HOMICIDIOS POR HONOR
Tomado del libro “Historias Escondidas de
Tecoluca”
cuyo autor es Ramón F Chávez Cañas
Ocurrió el año
45 del XX, en aquel apartado Pueblito de nuestra pequeña y única república. Ocurrió
a mediados de agosto, cuando Hirohito japonés se rindió después de aquellos dos
inmediatos bombardeos atómicos ordenados por uno de tantos genocidas gringos
apodado o apellidado Truman.
Don Federico
Rodríguez era adulto robusto y sazón, sin llegar todavía a media centuria; hijo
del último par de ceros del siglo XIX, por lo cual había nacido y crecido con “tranvía
y vino tinto”, e iba madurando a la par de la centuria actual. Vivía con
humildad, tal cual vive un “pobre a gusto”:
ordeñando vacas y cultivando tierras propias de mediano agricultor pueblerino.
Por no haber anticonceptivo de Química moderna, había engendrado la docena de
hijos; todos de un fiel matrimonio con esposa abnegada. Era regio confidente
para los más pobres de esos lugares; de manera especial para: iletrados y explotados
jornaleros campesinos. Pícaros explotadores, ladrones y perversos agiotistas,
temblaban cuando don Lico (Federico) se enteraba de zanganadas crudas de estas
sanguijuelas torvas. Sin ser abogado, ni haber puesto un solo pie en algún
recinto universitario, hacía escritos cabales denunciando a perversos hasta en
cortes supremas; asimismo, acompañaba, — pagando de su propio peculio—, los
viajes del ofendido hasta el tribunal respectivo, llegando, en algunos casos,
hasta la ciudad capital. ¡En fin, era gran defensor de los Derechos Humanos a
la antigua! De esta docena de engendros le nacieron cinco nenas. Una de las más
bonitas se llamaba Rita Lina, quien a sus 17 abriles fue reina de festividades
patronales pueblerinas locales; madrina a perpetuidad de futbolistas y de basquetbolistas;
paseada en carrozas tiradas por semovientes casi en todos los días festivos; madrina
de bautismo de un centenar o más de recién nacidos. Hacía poco había obtenido
el título de oficinista en cierta academia o colegio de la ciudad cabecera
departamental; mas, don Lico, nunca quiso buscarle trabajo en la localidad,
mucho menos afuera de la comprensión municipal. Entonces, la señorita servía de
secretaria-contadora en las cuentas de su padre. Era de cutis rosado fino,
blanco, figura espigada y caderuda; con busto desafiando al volcán
Chinchontepec. Montaba briosos corceles para pasearse por el poblado,
despertando admiración desde viejos hasta jovenzuelos. Sus hermanos varones, mayores,
se encontraban realizando estudios superiores en la ciudad cabecera o en la
única universidad de la ciudad capital de aquellos tiempos diamantinos. Por compacta
unidad de aquel grupo familiar y por severidad del cabeza de familia, Rita Lina
era apreciada y respetada.
*****
Seis años atrás, desde el cantón más remoto del municipio, subió
o bajó, hasta aquel tranquilo Pueblito, cierta viuda con cinco hijos buscando
seguridad, pues el esposo e hijo mayor, por querellas sobre tierras, habían
sido asesinados en apartado camino rural. Llegaron para quedarse a vivir en el
poblado en misma calle o avenida, a 100mts distantes del hogar de Rita Lina.
Dos de aquellos hijos mayores de esta señora viuda estaban establecidos en ciudad
San Salvador, y, una hija mayor era postulante en indeterminada congregación
religiosa católica; por tanto, sólo dos hembras y un varón eran acompañantes
permanentes de la viuda mencionada. Este varón, de faz indígena con cabellera
lacia y negra pareciendo cabeza de güisquil o güisayote, de mirada penetrante
sin sostenerla con sus interlocutores (mirada de coyote); y de estatura algo
inferior a la mediana, con robustez moderada, tenía un nombre tomado de
almanaque: Pío Quinto o, Pioquinto, a secas. Llegó casi adolescente, por lo cual
no pudo matricularse en escuelita pública de primaria. Al parecer, era iletrado
virtual; pero no real, pues desde primeros años de su nueva vecindad este joven
indígena empezó a descollar como uno de los primeros catrines, tanto en vestir
como en montar; asimismo, en transacciones comerciales de compra-venta de
ganado mayor y cereales. También era bastante
afamado por ser empedernido mujeriego habiendo, el ingrato, dejado con los
colochos hechos a innumerables señoritas campesinas de cantones aledaños. Este
joven adulto Pioquinto se codeaba con autoridades locales (alcalde, juez de
paz, sargento de GN., comandante local). No con autoridades culturales
(maestros, secretarios, telegrafistas, etc.). Además, con principales “riquitos
pueblerinos” afiliados al partido oficial Pro Patria, recién decaído junto con
su testaferro: general Maximiliano Hernández Martínez del cual, don Lico, era
férreo opositor; pues él, don Lico, era segundo coordinador general municipal
en Partido Demócrata del Doctor Arturo Romero.
Así las cosas,
desde el año 40 ó 42, Pioquintillo, —tal cual le llamaban los yoyos,
porque a nivel pueblerino había creado gran ama de poseer mucho dinero—, se
estaba carteando con Rita Lina. Esto, después de haber bailado con ella durante
la celebración de la fiesta rosa de la misma. Pioquintillo sería mayor en
cuatro años, cuando llegó a pedir la mano de la agraciada señorita. Llegó
acompañado de algunos familiares y de otros amigotes de los antes mencionados,
entre ellos el señor juez de paz local nombrado a “dedazo”, quien no era
académico universitario, porque entonces tales funcionarios serían de cuarta o
quinta categoría, escogidos por la superioridad corrupta, quien pedía el
“plácet” del cacique pro militarista más encopetado de cada lugar, incluso de
ciudad capital.
Con cierta
renuencia don Federico accedió, fijándose dos distintas fechas para las bodas
civil y religiosa, con lapso de 15 días entre ambas. Por supuesto, la civil
sería primero, a celebrarse en casa de habitación paterna de la novia. Después
de esa diligencia legal, Rita Lina quedaría siempre bajo la patria potestad.
Asimismo, a pedimento materno, la futura desposada permanecería, durante ocho
días, después de boda religiosa, bajo matriz potestad. Total: 22 días después
de haber alcanzado el estado legal de señora. Todos estos compromisos fueron
acordados y firmados por Pioquintillo y comitiva. Un hermano de don Lico fue el
escribano. Recogió todas las firmas posibles al respecto. Tal documento
serviría de base para analizar los desagradables momentos a sucederse en el
porvenir casi inmediato.
Pasó
raudo el tiempo estipulado. La ceremonia civil empezó a cumplirse. Elegante
casa paterna de bellísima señorita Rita Lina estaba colmada por múltiples
familiares, sobresaliendo los tíos, hermanos y primos de la jovencita quienes,
vistiendo elegantes trajes enteros con olor a vitrina, disimulaban las armas de
fuego portadas en su cintura. En seguida hizo su aparición Pioquintillo con el
séquito constituido por su viuda madre, dos hermanos y el alcalde, quien
efectuaría aquella ceremonia civil. Éste era acompañado por el secretario
municipal. Dicho edil comenzó leyendo los artículos del Código Civil al
respecto. Luego, imitando o superando a cualquier cura párroco orador, dijo la
homilía civil adecuada. En seguida, pidió las firmas de los novios, para luego
continuar recabando rúbricas de testigos legales del evento. Al término de
estas diligencias, don Lico tomó la palabra para decir, con palabras fuertes,
claras y vehementes, lo siguiente: “Señores
autoridades civiles locales, familiares del novio, convidados especiales y
familiares míos: aun cuando la ley no lo pide, tampoco lo prohíbe. Mi señora y
yo, estamparemos nuestras firmas en ese, para nos, importante documento. Por
tanto: pido al señor secretario municipal poner en mis manos ese libro de
registros”. Ambos pícaros munícipes y el novio, con sorpresas y dudas, intercambiaron
sus asustadizas miradas. Titubeante, el señor alcalde entregó el libro. Reinó silencio
expectante. Don Lico tomó asiento en uno de los extremos libres de la mesa. De bolsas
interiores de su saco extrajo su pluma fuente marca Esterbrook; sin separar el capuchón protector de ésta, la depositó
sobre la mesa. El libro le había sido entregado abierto y señalado con cruces
de grafito los lugares para firmar, lo cual el inteligente padre obvió. Cerró
tal volumen. Empezó a contar folio por folio; al mismo tiempo, a comprobar
firmeza del encuadernado, Cuando llegó al acta matrimonial de su interés,
comprobó: tales folios no estaban enumerados. Al hacer moderada tracción sobre
los mismos, éstos cedieron para quedar solos en dedos del anfitrión. De
inmediato, dando dos fuertes y sonoros puñetazos sobre aquellas tablas, se
irguió; llevó la mano derecha hacia su cintura izquierda mientras, con la otra,
iracundo exhibía en alto las dos fojas falsas escritas y firmadas. Su derecha,
empuñando pistola automática Browing de
9mms, fue apuntada en contra de los dos ediles y del, en esos momentos, pálido
y tartamudo falso novio. Al ver este súbito gesto del ofendido patriarca, aquellos
tres patrañeros intentaron ponerse en pie, llevando, ipso facto, las manos en señal de empuñar armas; pero los otros ofendidos
parientes de Rita Lina, rodeándoles en medio círculo envolvente, con sus
respectivas armas de fuego trataron de impedírselos. Don Benito, hermano de la
madre a burlar, se apresuró tal cual rayo, para separar, del lado de Pioquinto,
a Rita Lina; pues en término de cinco segundos los ánimos eran Volcán de Izalco
de aquellos tiempos. Retirada la señorita, sólo quedaban sentados, en incómoda posición
de levantarse, aquellos tres comprobados farsantes. Falso novio intentó echar
mano a la cintura, luego, “ambos dos”
munícipes intentaron hacer lo mismo; pero, en milésimas de segundo, les llovió
andanadas de plomo. El trío de malignos farsantes cayó de espaldas sobre sus
respectivos asientos. No hubo tiros de gracia. Casi todos los familiares de la
novia salieron huyendo por distintos rumbos; mientras la madre del novio
gritaba inconsolable antes de desmayarse. Los dos hermanos de Pioquinto, encañonados,
estaban manos arriba aceptando humillados
la imprudencia temeraria y criminal del occiso hermano. Los hermanos de Rita
Lina desarmaron a los dos. Ya para entonces eran personas no gratas. Diez
minutos más tarde se hicieron presentes las dos parejas de correyudos beneméritos guardias nacionales acompañando
al juez de paz respectivo. A puertas cerradas se hizo el reconocimiento legal
de los cadáveres. Los mal llamados “beneméritos” intentaron poner las pitas en pulgares
de don Lico, hijos y sobrinos.
El
vulgo curioso había abarrotado toda la cuadra frente a la casa fúnebre,
haciendo variadas conjeturas e inventándose bolas
de diferentes volúmenes.
Don Ramón, un vecino inmediato de don Lico, al
instante contactó, por vía telefónica, con tres notables abogados de la
cabecera departamental. Media hora más tarde, aquellos togados estaban al
interior de la casa funesta. Esposa de don Lico había recogido los falsos
documentos y al instante los guardó en su mediana caja fuerte empotrada en gruesa
pared de adobes. La conducta del juez de paz fue timorata, pero valiente. Con
don Ramón y otros vecinos, impidieron poner pitas, mientras llegaban abogados
defensores. Los jurisconsultos revisaron el libro y falsas hojas matrimoniales.
Levantaron el acta respectiva. De inmediato devolvieron tal volumen al juez de
paz. Los falsos folios fueron entregados a doña Horocia, madre de la señorita. El juez ordenó levantar los cadáveres. Entregó
en custodia a los cinco implicados. El doctor Julio Alfredo Samayoa padre los
recibió en depósito, llevándolos consigo a residencia en cabecera
departamental. En menos de 72hrs, —término de inquirir—, fueron puestos en
libertad porque se alegó y comprobó defensa, no de la vida, sino del honor
familiar. La señorita vistió hábitos de una congregación religiosa católica. El
tiempo siguió su imparable curso.-
FIN
18 de mayo en 1999.-
En en esta trágica historieta se han suplantado verdaderos nombres de principales protagonistas; pues, a pesar de la diáspora o exilio ocasionado en todo El Salvador por las armas nacionales al servicio de extremas derechas, asesinas y ladronas, aún hay en aquel inolvidable Pueblito algunos bisnietos o tataranietos de Don Federico; y, no quisiéramos recordarles esos homicidios que en uno u otro sentido desequilibró la Paz familiar de aquellas honorables familias.
ResponderEliminarRamón F Chávez Cañas.
Tecoluca, por su indomable valentía histórica desde primeros tiempos de conquista española y de colonización por los mismos europeos, hasta llegar a tiempos de Anastasio Aquino en 1833 y más, ha sido calumniada de asesina por chapetones, primero; luego, por criollos y sus corifeos: guanacos, curas, y hoy, pastores.
ResponderEliminarFue así como, entre 1945-65, un cura llamado Antonio Cubías, originario del pueblito Verapaz vicentino, y luego cura párroco en iglesia catedral de San Vicente, se dedicaba, domingo a domingo en misa de 09:00hrs, a despotricar contra nuestra humilde Tecoluca acusándola de carnicería bárbara en cada domingo. Con dicho proceder este cura de marras, desde el púlpito, hacía que mucha de aquella feligresía vicentina se formara espejismos de mentiras y mirara de reojo a todo aquel originario o vecino de Tecoluca.
Sin embargo, vicentinos pensantes, ilustrados, no guanacos, ni adoradores de Cristo Rey, ---lúgubre asociación ésta capitaneada con fines politicastros por un obispo espurio apodado Tamagás, quien miraba como comunista peligroso a quien no lo reverenciara y se negara a besar el sucio anillo obsipal del tal Tamagás---, siempre miraron en nosotros, bisnietos del INDIO AQUINO, a salvadoreños dignos de llamarse Jaguares.
La carnicería de aquel lejano 15 de agosto en 1945, no necesita mayores análisis; pues está tan clara como un soleado día decembrino; porque Don Lico, hijos y sobrinos, defendieron el Honor querido mancillar por aquel criminal trío de truhanes patrañeros; y, si volviese a darse otro caso similar, seguros estamos de que hasta Don Paquito Cornejo, ---ahora justo comerciante, ayer, ex empresario zapatero dirigiendo a finísmos obreros del calzado, cuya fina clientela tecoluquense aún lo añora; y ex músico saxofonista estrella de la también añorada Marimba Orquesta "Alma Vicentina"---, a ojos cerrados, Don Paquito, defendería al Pueblito Tecoluca; pueblito que vio nacer, entre innumerbles valientes a: Doctor Juan Crisóstomo Segovia: médico parasitólogo de renombre universal; Ingeniero Agrónimo,Doctor HC de UES, Manuel de Jesús Merino Argueta: padre de maíces híbridos centramericanos; Profesor José Ricardo Chávez Cruz: Maestro Meritísimo de El Salvador, diplomado así por El Ateneo de El Salvador, y por otro instituto cultural salvadoreño cuyo nombre por hoy no recordamos.
Anastasio Aquisí.
El indígena nonualco tehuacano ha sido siempre calumniado, achacándole delitos, hasta homicidios, cometidos entonces por la "benemérita" GN u otros cuerpos militares, paramilitares más civiles adeptos o adiptos al uniforme caqui, el cual se lo ponen cuando, como chaneques,van a poner el dedo hasta la casa donde vivía o vive el desarmado pero no desalmado campesino u obrero "comunista".
ResponderEliminarEn cantón La Cayetana de Tecoluca, en noviembre de 1974, soldados del cuartel vicentino más agentes GN de Tecoluca, asaltaron aquellas campesinas viviendas del cantón Cayetana; y, estas campesinas viviendas ---propiedad de señora Angulo de Cleyton, dueña, además, de toda la Hacienda Cayetana--- fueron incendiadas después de que los sabuesos de aquellas jaurías militaristas hipnotizadas por especialistas en despersonalizar al pobre contra otro pobre, habían cometido genocidios e infanticidios con gerontocidios en 60% del poblado.
La prensa formal quiso callar esa masacre; pero, a insistencias radiales de ysax y de otros débiles medios de información, el diablo dioy, perra trágica, tc-heces y más, se vieron obligados a dar la noticia pero tergiversada o salida de contexto; pues, tales asesinos genocidas eran presentados como presuntas víctimas.
Sí, es media verdad la existencia de hombres civiles campesinos de armas tomar, sobre todo después de 1880, cuando un tal rafael zaldivar con su amanuense asamblea legislativa, robaron, para criollos y chapetones, los 262 Ejidos municipales, más las incontables tierras nacionales o Realengos en tiempos coloniales.
ResponderEliminarAl verse despojados de sus vitales medios agrícolas ejidales, y al no querer incorporarse como neo-esclavizados a las tierras robadas por criollos ya mezclándose con vagabundos europeos y gringos, ---poco después, desde 1910-14, con turcos y chinos---, aquellos desheredados campesinos y pueblerinos nonualcos tehuacanos de Tecoluca, sobre todo los volcaneños del Chinchontepec y los costeños desde San Nicolás Lempa hasta caserío La Pita y más, optaron por empuñar armas para recuperar sus micro propiedades agrícolas usurpadas por ladrones, ahora tatarabuelos de narcoarenazis guanacos actuales.
Entre tantos valientes tehuacanos rebeldes, sólo recordamos a aquellos quienes, en décadas 40's y 50's, cuando nosotros éramos desde parvularios hasta adolescentes, a: Don Pantaleón Renderos, Don Santos Bardales, Don Rogelio Vela Chávez, Don Santana Chirinos, Don Antonio Aguilar, Don Ramón Francisco Chávez Henríquez, Don Manuel Alférez, Don Nicolás Raymundo Cañas Merino, Manuel Humberto Díaz Chanchanico y poquísimos más quienes, cuando el diablo de la libertad ejidal se les metía en los sesos, hasta la sarcástica Guardia Nacional local se refugiaba bajo sus catres en el cuartelito municipal.
A estos personajes anónimos del Pueblito Tecoluca, aquellos medios noticiosos, incluyendo púlpitos católicos, y poco después radiodifusoras, (desde 1924 estas últimas), acusaban de bandoleros, cuatreros, entilados, comunistas, masones y más. Lo cual significaba carcel y hasta asesinato por medio de juicios amañados en pro de oligarquías, tal como sucedió, en 1942, con el asesinato "legal" por fusilamiento contra el rebelde joven señor llamado Vitelio Roque.
Claro, como en toda comunidad humana, también en Tecoluca existieron mínimos humanoides despreciables pot haberse creído descendientes directos de: Carlos III; Pedro de Alvarado; marquez de Lara; o marquez de Austria y Lorenzana; por lo cual se creían con derecho hasta de azotar a sus humildes peones agrícolas en condiciones más abyectas que las coloniales con sus "encomiendas"; pues estos criollos del XIX y gran parte del XX, eran y aún son en el XXI, tan nefastos como lo fue "dabuisón" en postrimerías del XX.
ResponderEliminarSólo citaremos a un auténtico tecoluquense quien, en 1879, de súbito amaneció riquito porque el presidente "zaldívar" le había "regalado" por ser genuino "arenero" de ese entonces, una mínima porción de cuanto fue la hacienda o Realengo San
Jerónimo. Además, este tecoluquense e inmediata descendencia, se creía el superhombre por haber alcanzado el grado ¿ficticio? de "general de división" porque peleó en Coatepeque de El Salvador, ¿1869?, contra tropas unionistas comandadas por Justo Rufino Barrios, Presidente de Guatemala.
Esta caricatura tosca de "general de división", a sus peones domésticos y agrícolas, por insignificante fuese la falta cometida, los mandaba a colgar de tobillos, cabeza abajo, en las ramas bajas de una ceiba sobre riberas del Río Caliente local. Los colgaba durante horas, según fuese la falta atriubuida por el tal salomón diabólico tecoluqués, llegando hasta 12hrs nocturnas consecutivas.
Además, este hijo o nieto de peninsulares pobres, apellidado Molina, y auto apodado "general de división", daba en venta pequeñas o medianas parcelas de las tierras que "zaldivar" le había regalado; pero, por la noche, con su jauría criminal llegaba a deshacer cercos y, quién o quiénes le protestaran, de inmediato eran asesinados. Con esta patraña pretendió humillar a Don Francisco Chávez Rivas (1914); no obstante, al fracasar el intento de asesinato llevado a cabo por el sicario de Jiquilisco llamado Lucio Panameño, Doña Segunda Henríquez de Chávez viajó en lomo de mulas hasta San Salvador... Se entrevistó con su compadre: General Fernando Figueroa, expresidente de El Salvador y padrino de bautismo, 1901, del entonces niño Monchito Chávez Henríquez... Pocas semanas después, el Lucio Panameño fue "venadeado" en Jiquilisco; pero, el "general de división" Carlos Federico Molina, continuó impune hasta fallecer en 1918-
CAUSA ENOROME DESILUCIÓN CONTEMPLAR A IMPORTANTES MEDIOS DE DIFUSIÓN MASIVA AUTO-LLAMADOS DEMOCRÁTICOS DE IZQUIERDA Y HASTA COMUNISTAS, DESPOTRICAR A DIARIO CONTRA DE ELLOS MISMOS DEFENDIENDO Y/O ATACANDO DOCTRINAS BALADÍES DE CARÁCTER ELECTORERO EN 100% DE SUS CONTENIDOS; PUES ELLOS, DERECHISTAS E IZQUIERDISTAS GUANAQUEROS, SÓLO PIENSAN EN EL MOMENTO ACTUAL O "COYOL QUEBRADO, COYOL COMIDO"; PREFIRIENDO IGNORAR LAS CAUSAS MEDIO MILENARIAS DE NUESTROS ATRAZOS SOCIALES, ECONÓMICOS, CULTURALES Y HASTA RELIGIOSOS; PUES EN ESTE ÚLTIMO CASO, CONTINUAMOS ESCLAVIZADOS A LA DIOSA MARÍA, AL PUTATIVO MARIDO DE ÉSTA Y AL MUCHACHO, SUPUESTO ENTENADO DEL CARPINTERO JUDÍO JOSÉ; CUANDO, EN NUESTRAS TEOGONÍAS INDOAMERICANAS, DESDE ALASKA HASTA PATAGONIA, TENEMOS CHULADAS DE DIOSES Y DIOSAS BENEVOLENTES, EJEMPLOS: PACHAMAMA, INTI, QUETZAL, JAGUAR, PUMA Y MÁS.
ResponderEliminarMIENTRAS CONTINUEMOS RINDIÉNDOLE TRIBUTO HISTÓRICO A: LOS CUATRO VIAJES DE COLÓN; BÚSQUEDA DE LA ETERNA JUVENTUD EN LA FLORIDA; QUEMA DE LAS NAVES POR CORTÉS EN GOLFO DE MÉXICO; BÚSQUEDA DE "EL DORADO" EN PARAJES SUDAMERICANOS; MISTERIOS NO MISTERIOSOS DE DEIDADES JUDÍAS ESCLAVIZADORAS; FALSOS PRÓCERES FABRICADOS EN EL SALVADOR POR LA "HISTORIA OFICIAL" ETCÉTERA.
MIENTRAS NO RECONSTRUYAMOS ESOS 500 AÑOS DE PÉRFIDAS MENTIRAS ESCRITAS POR: DESCUBRIDORES, CONQUISTADORES, COLONIZADORES,CRIOLLOS CON ADVENEDIZOS AVENTUREROS DESDE SIGLO XIX HASTA ESTE 2012; Y, TANTOS MEDIOS DE DIFUSIÓN DEL PENSAMINETO DIZ QUE DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA, CONTINÚEN DISPUTÁNDOSE BOTINES CON NARCOARENAZIS, IGNORANDO, ¿ADREDE?, EL ORIGEN DE NUESTRAS Y VERDADERAS RAÍCES HISTÓRICAS, EL SALVADOR, COMO NACIÓN, JAMÁS EXISTIRÁ; CONTINUANDO SIENDO COMO HASTA HOY ES: FAMÉLICO TERRITORIO EN DONDE BUITRES, HIENAS, CHACALES Y ZOPILOTES, TODOS GUANACOS, SE DISPUTAN NAUSEABUNDAS CARROÑAS, JUNTO CON CURAS, PASTORES, CHAMANES, BRUJOS Y ESTAFADORES EN GENERAL.
Abogados criminalistas del mundo entero, al leer este episodio histórico de Tecoluca llamado "HOMICIDIOS POR HONOR", de inmediato concluyen: éste no fue acto criminal; pues se trató de LEGÍTIMA DEFENSA al quererse mancillar el Honor sexual de la señorita Ritalina y. por consiguiente, el Honor de Don Lico, Doña Horocia e hijos, padres de familia y hermanos de la escultural e inocente señorita víctima de tal escarnio a consumarse. Por ello nadie debe asombrarse de la rapidez conque la justicia salvadoreña de 1945 no tardó ni 72hrs para poner en libertad irrestricta a Don Lico, hijos y sobrinos.
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