CANALLA INVIERNO TROPICAL
Por Chichipate Cañaverales
Nunca en mis siete décadas/ había yo vivido
una estación lluviosa,/ ni en mi sexto sentido
o fuerte temporal/ desde julio a septiembre.
Mañana será octubre:/ esperamos se calme
este diluvio eterno/ por no decirle infame.
Más infame sería/ si llegase a noviembre.
La palabra canalla/ quizás no es la apropiada
porque Madre Natura/ nunca ha sido malvada.
Canalla es el humano/ quien la está trastornando:
desde doscientos mil/ años de su creación.
El humano es bebé/ en nuestra evolución.
Él, pronto se hundirá/ por estarla abusando.
En mis años de infancia, —década del cuarenta—,
y de mi adolescencia, —en los años cincuenta—,
hubo cien temporales/ hasta de doce días
allá en mi Tecoluca/ y en ciudad San Vicente
siendo ya jovencito,/ estudiante decente,
sin lidiar con venéreas,/ sin conocer ladías.
Cuando Carmela Cañas,/ esposa de Don Moncho,
nos daba desayuno/ con guineo Majoncho,
más leche de vacuna,/ con panes de almidón,
y huevos estrellados/ o pasados por aguas
más tortillas calientes/ y abrigo en sus enaguas.
Eso está en mi memoria/ y en mi corazón.
En el almuerzo y cena/ servía pollos indios
o gallinas asadas/ o en arroz: ¡Tiempos lindos!
Pero más lindos eran/ porque no había escuela.
Cuando el Sol retornaba/ la tristeza invadía
a tantos escolares/ que sin algarabía
volvíamos a clases/ por la paterna espuela.
Temporales más largos/ duraban dos semanas.
Casi no se anegaban,/ de mi pueblo, sabanas;
pues bosques primigenios/ en riberas del Lempa,
—desde su nacimiento,/ en pueblo de Esquipulas—,
estaban casi vírgenes/ en sus riberas chulas
absorbiendo las lluvias,/ resguardando su cuenca,
Entonces lluvias fueron/ de suyo moderadas
y por lo consiguiente/ no había correntadas
desbordando a los ríos/ por campos y ciudades
desde el sur mexicano/ y toda Centroamérica
hasta inmensos países/ de nuestra Sudamérica.
¡Natura hoy nos azota/ sin respetar edades!
Furiosa se ha ensañado/ contra el Sudeste Asiático,
contra de Paquistán,/ e India, cual maniático
enemigo feroz/ causando muchas ruinas
en cultivos agrícolas,/ tugurios, carreteras.
Nos esperan hambrunas/ en las próximas Eras,
pues la mente del hombre,/ con sus manos cochinas,
está causando estragos/ en nuestra Madre Tierra;
pues él ha declarado,/ al planeta, la guerra,
por macabra ambición/ de henchirla y sojuzgarla
—tal cual reza la biblia,/ texto de los sionistas,
en el libro del génesis/ o mitos terroristas—.
Escritura dogmática./ No hay porqué consultarla.
También en Europa,/ —zona no tropical—:
Polonia, España, Francia,/ Italia y Portugal,
están sufriendo embates/ del gran desequilibrio;
asimismo la Rusia/ con sequías e incendios.
En fin, en todo el mundo/ retrógrados ingenios
de Homo sapiens ridículo/ está apagando el cirio.
La Tierra quedará/ manteniendo su esfera,
llevando en sus entrañas/ su alma verdadera;
sobre sus anchos hombros/ continuarán los mares
y las defenestradas/ tierras de continentes.
Sólo pereceremos/ animales y gentes.
Peces y vegetales/ poblarán estos lares.
Dios perdona las faltas/ del hombre codicioso;
pero a regañadientes/ porque Dios no es baboso.
Pusilánime humano/ perdona algunas veces
sólo cuando su Ego/ ha sido satisfecho.
Pero Madre Natura/ reclama su derecho
sin perdonar jamás/ a cerebros con heces.
San Salvador, 30 de septiembre de 2010.-