D O N M O N C H O
Por Ramón F Chávez Cañas
De: “Historias escondidas de Tecoluca”
(Historia medio biográfica)
Don Moncho nació en último mayo del XIX. Fue 3er hijo y primer varón del hogar Chávez-Henríquez. A la sazón, en 1900, 3era familia más importante del Pueblito: en lo económico, social y religioso. —Primer lugar lo ocupaba familia Molina-Chávez, con inmensos latifundios ganaderos y agrícolas; en 2ndo estaba don Antonio Miranda Jiménez—. Familia Chávez- Henríquez poseería equivalente en tierras a 3era parte del segundo. Nombre de Don Moncho padre, asentado en Registro Civil del encantador Pueblito, era Francisco Adolfo, —en honor a don Francisco Chávez, padre, y a don Adolfo Henríquez, abuelo materno—; pero fue cambiado por Ramón Francisco en pila bautismal. Así fue conocido en transcurso de su vida. Este cambio lo efectuó el presbítero Ramón Soller, cura español, párroco del Pueblito y padrino del recién nacido (1900).
Niño Monchito de esa época nació con afección bronquial asmática. Así vivió hasta medianía de su edad. Médicos de ciudades: San Vicente, San Salvador, Guatemala, Tegucigalpa, hasta de México DF y La Habana, poco o nada pudieron hacer en su beneficio (pues medicina de entonces estaba en pañales). Uno de tantos médicos consultados prescribió, para disminuir intensidad de ataques asmáticos, tomar una o dos onzas de coñac francés, tantas como cuantas veces fuere necesario. Así se hacía; no obstante, por esta prescripción primitiva, niño Monchito se hizo adicto al licor, —decían.
Estudió educación primaria y parte de secundaria, 1907-17, en colegio Santo Tomas de Aquino en ciudad San Vicente. Colegio dirigido por canónigo Raymundo Lazo; éste, ilustre hijo del pueblo Apastepeque. En esa época, el vicentino ilustre: General don Fernando Figueroa, era Presidente constitucional de El Salvador (1907-1911). —Don Fernando Figueroa fue abuelo del insigne Doctor Don Fabio Castillo Figueroa, además, padrino en confirmación de niño Monchito—. Tal Señor Presidente donó, al mencionado colegio vicentino, gabinetes completos de física y química, para mejor docencia en tales materias. Don Moncho relataba, a descendientes y sobrinos, la gran fiesta habida en cabecera departamental vicentina cuando, en 1909, procedente de ciudad capital salvadoreña, desde rumbo poniente (San Cayetano Ixtepeque), —por donde pasaba antigua calle real—, apareció tren de carretas tiradas por bueyes, transportando selladas cajas traídas desde Alemania y Francia por don Fernando, donante. Cabalgata del séquito, encabezada por Señor Presidente, hizo ingreso a Ilustre Ciudad de Austria y Lorenzana a eso de 02:00pm. Una hora después ingresaban las sin cuenta carretas. Calles estaban engalanadas con gallardetes y palmas; centenares o millares de cohetes de vara, al estallar en los aires, revoloteaban palomares, y perros callejeros buscaban refugio bajo bancos del mercado municipal, abandonados por locatarias para presenciar tan magno acontecimiento. Autoridades civiles, religiosas y militares locales, daban bienvenida a ilustre hijo donante. Banda musical regimental, dirigida por joven maestro: don Rafael Argueta, — profesor en solfeo del otro ilustrado vicentino: Don Domingo Santos, nacido en pueblo San Esteban Catarina (Don Domingo) —, encabezaba imponente desfile entonando soberbias melodías marciales. Después del obligado Tedeum Laudamos oficiado en iglesia parroquial, ahora catedral; posterior a discursos y demás actos cívicos llevados a cabo en local del colegio y parque central, —donde el entonces joven bachiller y estudiante universitario de 4to año de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en Universidad de El Salvador (más tarde su Magnifico Rector): Doctor Don Sarbelio Navarrete, en nombre de comunidad estudiantil vicentina improvisó elocuente discurso en agradecimiento al ilustrado Fernando Figueroa—, llevose a cabo, en amplios salones de Alcaldía Municipal, elegante recepción-cena-bailable amenizada por dos famosas orquestas locales de esa época: “Verdi” y “Lírica Vicentina”.
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1917, padre de familia del joven Moncho Chávez Henríquez falleció a causa de tumor prostático inoperable en esa época, —similar al tumor sufrido por ex presidente francés François Mitterrand—. Joven Chávez-Henríquez, a 17 inexpertas primaveras abandonó estudios de bachillerato, casi concluidos. Tutorado por don José Lorenzo Henríquez Angelino, tío materno con 40 años de edad, tomó riendas de negocios y plantaciones agrícolas-ganaderas. (Cultivo-industria del jiquilete o añil estaba dando patadas de ahogado). Don José Lorenzo era estricto. Joven heredero no congenió con él. Pocos meses después, aquél optó por retirarse, volviendo a su digno oficio de peluquero y hormador de sombreros en su natal San Vicente.
Niño Monchito había vivido, como pupilo, en casa de sus abuelos maternos vicentinos. Ahí, en “Cartilla de San Juan”, antes de ingresar al colegio Santo Tomás para iniciar educación primaria, su tío José Lorenzo le había enseñado primeras letras; doña Arcadia Angelino de Henríquez (mexicana), abuela materna: doctrina cristiana, previa a primera comunión. Don José Lorenzo, —según palabras de don Moncho padre—, fue único hombre quien lo había coscorroneado en el transcurso de toda su larga vida (*1900-89†).
Un año después de orfandad paterna, a 18 de edad, contrae matrimonio con señorita Mercedes Muñoz, originaria y vecina del enamorado Pueblito. De este matrimonio nacieron 07 hijos. Enviudó 13 años más tarde. Hasta 1931, don Moncho padre se distinguió por largas vacaciones en compañía del dios Baco y por pocas actividades productivas. Al mismo tiempo, por luchas cívicas en pro de genuina democracia: en 1922, 26 de diciembre, sufrió severa crisis asmática causada por noticias sobre masacre contra mujeres indefensas en manifestación capitalina del partido político Liga Roja, opuesto a desmanes de gobiernos oligárquicos de hermanos Meléndez Ramírez. Esta crisis también fue mitigada con más coñac. En 1929-30, partió rumbo a Nicaragua, con idea de llegar hasta Montañas Segovias e incorporarse a ejércitos rebeldes comandados por César Augusto Sandino, —General de hombres Libres—. No llegó a su destino, pues en puerto La Unión autoridades militares salvadoreñas lo interceptaron, obligándolo, junto con muchos más, a regresarse. Tampoco participó en hecatombe nacional iniciada en enero de 1932, porque estaba sumido en luto de viudez, con estatus asmático y colosal etilismo.
En Pueblito tantas veces mencionado, la gente hilvanaba historias e historietas sobre disipada vida de don Moncho padre. Se decía, entonces: “Por guargüero de don Moncho han pasado tres trapiches y trescientas hectáreas cultivadas con caña azucarada”. Asimismo decían, —refiriéndose a algún pobre etilista—: “Con que está acabando don Moncho padre, no digamos tú, semejante fantasioso”.
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En 1934 contrajo segundas nupcias con señorita Carmela Cañas Merino —madre de familia de este historiador—. Del 2ndo matrimonio nacieron 11 retoños. 09 sobreviven. Con este 2do compromiso formal, afición etílica disminuyó en 50%. Labores agrícolas productivas fueron notables. Junto con Don Jesús Orantes, — cuñado, casado éste con Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez, hermana menor de Don Moncho padre—, se dedicaban durante estación seca salvadoreña, a extracción de sal común por evaporación en márgenes del estero Jaltepeque, departamento la Paz; asimismo, a cultivos agrícolas tradicionales de estación lluviosa. Con el cuñado, cinco años menor que él, llegaron a quererse cuales dos hermanos. Eran inseparables en el trabajo, diversión sana y en esporádicas temporadas con Baco. Por desgracia, Don Jesús Orantes, en mayo 15 de 1955, sufrió fatal accidente ecuestre, terminando así aquella preciosa hermandad.
Marzo-Abril, 1944. En compañía de su compadre: bachiller don José Gilberto Parras Martínez, y uno de sus hijos del primer matrimonio: jovencito Jesús Alfredo, marcharon hasta Ahuachapán, en fronteras con Guatemala, para reforzar a insurgentes salvadoreños procedentes de esa nación, con propósito de derrocar a la agonizante tiranía de Maximiliano Hernández Martínez, tiranía de 13 años. Ocho días más tarde, los tres y otros más estaban regresando derrotados al Pueblito; pero, un mes después, 10 de mayo, dicha tiranía caía con estrépito. En 31de diciembre de ese mismo año 44, madre de don Moncho padre (Doña Segunda), fallecía. Desde entonces y hasta su día final, don Moncho se curó del asma y, por supuesto, del etilismo pesado; pero hasta año 64, abandonó por completo amistades con dios Baco. También abandonó moderado tabaquismo, pues él consumía cigarros o puros copanecos y habanos. Nunca fue mujeriego. Su docena y media de hijos nacieron enmarcadas en ley de Dios y de los hombres.
1945-46. Fue principal pilar local del partido político electorero promotor de candidatura presidencial del Doctor Arturo Romero, médico de altos quilates, y Hombre Símbolo de aquellos ilusos demócratas. General Salvador Castaneda Castro, —“Mica Polveada”—fue impuesto por fraude tradicional. Durante campaña en pro de candidatura del “Hombre Símbolo”, Osmín Aguirre Salinas, coronel y presidente de facto, desató persecución terrorífica contra principales romeristas en largo y ancho del país. Al momento de estarse ocultando el Sol, esposa, hermanas y vecinos de don Moncho padre, le rogaban para abandonar poblado y fuera a dormir, junto con otros perseguidos, a profundidades de quebrada El Burro. Desde luego, don Moncho padre se negaba y agradecía gestos de buena voluntad y temores bien fundados del vecindario; no obstante, temprano en la noche, evacuaba a su esposa y a pequeña manada hasta casa-hogar de don Carlos Federico Molina II, vecino de enfrente y padrino de bodas a la vez. No los evacuaba hasta casa-hogar de su cuñado don Jesús, porque éste también era perseguido por mismos motivos. Ya a solas, don Moncho trancaba con firmeza puertas y ventanas exteriores; revisaba y aceitaba su escopeta chacha semi automática calibre .12, y revolver .38 Smith & Wesson de 6 pulgadas; asimismo, afilado machete marca sampedrano, disponiéndose a dormir sobre fina hamaca de mezcal recién tejida en Cacaopera. Así pasaron 20 ó 30 noches sin que guardia nacional o correyuda local, se atreviese a llegar a capturarlo. Don Moncho padre decía: “No podrán capturarme. Sí, asesinarme; pero, por lo menos, un par de esbirros se irán conmigo”.
1949-50: A caída de “Mica Polveada”, —14 de diciembre en 1948—, tomó el poder cierto directorio cívico-militar pantomímico; entonces se formó nuevo partido oficial pro oligárquico llamado: partido revolucionario de unificación democrática (PRUD), para continuar militarismo instituido en 1932 por Maximiliano Hernández Martínez. Don Moncho padre volvió a carga opositora, afiliándose y organizando en Tecoluca el Partido Acción Renovadora (PAR), postulante del pulcro coronel José Ascencio Menéndez, hijo del General Francisco Menéndez, presidente, quien nos diera la constitución de 1886. Don Moncho padre, junto con don Jesús Orantes padre, bachiller Parras y don Carlos Federico Molina II, trabajaron incansables por tal causa; aunque el último, por presiones familiares de cercanos parientes militaristas, se volvió oficialista. De nuevo triunfó el fraude. Militar Oscar Osorio (Cuchumbo), ascendió a primera magistratura. Asamblea legislativa siempre estuvo dominada por militarismo; también “honorable” corte suprema de “injusticia”. Doctor Jesús Méndez Barahona, hijo del Pueblito, abogado y compadre de don Moncho padre, hasta jubilación estuvo al servicio de milicos (juez o diputado).
1954-55. Se formó otro partido opositor: Partido de Acción Nacional (PAN), habiendo postulado, para primera magistratura, a don Roberto Edmundo Canessa, oligarca progresista, caficultor en Santiago de María. Ahí, don Moncho padre, Quijote salvadoreño, cerró filas dedicándose, como en tiempos pretéritos, a recorrer, desde 06:00am, hasta 10:00pm, todo el inmenso municipio de su Pueblito (municipio más extenso en geografía salvadoreña). “Correyuda” y testaferros del oficialismo-militarista, nunca se atrevieron a agredirlo. Ni de palabras. José María Lemus, militar de origen hondureño, auto-nominado escritor y poeta, fue impuesto. Pocos meses más tarde, don Roberto Edmundo Canessa es torturado con salvajismo, por lo cual falleció varias semanas después. Chema Lemus, falso poeta-escritor, cayó en octubre de 1960 (¿61?), (¿dónde estáis historiadores?). Algún corto tiempo más tarde, se formó Partido Demócrata Cristiano (PDC) o partido del “pescadito”. El militarismo quiso tomar esta bandera; mas, al no conseguirlo, formaron otra caricatura de partido, cuyas siglas aún son “p c n” o partido de las manitas mañosas. Don Moncho padre, por supuesto, cerró filas alrededor del pescadito, sufriendo otra derrota cuando la oposición, en bloque, se retiró de contienda, alegando descaro del militarismo al negar, con subterfugios, inscripción de los más calificados opositores. Otro milico: Julio Adalberto Rivera fue impuesto. Con ese mismo proceder fraudulento, milico Fidel Sánchez Hernández (Tapón) ascendió al poder, atropellando sólida candidatura del Sabio Doctor Fabio Castillo Figueroa (PAR) y del doctor Abraham Rodríguez (PDC). Don Moncho padre había dejado la campaña pro pescadito para abrazar la del Sabio Castillo Figueroa; pues, además de ser éste, hombre académico íntegro, era nieto del honorable don Fernando Figueroa, padrino en Confirmación de niño Monchito (1906), tal cual ya fue dicho.
1972. Ingeniero José Napoleón Duarte Fuentes es postulado, por el pescadito y dos partidos más formando Unión Nacional Opositora —UNO—, para presidente de El Salvador. Don Moncho padre, junto con numerosos adultos y jóvenes hijos, nietos, sobrinos, yernos, nueras y amigos, conmueven vigorosas conciencias dormidas de aquella inmensa comunidad campesina, logrando rotundo triunfo electoral favorable al ingeniero Duarte Fuentes; pero, descaro y fraude fueron mucho más grandes que en contiendas pasadas. En esa campaña, la correyuda capturó al jovencito Jaime Galileo Chávez Cañas (penúltimo hijo de don Moncho padre) por “grave” delito de andar en “pinta y pega” pro pescadito. La correyuda le ató socándole ambos pulgares con fina pita manila similar a la usada para torturar a Chacho Chabelo. Era media noche. Peche Ángel, activista bajo órdenes de don Moncho padre, corrió hasta donde él con tan mala noticia. Don Moncho padre entregó al Peche y a otro acompañante (¿Pepón Boren?), sendas armas de fuego calibre corto; el viejo líder local, armado con escopeta .12, partieron hasta sitio de tal infamia, localizado en céntrico portal de sastrería propiedad de don Francisco Barahona Marenco; —éste, hombre honesto, apodado por siempre inclemente vulgo, así: don “Chico-culo”—. Trío armado se desplegó en medio círculo hasta llegar a escasos 05mtrs de correyudos o beneméritos, comandados por el civil “Atila Cañas”. A esa distancia, don Moncho habló así: “¡Suelten a mi hijo, jodidos!... ¡Ustedes muy bien saben el delito que están cometiendo al atropellar de esta manera las libertadas ciudadanas consagradas en las leyes”. El civil pro militarista, jefe de “orden”1 local, fue el primero en ahuevarse, ordenando al resto de criminales soltar ataduras. Ahí terminó ese penoso y peligroso incidente.
Noviembre en 1974: Se produjo masacre en cantón “Cayetana”, jurisdicción del Pueblito. Hordas militares, sabuesas de oligarquía salvaje, arrasaron con más de la mitad de aquel pacífico, esclavizado, conglomerado campesino. Don Moncho padre no pudo hacer nada a favor, pues sorpresivo del ataque y edad avanzada del caudillo local, lo impidieron… Sólo pudo llorar por más de una semana. Sus 75 años de edad lo estaban minando en lo físico, pero no en lo anímico. Cuando impusieron a un tal Carlos H. Romero (milico) contrario a fórmula del pescadito (Claramount-Morales)—1977—, nuestro biografiado héroe sólo participó en planificación local de la campaña del PDC; mas, ya no salió a trabajar en inmensos cantones y caseríos del paradisíaco Pueblito o sea, municipio más grande, en extensión geográfica, de todo El Salvador.
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Es mismo Pueblito donde naciera el niño José Ricardo Chávez Cruz, —mayo 23, 1924. Sobrino de don Moncho—. Este noble varón, Chávez Cruz, alumno graduado en Escuela Normal de Maestros Alberto Masferrer, recibió, 22 de junio en 1993, diploma otorgado por Ateneo de El Salvador en el cual se le acredita con Título de: Maestro Meritísimo de El Salvador.
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Marzo 24, 1980. Es asesinado el Mega Arzobispo de El Salvador: Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, Profeta y Mártir. Ocho días después, don Moncho padre, a 81años de edad, acude a capital salvadoreña para estar presente en funerales del Mega-Hombre. Se vio en alas de cucaracha cuando, parapetado en columnas exteriores de catedral metropolitana, empuñando revólver de seis pulgadas, respondió al fuego de guardias nacionales quienes, desde segundo piso y azotea del Palacio Nacional, masacraban, con armas de grueso calibre y otros explosivos bélicos, a inmensa multitud patriótica indefensa. Agotadas balas del viejo don Moncho, Corrupio Ahumada, —cardenal mexicano, delegado papal a exequias—, lo obligó a refugiarse en interior del templo.
Enero 10, 1981. Ofensiva Final Guerrillera ataca puestos militares principales del país. Nuestro Rebelde Pueblito no fue excepción. Ataques bélicos fueron sorpresivos, iniciándose al ocaso. Residencia del patriarca Moncho estaba llena de visitantes, entre familiares y amigos. Sus hijos: don José Ovidio, don Carlos Alberto, don Edgar Edmundo y otros más, entre parientes y amigos, charlaban amenos recordando recién pasadas fiestas navideñas y de Año Nuevo. De súbito fueron atrapados por fuego cruzado entre esbirros y guerrilleros. Céntrico hogar del viejo Moncho abrió puertas para dar albergue a dos docenas de transeúntes desesperados buscando refugio. Guerrilleros escalaron muros, a fin de parapetarse en techos y en altos árboles inmediatos al cuartel gubernamental. Hogar de nuestro biografiado estaba en esa área. En lo más crudo del combate, a eso de medianoche, civiles armados cavaron fosas en patio del patriarca para proteger a indefensos, entre quienes estaba doña Carmela Cañas de Chávez, esposa de don Moncho. Resto de hijos, hembras y varones, profesionales o comerciantes todos, con residencias en: San Salvador, Zacatecoluca, San Vicente y otras varias ciudades, pasaron 04 días tensos por no poder llegar en auxilio. Al día 5to, don Héctor Orlando, residente vicentino, con ambulancia de Cruz Roja Internacional, llegaron a evacuar al anciano con esposa y a otros familiares allí atrapados. Don Moncho padre, entre suspiro y suspiro, entre protesta y protesta, abandonó, al fin, su confortable residencia del antes pacífico Pueblito. Fueron transportados hasta ciudad San Vicente. Alojados en otra casa de don Héctor Orlando adecuada, a propósito con antelación para el caso. Don Moncho padre, en ciudad San Vicente, vivía similar a león enjaulado… Se paseaba por amplia, pero para él, inconforme, estrechísima casa… Pujaba, gesticulaba demostrando inconformidad… Hacía viajes imaginarios hasta su querido Pueblito… Casi no dormía y perdía sentido de realidad… Contrataba taxis para retornar, con esposa, al añorado Pueblito, pues creía estar en pesadillas; porque, según él, todo había pasado y paradisíacas horas antiguas estaban reinando otra vez… Buscando complacerlo, don Héctor Orlando, o algún otro de hijos o nietos, lo retornaban a comarca de origen. Instalaba finas hamacas; sacudía colchones y petates de camas; fumigaba dormitorios y más oscuros rincones de su ya quimérica residencia… Se aprestaba a abrir el negocio de agroquímicos y veterinaria; pero faltaban compradores… Con esposa disponíanse a dormir a eso de 07:00pm del mismo día de su llegada; pero, al preparar lecho nupcial librándolo de cucarachas, alacranes y arañas muertas por reciente fumigación, fragor de metrallas guerrilleras contra fuerzas derechistas gubernamentales, comenzaba. Alrededor de 02:00am del día siguiente, alborada bélica cobraba máxima intensidad. Doña Carmela se veía obligada a pedir auxilio a su hijo más próximo: don Héctor Orlando, residente vicentino. Auxilio pedido por vía telefónica si ésta no estaba dañada. Por diez o más veces, este hijo llegaba al día siguiente en socorro y evacuación del testarudo padre y de condescendiente madre. Don Moncho padre, seguía rugiendo cual gran felino herido… Cansado el hijo vicentino, éste les trasladaba hasta San Salvador o hasta Santa Tecla, a hogares de dos respectivas hijas. Casas-hogares de dos hijas eran extensas y cómodas, asignándoles exclusivo apartamento. Pasadas breves semanas, el tigre desesperado pedía auxilio a Ramón Francisco Chávez Cañas, quien lo trasladaba a su inmensa residencia en centro de ciudad Quezaltepeque. Ahí, con cuatro nietas, don Moncho padre pasaba feliz jugando y hasta meciéndose en columpios infantiles… Se le llevaba de seca a meca; pero el anciano no tenía sosiego; estaba perdiendo, poco a poco, noción de tiempo, distancia y lugar.
Era antialcohólico, al final, recalcitrante; pero, con Alzheimer iniciando, se complacía en ofrecer y servir copas de güisqui escocés, ron cubano traído desde Nicaragua, coñac francés, vinos de Oporto o tequila, a hijos y a adolescentes nietos. A 79 años de edad, la guerra fratricida ya no la comprendía; creciente carestía de la vida, según él, significaba nada. Aún en cuarta edad, continuaba siendo rebelde: al caminar no aceptaba ayuda de nadie, ni de sofisticados aparatos ortopédicos. Caminaba arrastrando pies. Cierta madrugada, al encaminarse al baño para necesidades fisiológicas menores, (no era diabético, ni hipertenso, ni renal, ni cardíaco, mucho menos obeso o artrítico; más bien: esbelto y atlético), se enredó en amarras del calzado, cayendo al piso con estrépito. Se fracturó cadera. No pudo levantarse. Con auxilio de don Héctor Orlando y trío de peones de éste, fue llevado a la cama. Se llamó a médicos, quienes sólo ofrecían cirugía (correcto). Rechazaba toda receta y procedimientos ordenados por galenos. Sólo su prima-hermana menor: sin par señorita Milita Henríquez Villalobos, enfermera, —novia eterna de don Santos en historieta “El Árbitro de Fútbol”—, podía acercársele para inyectarlo o masajearlo. Rechazó toda intervención quirúrgica. Al respecto: alegaba tener derecho a morir. En vista de estacionaria gravedad y del remoto éxito de cirugía ortopédica, fue trasladado, desde ciudad San Vicente hasta ciudad Santa Tecla, a otra residencia de don Héctor Orlando. Ahí agonizó durante dos meses. Sus 07 hijas y múltiples nueras, le prodigaron solícitos cuidados. Había exigido, en largos ratos de lucidez, ser sepultado en cementerio municipal del indeleble Pueblito; no obstante, sus dieciocho hijos, tomando en cuenta beligerancia reinante, habían convencido a futura viuda para sepultarlo en mausoleo Barton-Chávez de Santa Tecla.
Marzo 4, 1988. A 10:00pm, previo a extrema unción administrada por sacerdote católico, expiró tranquilo, sin ninguna mueca. Llegaron personeros funerarios a recogerlo para preparar cadáver, pues familiares del extranjero tardarían de 24 a 48 horas para estar presentes. El despojo apareció yaciente a ojos de los suyos a eso de 03:00hrs. La nueva viuda, al contemplar cadáver en lujoso féretro, dijo, llorando: “No, Moncho. No te dejaré aquí. Yo te llevaré hasta donde tú me ordenaste —y prosiguió—: Si ustedes, hijos míos, no pueden acompañarme, yo les comprendo; pero él no se quedará aquí”. Todos sus hijos, sin mencionar media palabra en contra, acudieron hasta el luctuoso Pueblito para cumplir última palabra ordenada por el patriarca.
1-Orden = organización democrática nacionalista (pantomima)
F I N
12 de enero en 1996