E L P R I M O H E R M A N O
Por Ramón F Chávez Cañas
Del libro: “Historias Escondidas de Tecoluca"
¿Que de dónde apareció?... Sólo Dios y él pudieron saberlo… Algunos lo ubicaron procedente de Guatajiagua, departamento de Morazán; otros, desde cantón Tierra Blanca, Usulután; pero, aquella mayoría sospechaba su procedencia desde cantón San José Infiernillos, municipio de Verapaz, en mismo departamento al cual pertenece tan abnegado Pueblito. Aquel hombrecillo, a quien al poco tiempo de su llegada nuestro vulgo pueblerino le apodara “primohermano”, nunca manifestó su verdadero lugar de origen; pero, en verdad, estaba ahí: un caluroso día marciano de 1950, en anciano camión donde transportaba todas sus desgracias, apareció descargando las mismas acomodándolas en casa de esquina al noreste, formada por avenida principal y 5ta calle oriente; frente a casa del negro Raymundo (matarife) y esquina opuesta a cantina-cinquera (rocola) de Simona Gálvez, a entrada norte del orejón Pueblito. Allí se acomodó con sus dos o tres pequeños hijos. De inmediato dispuso instalar dos talleres artesanales: peluquería y hojalatería. En seguida, haciéndola de burdo pintor, rotuló encaladas paredes exteriores de nueva vivienda con palabras textuales siguientes: “VARVERILLA Y OJALATERIYA EL EDEN DE HADAN”. Horrores ortográficos eran observados hasta por adultos recién alfabetizados. Llegó sin esposa o compañera de vida. De inmediato se dio a conocer con el vecindario; a pocos meses era conocido por todo habitante del virginal Pueblito; asimismo, de innumerables e inmensos cantones y caseríos de aquel edénico municipio; mas, no fue por esos dos oficios mal practicados: fue porque, por primera vez en tan inocente Pueblito, con publicidad grosera se había establecido casa de tolerancia sexual o burdel. Para ello, acondicionó viejas habitaciones en podridas mediaguas interiores, construyó otras más burdas con techos y paredes de zacate de arroz o jaragua; pisos de tierra sin compactar; rústicas camas de madera barata encordeladas con lazos de henequén, y primitivos petates de tulle sirviendo cuales colchones. Tendría, para esa época, alrededor de 45 años de edad mal vivida. Estatura: mediana; complexión: medio raquítica; tez: blanco-pálida, propia de costeños en ese tiempo; con cara bastante abotagada, sin alguna duda debido a: desnutrición crónica, hemorragias por machetazos o puyones con arma corto-punzante, anemias palúdicas, crónicas en litorales tropicales. De ojos negros y menudos; mirada de reptil cuando hipnotiza a roedores; de hablar interminable, incoherente, bullanguero, con onomatopeyas de ametralladora; más ideas expresadas a medias al estilo cantinflesco. Nunca llamó por sus nombres o apellidos a numerosos parroquianos del burdel o de talleres. Quizá nunca se interesó por conocerlos. Él, a toda persona de su calaña, con entusiasmo comercial fingido la llamaba: ¡primohermano! De ahí le vino primero de tres sobrenombres. Además de figura contrecha y tez color “bolsa de pus”, estaba todo señalado: tenía muy bien visible cicatriz en extremo interno de órbita derecha, la cual le había dejado semi paralizado párpado superior, y medio obstruida fosa nasal del mismo lado; esto le hacía hablar con voz naso-gutural (gangoso); tenía, en pescuezo, orejas y mejilla izquierda, otros “chajazos” de menor grado; también cercenados varios dedos de ambas manos. Era admirable verle trabajar, en peluquería, empuñando antigua navaja de afeitar sólo con pulgar y dedo medio derechos; asimismo, masajear rostros afeitados de campesina clientela con muñones de su cercenada mano izquierda. Estas cicatrices y cercenamientos macro visibles, se las habían infligido, decía él, con arma corto-contundente (machete) pocos meses antes de su advenimiento al samaritánico Pueblito; por cuya razón aún estaban rojizos y frescos. Ojo derecho con notable y permanente lagrimeo. Por esta causa emigró de su lugar de origen. Al principio, en nueva residencia, jayanes del lugar lo describían similar a aquel sabroso pescado de río el cual para ser conservado por varias semanas o meses, era raleado con filosos cuchillos, después, salado, extrayéndole exceso de agua por medio de luz solar directa. Tal sabroso pescado era y es conocido con nombre de “juilín”. De allí derivó segundo apodo para nuestro personaje. Cuando estaba callado, suceso raro, resollaba con fosa nasal izquierda ayudándose con la boca abierta. Además de “juilín”, apodábanle “palo de hule”, porque a este árbol se le distingue por múltiples cicatrices para extraer el látex.
Todos los días, en especial domingos, aquel lupanar permanecía atestado de clientes. Cuatro o cinco familias más importantes del católico conglomerado, en unión con presbítero Abraham Rodríguez, párroco, trataron de expulsarlo o, al menos, cerrarle el burdel y dejarlo continuar viviendo del producto honrado obtenido en la barbería-hojalatería; no obstante, fracasaron, porque el gobernador político departamental de San Vicente, un tal Martelli, alto dirigente del gobernante partido político PRUD1, —desaparecido con caída del presidente Lemus en octubre de 1960—, obstruyó aquellos reclamos. Simona Gálvez, otra vieja alcahueta rufiana, declarósele enemiga acérrima, contratando a: Balbino Cuniche, Guayo Chacón (el Huesuda) y Tonino; éste, hijo adoptivo de la Gálvez, (todos ebrios consuetudinarios) para apedrear, sólo en horas nocturnas, puertas y entejados del otro sucio proxeneta; pero fueron apresados por la pareja “benemérita”2 cuando iniciaban tal ataque. Allí terminó beligerancia de señora Gálvez. Otras pocas sucias meretrices solapadas; asimismo numerosas querendonas, en forma drástica vieron disminuidos sus ingresos. Por tanto: también ellas se declararon enemigas silentes del mentado tratante de prostitutas o meretrices.
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Este rufián clasificaba a pécoras en varias categorías. Por supuesto, tarifas variaban de acuerdo a cada escala. Era payaso cuando mostraba carnes de pobres mujerzuelas quienes, sosteniendo orgullosas entre brazos rollo de papel higiénico blanco o rosado, se autoproclamaban ser únicas meretrices aseadas del prostituido Pueblito, pues en esos primitivos tiempos, mencionado papel era lujosísimo artículo de consumo, importado para ser usado sólo por cuatro o cinco familias solventes de ese municipio. Inmensas mayorías usaban, para limpiarse traseros después de cada defecación, olotes suaves de variedad “raque”, pedazos de tejas, o piedras lisas del tamaño adecuado. Algunos habitantes menos empobrecidos empleban retazos medianos de papel periódico, el cual compraban por libras o arrobas, porque los mismos periódicos publicados al día, por alto índice de analfabetismo, no circulaban allí.
Las tantas veces mencionado alcahuete, a sus potenciales clientes les hablaba más o menos así:
— ¡Pase adelante primohermano!... Pase adelante. Venga a gozar de estas chuladas… ¡¿Cómo las quiere?!... ¡Aquí tenemos preciosidades para todo gusto!... ¡De aquí nadie se va insatisfecho!... ¡Pase, pase!... ¡Vea qué hermosuras le estamos ofreciendo!...
Pronto, dirigiéndose a mujerzuelas decía, con cierta energía:
— ¡Niñas!, a sus respectivos puestos…
Carnes humanas se arremolinaban para buscar el asiento designado de antemano por tal rufián; asiento situado en largas e incomodas bancas de madera tosca. Así: en 3 ó 4 categorías separadas; pero reunidas bajo mismo techo. “Palo de hule” volvía con la palabra al presunto cliente:
—Dígame, primohermano: ¿cuál de estas princesas desearía usted disfrutar?; —bajando la voz continuaba—: pero antes, primito hermano, debo advertirle: sagrados honorarios de estas chuladas son variables,… usted me comprende, ¿verdad?
Asmodeico3 joven, potencial e ingenuo nuevo cliente, se paseaba parsimonioso de un extremo a otro de tales bancas. Casi de inmediato, con voz fuerte alimentada por seis cervezas tomadas de antemano en fresquería de doña Eva Angelina Barrera, exclamaba:
—¡¡Achis!!: estas viejas secas, caras de gallinas tísicas, y estas otras putas sebonas, tripudas, todas con caras jiotosas; todas, con olor a chacalín mal cocido, no valen ni cuartillo4… Mejor me voy a donde la vieja Simona Gálvez… Yo vine hasta aquí porque mi compadre Roberto de León Ramírez me lo había afamado; pero, ¡no!, ¡no! ¡Esto no vale ni mierda!
— ¡No se sofoque, primo hermanito, no se raje con la primera!, —respondía el alcahuete. De inmediato, dirigiéndose al primer lote examinado por tan exigente cliente, decía—: ¡Chuladas: váyanse a sus habitaciones! ¡Ya otros mejores vendrán!— y, volviéndose al insatisfecho, con cierto mal humor proseguía—: Mire, caballero, si usted trae suficientes morlacos5, pasaremos a examinar las de primera categoría, pues yo creía que usted buscaba algo económico… ¡Venga!... ¡Sígame!... —Concluía el “juilín”.
Caminando unos cuantos metros hasta bancada donde estaban sentadas, siempre chineando rollo de papel higiénico blanco extranjero, 06 ó 07 adolescentes campesinas o pueblerinas provenientes de otros municipios vecinos; —porque, juventud femenina autóctona no estaba prostituida. Escasa juventud descarriada ejercía, con recato, allá por Paseo Independencia o Calle Celis, ambos de San Salvador. Meticuloso cliente examinaba, sólo de vista, caritas morenas bastante desnutridas, las cuales lucían maquillaje burdo, aplicado con productos también burdos; asimismo, miradas lánguidas en lontananza con sonrisas tristes, forzadas. Mientras tanto, “palo de hule” exaltaba falsas bellezas naturales de aquellas desgraciadas adolescentes, diciendo:
— ¡Mire muy bien Usted, inexperto jovencito campesino!: esta belleza está recién desempacada. Llegó ahora en tren del medio día. Procede del cantón Herradura, en municipio viroleño La Paz; cantón contiguo al hermoso estero Jaltepeque. Aún no ha sido estrenada,.. Usted será el primero… Hace 15 días era virgen todavía, pero se fugó con el novio. Éste, al dudar porque no hubo abundante hemorragia de la “parte”, ni resistencia himeneal notable, le dio de planazos con su machete, para después abandonarla. Ella, —proseguía el tratante de blancas—, por temor, más vergüenza de volver a su casa paterna, optó por refugiarse en ranchito pajizo de una su amiga, en caserío El Porfiado. Esta su amiga, quien también fue mi pupila, anoche me telefoneó. De inmediato acepté a esta perla… ¡Esto es bocado de cardenal!... Como usted podrá apreciar, —continuaba el gangoso con palabrerío cantinflesco de ametralladora—, estas son esmeraldas casi no encontradas. De estas joyas me han encargado: don Jesusito Orantes, don Alfredito Alvarenga, don Manuelito Villalta y don Germita Alférez: todos ellos señoritos bachilleres desinfectados. ¡Apúrese, decídase!,… porque dentro de media hora llegarán los señoritos bachilleres ya mencionados y, entonces, además de no ser usted el primero, los tales honorarios pudiesen subir más... (¿…?)… ¡¡No, no!!... Niño Monchito Chávez Cañas, hijo de Don Moncho y Doña Carmela Cañas, aún no está en edad para acudir a este edén terrenal; pues todavía no inicia ni Plan Básico6 (1952) y, señorito-niño bachiller Rafaelito Ayala, recién perdido, sigue siendo buscado por madre, hermanos y familiares, —así terminaba de perorar el proxeneta juilín.
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Hasta mentado lupanar, viejo Rubén Sánchez González llevaba a jovencitos de una de principales familias, con las cuales él había emparentado por afinidad, para hacerles perder, ahí, lirios de San José, al gozar lo pecaminoso, según sectas religiosas.
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Dos o tres hijos traídos por “Palo de Hule”, —marzo de 1950—, en anciano camión descrito al inicio, crecieron conviviendo en ese ambiente concupiscente. En 1958, muchacho mayor pateaba 18 primaverales años. A esa edad, se enamoró con locura de una de tantas prostitutas inquilinas en las tantas veces mencionado antro. Esta golfa, apodada Paca Chiquita, sin ser belleza estaba “endamada” con peón corralero, ordeñador, apellidado Lucero, al servicio de don Carlos Federico Molina II. —Don Carlos Federico fue hombre magnánimo, muy trabajador y padre ejemplar allá, en aquel Pueblito de indígenas dado en encomiendas a familias: Molina, Ocampo, y Cañas, cuando estaba recién fundada ciudad de San Vicente de Austria y Lorenzana (1635) por 54 familias españolas colonizadoras. De primera familia encomendera descendía don Carlos Federico Molina II.
Al tal peón corralero cuidador de bovinos le invadieron diabólicos celos, pues estaba en gran desventaja frente al hijo del burdelero, porque éste vivía y fornicaba a cualquier hora con dicha pécora. Siempre, cuando peón Lucero llegaba al lupanar queriendo descargar con urgencia fluidos prostáticos, meretriz Paca Chiquita le era negada escondiéndosela. “Palo de hule”, secundado por Adancito, —así se llamaba el hijo mayor—, además de negársela, lo amenazaban con respectivas armas de fuego. Lucero juró vengarse. Fingió estar enfermo. Además de obtener permiso para curarse y recuperarse, del señor Molina obtuvo algún dinero apreciable para médico, medicamentos y buena alimentación.
Una abrileña y calurosa tarde en mencionado año de 1958, Adancito, en compañía de su amante y de otras cuatro meretrices, se encaminó hasta poza de cierta presa localizada en fondo de quebrada El Burro, aledañas a terrenos propiedad de don Ramón Chávez padre. —Esta hermosa presa, a finales del siglo XIX y principios de este moribundo XX, servía para llevar agua hasta obrajes añileros pertenecientes a don Francisco Chávez Rivas, tronco de esa familia, padre de don Ramón y abuelo de este historiador aficionado.
Agraviado peón Lucero puso espías. Éstos avisaron sobre ocasión propicia llegada. Sin pensarlo una vez más, tomó su machete marca “sampedrano” despalmado y afilado de antemano. Se encaminó rumbo a mencionada poza-presa. Llegó al borde de profunda quebrada; pero no descendió hasta el agua. Se encaramó sobre alto árbol zapotero. Por ser abril mes más seco en trópico salvadoreño, muchos vegetales estaban deshojados, menos árbol zapotero. Por eso pudo, sin dificultad, observar desde la copa, aquellos cuerpos desnudos a medias. Cuando éstos se vestían para emprender viaje de retorno, aquél bajó del árbol, escondiéndose tras viejo grueso tronco del mismo, pues era lugar menos abrupto por donde pasaba toda persona después de haber disfrutado del refrescante baño. Allí esperó por breves minutos. Dicha caravana empezó a ascender: el hombre, adelante; en seguida, su amante, resto, después. Adancito disponíase a abrir la palanquera de toscas varas unidas con alambre de púas, para ingresar a terrenos de don Ramón padre. Celoso Lucero, saltando cual traidor gran felino, descargó primer machetazo sobre cráneo del infortunado muchacho, quien no tuvo tiempo para echar mano de su revólver. Sin mediar ninguna compasión, el asesino continuó haciendo “picadillo” al ya difunto joven. Mientras, todas las mujeres regresaron corriendo, ladera abajo, para liberarse de aquella furia infernal. Avanzada la noche, fueron encontradas y evacuadas por patrulla cantonal de Agua Caliente.
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El no tan bien recordado “primohermano” perdió toda alegría vital. Clausuró el famoso, por lúgubre y desacreditado lupanar. Continuó afeitando campesinas barbas, rasurando, con máquina manual mal afilada, muchas cerdas humanas parecidas a las del puercoespín o a güisquil; fabricando cántaros, jarros, jarrillas, candiles y guacales, todos en hojalata; asimismo, remendando viejas o aplastadas bacinicas pertenecientes a los más pobres habitantes; también fabricando frenos y herrando bestias caballares, con consiguiente mirada envidiosa y silenciosa del Chele Salinas, —éste, ya desbancado decano de herreros en el lugar—. De inmediato se hizo principal devoto católico, llegando a ser presidente de Terciarios Franciscanos. Ya anciano, cuando furia bélica recién pasada se desató con mayor salvajismo en mártir Pueblito y alrededores, allá por 1981, sus hijos sobrevivientes y nietos llegaron a llevárselo. Ignoramos su paradero actual. ¿Estará muerto?
1—PRUD = partido revolucionario de unificación democrática.
2—“BENEMÉRITA” = Apodo sarcástico de la guardia nacional de El Salvador
3—ASMODEICO = Relativo a Asmodeo, dios hebreo de la lujuria.
4—CUARTILLO = Tres centavos de colón salv. = cuis = ¢0.03
5—MORLACOS = Dinero.
6—PLAN BÁSICO = Equivalente a 9º grado actual de educación
12 de octubre en 1995.