Mercedes Serrano fue exitoso. Civiles indefensos, todos entrampados, salieron ilesos. A raíz de este combate heroico, señorita licenciada María de las Mercedes Serrano Delgado, Roberto de León Ramírez Trabanino, Piíto Mejicanos, Nicolás Ratón, Peche Ángel, Nicolás Garrobo y José Merino, entre otros, fueron incorporados a huestes del cuartel general en volcán Guazapa.
* * * * *
Aquella tarde oscura, casi noche, del 15 de noviembre en 1989, al desplazarse  aquella bella joven Comandante protegida por débil pero valiente retaguardia constituida por: el “Casanova” pueblerino, don Agapito, Nicolás Ratón y José Merino, rumbo a riberas del río Las Cañas; aquélla, haciendo uso de ondas cortas hertzianas se comunicaba con  subcomandantes: Pepón Boren y Denis Gallardo, para comunicarles contratiempos urgentes e imprevistos que estaba pasando el capitán Próspero Galán Burgos y sus cuatro muchachos. Al respecto les ordeno lo siguiente:
        ¡Subcomandante Boren!, ¡Subcomandante Gallardo!: ¿me copian?— Contestada afirmativa tal pregunta, prosiguió—: En el puente cercano al punto de microbuses, el capitán Galán Burgos y otros valientes muchachos nos están cubriendo la retirada. Ustedes podrán dirigirse oyendo fragor del combate. Se están enfrentando en desventaja numérica contra regimiento provinciano. Todavía se escucha múltiples explosiones  inconfundibles de Galil y ak-47 nuestros, señales inequívocas de que todavía resisten. ¡Vayan por retaguardia para ubicar sus posiciones! ¡Cambio y fuera!
       
¡Cabal!. Gallardo y Boren con numerosos contingentes, llegaron en auxilio de Galán y sus Jaguares, haciendo huir en desbandada a diezmados soldaditos enviados desde Sensuntepeque, o desde Virola; pero, al llegar al puente señalado por Úrsula, don Prospero sangraba mucho de pierna derecha, en alturas del tobillo. Bala gubernamental le había deshecho piel, carne y hueso de tal articulación; no obstante, aún así, arrastrándose como iguana y desvaneciéndose como moribundo, había dado gran batalla. En cambio, don Agapito resoplaba todavía vivo en charco de sangre; pues esquirlas de granada enemiga habían medio destrozado cuero cabelludo. Estaba inconsciente. Nicolás Ratón, Nicolás Garrobo y Chepe Merino, combatían intactos. De inmediato aplicaron torniquetes en pierna derecha del capitán guerrillero herido, y apósitos compresivos en cráneo de don Agapito siendo, también de inmediato, evacuados hacia puesto de socorro guerrillero establecido a vera de antigua carretera Panamericana del viejo Soyapango, en cierta casa, también antigua, con características caricaturescas de  rudimentario castillo medieval europeo de baja ralea, —similar al existente en calle Roosevelt de San Salvador, (calle que muy pronto debería llamarse: Calle Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez). Ahí, brigadas médicas clandestinas detuvieron tales hemorragias de tío y sobrino, transfundiéndole de inmediato agua de 10 cocos de moco a cada uno hasta estabilizarlos en forma precaria. En la madrugada del siguiente día 16, mientras allá en Antiguo Cuscatlán, hordas infernales del alto mando represivo, sabuesos mayores de oligarquía, se ensañaban en contra de seis sacerdotes jesuitas y de dos indefensas féminas, ambulancia de CICR evacuaba al par de heridos hasta un hospital provisional de misma institución humanitaria internacional, localizada en ciudad capital. Mientras tanto, Nicolás “Roedor” y Chepe Merino se incorporaban a la estratega Comandante, llevando consigo fusiles AK-47 dejados por los heridos: sobrino y tío. El sentenciado a muerte por no haber aceptado cochina judicatura caricaturesca de ciudad Tecoluca, más “Palancón” Denis Gallardo con respectiva gente armada, también se incorporaron presurosos a la aguerrida señorita Comandante para planificar asalto a colonia Escalón.
        C O N T I N U A R Á