DIOSES Y DEMOCRACIAS
Por Ramón F Chávez Cañas
Dioses y Democracias, aunque diferentes en apariencias, tienen muchas aristas en común: son términos gemelos intangibles, por lo cual cada quien o quienes pretenden acomodarlos a intereses personales o de grupo, sin querer comprender siquiera valores sublimes de tales dos palabras, para ellos: palabrejas; rechazando diversos conceptos lógicos o filosóficos al respecto de estos dos conceptos virtuales, nunca reales. El primero: dioses. Desde advenimiento del bípedo al parecer inteligente para obrar bien; pero inteligente sólo en egoísmos, dioses les acompañó y acompaña en diversas formas imaginarias: desde fetiches o ídolos hasta el dios Alá de aproximados 1,400 años de existencia en fanáticos musulmanes; pasando nuestra raza bípeda por figurarse dioses desde escarabajos hasta el anciano barbón y canoso con el muchacho asesinado al ser clavado en maderos cruzados, más revoloteando y estática, cual colibrí, blanca paloma sobre ambas testas o cabezas.
Jaguar y Serpiente Emplumada o Quetzal de tatarabuelos Maya; Inti y Pacha Mama de nuestros tíos, también tatarabuelos Incas, Quechuas y Aimaras en altiplanos andinos; además, cocodrilos, escarabajos y gatos en Egipto casi prehistórico; varones atléticos, bellísimas mujeres y adiposos infantes en culturas greco-romanas de hace 2,600 años o menos, nos hacen comprender imaginarios polimorfismos de una u otra región mundial, en una u otras épocas distantes en centurias o milenios. Tantos dioses proteiformes*,—desde simples insectos coprófagos (escarabajos), hasta el Astro Rey de nuestro sistema planetario, fueron enviados al basurero de historietas mitológicas o supersticiosas, para de inmediato adoptar e imponer, a fuerzas violentas y “espirituales”, figuras egoístas o soberbias del dios o dioses antropomorfos (Roma-Grecia) y, por último, hasta ahora, judeocristianos, destronando a toda mujer judía con ínfulas de greca-romana olímpica, reduciéndolas a simples comparsas del dios macho bíblico llamado Jehová: Judit, Betsabé, María, María Magdalena, Marta, Dina, Tamara, Sara, Agar y más.
En conclusión: hay, ha habido y habrá, dioses a la medida y gustos según razas, necesidades, necedades, tiempos y bolsillos. Cada quien compra o fabrica su dios o dioses y hasta sub-dioses, de acuerdo a profundidad o dimensión de su egoísmo; pues él o ellos necesitan dioses esclavos sujetados a caprichos eróticos, pornográficos, codiciosos, avarientos y criminales del o de los patanes devotos; mientras tanto, el Verdadero Dios Universal, inimaginable en figura y en poderes científicos, desde su Inmensidad no dimensionada por nadie, desde su Excelsitud en Ciencias y Filosofía, observa triste y se pregunta reprochándose: “¿Por qué Yo cometí ese inexplicable e imperdonable error al permitir que átomos o moléculas formaran genes desenfrenados, capaces de agrupar a carbohidratos, proteínas, metales, metaloides, aguas y gases, e integrar así maquinaria de carne y hueso, enemiga acérrima del resto de lo Creado? Con lógicas razones muchos Filósofos, por ese torpe errorcito mío, niegan mi infinita sapiencia; a pesar de que fanáticos ignorantes e interesados sólo en diezmos, además de encasquetarme nombres al cual más feo, e imágenes desde asqueroso escarabajo egipcio hasta anciano canoso y egoísta judío, tratan de defender mi omnipotencia aunque sea para mantener drogados, por medio de mi nombre y de mis supuestos milagritos en pro sólo de ambiciosos humanoides, a millones y millones codiciando el paraíso terrenal o celestial jamás ofrecido por mí y nunca ganado por: cobardes, envidiosos, lujuriosos, avaros, codiciosos, mezquinos, etcétera”.
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¿Ateísmo?... ¡Ah, el ateísmo!...
¡Ateísmo no existe, no ha existido ni existirá! Llaman ateo a otro sujeto semejante, pero con deseos fervientes de insultar a tal sujeto de acuerdo a nuestros más bajos egoísmos pasionales, al no compartir con ellos sus ideas sobre dioses; pues blancos, negros, amarillos, zambos, cobrizos y mixtados; ricos ladrones, pobres y miserables; europeos, africanos, asiáticos, americanos y australianos, todos, aceptamos reverentes e impotentes a uno de tres dioses monoteístas, v. gr: si tú no aceptas al Iahvé o Jehová judío: eres ateo y debes rechazar, hasta odiar, al dios Alá musulmán y al Jesús cristiano. Si tú no divinizas al Alá mahometano: eres ateo; ni al Jesús cristiano: ¡eres más ateo! Tales brumosos conceptos fueron indiscutibles en recientes edades fanáticas de la llamada cultura occidental y de Asia Menor, hasta hacer realidad la expansión musulmana en: África, sur europeo, más Mediano y Lejano Oriente, y a expansión judeocristiana en Europa y toda América con Antillas; asimismo, al “cree o muere” mahometano; a crueles Cruzadas y “santa” inquisición cristianas: todas ellas acompañadas de muerte por alfanje u hogueras con leñas verdes, en forma respectiva.
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“¡Oh, Democracia!*... ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”... Exclamó cierta patriotera francesa (Madame Roland), cuando era llevada al cadalso para ser guillotinada. Esto sucedió durante tan Gloriosa Revolución Francesa (1789-99). Por supuesto: tal patriotera sólo invocaba a su democracia; mientras, verdugos actuaban en nombre de otra democracia: la del ex oprimido y fanatizado hasta cruel ceguera. Reyes, emperadores, cardenales, papas y káiseres europeos, se creían “demócratas” a su manera, sólo porque afirmaban haber sido ungidos por único representante en Tierra del dios Jesús; aceptando, masas vasallas ignorantes, miedosas y supersticiosas, el siguiente eslogan: “Todo jefe de Estado es puesto por voluntad de dios”. Aún, entre cristianos protestantes y muchos católicos, tal eslogan continúa vigente.
Democracia o “Poder del Pueblo” nació en Atenas, Grecia, 350 años antes de primeros cristianos. Fue fugaz, pues emperadores romanos la abatieron, quedando tal germen democrático latente o dormido por largos 2,200 crudos inviernos (Edades: Antigua, Media, Renacimiento, Moderna), hasta advenimiento de Gloriosa Revolución Francesa, complementada con anterior Guerra de Independencia de EUNA* (1775-83); sin embargo: resto de Europa —Santa Alianza— y respectivas colonias de ultramar, continuaron con regímenes imperiales que, poco a poco, hasta bien entrado el recién pasado siglo XX, fueron integrados o están integrándose a débiles democracias o caricaturas de ella.
“En este mundo traidor/ nada es verdad ni es mentira. /Todo es según el color/ del cristal con que se mira”. //, —dijo el poeta español Ramón de Campoamor y Camposorio—. Analizando esta estrofita con relación al tema tratado en esta Reflexión, podemos decir: El color del cristal con el cual se mira a estas democracias, corresponde al ente traidor interesado en hacerse pasar por demócrata, así: ladrones enriquecidos sin trabajos honestos; pero ostentando altos cargos del Estado a fin de continuar robando, dicen ser demócratas puros al haber sido elegidos, usando triquiñuelas de toda índole para engañar a masas desposeídas de libertades fundamentales dadas por genuinas democracias: correcto raciocinio sobre carencias de todo; buena salud, trabajo adecuado y bien remunerado de acuerdo a inflaciones crecientes con respecto a bajos salarios; educación elemental oficial pre y universitaria o tecnológica, y efectiva seguridad pública con adecuada previsión social hacia jubilados e incapacitados.
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Dioses y democracias han sido y están siendo secuestrados por sujetos inescrupulosos quienes, en nombre de esos dos sagrados enunciados para resto de crédulos, se enriquecen de maneras abyectas a meridiano Sol y frente a narices de millones y millones de indolentes “demócratas ¿verdaderos?”, quienes sólo vociferan con alaridos destemplados cuando estos otros desvergonzados demócratas dominantes, con prepotencia democrática les despojan de sus pocos bienes mal o bien habidos porque: “Chucho no come chucho, y si come, no come mucho”, reza popular refrán salvadoreño al referirse a que rico no roba a rico; pues ambos ricos ladrones metidos a políticos, se cubren con misma cobija.
*¡Oh, democracia…! tal madame no dijo así, dijo: Oh, Libertad…, que para esta Reflexión es lo mismo.
*Proteiformes: en relación al dios Proteo, quien tenía licencias para presentarse en cualquier forma humana, animal, vegetal o mineral.
*EUNA = Estados Unidos de Norte América.
13 de marzo de 2009.-