NOVELA
LA
GUERRILLERA JAGUAR
Por Ramón F Chávez Cañas
CAPÍTULO III
Recordemos: primer fruto del hogar Galán-Guerrero
fue preciosa nena nacida el 12 de diciembre en 1967, un año exacto después de aquella
rimbombante boda de progenitores; por
tal razón fue bautizada con nombre de Guadalupe
de la Paz Galán
Guerrero, tal cual se relató al inicio. Fueron padrinos en pila bautismal:
su tío Manuel de Jesús Guerrero y señora: —mismo tío quien muriera cuatro o
cinco años después en simulado accidente de tránsito automotor en acantilados
de carretera Troncal del Norte, cerca del pueblito chalateco llamado La Palma, en frontera
nororiental con república de Honduras, cuando éste desempeñaba cargo de
Inspector Departamental de GN. Nunca se hizo investigación judicial a fondo,
sabiendo que tal mayor del ejército salvadoreño era abstemio de drogas mayores
y menores, incluyendo alcohol y que ninguno de sus 4 acompañantes resultó con
algún rasguño. Gente sabedora del caso, en especial familiares y amistades más
allegadas, atribuyen al famoso infame “Chele Medardo”, autoría intelectual de ese posible crimen; pues “Chele Medardo” era Director General de
tan infame Guardia Nacional. Pudo haber sido venganza política por rebelión, en
febrero o marzo de 1972, del coronel José María hijo, hermano del presunto
asesinado; ambos, tíos maternos de nena Lupita.
Desde parvulario esta agraciada muñeca fue internada
en colegio tecleño de los más famosos existentes entonces en todo el país;
colegio en el cual su madre, doña Esperanza, varios años antes se había
graduado en exótica especialidad llamada “Menagere”.
Ahí estudió toda la primaria y secundaria hasta graduarse de bachiller en
Ciencias, Letras y Matemáticas del pasado, pues fantasioso “Menagere”,
—que nunca nadie supo de qué se trataba—, estaba corroído por herrumbres de la
historia; pero al acto de graduación, a pesar de graduarse con varias bandas de
excelencia más medallas al mérito, no asistió su padre por encontrarse “camellando”
en el extranjero (EU); ni su madre, por otras razones que se expondrán más
adelante. Sólo abuelita Domitila,
hermanito Prosperito y tío Agapito, asistieron a la para ella memorable
ceremonia. Esto ocurría a finales de 1984. En marzo de 1985 iniciaría estudios
universitarios odontológicos en Universidad
de El Salvador. Por ese motivo acudió a sor superiora del colegio tecleño
para gestionar pupilaje, pues era muy arriesgado, por guerra civil más delincuencia común, el viaje cotidiano hasta
ciudad Quezaltepeque. Además, se había mudado a casa-hogar quezalteca del tío
José Mauricio por no estar de acuerdo con extraña conducta de su agobiada madre; pero
enfrentando hostilidad subliminal de tía política y de primos.
Aquella monja superiora le mostró 40 artículos de 40 reglamentos
internos de la institución donde se prohibía, a raja tabla, albergar a
particulares. Por supuesto, tan medieval religiosa ponía más énfasis a malditos
artículos 40, dándole a entender a desconsolada señorita bachiller ser ella, ex
alumna, persona particular para el colegio presumido, quien podría aprender
mañas en Universidad de El Salvador y
llegar a soliviantar a todo el internado o contraer, al usar inmundos servicios
sanitarios de misma universidad, esa
terrible nueva enfermedad llamada sida, asesina a corto plazo, la cual al
parecer no tiene curación actual. En peor de casos, continuó sermoneándola sor
superiora con palabras textuales siguientes:
—Te puedes convertir en guerrillera comunista, pues en
esa universidad (UES) y en esa apóstata Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas, UCA que le dicen, adoctrinan muchachos, varones y hembras, sencillos y
pueblerinos como tú… ¡No! ¡No! Sólo si abrazaras nuestra carrera religiosa te
pudiésemos admitir; pero sin salir sola a la calle.
Por educación, más por poco respeto merecido todavía, Lupita
se despidió de monja tan pedante haciéndole bendito e inclinando la frente;
agradeciéndole a la vez haberle prestado 10mins de atención negativa. Le
prometió estudiar con seriedad la última propuesta. Sin embargo, Dios Verdadero no abandona a sus hijos. Esa
misma mañana, al salir de su antiguo internado con tambores destemplados, al
esperar autobús para dirigirse hacia San
Salvador a efectuar otras diligencias pre-académicas en UES, doña Isabel Granados
de Marinero, quezalteca, madre de familia de una de sus mejores condiscípulas,
ordenó al chofer poner reversa a fin de saludar a desilusionada ex alumna. Lupita
subió a tan elegante limosina al aceptar tomar té en casa de señora de
Marinero, allá en capitalina colonia San
Francisco, primera etapa. Enterada doña Isabel del problema afrontado por Lupita,
trató de resolvérselo de manera favorable; pero era menester hablar primero con
el jefe de familia para poder darle sí categórico. En efecto, doctor Álvaro
Marinero aceptó complacido por muchas razones; en especial porque Isabelita,
vía telefónica desde Londres, había dado
rotundo sí a inesperada consulta respectiva de su padre. Además, porque
señorita Lupita Galán Guerrero sería magnífica compañía mientras durara ausencia
de 3 ó 4 años de tan inteligente señorita
bachiller Chabelita Marinero Granados, hija única. Por supuesto: señorita
Galán Guerrero no mencionó, en absoluto, áspera entrevista tenida pocos
minutos antes con tétrica religiosa católica. Dicho y hecho. Tal pupila se
instaló, por órdenes expresas desde Londres, en habitación de su inteligente ex
compañera de estudios primarios y secundarios. Señores Marinero-Granados la
trataron solícitos, similar al trato dado a su propia hija: al inicio la
mandaban y traían a UES en carro patronal, o iban ellos a dejarla y traerla
cuando el chofer tenía contratiempos imprevistos; mas, antes de aceptar generoso
ofrecimiento, Lupita narró terrible drama familiar por pasadas extravagancias
paternas y presentes infidelidades maternas; no obstante, ellos, más cariñosos
y solícitos, le brindaron comprensión, más aprecio con respeto. Seis días
después de instalada, les explicó capacidad económica de ella para cubrir costes
del pupilaje. Entonces, el doctor Álvaro Marinero le preguntó:
—Dime, Lupita: ¿cuánto al mes tú puedes pagar y por
cuánto tiempo?
—¢1,000ºº ($400ºº de entonces) y por 6 años—, respondió señorita Galán Guerrero.
—Tu economía ronda ¢75,000ºº ($30,000ºº de entonces) —, calculó tan sesudo abogado-economista.
—No. Tal vez tenga ¢144,000ºº, doctor, —volvió a responder tan guapa
jovencita quezalteca. Prosiguió—: pero debo costearme textos, instrumental,
más cuota social de UES asignada a mí en
¢300ºº mensuales ($120ºº).
Por espacio de 20 segundos, esposos Marinero-Granados
guardaron silencio. Pronto él dijo:
—Mira, niña: gracias a Dios, nuestro trabajo nos da el
pan cotidiano y nos alcanza para ti; por lo mismo, pupilaje no te costará un
centavo. Me preocupa tu problema de transporte, pues durante estos 6 días de
iniciadas las clases ya hemos tenido contratiempos por informalidad voluntaria
u obligada del chofer, más por denso
tráfico en horas pico; sobre todo porque Ciudad Universitaria nos queda al
extremo norte y nosotros vivimos en extremo sur. Yo te propongo: —continuó hablando entusiasmado doctor Marinero y esposa
asintiendo al mover cabeza de arriba hacia abajo. Él prosiguió: ─con ¢72,000ºº
destinados al pago del pupilaje durante tus planificados 6años de estudios
universitarios, puedes y debes comprarte un automóvil nuevo, japonés o europeo
de 1200cc en cilindrada. Si no posees licencia para conducir automotores,
nosotros te buscaremos al profesor quien enseñó a Isabelita. En 3 ó 4 semanas
tú podrás marchar a tu Facultad, si nosotros no pudiésemos mandarte o llevarte
en días de inesperados contratiempos.
— ¡Gracias, Señores!: ¡Ustedes son mis Ángeles
Custodios!, —respondió
ella con voz entrecortada por súbito llanto y ojos anegados con abundantes
lágrimas. Continuó hablando: ─Ahora mismo telefonearé a mi abuelita
paterna para que se presente mañana con libreta de ahorros porque ella, según voluntad
de mi padre lejano, es tutora del dinero enviado por él desde el Norte, tanto
para mí como para mi hermano Prosperito.
En efecto, ese mediodía, por vía telegráfica puso
hasta ciudad Quezaltepeque un telegrama urgente, pues en suburbios o barrio El
Guayabal donde estaba humilde morada de abuela paterna, no había servicio
telefónico residencial. El telegrama rezaba así: “Llámeme urgente ahora 04:00pm. Vía
telefónica daré más detalles”. A
la hora exacta, por vía mencionada, Lupita expuso plan propuesto por sus
anfitriones. Al día siguiente, con inseparable hermano Agapito, abuela estaba
bien temprano en residencia de colonia
San Francisco primera etapa, con libreta del “pisto”. Por ser menor de edad, compra
del automotor no se pudo llevar a cabo a nombre de Lupita; pero, siendo el
doctor Marinero notario de primera clase, se escrituró tal vehículo a nombre
del tío Agapito. Por ser venta al contado efectuada a viejo buen cliente, se
consiguió 15% de rebaja, saliendo dicho negocio en ¢61,200ºº, que en aquel
tiempo, cuando inefable presidente Duarte Fuentes no había devaluado el colón
con respecto al US dólar, equivalía a $25,800ºº (cambio oficial) o a más o
menos $15,000ºº (mercado negro fluctuante)). En consecuencia: era coche último
modelo de prestigiosa marca alemana. Con ¢7,200ºº ahorrados en la compra se
pudo sufragar matrícula y pagar el curso de manejo ya referido. Con parte del
sobrante, invitó a esposos Marinero-Granados a delicioso almuerzo de etiqueta
en uno de los más exclusivos restaurantes capitalinos. En esos difíciles
tiempos casi nadie salía a cenar. Más allá de 07:00pm se corría riesgo de ser
ametrallado o destrozado por explosiones potentes y no quedar ni para tamales;
pero otra desdicha pronto llegó a desdichada y dichosa señorita Lupita: el
régimen represivo aumentó presión contra Campus Universitario UES, incluso
contra aquellas Facultades laborando en exilio o fuera del Campus, el cual
había sido tomado en varias ocasiones, desde 1972, por milicos ásperos. Se
sobrentiende: represión comprendía también al elemento humano: alumnos, docentes,
empleados; además, saqueo del patrimonio UES. Decenas, por no decir centenas de
cadáveres de universitarios asesinados se miraban por doquier en cada
amanecida. Este reino del terror cotidiano, semanal, mensual, anual y eterno, desanimó
a mozuela
Galán Guerrero. Se vio obligada, a mediados de primer año, a cambiarse
de Universidad
de El Salvador a una de esas mal llamadas “universidades privadas”:
centros “pellejos” que de universidades no tienen nada en absoluto, —en esos
tiempos sólo Universidad de El Salvador
y Universidad Católica Centroamericana (UCA) [la que muy pronto debería
llevar el nombre “Ignacio Ellacuría”, uno de sus fundadores, Rector Magnífico de la misma, Filósofo,
Profeta y Mártir de El Salvador], eran Universidades Verdaderas.
Con firmes por altas equivalencias del primer ciclo a
puras cachas terminado, Lupita se matriculó en “facultad de odontología” de
cierta entidad o sociedad anónima explotadora de credo religioso protestante,
para infundir, en “majada” salvadoreña, respeto por miedo a lo por nadie
conocido, y aprecio por lo mismo; pero, así como el eminentísimo médico-cardiólogo
mexicano: Doctor Ignacio Chávez Sánchez, había egresado de “pelleja” azteca
refundida en lo más remoto de aquel bello territorio, la señorita salvadoreña
tenía fe en ser ella raro caso sobresaliente a pesar de todas las corrientes en
contra. En efecto, seis años después (1991) había terminado maratónica y
compendiosa carrera universitaria. Entonces acudió en procura del dinero
depositado por su asesinada abuela en manos del sacerdote italiano Mangana,
para pagar aquellos onerosos trámites de
graduación en esa “universidad-negocio”; además,
para comprar sillones dentales, compresor, rayos X e innumerable instrumental
manual y eléctrico necesario.
*****
Al haber decidido P r o s p e r i t o marcharse con
tío Chemita hacia tierra del Águila, Nopal y Serpiente ella, después de haberlo
meditado muchas veces junto a la almohada y consultado otras tantas con
Isabelita Marinero Granados, con padres de ésta, y razonando: futuro académico
para toda carrera universitaria tradicional y nuevas, cada día era más incierto
en El Salvador, tomó sabia decisión de marcharse ella también. Se marchó. En
UNAM (México DF) logró hacer valer equivalencias: Después de dos años de
estudios complementarios en dentistería, para septiembre-octubre de 1994, se
estaba incorporando al registro oficial de profesionales dentales mexicanos.
*****
Dedos de una misma mano nunca son
iguales, —afirma antiguo y popular refrán—. Así es. Segunda hija del hogar Galán-Guerrero nació dos años
después de Guadalupe. Llevó por nombre el materno: Esperanza de la
Paz. Era puro retrato del don Próspero:
blanca ladina, medio rosada-pecosa su tez, con grandes camanances en mejillas;
cabellera lisa, gruesa, rojiza parecida a pelaje de cotuza. Desde parvulario
demostró rebeldía contra maestros y
agresividad contra compañeritas; al mismo tiempo, rudeza en aprendizaje de primeras letras, números, canciones
y poemas infantiles. Incluso en intimidad del seno hogareño era agresiva
contra el servicio doméstico, hermanitos y hasta contra la madre. Sólo al padre
obedecía, pero siempre refunfuñando. ¿Quién le enseñó vocabularios soeces?...
¡Nunca se supo!... Era mar y sus conchas para “putear, cerotear, o rotear” a quien se le pusiere en frente. Fue
expulsada del colegio tecleño “menagere”.
Por ser hija del principal lugareño de rural y medio
colonial ciudad, tal cual era y es Quezaltepeque, monjitas de escuela católica
San José local, la toleraron hasta lo indecible. Al terminar 6to grado de
educación primaria a 14 áridos veranos metafóricos, complacientes monjas,
psicólogos, psiquiatras, aconsejaron el abandono de estudios, pues en colegios capitalinos o de otras ciudades no
sería tolerada por mucho tiempo su insolente conducta; además, la directora de escuela
San José se negó a extenderle certificación de conducta normal. Al marcharse don
Próspero rumbo a EEUU, esta menor estaba en plenilunio de adolescencia: 13 veranitos.
Para ella tal partida fue de tanta alegría como
sería para patacho de bestias caballares ver abierto portón de un rodeo.
A pocos meses obligó a la mamá a contratarle maestro conductor de automóviles.
Así lo hizo doña Esperanza. Ni don Evodio Quezada, ni don Isaías Solís, principales
maestros para enseñar a manejar automotores, pudieron soportar su mal carácter
ni vocabulario de cloaca. Total: aprendió a la brava. Por medio de conectes
corruptos habidos por décadas en departamento general de tránsito, “benemérito”
padrastro le consiguió licencia falsa o “chaveteada”. Demás está decir: dos automóviles
nuevos dejados en garaje por Galán Burgos al emprender largo
periplo después de cara hospitalización en clínica Santa Sofía, los cuales
quedaron casi sin estrenar, fueron tratados cuales enemigos acérrimos por ella
y padrastro. En corto lapso de 6 u 8 meses de mal uso, ya parecían peroles
viejos, todos chollados; con motores desajustados e interiores más sucios y
malolientes, superior a basureros municipales. Al cabo de 18 meses, mentadas
maquinas estaban fundidas. Fue menester hacer préstamo hipotecario con garantía
de bienes raíces, a muy altos interese bancarios (2.5% mensual) para
rehabilitar y poder vender esas chatarras.
Exigió con repugnancia e hizo contraer nuevas deudas a
su abatida madre para hacer pantomima de fiesta en honor a sus 15 calurosos veranos.
En esa fiesta no tan rosa abundaron ebrios escandalosos, mariguaneros apestosos
y cien antisociales lacras más, quienes constituían el grueso de sus amistades.
Para celebrar tal evento hizo desocupar salón comercial central del bazar
Lupita, convirtiéndolo en pista de baile con aparatos eléctricos ensordecedores
por música satánica. Menos mal: tal caricatura de fiesta rosa se llevó a cabo
desde mediodía hasta 05:00pm, pues no había permiso, porque a 06:00pm empezaba
el vitalicio estado de sitio vivido entonces. Había pandillas de drogadictos y
delincuentes quienes a posteriori se conocieron con nombre genérico de “Maras”. Estas maras tenían asiento
principal en cantón Santa Rosa, periférico e inmediato a ciudad quezalteca, al
oriente, rumbo a pueblo Nejapa. Una de estas pandillas era encabezada por el novio
de Esperancita. Ella era 2da jefa. Saqueaba la tienda o bazar. Mercaderías casi
las regalaba a competidores de doña Esperanza para proveer de tabaco, alcohol,
marihuana, anfetaminas y más a su amado y asociados. Contaba con la
complacencia y complicidad del padrastro, quien de rutina se mantenía en estado
crápula o pos-crápula (borracho o gomoso),
tanto en comandancia local de GN como en
casa de doña Esperanza. En este ir y venir desenfrenado, aquella pobre
adolescente Esperancita concibió. Al celebrar su fiesta gris tenía 2 meses de
gestación. Luego se rumoró entre mismísima “mara”: Esperancita Galán Guerrero
había abortado. Aborto causado por riña tumultuaria al enfrentarse con “mara”
de Las Brisas (colonia marginal). Estuvo grave. Agonizó en Hospital de
Maternidad capitalino, donde se diagnosticó el aborto, más endometritis casi
convertida en peritonitis. Luego, en lapso de dos años, tuvo par de ingresos
adicionales por misma causa.
Cierto día, estando ambos de malas pulgas, —entenada y
padrastro—, entre ellos se desató amarga discusión hasta llegar a agresión
física. Fue internada en Hospital José Rosales de San Salvador. 15 días después
fue trasladada a Cárcel de Mujeres en municipio Soyapango, acusada de homicidio
frustrado en grado de tentativa contra sus tantas veces mencionado padrastro.
Por milagro el susodicho individuo no la hizo desaparecer. De la cárcel salió
medio regenerada, optando por “formalizarse” con su “chavo” del cantón Santa
Rosa. Esto estaba ocurriendo al tiempo de cumplir 18 infernales veranos y su
padre estaba por regresar o ya había regresado de sus cinco otoños de exilio
voluntario en el gigante del Norte.
En esta actualidad, diciembre de 1994, contaba con 25 estíos
medio vitales. Vivía “acompañada” con mismo compañero sexual en mismo cantón.
Habían procreado 5 retoños, incluyendo parto gemelar. En apariencia vivían
tranquilos en ese cantón Santa Rosa.
C O N T I N
U A R Á