H E R E J Í A S
Séptima entrega
XXXVII
Ratero de conciencias/ casi siempre ha estudiado
en universidades/ de sólido prestigio.
No lo hace por saber, / actúa por el rigio
de seguir engañando/ más al desheredado.
Si farsante supiera/ que atrás de lo estrellado
existe un mundo azul, / eterno y sin suplicio,
él sería primero/ para dejar tal vicio
de codicia y lujuria,/ propias de hombre malvado.
Él ha leído libros/ escritos por ateos.
Su cielo está en la Tierra, / para gozar deseos.
En cambio, los dopados, / sí esperan recompensa.
Nuestro iletrado sufre/ cien mil calamidades
para llegar al cielo,/ donde ya no hay edades.
Mientras sus amos gozan, / él lëe sucia prensa.
XXXVIII
Un buen estafador/ vende el premio mayor.
¿Por qué el estafador/ no se queda con él?
Cierto aspirante a rico/ merca falso papel
para luego sufrir/ decepción y dolor.
Similar argumento/ desarrolla el pastor
cuando de rubias mieles/ nos ofrece pastel
o llamas muy ardientes/ del mítico Luzbel;
mientras, avaro infame/ chupa nuestro sudor.
Un redondo negocio/ con lo desconocido
han hecho los farsantes/ desde antes de la historia.
Han vendido a su dios/ a todo el oprimido.
Lo disfrazan de Buda/ o nipón Hirohito,
con el único fin/ de alcanzar ellos gloria
dada por vil dinero/ estafado al bobito.
XXXIX
Se da mismo problema/ con brujos curanderos;
con lectores de manos,/ del tarot y de astros.
Difusoras repugnan/ difundiendo a padrastros
de ingenuos ambiciosos,/ quienes pierden dineros.
Estos conciudadanos/ quedan en puros cueros.
Pagan de sus miserias. / Luego pierden los rastros
de tanto embaucador./ Sus almas de alabastros
se asfixian en el limbo,/ por culpa de embusteros.
Las radiodifusoras/ cobran sumas altísimas.
Ofertas y demandas/ son leyes del mercado;
mercado estafador/ de mentes sencillísimas.
Empresarios radiales/ desconociendo éticas,
un bledo les importa/ que bobo esté ahorcado
por esa verborrea/ sin mínimas poéticas.
XL
Gobernantes impuestos/ son cómplices venales
de los señores don,/ dueños de difusoras
por permitir difundan,/ mentes estafadoras,
esos mensajes burdos,/ torpes, más inmorales.
Clérigos y políticos —perdónenme animales—
tienen en sus cerebros/ genes de algunas loras
pues repiten lo mismo,/ pero nunca dan horas
para cortar a tanto/ príncipe de mil males.
Hasta prensas escritas/ también están plagadas
en sus clasificados/ de propagandas sucias
donde tantos chamanes/ y vil pornografía
se exhiben a lo crudo/ con muchas descaradas
violaciones a leyes./ Esas son las argucias
impunes y reinantes/ en nuestra geografía.
XLI
Teósofos y políticos/ del imperio romano
en nombre de sus dioses/ soltaban a sus leones,
a tigres y a osos,/ para volver jirones
la anatomía endeble/ de indefenso cristiano.
Calígula, Nerón,/ Otón y Diocleciano,
en sangrientas orgías/ de infrahumanas pasiones
gozaban con sus súbditos/ tan crueles violaciones
ofrendadas a Júpiter,/ el sumo dios pagano.
Los judíos-cristianos/ sufrieron el martirio
por más de tres centurias./ Y su encendido cirio
resistió vendavales/ con estoica paciencia.
Al llegar Constantino, / con su conversa madre,
al trono del imperio, / se trocó él en padre
de aquellos perseguidos/ por tal nueva crëencia.
XLII
Entonces los cristianos/ se fueron insuflando
de soberbia creciente/ por doce o más centurias.
Desde papas groseros/ y hasta remotas curias
su capricho imponían/ sin andar razonando.
Por mil quinientos años, / no estoy exagerando,
curas y calvinistas;/ anglicanos y espurias
reformas luteranas,/ nos plagaron de injurias
con santa inquisición,/ para seguir timando.
Emperador empleaba/ a fieras asesinas;
“cristeristas” usaban/ hogueras tan diabólicas.
¿Cuál de ambas doctrinas/ sería la más dura?
Las muertes siendo injustas/ siempre dejan inquinas
y en el nombre de un dios,/ serán señas simbólicas
del fanatismo humano/ por codicia muy pura.
C o n t i n u a r á.
quiciera que el actor de tantas zanganadas contra las iglesias de Jesucristo, a las que el les llama sectas, esplicara que entiende él por cristianismo y por "cristerismo"; qué quiere desir la palabra "teoesclavistas", pues en la biblia del ermanito toby yo no la e encontrado y al preguntarle sobre esto al tabernaculero joven, este se tira enormes carcajadas y lo pone a una en ridiculo con el resto de catecumenos.
ResponderEliminara según mi umilde entender "cristero" o "cristerismo" es palabra inzultante contra nuestros abnegados pastorcitos tabernaculeros de colonia escalon, a quienes usted, autor de herejías, les tiene emvidia diavolica pues ellos, miss pastorcitos, a quienes uste llama estafadores por medio de terrorismos relijiosos, por medio de los diesmos pagados por nosotras como bien merecido premio de Jehova tienen vida olgada; mientra uste, gran blasfemo, quisas asta este durmiendo bajo puentes o portales publicos y escarbando vasureros para medio encontrar comida rancia.
Respetable anónima de ahora a 07:27am. La palabreja "Cristero" fue acuñada en México Revolucionario del siglo pasado ---1910-30---, cuando curas, obispos y papas vaticanos quisieron, con sermones violentos y demagógicos desde los llamados púlpitos (tarimas para oradores católicos), torpedear tal revolución agrarista azteca, cuyos principales líderes fueron: Francisco I Maduro, Emiliano Zapata y Pancho Villa.
ResponderEliminarCuras católicos en México, poseedores de inmensos latifundios hasta en más de diez mil hectáreas c/u, desde Tijuana al noroeste, hasta Mérida al sureste, en incontables propiedades agrícolas, habían envenenado cerebros de rústicos colonos campesinos y, al mismo tiempo, armados con instrumentos bélicos de infantería, más el eslogan: ¡¡Viva Cristo Rey!! A todo individuo armado así, el pueblo mexicano sensato le apodó: "Cristero" y, a su ambiciosa causa: "Cristerismo".
"Teo-esclavista" es palabra compuesta inventada por Ramón F Chávez Cañas, autor del libro "HEREJÍAS" que, en profundidad quiere decir: "los esclavizadores de Dios"; porque, 99.99% de cristianos cristeros, en: catedrales, salones del reino, tabernáculos, ermitas, cultos, etc., sólo llegan a ordenar a sus respectivos dioses, mayores y/o menores: Jehová, Jesucristo y Alá; David, María y Mahoma, les hagan el "milagrito" de poner en libertad a cierto empedernido criminal con múltiples testigos directos de cargo, y pruebas científicas del delito más claras que el cantar del gallo.
En verdad, el "milagrito" se hace; pero no por intervención del dios o diosa mayor o menor. En este caso particular el Dios o Diosa todopoderoso-osa no es celestial, es ni más ni menos: El corrompido juez terrenal venal quien, asesorado por el abogado defensor del criminal a condenar, pone la tarifa monetaria y así anula prubas testimoniales, técnicas y científicas, con miradas disimuladas de magistrados en instancias superiores, etc., etc., etc.
Ramón F Chávez Cañas.