OLVIDADA
HAZAÑITA DEL TÍO NICOLÁS
Del libro “Historias Escondidas de Tecoluca”
Escrito por Ramón F Chávez
Cañas
Sucedió
durante Semana Santa del último tercio en años 50’s del siglo recién pasado
(1958). Pocos meses antes, Monchito había cumplido 18 años de edad; ya era
bachiller en Ciencias, Letras, y Matemáticas del Instituto Nacional Doctor
Sarbelio Navarrete en ciudad San Vicente, (como quien dice: bachillerato de tres
platos). Había sido notificado de su admisión opcional en una de dos facultades
en Universidad de El Salvador: Jurisprudencia, y Medicina. Estaba clasificado
en puesto correlativo 45, ─de 150 aspirantes admitidos en Jurisprudencia─; en
casilla 16 fue admitido entre 45 calificados para novatos en Medicina. Por
supuesto, gracias a inclementes presiones de don Moncho, su padre, este
muchacho optó por ciencia de Esculapio o Galeno; por tanto: disfrutaba de cortas,
pero bien merecidas vacaciones (10 de marzo ─10 de mayo).
Sólo el hecho
de ser bachiller en aquellos no tan lejanos tiempos, era motivo de orgullo para
cualquier jovenzuelo y familia. Ser admitido en única y verdadera universidad existente entonces, era, todavía, galardón
más alto; pues solicitudes de ingreso a Jurisprudencia y CC SS rondaban en 3´000.
En cerca de un millar para carrera de Medicina. ─No obstante, 60 años atrás, a
finales del siglo XIX y principios del XX, sólo ser bachiller, no digamos
doctor, era suficiente motivo para, en ciudad San Vicente, llamarle a
cualquiera con el apodo de “ilustre”, aunque el tal ilustre no calificara en
humanismo ni con nota de cuatro, en escala del cero al diez.
Tal
bachillerzuelo nunca se ufanó del mentado titulillo, procurando evitar
conversaciones engorrosas al respecto, pues él pensaba así: “IMPARTIR
TODA EDUCACIÓN DEBE SER OBLIGACIÓN
INALIENABLE E INELUDIBLE DEL ESTADO SALVADOREÑO PARA OFRECERLA A TODO SER
HUMANO, HOMBRE O MUJER, CON CAPACIDADES INTELECTUALES O VOCACIONALES PARA ELLO.
EL ESTADO SALVADOREÑO DEBE SUBVENCIONAR COSTOS MATERIALES DEL ESTUDIANTADO NUESTRO
NECESITADO POR POBREZA. DE ESA MANERA NUESTRO PEQUEÑO PAÍS, PARA TAN DISTANTE
AÑO DOS MIL, PODRÁ PISARLE TALONES AL GRAN DUCADO DE LUXEMBURGO O A REINOS DE
BÉLGICA Y DE HOLANDA, PAÍSES DE SIMILARES DIMENSIONES AL NUESTRO, TANTO EN
EXTENSIÓN GEOGRÁFICA COMO EN DEMOGRÁFICA”.
*****
Ese Viernes Santo, en horas matutinas,
cierta tía paterna del bachillercito, —la más joven de tres tías, viuda desde
hacía tres años—, dirigiose al convento parroquial del inolvidable Pueblito e
hizo algunas transacciones religiosas-mercantiles con el comité del Santo
Entierro. Con elegantes enaguas negras hasta cerca de tobillos bailándole al
son de sus apresurados pasos, y con fino tapado católico de seda natural
bendecido por Benedicto XV en 1920, (heredado de doña Segunda, su madre)
cubriéndole hombros, llegó hasta residencia de su hermano mayor, padre del
Monchito. —Diez de la mañana marcaba el viejo reloj público donado en 1928 por
el presidente de El Salvador: don Pío Romero Bosque. Reloj empotrado en tosca
torre de hojalata barata con forma de granero rectangular gigante. Ésta,
encasquetada sobre techo del lúgubre local municipal ocupado a fuerza por la
mal llamada “benemérita” guardia nacional, instrumento represivo de la siempre
ladrona oligarquía—. Dicho joven estaba en sala principal del hogar paterno
atendiendo a media docena de amigos visitantes, entre señoritas y caballeritos,
cuando hizo sorpresivo ingreso aquella enlutada dama, quien portaba con puño
derecho cierto doblado papel similar al tamaño de media carta postal. Quizá por
obligación social saludó al resto de aquella divina juventud ávida del saber. Sin
más preámbulos, llevose al sobrino hasta el fondo del profundo traspatio en
donde, bajo sombra de enormes naranjeros en flor y con estridente mal cantar de
cigarras, de tajo habló así:
—Mira Monchito: Moncho, mi hermano mayor y padre
tuyo, no se ha enterado, pues él no cree en curas, ni en imanes, ni en pastores, tampoco en rabinos; pero yo vengo
de casa conventual donde compré, por ¢5ºº ($2ºº) este papel. Esto lo hago para
que tú, durante esta tarde o parte de la noche, cargues por dos cuadras
(200mts) tan sagrada urna funeraria de nuestro Señor Jesucristo, pues ya eres
ciudadano al haber cumplido 18 años de edad...
(¡...!)... Es cierto: eres alto y flaco; pero no eres pechito. También te
has desvelado durante muchas recientes noches estudiando para ser admitido en la Universidad; pero, a
tu edad, sobran fuerzas para hacer cosas buenas... Además, hace dos años, sí tuviste
suficiente vigor para dejarte llevar por el pícaro del Nicolás Cañas Merino, tu
único tío materno, a buscar meretrices hasta ciudad San Vicente, donde ejercen
dos principales descaradas mujerzuelas el llamado oficio más antiguo de este
mundo. Tales desvergonzadas mujeres llámanse, una: Blancota y, otra: Conchona.
Asimismo, prostitutillas de poca monta: Albahaca, Cabra Choca, Quiebra Catres,
Celia Pelona, etcétera. Es más, —prosiguió la ya encolerizada
señora—, el proxeneta local, mal apodado
“Primo-hermano”, despotrica contra de tu apestoso tío Nicolás porque él, el
proxeneta, dice haberle ofrecido para ti, algo parecido a primera mano; pero
tan malvado Colacho prefirió ir a dejar ese dinero a otro municipio con
prostitutas podridas. Por eso ninguna de tus tías, incluyendo a Sarita, hermana
del Colacho y de tu mamá, le dirigimos la palabra, pues es gran cochino…. (¿...?)…. ¡Bueno!, aquí te dejo este
comprobante. Cargarás desde esquina de farmacia Las Américas de don Santiaguito
Morales Quintanilla hasta esquina de don Chabelo Salinas Vasconcelos o de
familia Díaz-Chanchanico. Yo pedí colocarte en esos 200mts porque es suave bajadita
y te será menos pesada la carga. Encargado de recoger estos papeles y colocarte
en palanca respectiva, será don Luisito Burro, sacristán o, doña Carlota
Belloso v. de Fernández, reina indiscutible
de tantas “beatas” tecoluquenses…. (¡¡...!!)….
¡¡En fin, si no estás de acuerdo, rómpelo; pero cuando llegues a presencia de
Dios, de nada servirá tu arrepentimiento!!
Por respeto y
cariño a dicha tía, no por convicción al respecto, el novel universitario tecoluquense
dio asentimiento al mover la cabeza varias veces de arriba hacia abajo. Aquélla
se retiró con misma rapidez con la cual llegó. Flaco pescuezón estudiante regresó
a sala de tertulia estudiantil. No hizo comentario alguno sobre el cusuco (problema)
en el cual se había metido sin haberlo él buscado, a pesar de insistencias del
bachiller Herman Alférez, estudiante en 3er año de Medicina; de señorita
Merceditas Villalta Villegas, en 2do año de Jurisprudencia, y de señorita Enoe
Rivas Mejía, quien estaba por graduarse de Contadora Pública en ENCO (Escuela Nacional de Comercio).
Cuando matracas matracaban invitando al
inicio de aquella procesión, tosco reloj público sonaba seis campanadas
vespertinas. Calor del Sol ecuatorial ya en ocaso, casi perpendicular en esos meses,
estaba aumentado por miríadas de veladoras encendidas y por aglomeración de
igual cantidad de feligreses, como aquel moreno joven Díaz Chanchanico quien, además, iba vistiendo su
más preciosa gala: finísima chumpa negra de grueso cuero genuino con cremallera
subida hasta manzana de Adán. Don Luisito Burro remitió a Moncho hijo hasta
donde don Danielito Chacón, auxiliar de sacristán. Éste, con diagrama en mano, le señaló ser cabeza de palanca
izquierda en ese calvarioso tramo. Larguirucho pescuezón, futuro académico universitario,
indagó sobre compañeros de ruta y palanca. Don Danielito le mostró nombres de doce cargadores de palanca izquierda
durante el programado trecho; ellos eran: don Carlitos F. Molina (55 años), don
Nichito Portillo (66) padre e hijo (32), don Damasco Salomón Portillo (20), don
Carlitos Henríquez Chávez (30), más otros cuatro o cinco no recordados; pero
todos con estatura promedio de 1.75mts. Sólo aquel embrión de Galeno, —alias:
“Pescuezo de Jirafa”— medía 1.88mts.
Éste no reparó en ese importante detalle hasta cuando ya estaba sintiendo el “lujoso”
sagrado peso de 30qq repartidos entre 24 hombros, algunos casi esqueléticos; hasta
cuando don Carlitos F. Molina II, colocado en retaguardia inmediata del
pescuezón bachillercito para sólo ir tocando con yemas la tal palanca, le decía: “¡Buena, bachiller, vamos muy bien!! Si
usted gusta, nos podemos repetir por otros 200mts. Yo le daré prestados ¢5ºº. Mañana
mandaré a cobrarlos a papá o a mamá.
Jovencitos como usted está necesitando nuestra santa madre iglesia. El Pueblito
observa cómo uno de sus futuros preclaros hijos se mezcla con nosotros, casi iletrados, para rendir honores a
nuestro mismo Dios”. Con más sarcasmo, tal enano vozarrón, parásito y falso
cargador Molina, proseguía, mientras diez restantes cargadores del lado
izquierdo escuchaban: “Moncho padre y
Carmencita, madre, ahijados míos de matrimonio, deberán sentirse muy orgullosos
por haber recibido de Dios a este atlético muchacho capaz de quitarle primer
puesto a Charles Atlas y a Tarzan o, de cargar, sólo él, esta pesadísima urna,
incluyéndonos a nosotros, pigmeos garrapatas”. El, ocho años después doctor
en medicina, no contestaba; mucho menos festejaba tal broma pesada salida del
señor Molina quien, además de ser mucho mayor en edad, era un principal del
conglomerado tecoluquense.
Fue llegando a esquina de don Chabelo,
—después de larga media hora paseando, en vaivén y en cámara lenta, a tan sagrada
Tragedia—, el desrabadillado símil hechizo de Charles Atlas entregó tal cabeza
de palanca-tormento. Con andar desnivelado, similar al del Jorobado de catedral Notre Dame, buscó refugio en su rígido camastrón de laurel y
caoba con petate por colchoneta, entretejido cuadriculado con correas cuero
crudo de res, a manera de resortes.
Al día siguiente, numerosos amigos: señoritas y varones, lo
visitaron hasta su dormitorio, habiendo encontrado allí a don Lino Parras y a
don Felipe de J. Ayala, quienes le sobaban, con sebo de res y cabos de cuma:
hombros, espaldas y caderas, después de haberle administrado, por vía oral, purgante
doble de sal inglesa.
* * *
Quince años más
tarde, —ya casado con guapa morena vicentina: María Elsa Cornejo,
y padre de dos primeras de cuatro nenas—, el doctor Monchito fue operado de columna
lumbar-sacra, para extirparle disco-cartílago intervertebral lumbar, quizás dañado
por aquella desproporcionada carga obsequiada a él por una de sus tres queridas
tías paternas: Doña Juana Francisca del
Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela.
F
I N
21 de julio en 2005.
P.D.: cuando las tantas
veces mencionado flaco sobrino recibía pergamino universitario del doctorado, aquellas
tías hacían paces con puñetero Colacho.
Estos relatos vernáculos sucedidos en nuestros pueblitos salvadoreños mucho antes de la guerra civil (1972-92), nos transportan a El Salvador melancólico de aquellos diamantinos tiempos, cuando las catorce familias oligárquicas todavía se conformaban con fabulosas ganacias que le aportaban cosechas enormes de café con altos precios internacionales.
ResponderEliminarAhora, tales 14 familias compactadas en 5 ó 6 grupúsculos virulentos y codiciosos hasta lo infinito de dineros sucios por fáciles, se han vuelto hasta narcotraficantes impunes; pues ellos, todavía, hacen y deshacen cuanto quieren hasta con las empobrecidas arcas estatales de El Salvador.
En esa semana santa de 1958, allá en Tecoluca era cura párroco un sacerdote originario de Tejutepeque, Cabañas, llamado Fernando Echeverría o Chavarría (¿qddg?) quien, a sus aproximados 40 abrilotes quería ser el garañoncito o gallito en tejo de aquel corral tecoluquense con quinceañeras féminas a cuales más preciosas; sin embargo, el dieciochoañero Humberto Alférez Ayala, le bajó los humos al susodicho curita cuando éste trató de ahüevar al jovencito Alférez Ayala, quien estaba en el atrio parroquial esperando saliera del teplo una señorita al parecer pretendida también por Chavarría. Eran las 08:00pm cuando el público beato salía del último rosario rezado por el briboncito curita.
ResponderEliminarChavarría salió hasta el atrio católico llevando muy visible un arma de fuego calibre corto, habiendo dirigido sus pasos hacia el grupo de muchachos adolescentes. De inmediato, Humberto Alférez Ayala, al ver esa actitud amenazante del reverendo de marras, de inmediato sacó una pistola automátca marca "Parabellum", alemana: puso tiro en recámara con ruido metálico propio de armas automáticas. Se alejó a 5mtrs del resto de adolescentes y de inmediato le dijo al ensotanado gallito racero las siguientes palabras: "Dispáreme al pecho, señor cura, si falla el primer plomazo, entonces dése por muerto".
El curita, con súbito temblor parkinsoniano, no pudo sostener en su mano aquel revolverito .22 marca Rubí, español o italiano. De esa noche en adelante, al "representante" de Cristo sobre la Tierra se le esfumaron los humos de querer ser él, único sementalito de Tecoluca.
Carlos A Chávez Cañas.
Carlos Borromeo Chávez Cañas, mejor conocido por Carlos Alberto de mismos apellidos, es hermano siete años menor que el autor del libro "HISTORIAS ESCONDIDAS DE TECOLUCA", quien tendría alrededor de 12 años cuando el incidente del cura Chavarría contra Humberto Alférez Ayala.
ResponderEliminarCarlos Borromeo vive en Soyapango, y tiene cierto negocio de insumos agropecuarios en área central del Viejo San Salvador. Al presente está viudo, pues su segunda esposa falleció por causa de Lupus Eritematoso Sistémico en septiembre de 2011. Carlitos Borromeo no tiene "pene envenenado", porque su primera esposa, aún viva, le pidió el divorcio.
El autor de estas historietas se siente muy complacido al haber recibido esta opinión de su hermano menor, y otras incontables de tecoluquenses para los diferentes temas tratados en "Historias Escondidas de Tecoluca"; pues, de un mil ejemplares editados por primera vez en julio de 2007, no ha quedado ninguno embodegado en casa del autor o escritor.
Ramón F Chávez Cañas.
Aun entre gente pueblerina como supongo lo fue Don Ramón F Chávez Henríquez, padre del Médico Doctor Don Ramón F Chávez Cañas, autor de "Historias Escondidas de Tecoluca", había personas sencillas pero inteligentes, quienes no se doblegaban al terrorismo religioso de curas y ahora también de pastores protestantes del catolicismo; lo cual hizo que Doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela, ---señora timorata ante el infierno imaginario---, anduviera a hurtadillas del viejo Ramón para hacer que su sobrino, bachillercito entonces, fuese a cargar tal palanca endemoniada como muestra de gratitud por haber ganadado dos cupos en Universidad de El Salvador en aquel 1958.
ResponderEliminarEsta postura viril del viejo Chávez Henríquez es digna de aplausos sonoros o de prolongada obación; pues, quizás de este excelente padre de familia, el Doctor Chávez Cañas heredó su clara postura anticlerical; y, ahora, el Monchito hijo, trata de instruirnos para no caer, nosotros, hipnotizados por esos malabarismos estafadores en nombre de un Dios esclavizado por tantos judeocristeros abundantes en El Salvador, en toda América y hasta en Europa sureña y parte central. No en otros continentes, tal como lo afirma el filósofo aleman Friedrich Nitzsche en su docta obra: "El Anticristo".
Fueron aquellos tiempos cuando falsos moralistas cristianos, civiles y sabihondos religiosos, manejaban a sus antojos las conductas sexuales de preadolescentes y jóvenes varones, siempre con amenazas del fuego infernal hasta por simples masturbaciones peneanas, ya no se diga por fornicaciones prematuras como la efectuada, a sus 16 abriles, por el adolescente Monchito Chávez Cañas, hijo de Don Ramón; quien, según el relato de esta historia escondida, fue llevado a esos quehaceres naturales por su "Honorable" tío: Don Raimundo Nicolás Cañas Merino, lo cual era parte obligatoria de que alguien mayor de edad y muy cercano pariente del jovencito varón aún virginal, se encargara, a esondidas de la madre de familia en principal, de procurar ajar los lirios del muchacho familiar.
ResponderEliminarSin embargo, desde hace 10 ó 15 años, al descubrirse pederastias o pedofilias de cientos o miles de curas católicos, aquellas falsas e hipócritas castidades sacerdotales han rodado por los suelos; y ya, desde entonces, quebrantos de castidades varoniles adecuadas no aterrorizan a jovencitos de familias no fanatizadas por tan absurda intromisión sacerdotal en intimidades anímicas propias de cada quien; pues, estos enemigos religiosos de la humanidad occidental a toda acción y hasta a pensamientos libidinosos ellos les llaman "pecado". pero, tales curas no miran tan enorme viga que ellos tienen, de manera permanente, en sus ojos codiciosos.
Además de pecados mortales, sólo para curas católicos, cometidos por adolescentes al masturbarse a la salud de su novia, de una bailarina en tv o de la artista cinematográfica mas sexi para su edad, estaba la permanente amenaza hecha por beatas y beatos contra el pobrecito, por tímido, muchachito en etapa cuando se desarrollan hormonas de glándula pituitaria y testículos. Entonces, tales ignorantes legos sujetos les decían: "Si continúas 'pajeándote' pronto te volverás tísico y echarás gargajos con sangre antes de caer muerto en pocas semanas; o: por cada 'àcabada' tuya, estás perdiendo hasta tres meses de vida y, cuando hayas cumplido 18 años morirás como un viejito de 99 años; o: en cada espermatozoide que tú por propia voluntad expulses, se está perdiendo hasta un dignísimo señor arzobispo o un médico-cirujano de gran valía, etcétera.
ResponderEliminarDoñá Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela, imperó en Tecoluca desde 1947 hasta 1980; pues en ese lapso fue la matrona más adinerada en aquel no tan empobrecido Pueblito. Si no hubiese sido por el recrudecimiento de la guerra civil salvadoreña (1980-92), su imperio hubiese finalizado cuando ella murió en julio de año 2000. Sólo Don José Ovidio Chávez Muñoz y Don Carlos Román Bonilla, en vaca, pudieron haber llegado hasta la cintura económica de ella.
ResponderEliminarEn 1947 falleció Doña María Teresa Chávez Molina viuda de Alférez, zarina de Tecoluca desde 1916 hasta el año de su deceso, cuando fue sustituida por Doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela, siendo ambos capitales muy diferentes a pesar del común apellido Chávez; pues, la viuda de Alférez superaba en capital monetario y agropecuario a la viuda de Orantes Vela, tal vez en tres o más veces. Al fallecer doña María Teresa, sus 4 ó 5 herederos dilapidaron aquel capital en menos de lo que canta un gallo, dejándole campo abiero a doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela.
EliminarOrígenes de dichos capitales se enmarca desde cuando, Rafael Zaldívar, pésimo presidente de El Salvador, en 1879 privatizó Ejidos Municipales y Realengos o Tierras Vírgenes de todo El Salvador... Allí, padres de familia de estas dos copetonas damas tecoluquenses, hicieron su agosto.
Yo viví en Tecoluca desde mis 6 añitos hasta mi juventud adulta. Don Jesús Orantes Vela, el esposo de la ricachona Doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez, me enseñó la clave de Morse más otros secretos de la telegrafía y la telefonía, pues Don Jesús, al casarse con la ricachona Chávez Henríquez, renunció al telégrafo para dedicarse a la agroganadería en tierras de la esposa.
ResponderEliminarTambién conocí a Don Ramón F Chávez Henríquez, padre de Monchito y hermano mayor de la ricachona Doña Carmen de Orantes; pues fui compañero en juegos infantiles de los numerosos hijitos varones del viejo Don Moncho. Yo ya soy teñlegrafista jubilado. Por este medio quiero hacer público mi gratitud eterna a Don Jesús Orantes Vela, porque varios de sus hijos aún están vivos.
Además, quiero dar fe de cuan verdadero es este relato que hace Monchito del problema entre Don Nicolás Cañas Merino y Doña Carmen de Orantes por las razones expuestas por Monchito con tan claro realismo; porque en esos días yo empezaría a trabajar como telegrafista de planta de la extinta ANTEL allá en Cojutepeque.
Francisco Campos Martínez.
Debido a que mi padre de familia es de Tecoluca y mi madre es viroleña, ambos residentes en esta misma Virola o Zacatecoluca, desde inicios me he interesado por leer las "Historias Escondidas de Tecoluca; pues yo, a mis 25 años de edad casi no conozco mucho con relación al pueblito natal de mi padre, porque durante la guerra civil e inmediata posguerra, épocas de mi tierna infacia, mis papás no visitaban esa tan peligrosa área bélica de la etnia nonualca.
ResponderEliminarLeyendo la "Hazañita Olvidada del Tío Nicolás" y releyendo "La Máquina de Hacer Billetes" publicada en este blog hace ya varios meses (en 2011), encuentro similitudes entre don Mamerto Chanmico, principal actor en aquel relato jocoso; con el joven Díaz Chanchanico, descrito como el enchumpado de cuero negro en la procesión del santo entierro, con el ziper o cremallera subido hasta la manzana de adán en esa noche cuando la temperatura ambiente rondaba en 40ºC.
Firma: El Cachorro.
El telegrafista Don Jesús Orantes Vela, originario de cantón Los Pozos en municipio San Vicente, llegó trasladado del pueblito Jerusalem, La Paz, al Pueblito Tecoluca, allá por 1926-27, cuando el telégrafo tecoluqués estaba ubicado frente a frente, calle de por medio, con la mansión pudeblerina de Doña Segunda Henríquez Angelino viuda de Chávez Rivas, madre de la señorita Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez (1909-2000); pues Don Francisco Chávez Rivas, ---padre y esposo en lo resoectivo---, había fallecido en 1917.
ResponderEliminarDon Jesús Orantes Vela telegrafista---1905-55--- apareció en Tecoluca acompañado de un niñito hijo de él llamado Carlitos Villalta Orantes ---1925-2007---, lo cual demostraba la extraña capacidad, aún dominante ahora, de dar genuino e intenso amor paternal. Aun habiendo contraído nupcias con señorita (¿1928?) Chávez Henríquez, este joven telegrafista jamás desamparó a su hijito minusvalido por sólo el hecho de ser Carlitos un menorcito de edad. Carlitos Villalta Orantes está bien retratado en el capítulo "El Baile de Gala" publicado en este glog hará 6 ó menos meses.
De todo este artículo picarezco u olvidada hazañita del tío Nicolás, se debe resaltar el párrafo escrito con mayúsculas negritas subrayadas; pues allí es donde está el principal mensaje filosófico que este autor nos obsequia con visión profética de medio siglo. Estamos de acuerdo con tal postulado: ESTUDIOS MEDIOS Y ACADÉMICOS UNIVERSITARIOS DE ÓPTIMA CALIDAD, DEBEN SER GRATUITOS PARA CARENTES DE MEDIOS ECONÓMICOS: GRATUIDAD DADA SEGÚN ESCALA DE EMPOBRECIMIENTO EN EL HOGAR DEL FUTURO SERVIDOR SALVADOREÑO PARA SALVADOREÑOS. ASÍ, EN AÑO 2060, SE PODRÁ CUMPLIR CON LA PROFESÍA QUE EN 1958 HICIERA AQUEL BACHILLERZUELO ASPIRANTE ENTONCES A DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUJÍA EN ANIMALES HUMANOS.
ResponderEliminarTecoluca, después de tan falsa independencia en septiembre de 1821, durante casi 60 años posteriores a tan magna patraña independentista, quedó con la paz de los sepulcros u olvidados; pues aquellas fértiles tierras volcánicas y costeñas continuaron con sus selvas vírgenes pero pobladas de: Jaguares, pumas, venados, tepescuintles, jabalíes o cuches de monte, caimanes, pajuiles o pavos silvestres; variedades múltiples en maderas preciosas desde picos o cimas del Chinchontepec hasta playa Los Negros del Pacífico; pues tierras labrantías o agroganaderas sólo estaban localizadas alrededor del Pueblito: terrenos llamados Ejidos.
ResponderEliminarMas, cuando, en 1879, el ladrón presidente de El Salvador: Francisco Zaldivar, empezó a privatizar tierras sagradas y darlas en venta a precio de "me lo llevo", Tecoluca empezó a cambiar su beatífica tranquilidad milenaria al ver arribar al municipio muchos criollos mal encarados llegados desde San Vicente, Zacatecoluca y San Salvador, en mayorías, para cercar con avidez aquellos infinitos Realengos o latifundios inmensos; los cuales fueron, poco a poco, parcelándose con alambre de púas, y expulsando a indígenas nonualcos para obligarlos a volverse peones-esclavos de los nuevos esclavizadores.
En tales circunstancias, allá por 1882-86, provenientes de pueblo Santa Elena, Usulután, aparecen primeros tres hermanos Chávez latifudistas: María, Pío y David, quienes se posesionaron de casi todas las selvas tecoluaquenses situadas al occidente en riberas de nuestro padre Bajo Lempa. Estos Chávez fueron padres y tía de la zarina María Teresa Chávez Molina, quien imperó en Tecoluca hasta 1947... Luego, en 1887, de mismo pueblo Santa Elena arriba a Tecoluca Don Ramón Francisco Chávez Rivas, primo-hermano, pero no amigo entrañable, de: Pío, David, ni de María. Francisco Chávez Rivas adquirió tierras sobrantes no queridas adquirir por sus promos-hermanos; además, compró la tercera parte de Ejidos municipales. Este Don Francisco fue padre de familia de Doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela.
El Poeta salvadoreño, Doctor Oswaldo Escobar Velado, ya difunto, en su inmenso Poema titulado "Patria Exacta", dice más o menos así:
ResponderEliminar"Esta es mi patria:
un puñado de hombres
otro más de mujeres
que no saben siquiera
de dónde viene el semen
de sus vidas
inmensamente amargas".