E L C H A C H O C H A B E L O
Por Ramón F Chávez Cañas
Tomado de: “Historias Escondidas de Tecoluca”
Chacho Chabelo está difunto; pero, en su tiempo fue hombre “sui géneris”: respetado y amado por aquella muchachada y por irrepetibles adultos del calmado Pueblito en años 40’s y 50’s. Se llamaba don Isabel de Jesús Henríquez. —Isabel es nombre común para uno u otro sexo. Chabela o Chabelo es corrupción idiomática de aquél—. Nacido de parto gemelar. A todo gemelo, en tan sin igual Pueblito, se le apodaba “Chacho”.
Chacho Chabelo era hombre “peche”1, alto como palo de coco2 o don Quijote de la Mancha, de tez morena clara; cabellera espesa, negra y morusa; de mirada vivaz, penetrante, alegre, con menudos ojos negros de capulín3 o azabache apacunado4; de hablar fluido inmenso, claro, preciso, como cuando eruditos leen textos difíciles; su pensamiento: fantasioso, en especial para inventarse cuentos de brujerías y relatarlos frente a numerosos niños y adolescentes varones de su vecindad. Su estampa podía obedecer a mezcla genética de africano con indígena nonualco. Adultos lo apreciaban por honradez y seriedad comprobada en negocios o tratos. A su defunción, 1960, pudo haber tenido medio paquete de almanaques existenciales.
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A finales de años 30’s en este agonizante siglo XX, tal gemelo Isabel conoció a Gracielita, quien llegara a ser su compañera de vida hasta eternidades. Gracielita sobrevive. Ésta es prima-hermana (menor) de entonces joven señora doña Carmela Cañas de Chávez. En diciembre 08 de 1934, señorita Cañas había contraído nupcias con don Ramón Chávez Henríquez. Gracielita, en 1938, a inicios de adolescencia, quedó huérfana por muerte de don Benito Merino, padre de ella y tío materno de joven señora Carmela Cañas de Chávez. En vista de ese desastre familiar prematuro, esta prima-hermana mayor la cobijó en su incipiente hogar. Fue cuando la conoció Chacho Chabelo, habiéndose éste enamorado a primera vista y hasta lo indecible de menudita huérfana. Dicha huerfanita era muñequita con fosas nasales semejando a, también menudita, escopetía chacha; pero, por escasas 15 preciosas primaveras, al Chacho “Cocotero” le parecía princesita del harem de Asrhum El Rashid en Las Mil y Una Noches. La raptó y vivieron, en unión libre, hasta deceso de él. Procrearon a más de una docena de robustos e inteligentes muchachos, entre varones y hembras. Gracielita sólo disfrutó la menarquia (primera menstruación) porque después tuvo sus numerosos hijos en promedio de 18 meses cada uno, o sea: si no estaba embarazada, andaba lactando. Así le llegó la menopausia.
Nuestro personaje Chacho era, con moderación en tiempo; pero no en acción, aficionado a bebidas alcohólicas; sin embargo, cuando se emborrachaba, ponía de manifiesto su machismo bíblico: hacía temblar el hogar al amenazar de muerte a Gracielita. Ella, indefensa mujer, corriendo con toda su numerosa manada menuda, buscaba refugio material y moral en hogar Chávez-Cañas, donde era muy bien recibida, servida, protegida y consolada por ambos esposos. 24:00 ó 48:00hrs después, Chacho Chabelo llegaba humillado a ponerse de rodillas para implorarle perdón y a suplicarle volver juntos al hogar destruido por sus barrabasadas machistas. Hablaba con cierta elocuencia, superior a la empleada cuando narraba a niños cuentos de fantasmas inventados por él. Este episodio ocurría dos o tres veces cada año, durante dos décadas aproximadas, al cabo de las cuales, don Ramón Chávez Henríquez se aburrió y los mandó al carajo. De ahí en adelante Chacho Chabelo se hizo abstemio. Al morir, era principal orador en grupo Tehuacán de alcohólicos anónimos tradicionales.
Don Isabel de Jesús Henríquez, —ya fue dicho—, era elegante zambo perseguido por niñez y adolescencia masculinas del somnoliento Pueblito. A primeros narraba cuentos de: Tío Coyote, Culebra Niña, Cadejo Blanco, Cadejo Negro, Cangreja de Oro, Tamborcito Mágico, Cueva de Moctezuma, Mulús, Perra habladora, etc. A enamorados adolescentes los embriagaba contándoles trucos sobre magia blanca, o dándoles fórmulas para conquistar, en terreno del amor, a tantas “cipotas” soñadas por ellos.
Un día de tantos, el brujero Henríquez o Chacho Chabelo, observó al jovencito Jorge Ernesto Cruz (Neto), mirando y suspirando hacia ventana donde estaba Conchita Hernández Cativo, —preciosa adolescente—. De inmediato, Chacho propuso a Neto convertirlo en garrobo o en gallo, para luego llevarlo él, el Chacho, a venderlo con doña Francisca, madre de Conchita; pues doña Francisca vendía, en el mercadito municipal: iguanas, garrobos, gallinas y gallos. Todos esos animales cocinados en algüashte o en arroz. Imberbe Neto aceptó tal proposición; pero, cuando la caricatura de don Quijote le advirtió no dormirse, pues, a 04:00hrs, severa doña Francisca se levantaba para, a gallos e iguanas despescuezar y cocinar, aquél se amilanó. Rechazó la propuesta. Chacho Chabelo aconsejaba a mozalbete Neto, así: “A media noche, tú recobrarás la perdida figura humana por medio de mis oraciones, encomendándote a San Simón, patrono de enamorados; te quitarás el lazo o la pita de una o de ambas canillas, pues la vieja ésa amarra el cordel del garrobo o gallo, en una de cuatro patas en cama de Conchita. Deberás hacer rápido el mandado amoroso planificado. Más rápido, tomarás la calle saltándote muros o tapiales respectivos; mientras tanto, yo estaré, desde tempranas horas de esa noche, haciendo la magia blanca para el éxito de lo planificado. No te cobraré ningún centavo, porque tú estás emparentado, por afinidad, con los esposos Chávez-Cañas, tíos del profesor Don José Ricardo Chávez Cruz, tu hermano mayor”.
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Chabelo era, con alguna frecuencia, consultado por el viejo Rubén Sánchez González (Bencho Sánchez), viejo alcahuete éste; pero sólo con jovencitos de familia Chávez, pues Bencho estaba casado con doña Margarita Chávez Henríquez, sobrina paterna de don Ramón Chávez Henríquez, —padre de Monchito Chávez Cañas, recopilador de esta historieta—. Bencho recorría, de seca a meca, llevando a catorce-añeros respectivos en tan casto Pueblito, hasta Virola o San Vicente, en procura de ese menester concupiscente; pero, antes, él, Bencho, en persona, hacía inspección sanitaria de meretrices usando fresco jugo de limón puro introducido, con perilla de hule y cánula plástica, en cavidad vaginal de cada desgraciada. Con leve pujido dado por cualquiera de ellas, Bencho tomaba de una muñeca a su pupilo o pupilos y se marchaban buscando nuevo lupanar. Rapazuelos de entonces: Héctor Orlando, Carlos Borromeo, Carlos Remberto, Oswaldo Octavio, José Camilo, Hugo Ernesto† Jaime Galileo, José Amílcar, y todos los hermanos varones Salinas-Chávez de barrio el Calvario. Hasta Rubén Belarmino, su adolescente hijo mayor, perdieron blancos lirios bajo batuta del mentado Bencho.
El cocotero Chabelo, por ser diestro capador o castrador de cerdos y toretes, era consultado, por viejo Rubén, en aquellos casos raros, pero difíciles. Fue así cuándo, Héctor Orlando Chávez Cañas, después de haber sido paseado por Bencho en todo prostíbulo habido y por haber, inclusive en capital salvadoreña; y, hasta en residencias de querendonas locales especializadas en ajar lirios adolescentes, no había perdido frénulo del glande. Entonces, Chacho Chabelo remitió, con todo y críos hasta casa de don Ramón y doña Carmela, a su amada Gracielita; pues, operación a efectuarle al imberbe Héctor Orlando, debería hacerse con máximo sigilo. Bencho Sánchez alumbraba con lámpara manual de cinco pilas; mientras, Chacho capador, valiéndose de cuchilla de afeitar marca lucky boy, —la más barata—, hizo la operación en prepucio del famoso Chelito Orlando Chávez Cañas: operación quirúrgica no lograda por ninguna muchacha díscola.
Nunca, el “Paloecoco” aceptó ser brujo de verdad ni de maldad; mucho menos convertirse en cerdo, burro, mono, alacrán. Brujos malos, según él, eran: Tino Sosa, quien vivía frente a parte posterior de templo católico parroquial (calle de por medio) y quien, para hacer brujerías, ponía aislante manto negro entre el bien y el mal. Otra, Estebana Patrulla, —proseguía calumniando el caricatura de don Quijote—, única hechicera diplomada en santurrón Pueblito, quien tenía mala fama de convertirse en animal montaraz o doméstico, de acuerdo al pedido de su selecta clientela. Ambos, Tino y Estebana, habían sido laureados estudiantes en academia de la materia localizada en pueblito Analco, contiguo a ciudad Virola, y dirigida entonces por Gran Maestro de ciencias ocultas apodado Coyote Díaz. “Chón de a medio”5, —continuaba despotricando mentado Chacho Chabelo—, era anciana querendona ya jubilada; pero, allá, entre años 10’s y 20’s de este siglo agonizante, había dado buena cuenta de lirios en papás, abuelos y hasta bisabuelos de esta presente jovencita generación, habiéndose ganado, por ello, un equivalente al famoso Premio Nobel. Ésta, ya en vejez, habíase especializado en preparar “elixir del amor” con ingredientes pedidos a sus clientes; también en enseñar a rezar: “oración del puro”; “oración del ánima sola”; del “culo del buey”; del “pishishe” y el “padre nuestro al revés”. Otras brujas pesadas, —decía para terminar—: Tona Alemán y Amparito Guillén Flores. La primera, especializada en tirar cartas de baraja española; la segunda, en leer pozol del café y palma de la mano. Simona Gálvez, sólo era impostora chachalaca dedicada, junto al “Juilín”6 o “Primohermano”7, a rufianería sexual.
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Chacho Chabelo, a pesar de ser adulto honesto, magnífico vecino, padre responsable, esposo cariñoso y buen trabajador, cometió sencillo, pero fatal error. Se había asociado con señores: Gigante Pedrón, Mamertos Chanmico, Julio Asisclo, y tocayo Isabel de Jesús Salinas Vasconcelos (alias: “Sultán de Santa Cruz Porrillo”), para dedicarse a compra-venta de vacunos para destace, leche, tiro; ganado mayor comprado en inmensas haciendas ganaderas de aquel extenso y bello municipio. —Este municipio, en último tercio del siglo XVIII (1767) sirvió de cuna para advenimiento del más tarde nominado libertador de esclavos centroamericanos, quien naciera en casco de hacienda Concepción de Cañas, propiedad de sus padres, en jurisdicción del heroico Pueblito en actual departamento de San Vicente.
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Es mismo valiente Pueblito en cuya Loma de la Guerra, propiedad de hacienda Concepción de Ramírez y que, allá por 1822-23, los generales vicentinos: Indalecio Miranda, Escolástico Marín, Nicolás Angulo, entre otros patriotas también vicentinos: Juan Vicente Villacorta y Antonio José Cañas (Antonio José Cañas se llama el parque central, donde está imponente Torre, en San Vicente), derrotaron a huestes migueleñas, quienes se encaminaban hacia capital salvadoreña con intención de combatir al lado y en favor de ejércitos mejicanos de Agustín de Iturbide, comandados por Vicente Filisola. Éstos, pretendían anexión de Centroamérica al naciente y a la vez moribundo Imperio Mexicano.
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Tal error cometido por Chacho Isabel, consistió en comprar, a incierto sujeto, una vieja montura, cuero crudo, para cabalgar. La usada montura fue hurtada a Don Salvador Miranda Molina, codueño de hacienda Ismendia. Éste había reportado tan insignificante hurto a tecoluquense guardia nacional local o “correyuda- benemérita” (¿?). Ésta, con características pormenorizadas, se dio a inmediata búsqueda. En menos de 72hrs, Chacho Chabelo con Mamerto Chanmico cayeron presos; pero Mamerto, por ser cuñado de un teniente “benemérito” apellidado Castaneda, recobró libertad antes de ocho horas. En comandancia local del mártir Pueblito, Chacho Isabel fue torturado; pronto, llevado descalzo a pie (por cordillera), hasta comandancia territorial localizada en ciudad Virola8, donde continuó flagelación para obtener nombre y dirección del desconocido ratero. Entre torturas aplicadas estaban: “avión con piloto”, consistente en colgar de una viga cuatro extremidades del prisionero, mientras, otro “correyudo”, montado sobre espaldas, cabalgando y meciéndose, similar a mecidas en hamaca, le torturaba para sacarle verdades requeridas por señor Miranda Molina. Asimismo, le aplicaron fatídica capucha con cal viva de Metapán en su interior; también, inmersión forzada y prolongada de orificios faciales vitales en pila con aguas fecales y urinarias. Tal suplicio duró tres días. El bachiller Adalberto Cativo Molina (defensor), logró ponerlo en libertad después de haber pagado fuerte fianza y “mordidas” respectivas.
Tan infeliz prisionero salió de la cárcel; pero, al llegar al Pueblito, aspecto era casi cadavérico: pulgares y ojeras: inflamados y amoratados, semejándose a lozanas berenjenas maduras, o morongas moradas de sangre porcina; parrilla costal: cansada, similar a primitiva y activa fragua de herrero; costillas: tan visibles, tal cual se ven en radiografía torácica; ojos de capulín o de pacún, antes vivaces y expresivos: perdidos en lontananza de agonía, con pupilas dilatadas, sin responder a luz ni a acomodación, cuando eran examinadas por señores: don Lino Parras o don Felipe de Jesús Ayala (“Papa Lipe”), —médicos primitivos del conglomerado, pues el decano de ellos, don Juan de la Cruz Chávez Rodríguez (tío paterno de este historiador), estaba invalidado por enfermedad senil llamada “Alzheimer” o demencia senil—. Estado anímico del torturado era desastroso. Tenía agudísimo delirio de persecución. Miraba, por todas partes: pitas9, botas, cascos, correas, yataganes y uniformes caquis. Cuando amigos y familiares le visitaban, correspondiéndole a todas sus bondades, él los confundía con los mal llamados “beneméritos” y bien llamados “correyudos”, tratando de baraustar para liberarse de lo terrorífico. Casi no dormía… Al hacerlo, pesadillas empeoraban deplorable estado. Negábase a tomar alimentos, por lo cual enflaquecía más. Su esbelta figura de Caballero Andante, llegó a parecer grotesca caricatura del mismo personaje de Cervantes. Al final, 22 días después de haber retornado al hogar, le llegó postrera agonía.
Mientras tanto, “la correyuda”, —creada en 1913 por el Presidente de la república, doctor Manuel Enrique Araujo, para salvaguardar orden en campiñas; pero prostituida después por gobernantes antidemocráticos sucesivos, 1932 en adelante —, continuó con exagerados desmanes contra humildes trabajadores hijos de este pobre pueblo. Gracias a Dios, a valentía de 100 mil o más mártires y a Acuerdo de Chapultepec, esta asesina “benemérita” “correyuda” lacra, ya se ha ido.
1-PECHE= delgado, pero saludable; 2- PALO DE COCO = Cocotero; 3- CAPULÍN = Fruto comestible del capulinero; 4- APACUNADO = Semilla negrita llamada Pacún; 5- CHON DE A MEDIO = Encarnación de a seis centavos de colón; 6- JUILÍN = sabroso pescado de río que, para ser conservado, es raleado con cuchillo y salado con sal de comer; 7- PRIMOHERMANO = apodo de un proxeneta forastero llegado a Tecoluca; 8- VIROLA = ciudad Zacatecoluca; 9--PITAS = pitas delgadas de manila o cáñamo contra ambos dedos pulgares, eran esposas más torturantes contra reos pobres:
F I N
30 de septiembre en l995.-