N
O V E L A
LA GUERRILLERA JAGUAR
Por Ramón F Chávez Cañas
CAPITULO V
07 de junio en 1917. Jueves de Corpus
Cristi. 07:00pm. Cerro El Jabalí bramaba cual bestia apocalíptica, —Jabalí es uno
de numerosos cerros constituyentes del volcán Quezaltec o de San Salvador—. La
tierra se escapaba bajo asustados pies de personas y animales circundantes.
Luego el cielo se iluminaba con resplandor infernal casi permanente durante
toda esa noche. Tenue lluvia temporaleada se cernía en alrededores; tal lluvia contaminada
con emanaciones sulfurosas arrojadas por mismo cerro, se había vuelto ácida y
ofensiva para piel de personas y animales, quienes huían del siniestro rumbo a cumbres
escarpadas del cerro Guazapa, distante a varios kilómetros al nororiente del
lugar de tal erupción, y a otras elevaciones de menor altura. Sólo señoras
embarazadas próximas al parto en horas inmediatas no podían emigrar, aunque a muchas
las desplazaban en: carretas tiradas por bueyes, hamacas con palancas para 2 cargadores
en cada extremo, o en simples camas de pita o de correas de cuero crudo; pero
el avance era torpe y mayoría, por estar a término el embarazo, con pánico
sufrido debido a tal catástrofe, parían en el camino. Así nació, entre otros, a
la altura del cantón Santa Rosa, don José Antonio Quesada López, porque su
progenitora, al sufrir disloque de un tobillo, no pudo avanzar ni en carreta,
ni en hamaca, ni en cama con cuatro cargadores. Esa misma noche a 08:00pm,
también vino a este convulsionado mundo en
Aldea de Mercedes, jurisdicción del pueblo Nejapa, departamento de San
Salvador, una niña hija natural de doña Silvestra Galán quien por nombre
llevaría: Domitila Galán Menjívar.
Doña Silvestra Galán había nacido 17 años antes, pero
nadie supo si en siglo pasado o en presente moribundo siglo XX; pues nació
cercano a 00:00hrs del 31 de diciembre en 1900, o temprano en madrugada del
primer día del siglo XX (1901). Nació en puerto Libertad, departamento del
mismo nombre. A la hora del advenimiento, cañoneras inglesas fondeadas en rada del
puerto; lo mismo “destroyers”, más fragatas de misma nacionalidad, disparaban salvas
de pólvora para despedir al viejo siglo XIX y dar bienvenida al ahora ancianito
siglo XX. Estas armas de Marina Británica permanecían fondeadas en esa rada
para garantizar, controlando aduanas, pago de real deuda contraída por estos
gobiernos con la Corona de su Majestad Británica. Por haber nacido en 31 de
diciembre, se debía respetar santoral de todavía dominante iglesia católica de
entonces. Por eso le fue impuesto tan feo nombre de San Silvestre, pero en
femenino. Doña Silvestra fue hija natural de mujer hondureña venida del puerto
Amapala, Honduras, haciendo vida marital no legal con un inglés soldado marino
de una de tantas cañoneras ya referidas. Apellido de tal inglés era Dodge. Este
tal Dodge, además de ser blanco rosado y alto, tenía visibles pecas en pómulos;
con cabellera lisa, gruesa, parada y café rojiza. Porteños le apodaban “Fosforón”.
Tal hondureña amasia del inglés se llamaba Nicomedes Galán, de allí fue que su
hija llamase Silvestra Galán Dodge.
En esos tiempos, cafetaleros del centro de El Salvador
enviaban su café de exportación hasta puerto La Libertad; fue así cuando la entonces
señorita Silvestra conoció a vulgar carretero oriundo y vecino del pueblito
Nejapa, al servicio de don Norberto Moran, cafetalero de esa zona, de ciudad
Ahuachapán y, a la vez: “apactado”, se decía. Nombre del peón carretero era
Cupertino Menjívar quien, en 1916 raptó a señorita Silvestra llevándosela consigo a
vivir en Aldea de Mercedes, ya ubicada. Por tanto, la hija del matrimonio
“atrás del matocho”: doña Domitila, se llamó: Domitila Galán Menjívar.
Retrocederemos un poco hasta 1883 ó más allá. En ese
año hubo cataclismo universal en este planeta Tierra por erupción y consecuente
destrucción de isla volcánica allá por Océano Índico: Isla Krakatoa se llamaba.
Esta dantesca erupción levantó gigantescas olas o “tsunami” hasta dar siete vueltas
al mundo de ese entonces, habiendo causado miles y miles de muertes humanas y
miles de millones de libras esterlinas en pérdidas materiales. Todas las
tierras bajas de estos cinco continentes sufrieron embate de tan excepcionales mortíferos
tsunamis repetitivos cada 12hrs durante tres días consecutivos. Puerto Amapala del
Golfo Fonseca en Océano Pacífico hondureño no sería la excepción. En medio de
esa tragedia mundial, 3kms al norte de la más alta marea del mencionado puerto,
Doña Nicomedes Galán vino a este “valle de lágrimas”. Fue madre de doña
Silvestra, abuela de doña Domitila, y bisabuela de don Próspero Galán Burgos.
Doña Nicomedes Galán fue hija de doña Pio Quinta Galán. Ésta nacida en 1858, —en
meses cuando el judío italiano, don Momolo Mortara, sin quererlo se convertía
en precursor del abrupto descenso del prepotente papado romano, al pelear con
todas sus fuerzas anímicas y legales, devolución del niño Edgardo, hijo suyo,
mandado a secuestrar por ominoso papa Pío IX, quien pretendía hacer del
bautismo apostólico, católico y romano, “sagrado” sello universal e indeleble
de esclavitud religiosa católica en seres de otras religiones—. Doña Pio Quinta
falleció pocos minutos después del parto, debido a hemorragia vaginal profusa.
En mencionado puerto cundió la voz o “bola”: ella se había ido en sangre. Entonces,
recién nacida Nicomedes fue criada por su abuela materna: doña Teófila Galán
(nuestra sociedad siempre ha sido matriarcal), nacida 50 años antes que doña
Nicomedes.
Doña Teófila Galán nació en 1835, en precisos momentos
de tan descomunal erupción del volcán no activo en norponiente nicaragüense,
llamado Cosigüina. Esta espectacular erupción, más de cenizas espesas que de
lava ardiente, arrojó millones de millones en toneladas de polvo, cubriendo territorios
aledaños de: El Salvador, Honduras, Guatemala y hasta sureste de México, distante
Chiapas o Tapachula a 1500kms del mentado Cosigüina, por supuesto. Debido a
esta extraordinaria erupción volcánica, a ese año se le llamó “Año de la Polvazón”.
Ocurrió dos años después (1833) de histórica sublevación del indígena salvadoreño-nonualco:
Don Anastasio Mártir Aquino. Prócer “Indio
Aquino” sublevado contra criollos y chapetones de El Salvador, usurpadores
de independencia nacional; también divulgadores de falsa abolición de esclavitud
centroamericana que, por medio de un discursillo pronunciado diez años antes (último
día de 1823) por anciano cura de nombre José Simeón Cañas, pretendieron engañar
al mundo con esa patraña. Si hubiese sido realidad tan cacareada liberación,
Aquino, nacido en ciudad Santiago Nonualco, no se hubiese sublevado 10 años después,
ni hubiese ocurrido descarado despojo por latifundistas ladrones, quienes
robaron en 1879-81, Ejidos y Realengos que Corona Española desde tiempos
coloniales había designado para sustento de pobrería indígena y protección de
fauna y flora en Realengos. Ejidos: terrenos amplios circunvalando a cada
municipio salvadoreño. Realengos: fauna y flora vírgenes en: bosques, montañas,
cordilleras y planicies propiedad del rey y después del Estado nuestro. Tampoco
hubiese ocurrido vil genocidio en 1932, etc. Ellos se liberaron de España. El
Pueblo: ¡no!
Conviene no dejar en tintero de computadora el nacimiento
de don Prospero Galán Burgos: Esto ocurrió el 19 de diciembre en 1936, por la
noche, en mesón Chávez cercano a línea férrea y estación del tren ingles en
ciudad quezalteca. Cuando el niño Próspero Galán Burgos daba primer grito
aspirando primera bocanada de aire todavía no tan contaminado, allá, a 80kms en
línea recta hacia oriente, ciudad de Austria y Lorenzana, cabecera del
departamento San Vicente y a los pies del coloso volcán Chinchontepec, era
reducida a casi nada por fuerzas telúricas ignotas.
Resumiendo: doña Teófila y doña Pio Quinta, tatarabuelas;
doña Nicomedes, bisabuela; doña
Silvestra, abuela y doña Domitila, madre de don Prospero, habían hecho debut
terrenal en circunstancias bastante trágicas. Total: había signos positivos o
negativos por tales advenimientos. Tal vez las pecas, camanances, pelo café-rojizo,
liso y grueso, más color blanco de piel de algunos hijos, y después de algunos
nietos de don Próspero, fueron heredados de aquel chele inglés apodado Fosforón.
*****
Primera infancia de doña Domitila
transcurrió tranquila en Aldea de Mercedes. Fue a escuela pública de niñas en
Nejapa; pero, como entonces pueblitos de toda la república estaban más
abandonados que ahora, sobre todo en educación y salud, sólo alcanzó a
estudiar allí hasta 2do grado de educación primaria, pues no había otros grados
superiores. Libro Segundo de Mantilla lo repasó cuatro veces hasta llegar a 12 abrilitos.
Entonces doña Silvestra, madre, decidió entregarla como “hija de casa” a la acaudalada señorita beata (anciana) llamada
niña Menchitas López, propietaria de casi todas las centenarias casas de
portales exteriores circundantes del atrio parroquial y mercados centrales
quezaltecos; también dueña de extensas propiedades agrícolas ganaderas en jurisdicciones de: San Juan Opico, San Matías
y en misma ciudad quezalteca. Tal señorita Menchitas López y hermanas, eran encargadas
de mantener aseo perfecto de: Iglesia parroquial, casa conventual, sacristía y mantelerías,
más accesorios sagrados del altar católico quezalteco. Al mismo tiempo
fabricaban ostias de consagrar y proveían el vino de mejor calidad para celebración
de santa misa; también, señorita López y hermanas, estaban encargadas, de
manera permanente, en preparación doctrinal católica para los cada día más
numerosos niños deseosos de recibir por primera vez el pan eucarístico; así
como en preparación de los también cada vez más numerosos jovencitos dispuestos
a recibir el santo sacramento de confirmación, el cual era impartido en promedio de 2 veces cada año, al llegar con
ese objetivo los señores Arzobispos de San Salvador: Monseñor Adolfo Pérez y
Aguilar o Monseñor Alfonso Belloso y Sánchez, o Monseñor Luis Chávez y
González, de forma respectiva en su tiempo. Misma señorita López y hermanas
visitaban una vez por semana (viernes) a menesterosos o desvalidos alojados en portales
del centro y en estación local del ferrocarril inglés, para auxiliarles con:
ropas, alimentos y medicamentos; aunque dos veces por año, día de san Antonio de
Padua (13 de junio), y en día de Navidad, ofrecía por su propia cuenta a esa
pobre gente, suculento almuerzo servido en portales exteriores de sus propiedades;
y otras obras de caridad más, imposibles de enumerar para no causar mayor
fastidio a inteligentes lectores. Tratando de cumplir bien con tales menesteres,
beata filántropo necesitaba tener dominio sobre regular cantidad de jóvenes
adolescentes femeninas, conocidas en el pueblo con título de “hijas de casa”.
Estas jovencitas señoritas casi siempre eran de origen campesino humilde y, a
cambio de esos invalorables y sencillos servicios personales prestados a la
comunidad, ellas recibían alojamiento, alimentación y respetos adecuados a su
condición de personas humildes. Muchas de ellas iniciaban o continuaban
estudios de primaria en escuela nocturna para hembras “República de Nicaragua”
funcionando contiguo a casa de aquella benefactora. En esa escuela nocturna se
matriculó la ya casi señorita Domitila, para estudiar tercer grado de educación
primaria; pero, por demostrar grandes dotes intelectuales y mayor dedicación al
estudio, al terminar tercer grado fue promovida hasta 5to. Esto ocurría a
principios de 1932, durante largas semanas del genocidio racial en Zona
Occidental del país. En especial, eran desangradas razas indígenas de Izalcos, en
defensa de privilegios ancestrales injustos de blancos-ladinos; entonces
Domitila contaba con 15 primaveritas. Al año siguiente cursó 6to grado. Sexto
grado era lo máximo a que un estudiante pobre podía llegar en El Salvador de
aquellos tiempos. Con ese grado de educación, en 1934 se matriculó en academia
de corte-confección y peinados, dirigida por señora apellidada Castillo,
siempre en horas nocturnas.
Al estar cursando 6to grado, jovencita Domitila conoció
a dichoso muchacho de 24 años de edad, cuyo nombre era Torcuato Burgos. Este
Torcuato fue originario del capitalino barrio San Jacinto; —Barrio que muchos
años atrás había sido pueblo aledaño a ciudad San Salvador; pero, por
crecimiento demográfico-económico de ambos conglomerados, se creyó menester
incorporarlo como un barrio más de la capital—. Joven Burgos trabajaba cual
mecánico de mantenimiento en instalaciones del ingenio El Ángel del municipio
Apopa, bajo acertada dirección de anciano ingeniero alemán de nombre Fedor
Deininger, —padre del conocido filántropo don Walter Tilo Deininger, ambos ya
fallecidos—; pero, por comodidad en transporte, Burgos había decidido alquilar
para vivir, amplia pieza o habitación en mesón Chávez ya mencionado. En
consecuencia, durante horas nocturnas tempranas él salía a “tunantear”. Fue así cuando conoció y se
enamoró de jovencita Domitila Galán Menjívar.
Joven Torcuato Burgos había aprendido metal mecánica
en talleres Sarti o Biollo; mecánica automotriz en Garaje Mundial de don
Bartolomé Poma; todos, establecimientos capitalinos. 1930: en riberas del lago
Ilopango, junto a otros obreros y estudiantes de diversos municipios, bajo liderazgo
de don Salvador Cayetano Carpio y de don Miguel Mármol, conscientes firmaron acta
de constitución del Partido Comunista Salvadoreño, —liderado al presente por
don Schafik Jorge Hándal, usuluteco de inmensos quilates—. Para esa difícil época
aquel joven Torcuato Burgos tendría escasos 21 calendarios. Perteneció a dicho
partido; pero no era prominente o mejor dicho, no se daba mucho color; por eso,
durante semanas de represión política satánica de enero-febrero-marzo en 1932,
él pudo escapar hacia Guatemala. 9 ó 10 meses más tarde, de manera clandestina
regresó a la patria; mas, su plaza en talleres antes referidos estaba cancelada. Por
eso, más temor a jauría capitalina que seguía tan activa como al principio en caza
de cualquier sospechoso de comunista, decidió marcharse hasta ciudad Usulután
buscando al líder Mármol. Estando allá leyó en un clasificado de prensa sobre
necesidad que tenía ingenio El Ángel en Apopa de mecánicos calificados para mantenimiento
de pesadas maquinarias. Como situación político-social y económica de Oriente
no era nada halagüeña, decidió abordar de regreso tren IRCA, transbordando en
San Salvador al tren inglés con rumbo a Occidente. Se bajó en Apopa. De allí
dirigió sus zapatos burros cuero de cuche clavados, hasta mencionado ingenio,
donde de inmediato fue contratado previo examen de pericia hecho por mismo caballero
alemán: don Fedor Deininger; pero, por sospechoso de alterar orden público en
dicho establecimiento, al cabo de 18 meses olfateó posible llegada por él de
viles cuerpos represivos, abandonando empleo del ingenio. Buscó y encontró
trabajo en herrería de don Simón Najarro, en mismo municipio y pueblito Nejapa;
mas, tanta cruel incertidumbre lo acobardó, decidiendo marcharse hasta bananeras
de Costa Norte hondureña, donde permaneció hasta caída, 1944, de tiranía del
sátrapa Maximiliano Hernández Martínez. Regresó de bananeras con afición etílica
bastante avanzada, más tabaquismo consecuente. Al nomás llegar a ciudad Quezaltepeque
fue empleado, siendo motorista en bus o buses que el turco don Abraham Kattán
tenía funcionando desde y hacia San Salvador. Allí trabajó por largos años,
pues su alcoholismo sólo nocturno era aceptable. Efectuado postrer viaje de retorno,
después de guardar en garaje al autobús, se emborrachaba. A 04:00am empezaba
nueva jornada laboral tal como si nada hubiese pasado. Cual centenaria gota de
agua taladrando roca granítica día a
día, noche a noche, vicio progresó hasta quedar invalidado moral y material,
muriendo cirrótico en 1985.
En 1933 Torcuato Burgos conoció, para enamorarse, a jovencita
Domitila Galán. Sus escasos meses idílicos los vivieron bajo públicos bombillos
eléctricos nocturnos en calles empedradas de ciudad de los “güegüechos” o, en días festivos, bajo techo del kiosco central del
parque Norberto Morán y aleros de adyacente estación ferrocarrilera del tren
inglés; pero, tal benefactora pronto se enteró de malas andanzas de esta
jovenzuela. A menudo la recriminaba por ello, llegando hasta llamar a doña
Silvestra, señora madre de rapazuela, para comunicarle la conducta impropia de
Domitila.
*****
Noche de otro 07 de junio, pero en 1934,
cielos quezaltecos y de todo El Salvador estaban llenos de nubarrones. San
Pedro comenzaba a descargar diluvianas
cantaradas de agua sobre nuestro micro territorio, formando tremendo ciclón sin
nombre, porque en esa época ciclones aún no recibían nombres del Centro Internacional
de los mismos; pero a nivel regional se conoció ese fenómeno climatológico con
el catastrófico nombre de La “Correntada”. Temprano de esa noche, señorita Galán
Menjívar optó por fugarse con su novio. Eran las 07:00pm. Novio, protegido de
lluvias con capa hedionda de hule natural y paraguas comprado en almacén local
del español don Ramón Vidrí, la esperó en esquina del otro almacén propiedad del
palestino (turco) don Emilio Zablah. Ahí él le ofreció capa similar. Cargándole
burda tumbilla de tulle donde iban todas sus escasas pertenencias, le echó brazo
izquierdo sobre un hombro. Apresurados, más por deseos de fornicación que por
lluvia torrencial temporaleada, dirigieron sus pasos hasta pieza del mesón
donde Torcuato residía. Esa noche señorita Domitila perdía las flores de su
virginidad. Siguientes nublados días con respectivas noches, mientras rudo
apóstol continuaba bañando con saña divina a estas comarcas, ellos se
deleitaban gozando con desnudeces de sus cuerpos. Ni cuenta se dieron cuando el
mal llamado Río Sucio al salirse de cauce, casi anega la ciudad de sus edénicos
idilios; mucho menos de destrozos que mentada “Correntada” estaba haciendo al
arrasar con desenfrenada furia, poblados enteros del sud-oriente hondureño, más
nororiente salvadoreño; ciudades: Ocotepeque y Concepción, fueron emblemáticas;
tampoco se enteraron de destrozos causados por río Bajo Lempa en departamentos: San Vicente, La Paz y Usulután, donde puentes,
más carreteras fueron arrasados,
quedando vías férreas tan retorcidas cual plastilina de parvulitos. De esa luna
de miel hubo embarazo; pero parió óbito fetal a seis meses de la concepción, quizá
por tremenda paliza que doña Silvestra había llegado a propinarle en cuanto el
cielo escampó. Luego vino el 2do del cual nació don Próspero Galán Burgos, mil
y una veces mencionado.
*****
Al partir Torcuato para Costa Norte
hondureña, ella quedaba embarazada por tercera vez; por eso no quiso acompañarlo.
Acudió por ayuda donde anciana señorita beata Merceditas López, su antigua
benefactora. Ésta, valiéndose de influencias amistosas con don Chebo Vilá, alcalde
municipal, le consiguió puesto en mercado central local. Misma señorita beata
la surtió con víveres de primera necesidad; pero la embarazada, viendo que el
grueso de venta de tales especies de primera necesidad sólo era por la mañana,
decidió dedicar las tardes a vender “chilate
con nuégados”. He ahí su permanente apodo: “Chilatera”. Con venta de víveres, verduras de temporada y chilate
dio cristiana educación a numerosa prole obsequiada por el destino, pues su marido
aparecía de vez en cuando: 2 ó 3 veces cada año para estarse acá par de
semanas. En cada venida casi siempre la dejaba embarazada, al grado que tal
pobre mujer pasó más de diez años sin mirar menstruaciónes, porque si no estaba
preñada estaba lactando. En total tuvo siete gestaciones en corto lapso de quince años;
sólo tres sobrevivieron. Dos restantes no guardan relación alguna con presente
historia, por lo cual no serán descritos.
C O N T I N U A R Á