H E
R E J Í A S
Trigésima
séptima entrega
Por Ramón F Chávez Cañas
CCLIII
Además de doce/ años,/ sin
contar los de primario,
prolónganse a veinticinco/
para ser curitas rasos.
Si después se van a Lieja,/ o
a Roma, siguiendo pasos
del coronado de espinas/
asesinado en Calvario,
regresan con treinta abriles/
más pesado calendario
de instruir a tanto
aspirante/ en esos ritos tan falsos
y mantener a devotos/
insensibles a zarpazos
que tonsurados presbíteros/
les están clavando a diario.
Doce más cinco da igual/ a
diecisiete perdidos
años de “intensos” estudios/
de una teología inerte
albergada en el cerebro/ de
tanto tímido torpe.
Repetimos: nuestro Dios/ son
mil Poderes Unidos
de Ciencias ya conocidas,/
jamás un dios de vil muerte:
Dios de Creación y Amor/ en
este infinito/ orbe.
CCLIV
Meditando sobre el tema/ a
poca profundidad
al llegar a estos doscientos/
cincuenta y cuatro pöemas
con razón bien razonada/
sobre monótonos temas
con nuestro libre albedrio/
hoy podemos afirmar:
Toda secta religiosa/ ofrece
inmortalidad
en cielos o/ en infiernos:/
saboreando ricas yemas
o agonizando “ad aeternum”/ por no haber cumplido
lemas
ordenados por presbíteros/
de tanta inmoralidad.
Se ve tan claro por real/
terrorismo religioso
similar o quizá peor/ que
terrorismo de Estado.
Combinación de los dos/ dan
concepto peligroso;
pues bipedestre haragán/
prefiere seguir callado
por ambición o temor/ a la
gloria o a lo escabroso.
Frente a dudas inculcadas/
prefiere ser estafado.
CCLV
A todos nuestros lectores,/ inclusive a
inconscientes,
recomendamos lecturas/ de
letras universales;
de escritores no fanáticos,/
informados y cabales.
Omitir pornografía/ y otros
temas indecentes.
Don
Quijote de la Mancha,/ con el Sancho:
hombres valientes,
sin infundirnos terror/ nos
muestran tiernos vitrales
donde podemos beber/ del
Amor a manantiales
y respeto a los demás,/ sean
éstos no creyentes.
Mentamos a Don Quijote/ por no citar a Filósofos:
Kant, Spinoza y Pascal; /Aristóteles, Platón;
Descartes, Sócrates, Hegel,/ e Ignacio Ellacuría;
más centenas de pensantes/
malqueridos por los teósofos
quienes desde Grecia antigua/
de imponente Partenón
son amantes del Saber,/
llamado Filosofía.
CCLVI
En estos breves sonetos/ con
claridad demostramos
existencia de un Poder/
nunca sobrenatural.
Dios o los dioses están/ en
nuestro Universo real
indiferentes a mitos/ que nosotros
inventamos.
Don Satanás no ha existido/
como nosotros pensamos.
Satanás está en cerebros/
del ladrón y criminal.
Lucifer no es contraparte/
de aquel Amor Celestial.
Al albergar a Satán/
nosotros nos despreciamos.
Nadie sabe cómo es Dios/ o
los dioses de otras razas.
Qué es uno solo, no importa./
Dios también puede ser hembra.
Tal Portento es asexual/
pues no engendra ni concibe.
Estas son mis concepciones,/
queriendo así dejar trazas
o semillas no transgénicas/
para una cercana siembra
del Respeto con Amor/ sin
religión que cohíbe.
Santa Tecla, 09 de
octubre en 2009.-
CCLVII
Los cristianos redimidos/
por orden de Constantino
desde la Constantinopla/
hasta la Roma Imperial;
desde la Galia y Bretaña/
hasta el Rin, no más allá,
se tragaron cruel mentira/ de
estar en reino divino;
pues cuatro décadas antes,/ el
Diocleciano asesino
con tanta fiera africana/
los pensaba exterminar
en Coliseo Romano/ o en las
calles, con puñal,
pues Diocleciano creía/ que
el cristiano era cretino
al venerar a un joven/
clavado en Monte Calvario
trescientos años atrás./ Cristo para entonces era
similar al Che Guevara:/ jamás un joven falsario;
o, al Presidente Lincoln,/ quien izara fiel bandera
de Libertad para negros/ en
la tierra de aquel ario
anglosajón puñetero/ ladrón
de inmensa pradera.
CCLVIII
A pocos meses o años/ de
gozar mil privilegios
que otorgara Constantino/ a
tan sufridos cristianos,
éstos conformaron sectas/
para asesinar hermanos.
Así nació “cristerismo”,/
doctrina de sortilegios,
pues cristianos se
extinguieron/ quedando tan sólo regios
“cristeros” en todo el orbe,/
superiores a paganos
adoradores del Sol/ cuales
soldados romanos,
olvidando a doce Apóstoles/
primitivos y egregios.
Dichos cristeros se notan/
por ambición desmedida
o codicia inocultable/ sobre
bienes siempre ajenos
y hasta en mujeres del
prójimo,/ con descaro repugnante.
Avaricia es otra gracia/ en
esta gente podrida.
Evadiendo tanto impuesto/
sus bolsillos tienen llenos,
a la cabeza pastores/
exprimiendo al ignorante.
CCLIX
Consolidados jerarcas/ de
advenedizos cristeros
en Edad Media Temprana/ se
inventaron mil hogueras
para quemar a cristianos,/
quienes con tan verdaderas
doctrinas de Jesucristo/ daban sermones sinceros.
Mismo trato estos jerarcas,/
con sus gestos embusteros,
daban a hombres de ciencias/
en tan fatídicas Eras.
Por dogmas tus aguacates/
eran purísimas peras,
altos árboles de mangos/
debían ser limoneros.
Ésta fue cruel teosofía/
impuesta con arrogancia.
Quien no aceptara esos
dogmas/ más otras ridiculeces
vuestra “santa” inquisición/
con descarada ignorancia
dictaba sentencias crueles,/
pues ella hacía las veces
de interpretar en su biblia/
tanta fétida fragancia
solamente comparable/ con
hedor de humanas heces.
CCLX
Múltiples guerras cristeras,
—exceptuando las Cruzadas
pues fueron contra
islamistas/ allá en el Cercano Oriente—,
hoy ya se han vuelto
incontables/ porque uno y otro pariente
blandiendo tal cruz cristera/
se han matado a puñaladas
disputándose comarcas/ hasta
dejar arrasadas
tanta tierra europea/ y de
nuestro continente,
incluyendo/ ambas guerras/
mundiales de tan reciente
centuria del siglo viejo./ ¡Ah,
mentes alrevesadas!
Ni chinos ni japoneses,/ ni
de/ otras religiones
han tenido tantas sañas/ en
sus prósperos países
porque poco han aspirado/ a
dominar el planeta;
pero cristeristas nuestros/
han asolado regiones
para robarse riquezas/ y
sembrar sucias raíces
del neoliberalismo:/
absolutismo sin meta.
C
O N T I N U A R Á…