El Miedo

                    E L   M I E D O

               Por Ramón F Chávez Cañas

   Todo ser viviente, —de acuerdo hasta lo hoy conocido por Vida, ¿incluyendo, al menos, a vegetales?—, nacemos y crecemos con miedo natural, congénito o genético: una forma de auto defensa. Miedos dentro de seres humanos pueden hacerles descender hasta simas llamadas cobardía, pronto derivarse a delincuencia, o ascender a gloriosas cimas  rondando en Heroísmos.

    Miedo en animales inferiores sin duda existe: ¿por qué las cucarachas, apresuradas buscan escondrijos huyéndole a suelas de humanos? ¿Por qué gacelas bebés indefensos, buscan huecos o cuevas a fin de ocultarse de leopardos, leones, perros salvajes y chacales? ¿Cómo se explica aptitud y actitud de gallinas domésticas campesinas con alas extendidas, protegiendo a polluelos de inminente ataque aéreo por aves de rapiña, y el piar desesperado de los mismos? ¿Por qué tigres no atacan a elefantes y viceversa, ni leones a hipopótamos ni a cocodrilos?

    Miedo, hijo del dios romano Apolo, degradado a cobardía, sólo existe en incontables reyes de lo Creado por Iahvé, —según absurda mitología judeocristiana—. Cobardía se transforma en iras criminales cuando alguien, cobarde, ataca a traición con ventaja y alevosía como chacal africano, tal cual sucedió a desarmados: Abel, ultimado por pusilánime Caín; Jesús, entregado por discutible cobardía de Judas Iscariote; Abraham Lincoln, Prócer de afro-americanos, asesinado por payaso miedoso llamado “john wilkes booth*”; Doctor Manuel Enrique Araujo. —único digno Señor Presidente salvadoreño de todo el siglo XX y década primera del XXI—, mandado a matar, en febrero 4 de 1913, por cobarde cafetalero apellidado “alfaro”; Doctor Francisco I Madero: Señor Presidente Constitucional de México, asesinado por un tal cobarde apellidado huerta*, pocos días después, en mismo mes y año, del magnicidio contra salvadoreño Araujo; Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, epónimo obispo católico salvadoreño. Éste fue balaceado por sicarios bajo órdenes de un tal “dabüisón”**, alumno del “pinochet” chileno; monseñor Juan Gerardi, obispo católico guatemalteco, asesinado en complicidad con militares por cobarde cura chapín, católico también, llamado “mario orantes”. Hay infinidad de mártires o próceres por Libertad con Justicia Social asesinados por chacales o miasmas miedosas y cobardes.

    En resto de esta Reflexión sólo mencionaremos a los más conspicuos o excelsos de nuestra sufrida América degradada a esclavitud desde el fatídico 1492; personajes de carne y hueso, quienes desde Miedos naturales llegaron hasta Heroísmos al ofrendar sus vidas en manos de miedosos cobardes, rufianes de imperialismos pasados y presentes. Algunos de esos Próceres o Héroes son: Antonio José de Sucre, Miguel Hidalgo y Costilla, Santiago José Celis y Anastasio Mártir Aquino (subrayados son salvadoreños); Francisco Morazán, Gerardo Barrios, José Martí, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Agustín Farabundo Martí Rodríguez, Augusto César Sandino —o General de Hombres Libres—; Jorge Eliécer Gaitán, Rigoberto López Pérez, Martin Luther King, Camilo Torres, Carlos Fonseca Amador, Enrique Álvarez Córdova, —éste, Buda salvadoreño, abandonó inmensos latifundios agro ganaderos y cafetaleros de su absoluta propiedad, repartiéndolos en cooperativas campesinas pobres; luchando hasta morir torturado y asesinado por cobardes de su clase social, por defender y proteger a desposeídos compatriotas.

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    Aun pareciendo metafórico lo cantado en siguientes versos del bellísimo bolero cubano: “Silencio que están durmiendo/ los nardos y azucenas. /No quiero/ que sepan mis penas/ porque si me ven llorando, /morirán”///, quien escribe esta Reflexión, aún no pudiendo, por ahora, explicarse en lenguaje científico, enfático afirma: Mi esposa, Doña María Elsa Cornejo de Chávez, eterna enamorada de huertos y jardines, arrullándoles con palabras en cascadas, acariciándoles con sus palmas aterciopeladas, y regándoles en áridos por largos veranos tropicales, sin importarle excesos monetarios mensuales pagados por agua potable servida al respecto, obtiene, de sus vivos vegetales, mímicas agradecidas; también, de vez en cuando, por motivos justos: rosales, nardos, azucenas, campanillas, siemprevivas, margaritas y más, inclinan hojas y pétalos en señal sumisa de culpabilidades miedosas.

    Entonces: sapos sabaneros, babosas, lagartijas, arañitas, algunos zompopos, más pajaritos jardineros: —colibríes, tortolitas, alas blancas, sinsontes, chiltotes, guacalchías, zanates, urracas, avecillas migrantes y más, —normales habitantes o visitantes en su jardincito urbano, tecleño, de apenas 150m2 en periferia del Centro Histórico de ciudad Santa Tecla—, no ocultan regocijos por tales reprimendas dadas por mi esposa; lanzando audibles carcajadas batracias, artrópodas y ornitológicas. Sucede lo contrario cuando, Doña María Elsa acaricia sus flores, hojas y tallos; pues batracios, insectos y alados, celosos fruncen el zuño.

    Casos más patéticos de Miedos naturales se da en campiña salvadoreña, sobre todo en potreros de bovinos: existe cierta plántula llamada “Dormilona”, de hojas menudas, alargadas, uniformes y dispuestas en figuras parecidas a minúsculas o enanas palmas de cocotero; desplegadas cuales verdes paneles solares recibiendo energías vitales del padre astro; pero, si un bípedo, cuadrúpedo o ciempiés, en pleno Sol radiante de 12:00hrs, por accidente o voluntad contacta con tan bella plántula en maleza, de inmediato ésta, en menos de un segundo, empieza a replegar vegetales paneles solares. De Allí su apodo: Dormilona.   

    Concluyendo: todo ser vivo, con sangre, linfa, savia u otro medio de circulación nutritiva aún desconocido, tiene alma inteligente sin necesidad de ser alma “religiosa” eterna; pues, mientras haya claras o tenues señales de temores defensivos contra agresiones del medio ambiente o de humanos, como los ejemplos antes citados; asimismo, tiernas señales de agradecimientos amorosos similares a los dados por jardines de Doña María Elsa, debemos estar conscientes: el Miedo, con sus variables desde Heroísmo hasta perfidia o cobardía, existe en todo ser viviente; y, ¿por qué no hasta en minerales?... Seguiremos investigando.               

              **Miedosos cobardes y asesinos, jamás merecerán inicial mayúscula en nombres y apellidos, tampoco escritura correcta de pérfidos nombres.        

                                12 de marzo de 2009.-