MEMORIA HISTÓRICA
MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL INDIO AQUINO
Por Chichipate Cañaverales
No fue Cacique, Anastasio/ Aquino de los Nonualcos;
fue otro peón de nuestra raza/ esclavizada por blancos
de la ciudad San Vicente/ ciudad neocolonial
fundada bajo un tempisque/ en el Valle de Acahuapa
por criollos y chapetones/ pertenecientes al hampa
encarcelada en España/ por su vida criminal
y liberados de allá/ con única condición
de venirse a Centroamérica/ o podrirse en la prisión;
pues era la flor y nata/ de aquella gente tan mala.
Labriegos de Extremadura,/ analfabetos ilotas
y otros pícaros ladrones/ con apariencia de idiotas
decidieron embarcarse/ con rumbo hasta Guatemala.
Muchos parias españoles/ llegaron a lo que ahora
son los Valles de Acahuapa/ y al norponiente: Jiboa;
asentándose sin mezcla/ en Tecoluca* e Ixtepeque
—pueblitos Nonualcos puros/ hijos del Chinchontepec,
coloso de dos cabezas/ vigilante siempre en pie—;
asimismo se albergaron/ en pueblo de Apastepeque.
En el año treinta y cinco/ de aquel siglo diecisiete
se fundaba San Vicente/ por esa gente al garete.
Desde Guatemala Antigua/ llegó Quiñones de Osorio,
un Oidor al servicio/ del Capitán General,
para aislar de los indios/ a sanguijuelas del mal
o parásitos inmundos/ en virginal territorio;
pero la cruz y la espada/ más temor a los infiernos
y al acero toledano/ mortal cual taurinos cuernos,
se impuso a las Matemáticas/ y a la Maya Astronomía;
también a la Arquitectura/ y a nuestros dioses: Jaguares
con Serpientes Emplumadas/ o sacros verdes Quetzales
para imponernos sus dioses/ de sangrienta tiranía.
Los hispanos esclavistas/ pretendieron suavizar
tan vil calificativo/ y hasta a su dios engañar
nombrándose “encomenderos”/ y “encomendado” a nativos
con el pérfido pretexto/ de enseñar el cristianismo;
pero con esa patraña/ engendraron terrorismo
en inmenso continente/ con sus hijos nunca altivos.
Entre tanto “encomendado”/ estaba Anastasio Aquino
en hacienda Jalponguita/ del cura Cañas, mezquino.
Final de año treinta y dos/ de centuria diecinueve,
después de crueles castigos/ con el látigo y el cepo,
el Indio Anastasio Aquino,/ con un humano derecho,
se rebela junto a plebe/ y a San Vicente conmueve
cuando asalta a esa ciudad/ en el año treinta y tres.
Los gallina vicentinos/ vieron el mundo al revés
al momento de llegar/ con machetes, escopetas,
flechas y lanzas, también/ hasta ermita del Pilar,
o templo de los criollitos/ en tan cálido lugar.
Curitas y militares/ huyeron en pereguetas**.
En aldea primitiva/ llamada Tepetitán
Heroico Anastasio Aquino/ fincó el cuartel general.
Presidente del país/ era un tal Mariano Prado
sucesor de un San Martín. Indígena Cascabel
traicionó al Prócer Aquino,/ a quien tenía por fiel.
Sobre Cuesta de Monteros/ Aquino es decapitado,
y su cabeza exhibida/ durante varias semanas
causando más terrorismo/ por montañas y sabanas.
Un siglo exacto después/ Aquino resucitó
en Farabundo Martí:/ ladino contra oligarcas
quien en lucha desigual/ fue vencido por las parcas
del vil Hernández Martínez/ en el año treinta y dos.
Glorioso levantamiento/ del Indio Aquino, Nonualco
iniciado en su Santiago/ seguido en el barrio Analco;
pues historietas del mil/ ochocientos veintitrés
apuntan la abolición/ falsa de la esclavitud
para demostrar a Francia/ que aquí había rectitud.
¡Patraña enseñada en aulas/ quizá hasta el día de ayer!
Lo ridículo del caso/ es que José Simeón Cañas
—cómplice de aquel Delgado/ para fabricar patrañas—,
se había vanagloriado/ de ser él libertador
de esclavos en Centroamérica,/ diez años antes de Aquino.
Esta mentira calló/ cuando estudiando con tino
Alejandro Dagoberto/ Marroquín la desmintió.
Después de decapitado/ y durante siglo y cuarto,
Aquino fue difamado/ hasta causarnos infarto:
ateo, brujo, cuatrero;/ violador de señoritas
e irreverente a la vez/ con la corona de un santo
en ermita mencionada/ hasta causarles espanto
a criollos y chapetones/ cual Jehová contra Hititas.
En cierta urbe alemana/ o ciudad de Nüremberg
los vencidos recibieron injusticias a granel.
Eso pasó con Nonualcos/ y otras etnias pipiles,
porque el vencido, —recálcase—,/ es bandido de película;
pues para él nunca habría/ de justicia, una partícula
hasta cuando Historiadores dejaron de ser reptiles.
¡Esa práctica embustera/ practica todo cobarde:
difamar al adversario/ al calumniar donde arde!
Tácticas gringas también/ aplicadas al Japón
pintándolo monstruoso/ como una fiera amarilla,
para así desconcertar/ a incauta ciudadanía;
lo cual fue imposible hacer/ con nuestro Fidel Campeón.
En verdad, los japoneses,/ fueron verdugos en Asia
asesinando a coreanos,/ chinitos y de Malasia;
pero eso no dio derecho/ a bombardeos nucleares.
Gringos prefieren callar/ genocidios en millones.
Anastasio Aquino fue/ vencedor de humillaciones.
Por eso allá en Tecoluca/ su figura está en altares.
Además de en Tecoluca/ su gesta es glorificada
en su Santiago Nonualco/ desde centuria pasada;
pues en los parques centrales/ está su estatua y su nombre.
En la ciudad Capital/ Anastasio está en las aulas
de alguna universidad./ Su cabeza ya no en jaulas
de tan turbia Inquisición/ se le venera ¡al Gran Hombre!
*TECOLUCA = capital del Nequepio Nonualco precolombino
**Pereguetas = carreras acobardadas.
Ruinas de Tehuacán, El Salvador, 06 de septiembre de 2010.