L A S
T E P
E L C
Ú A S
Tomado de “Historias escondidas de Tecoluca”
Escrito por Ramón
F Chávez Cañas
En década del 48 al 57 del recién
pasado siglo XX, aquel Pueblito vivió
época dorada en lo cultural, social, artístico y económico. Esto puede releerse
en capítulo sobre “Hazañas Científicas del Tío
Nicolás” en ese mismo libro o en este mismo blog. Relataremos ahora sólo un episodio de
ese diamantino decenio.
Altas sociedades intelectuales, artísticas y económicas,
nacientes de aquellas primitivas agrupaciones micro feudales tecoluquenses, antes
de 1879, estaban constituidas por tres docenas de jovencitos de uno y otro
sexo, entre dieciocho y veintidós años
de edad. Quien esto cuenta perteneció, ─una década más tarde─, al Divino Tesoro de Darío (1958-1967); año,
este último, cuando contrajo nupcias con María Elsa Cornejo, su primera
y única esposa.
Entre esa muchachada correspondiente al decenio 48-57,
se destacaba alguien por ser súper donjuán-tenorio,
quien no respetaba a matas de huerta, ni a cabras, mucho menos a jolotas
para vaciar su joven próstata. En fin, era perfecto Mefistófeles1 o
endemoniado sexual. Este alebrestado fornicador estudió Jurisprudencia y
Ciencias Sociales en Universidad de El
Salvador, después de haberse bachillerado en Instituto Nacional del Alacrán en
San Salvador (1950). En seguida, por haber desertado de UES, obtuvo maestría
sobre Salud Pública para bachilleres no universitarios en la desaparecida Área
de Demostración Sanitaria con sede en ciudad Quezaltepeque, departamento la Libertad. Cuando estudiaba bachillerato, o iniciaba
la truncada carrera de jurisprudencia, conoció a cierta señorita de apellidos y
facciones mandarinescos. Hubo relaciones fornicadoras. Luego, por múltiples
razones no económicas, este joven garañón
dejó la capital salvadoreña y volvió a nuestro arrinconado Pueblito. La mandarinesa lo visitaba con alguna
moderada frecuencia; pero, ésta no llegaba hasta la casona pueblerina paterna,
quizá porque al sementalito le
abundaba el pasto sexual pueblerino.
Entonces, la última de tantas veces, ella abordó tren IRCA2 venido
desde San Salvador y llegado a estación
de bandera llamada “Cañas”; estación equidistante entre el Pueblito y
Virola (Zacatecoluca); pero en área rural despoblada en sus inmediaciones. A
05:30pm, aquella belleza oriental capitalina bajaba del vagón de primera
portando inmenso y “pupuso” maletín o
maleta de mano. Mientras tanto, aquel Eros pueblerino, caminando a pie, a
marcha forzada y sudorosa hacia el poniente después de haber dejado atrás al
soñado Pueblito, pasó raudo por cementerio general local; bajó y subió enormes
acantilados llamados El Burro; sudoroso
atravesó haciendas: El Jiote, Marcial y Los Amates; haciendas propiedades de un
su primo-hermano la primera y de su señora madre las restantes, para llegar
justo a la hora citada. Con su esmitingüeso3 pavón negro
de seis pulgadas colgando a su derecha y envainado; con ancho cinturón repleto
de balas para la misma arma; con machete, también envainado colgando a su izquierda; con alforjas de fina
pita mezcal donde portaba lámpara manual nueva de cinco pilas secas, docena de
huevos de pata duros, tres litros de vidrio con agua potable, diez tostadas
tortillas de maíz, docena de chorizos de cuche deshidratados (asados) para única
segura cena, más posible energizante desayuno; asimismo, media docena de
preservativos marca sultán.
A nuestro pequeño
musulmán le faltaba pescuezo sobre el rozadero del terreno o pequeña
hondonada, para, por medio de señales manuales, indicarle a su amada el lugar donde
él la esperaba ansioso. En ese rozadero o leve quebrada, estaba micro puente de
cemento llamado bóveda; pero, esa noche, el piso inferior serviría de lecho
nupcial a esa descomunal pareja. Sobre tal pétrea bóveda descansaban durmientes
con rieles de vía férrea.
En efecto, a 05:30pm, Sol pre navideño (¿1956?) con sus cachetes de
gringo y pícara sonrisita, se despedía de aquel par de tórtolos; mientras, tren
IRCA con rumbo a San Miguel o a la Unión, dejaba oír sus característicos ruidos
antes de llegar al punto donde ponía reversa para entrar de retroceso hasta
Virola. De inmediato, aquella potranca lujuriosa se encaminó hasta el interior
de la citada bóveda ferrocarrilera ya descrita, donde era esperada por don garañón. Después del prolongado beso de
rigor como bienvenida y del primer acto orgásmico de pie a medio desvestir,
ella, ya en penumbras, se quejó por sentir cierto mal olor no nauseabundo, pero
penetrante y continuo. El moderno Asmodeo
la tranquilizó cuando le habló así:
—Ese olor a
mieles fermentadas son de pulpas de café, pues cerca de acá está la finca
cafetalera de nombre Suiza con su pequeño y primitivo beneficio húmedo.
Depositan pulpas mojadas en estas proximidades, porque muchos agricultores del
Pueblito, de Virola, de San Vicente y más, la llevan en vagones hasta sus
propiedades. Resto sobrante es arrastrado hasta el mar cuando
en mayo bajan primeras correntadas de aguas lluvias desde volcán Chinchontepec,
ahí al frente. Esa pulpa también da abundancia de moscas; mas, por las noches
dichas moscas no molestan porque duermen.
Del enorme
maletín ella sacó ropa de cama y
de abrigo para el duro lecho de cemento y
mitigar infaltables “hielos del
niño”, aumentados por ráfagas de tardíos vientos de octubre; también
extrajo algunas golosinas finas (galletas marca Lido o Victorias) para postre
en tan liviano cenar. Cenaron con dos huevos duros, dos chorizos, dos tortillas
tostadas para cada una de dos raciones. Tan finas golosinas fueron el postre.
Después, en pura pelota, continuaron
amorgonándose. A 06:30 de esa ya noche, segunda descarga hormona-sexual de
ambos estaba exigiendo rápida salida. Aquel caballero semental, tratando de evitar malos tratos en espaldas,
glúteos y occipucio de la dama, optó por ocupar él, el nivel inferior; ella, el
superior a horcajadas o, la con vulgaridad llamada veladora chorreada o algo similar. Segundos previos al momento
orgásmico o clímax, nuestro señoritingo de esa década (1948-57) sintió deseos
exigentes de expulsar algunos malos aires; para lo cual, con ambas manos separó
al máximo ambas tapas glúteas. Olor a huevos podridos de inmediato inundó atmósfera
bajo la bóveda; pero, también de inmediato, —por relajamiento de todos los esfínteres
anales para expulsar malos gases—, Mefistófeles criollo sintió penetración
anal, uno tras de otro, de dos cuerpos
cilíndricos, lubricados, duros, poco largos (30-40cms) con grosor similar al pene
de un hombre negro del ex Congo belga. De inmediato, aquel joven donjuanesco lanzó alarido destemplado; en forma automática, con
increíbles fuerzas, arqueó su tronco hacia arriba, lanzando a mujer cabalgante
contra techo pétreo de tal bóveda; habiéndose golpeado ésta, la mollera o coronilla,
para quedar noqueada por varias
horas, hasta cerca del otro amanecer. Garañón fornicado, por par de culebras
tepelcúas anidándole en ampolla rectal o ciego, no prestó mínimo auxilio a su
pareja; tomó, con mano derecha, su “esmitingüeso”
de seis pulgadas y con mano izquierda, su lámpara de mano marca gato. Comenzó
a alumbrar a diestra y siniestra. Con rayos luminosos perimetrales descubrió
procesión de incontables culebras: cortas, macizas, negro-brillante, con dimensiones
similares a las sentidas por canal anal del personaje cuestionado. Tales
macizas culebreas, casi en tropel buscaban refugio localizado al interior de
montículos formados por pulpa húmeda cafetera. No hizo fuego con su revólver
por temor a llamar la atención de pareja de guardias nacionales en finca Suiza,
y complicar más aquel estado caótico de ambos tórtolos, retornando medio
quejumbroso a cueva ferroviaria-tálamo con retorcijones abdominales “in crescendo”. Recordó: escamas de
estas animales son imbricadas, por tanto: destrozarían intestino grueso,
incluyendo ampolla rectal y ano, al
tratar de extraerlas por fuerza tirando hacia afuera de sus colas, pues a una
de ellas aún se le tocaba unos diez centímetros de cauda. Estos pensamientos
lógicos venían a mente del Casanova emproblemado,
porque había aprendido en Quezaltepeque, en tiempos de la maestría sanitaria
sin ser doctor en medicina. También sabía cómo curarse de esa emergencia; pero
no estaban dadas las condiciones respectivas. Titilantes estrellas marcaron:
09:00, 10:00, 11:00, 12:00 de la noche, y el erótico amolado ya no tocaba más
la cola residual. Dolores abdominales bajos aumentaban en forma geométrica. En
tanto, aquella dulcinea oriental roncaba simulando a olla tamalera hirviendo;
más espumarajo beige peri bucal. Ambos hechos ignorados por el varón
desesperado a causa de cólicos cecales o rectales.
Al filo de 05:00am, cuando aquella
aurora era más bella y nuestro héroe sexual parecía niño tierno por llanto
destemplado, de súbito aquella oriental princesa suspendió ronquidos del coma
post traumático, sacudió su melena alborotada, limpió reseco espumarajo peri
labial, empezó articular quejidos de rigor, también a pronunciar incoherencias
religiosas y a buscar, para ponérselos rápido, mínimos corpiños y fuerte pantalón de tela MacArthur (pasa-ríos) llevado puesto la tarde anterior a manera de
cinturón de castidad en esos desolados parajes a donde había sido obligada a acudir por maldita esperanza
de llegar, pronto, a formar estable y decente hogar. A 06:30 de esa mañana, el
Sol cachetes de gringo volvía a sonreírles levantando su enguantada mano
derecha para saludarles. La muchacha, sólo con leve dolor de cabeza o, “male di testa” en italiano, se deshacía
en desesperadas atenciones para con su amante quien, mientras ella estuvo inconsciente,
había terminado con media docena de pastillas efervescentes y con otra media
docena de cápsulas antiespasmódicas encontradas en aquel enorme maletín, con
resultados nulos. Medio enloquecido por
retorcijones y a punto de desvanecer, relató
a la compañera sexual lo sucedido. Le indicó cuánto debería hacer ella para
sacarle de aquel infiernillo cecal. Aquella desorientada muchacha ató fuerte las cintas del calzado tenis y dirigió
presurosa sus pasos a casa rural del anciano don Nacho Roque, distante a una
legua (04kms). Don Nacho fue trabajador
medio esclavo agrícola jubilado. Estuvo al servicio de abuelos maternos del muchacho parasitado por mancuerna
de tepelcúas. Doña Catalina, esposa de don Nacho, atendió a desesperada jovencita, porque don Nacho, a
causa de sordera senil, estaba incapacitado para hacerlo. Puesta en autos doña
Catalina (orgullosa de su estirpe nonualaca, similar a la de su esposo), a su
nieta habló así:
─“Tomasita:
vení pacá… a tu compadrito, el señorito
fulano, se le han metido dos tepelcúas. Que Mingo, mi otro nieto, ordeñe ya dos vacas prietas y vos, Tomasita, restregá
con jabón y mascón el lavatorión de peltre, mientras Hilario, tu padre, ensilla
el caballo trotón para llegar más rápido; en tanto, usted, jovencita, vuélvase
ligero a la cueva del tren, pues el niño fulanito la estará necesitando más que
nosotros, y vos, Tomasita: ¿Ya aseaste el lavatorión? (…). Entonces, andate con la señorita para que entre ambas vayan
chineando ese trastón. Cuando Mingo termine el ordeño, él, a caballo, las
alcanzará ya cerca de donde está mi niño patroncito”.
Ambas mujeres: campesina y capitalina,
salieron a toda prisa. 10mins más tarde, Mingo terminaba ordeño y colocaba en
dos tecomates, aquellos 15 litros (20 botellas) de leche espesa calientita
recién salida de ubres. Montó el trotón mientras Hilario, su padre, acomodaba tecomates
sobre peineta delantera de aquella albarda de cuero crudo. Faltando un kilómetro
para llegar al lugar de tal emergencia, Mingo alcanzó a las mujeres; montó en
ancas a la capitalina, pues ésta mostraba signos profundos de cansancio. Así, el
trío llegó hasta donde estaba el enfermo de “tepelcuítis”. Entre aquellos tres
desnudaron al tepelcuoso; mas, éste, quizá por vergüenza natural, medio se
resistía a quedar chiroto; pero en su interior tal vez decía: ¡Apúrense,
apúrense! Luego lo obligaron a sentarse en el lavatorión lleno hasta la mitad
con aquella sagrada medicina. Mingo, empuñando bendito garrote de güiligüiste, estaba presto a romper
cabezas de reptiles cuando éstos abandonaran por completo aquella maltratada
ampolla rectal del ex patroncito de sus abuelos… ¡Cabal!... 05mins más tarde, primer
animal estaba nadando sobre micro lago lácteo. Al mismo tiempo, pasando al otro
mundo por garrotazos; 03mins después, nuestro mártir había quedado liberado del
segundo ofidio.
Con
lagrimones sobre ambas mejillas, todavía chiroto,
aquel rey de Casanova pueblerinos no terminaba de besar pies a los dos jóvenes indígenas nonualcos
salvadores. (Tunante parasitado era blanco-ladino, sin mínima pringa de nonualco).
A 09:00 de esa mañana, pareja de glotones sexuales abordaban ferrocarril de
pasajeros venido desde Oriente del pequeño país con rumbo a la capital.
Convaleciente varón bajó en próxima estación llamada Tehuacán; mientras, hija
de Mao Tse Thung continuó ruta hasta San Salvador. Don Héctor Brito, jefe de
Tehuacán, al verlo pálido-ojeroso, le ofreció y lo montó en su cabalgadura para
llegar al Pueblito, distante dos kilómetros al sur de esa estación. Aquella
sacrificada señorita nunca llegó a ser esposa del flamante, en negativo,
personaje nuestro.
FIN
12 de febrero en 2006.-
CULEBRAS TEPELCÚAS SON ABUNDANTES BAJO MATERIALES ORGÁNICOS EN PUTREFAACIÓN DE EL SALVADOR. DIMENSIONES Y COLORACIÓN ENNEGRECIDA ESTÁN BIEN CLARAS EN LA HISTORIETA; SIN EMBARGO, QUE ESTOS OFIDIOS PERFOREN CANAL ANAL DE QUIENES DEFECAN EN SUS VECINDADES O FORNIQUEN EN LAS MISMAS; ASIMISMO, QUE SÓLO GUACALÓN DE LECHE VACUNA RECIEN SALIDA DE UBRES SEA ÚNICO MEDICAMENTO PARA OBLIGARLAS A SALIR DEL RECTO, NOS SUENA MÁS A SUPERSTICIÓN O MITOLOGÍAS NONUALCAS PRECOLOMBINAS; O, A, OBLIGAR POR TEMOR A INFANTES Y CAMPESINOS SUPERSTICIOSOS A NO DEFECAR EN CAMPO TRAVIESA.
ResponderEliminarEn Tecoluca, allá por años 50's---60's del XX, era gran secreto a voces las correrías concupiscentes o fornicatorias de este garañoncito de alta alcurnia; pues, por ser él tan económico hasta llegar a fornicar sobre lápidas sepulcrales del cementerio municipal para ahorrarse cinco u ocho colones cobrados por cuatro horas consecutivas en cualesquiera pensiones de San Vicente o de Virola; además de pocilgas más baratas del apodado "primo hermano" dentro del radio urbano tecoluquense; por economía monetaria exagerada prefería nocturnidades para ir a eyacular encaramado hasta en la meretriz Celia Pelona o sobre la volatina Miss Amalia, al pequeño cementerio pueblerino ya citado, sin importarle críticas mordaces de aquel campesino conglomerado y, mucho menos, el ser parasitado por ejambres de culebras tepelcúas.-
ResponderEliminarSegún relata esta crónica, aquellos tiempos juveniles del señorito bachiller parasitado por pareja de tepelcúas, ---1945-65---, allá en estación ferrocarrilera rural o de bandera llamada Cañas; más descripciones de esa comarca tehuacana como si una estuviese contemplándola desde butaca cinematográfica de aquella vieja película titulada "Qué Verde era mi Valle", me hacen suspirar de melancolía irreversible; pues yo, al ser ciudadana sanjuaneña nonualca, profesora de educación primaria entonces en Tecoluca, con residencia actual en barrio Analco de Virola y yo de apellido Noches con edad similar actual (85a) a la del bachiller tecoluquense amolado por par de tepelcúas, de quien fui admiradora ferviente por par de años; sin embargo, ahora, al enterarme por medio de este blog de don Anastasio Aquisí y con atención releer de mi bibliotequita privada las HISTORIAS ESCONDIDAS DE TECOLUCA, en especial el capítulo llamado "LAS TEPELCÚAS", pronto identifiqué al sujeto ése, poniéndome de rodillas de inmediato para dar gracias al Altísimo por haberme salvado Él de haber caído yo en la trampa bajo durmientes del ferrocarril.
ResponderEliminarAhora, si ese tal jovenzuelo ya anciano, intentara repetir tan sucia hazaña allá en esos mismos lugares paradisíacos de la Región Nonualca, el tiro le saldría por la culata; asimismo a la desventurada chinita: comparsa sexual, no sentimental, del avaro sujeto en mención; porque, ahora no serían tepelcúas las huéspedes del bajo vientre del Mefistófeles tecoluquense, sino penes humanos verdaderos desaguando sémenes allí por litros o galones; pues maras o pandillas andan con armas de guerra y, una pistolita "mitingüeso" amenazante, carcajadas les sacaría.
Al leer y releer esta crónica algo pornográfica escrita por Ramón F Chávez Cañas, he salido de tremenda duda; pues yo creía que este sujeto obsceno era el mismísimo Don Anastasio Aquisí, poeta autor de "MONÓLOGO CON SAN ROMERO DE AMÉRICA" que, dicho sea de paso, es largo pero histórico Poema donde el Poeta Aquisí poetisa con claridad meridiana a principales Próceres Salvadoreños, incluyendo, por supuesto, entre los diez primeros en siglos XX y XXI, ---éste, incipiente siglo no vaya a terminar siendo inSipiente como el XX---, al PRÓCER ÓSCAR ARNULFO ROMERO Y GALDÁMEZ. Por tanto, Don Anastasio Aquisí, ruégole dispensarme por haberlo confundido con el jayán del Chávez Cañas quien, de repente pudiese ser el mismo "Chichipate Cañaverales". Gracias.
ResponderEliminarNunca había leído u oído decir, ---ni en Ahuachapán, capital de tacaños o avaros---, que un joven caballero bachiller de holgada posición económica pueblerina, pudiese arriesgar su salud y hasta su vida al fornicar a campo traviesa sólo para ahorrarse par de colones al hacerlo bajo bóvedas ferrocarrileras o sobre frías lápidas fúnebres del cementerio local; pues, no sólo la fea y negra tepelcúa era amenaza para anos o rectos desprevenidos, también están las ponzoñosas vívoras cascabel y castellana; el tamagás, corales, vampiros,gusanos cuétanos, arañas de caballo y casampulgas; asimismo, malhechores bípedos implumes.
ResponderEliminarBien se deja ver: codicia y avaricia o pisiriquería de este lujurioso sujeto lo llevaba a exponer su integridad física y sexual en esos parajes nocturnos muy bien descritos por el doctor Ramón F Chávez Cañas, quien es mi primo cercano, pues mi madre: Herlinda Arcadia Garay de Cornejo, nacida en cantón El Palomar de Tecoluca, era prima-hermana de doña Carmela, mamá de Monchito Chávez Cañas.
Manuel Amancio Cornejo Garay.
Hacienda "El Jiote" fue propiedad de Don José Ovidio Chávez Muñoz, ahora de sus herederos. Don Ovidio compró tal hacienda a Don Rubén Sánchez padre del cantón San Diego sanvicentino; éste, a la vez la había comprado a doña Julia Angulo de Kleiton, quien la había adquirido de su padre: don Nicolás Angulo quien, en 1879 la "robiscompró" cuando Rafael Zaldívar y diputados espurios todos, firmaron la privatización de Realengos y Ejidos de todo El Salvador.
ResponderEliminarEn cambio, haciendas "Marcial" y "Los Amates", fueron propiedades de doña Juana Francisca del Carmen Chávez Henríquez viuda de Orantes Vela, quien las heredó, en 1944, de su madre: Doña Segunda Henríquez Angelino viuda de Chávez; y, ésta, en 1917, las había heredado de su esposo: Don Ramón Francisco Chávez Rivas quien, en 1879, a precios de "me lo llevo" las compró al gobierno ladrón de Rafael Zaldivar, Estas haciendas también fueron desmembradas del latifundio "Concepción de Cañas" que, antes y durante aquellos movimientos independentistas en 1821, pertenecía al cura José Simeón Cañas y Villacorta.
La estación ferrocarrilera de bandera llamada "Cañas" estaba, ---aún está pero abandonada---, en terrenos del latifundio que fue del cura José Simeón Cañas... La linea ferrea IRCA, desde 1916, separó las haciendas Marcial y Los Amates... Latifundios Tehuacán Opico, ---donde ahora está "Parque Ecoturístico Tehuacán", propiedad municipal de Tecoluca---, en tiempos coloniales y poscoloniales estaban separados por aquella enorme quebrada El Burro, ahora cuenca calavérica por despiadadas deforestaciones sucesivas, consecuencia de injustos y sucesivos gobernantes ladrones.
ResponderEliminarCuando Programas Educativos Oficiales de El Salvador, tanto en escuelas públicas como en privadas: primaria y secundaria, de manera especial Historia, ---al menos iniciar con cada municipio residencial de cada alumno, en primeros grados de primaria y en forma ascendente en resto de de la República entera; de Centroamérica y de toda América ya al estudiar bachilleratos y universitarios en general---; pues la única manera para hacer saber y comprender a tantas nuevas generaciones salvadoreñas ignorando tan tristes raíces de sus linajes y que: curas, politicastros y ahora pastorzuelos fanatizados por más dinero en sus bosillos, se niegan a que se apruben tales programas; porque, según el logotipo de Universidad de El Salvador: "HACIA LA LIBERTAD POR LA CULTURA" más otros con similar significado (SÓLO LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES), urgen ser enseñados a nuestros jóvenes adultos, adolescentes y niños.
ResponderEliminarEl folklor mitológico salvadoreño, en este caso, es bastante ingenioso al describirnos a un pequeño pero macizo ofidio con picarezcas cualidades de homosexualidad activa al fornicar en directo al ano o recto del garañoncito de Tecoluca... ¡Claro!: cualesquiera personas supersticiosas de inmediato pondrán sus ojos y oídos en las facciones viriles del opulento bachiller parasitado por mancuerna de tepelcuas, y hasta podrían carcajearse por esa amolada tan grande sufrida por tal señorito bachiller.
ResponderEliminarNuestro empobrecido e iletrado campesinado se siente aliviado cuando levanta calumnias a quien o quienes le superan en dinero u otros bienes de fortuna, así: a Nicolás Angulo Fifueroa, dueño absoluto del latifundio Tehuacán en Tecoluca desde 1882 hasta 1930 cuando testó y murió, se le concideraba "apactado" con el Diablo; y no ladrón de Realengos; a tunantes nocturnos "jugados" y enloquecidos por la Ciguanaba nocturna, jamás se les acusaba de ser sifilíticos en últimos estadíos de tan proteiforme enfermedad venerea, tan mortal entonces hasta advenimiento de Penicilina; y tan asquerosa enfermedad de prostitutas y prostitutas como en la actualidad lo es el SIDA.
El vulgar folklor mitológico salvadoreño, centroamericano, panamericano y mundial, está basado en el 2do postulado de Emmanuel Kant que se relaciona con la 2da necesidad vital de todo ser viviente, incluido el animal racional llamado humano: Fornicar para poder así perpetuarse las especies. Por eso el sionismo internacional neoloberal continúa haciendo enormes negocios con tratados pornográficos: coitos contra natura, pedofilias, homosexualidad en ambos sexos, perversión de menores, pederastia, y muchas aberraciones más.
ResponderEliminarLa tercera necesidad del animal pensante y "sólo del animal pensante", es la Espiritualidad aún confusa mucho después de excelentes trabajos nunca religiosos hechos por Freud, Joung y pocos más. Entonces, de tal espiritualidad amorfa se valen charlatanes seudo religiosos para llevar exagerados lujos a sus harenes, tanto católicos como protestantes (mormoneros gringos). Así: malignas tepelcúas celestiales vienen a ser: el Diablo con su corte infernal de ángeles negros bailando sobre tisones encendidos... Esta mitología terrorista es propia del judeocristianismo; pues, en paganismo egipcio, greco-romano, hindú, vikingo, maya, inca, aimara, azteca y más, tal mitología religiosa y terrorífica no está descrita.
Machismo patognomónico aún imperante en El Salvador, pero mucho más crudo en décadas del 40 al 60 recién pasadas, hacían que señoritingos adinerados pèro de escasas formaciones morales, pueblerinos y citadinos, diéranse lujos al contar a otros sus bestialidades concupiscentes como lo hacía o lo sigue haciendo este ya anciano decrépito en tan hermosa región Tehuacana de Tecoluca; pues, según voces públicas de entonces, tantas bestialidades cometidas por este sujeto depravado, de inmediato eran públicas sin necesidad de bandos municipales ni de radiodifusoras.
ResponderEliminarEl machismo guanaco o salvadoreño está tan bien zampado hasta en mentalidades femeninas y hasta maternas. Es común escuchar decir a una madre quien tuvo la desgracia de haber parido sólo varones. Esta obsoleta madre de familia le dice a su par, quien tuvo la inmensa dicha de parir tres, cuatro o más hembritas: "Óyeme, vecinita: amarra a tus potranquitas porque mis garañoncitos andan sueltos, y yo no puedo resonder por cualesquiera haberías que ellos puedan hacerte".
ResponderEliminarOtro espejo machista entre mujeres se da cuando una o más de ellas empiezan a hablar en contra de otra u otras féminas, sin haber aparentes motivos para ello; por ejemplo: si la mujer criticona o despectiva es hembra "setentona" y la criticada aún no llega a 30 primaveras, se ve el machismo femenino crudo o anti feminismo, cuando la setentona con desprecio llama "vieja" a la joven "treintañera". Podríamos citar miles de ejemplos pero por ahora basta con éste.
ResponderEliminarEntre mil formas de machismo en mujeres o auto antifeminismo, está el mirar con menos precio a la dama o damisela de escasos recursos económicos pero con dotes de belleza natural e inteligencia sobresalientes. Es aquí donde tantas ancianas hasta octogenarias sufren muchos vértigos, porque ellas con sus hijas y hasta nietas no han pasado de zopilotas a quercas. Es más: estas viejecitas matusalénicas van a misa o al galerón del reino jehovanero o tabernaculero, no por devoción a los dioses extranjeros sionistas, ni a la diosa María; van, en 95% de las veces, para gozar de su sado-mazoquismo al contemplar tantas bellezas juveniles de entre 15 y 40 lozanas primaveras; pues de allí estas centenarias ancianas diabéticas, hipertensas y reumáticas, obtienen el material semanal para auto torturarse con sus machismos feminoides.
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