NUESTRO NACIMIENTO
Por Ramón F Chávez Cañas
Ocupaba un gran salón
en casona de portales,
—la morada matriarcal—.
Su ingreso, por el portón
en esquina de ambas calles.
Dimensión: ¡fenomenal!
con juguetes a caudales.
En el fondo: sacra gruta
enorme y color verdoso
hecha con inteligencia
en tela llamada rusia,
por mi abuela y el primoroso
grupo con gran diligencia.
Con bombillos ambarinos,
palmas vivas de coyoles,
troncos verdes de Majoncho
y muchos frutos de pinos
resaltaban resplandores
a la vista de don Moncho.
En el centro aquel pesebre
sin el sacrosanto Niño,
hasta el día veinticuatro
del mismo mes de diciembre,
cuando su tierno corpiño
aparecía en lo alto.
A las doce de la noche
nuestra abuela en sus albores
con una sonrisa franca
de gala haciendo derroche
atendiendo a los pastores
con su cabellera blanca.
Era un lindo Niño Dios
de dimensiones humanas
donado por doña Antonia,
—su hermanita, la menor—,
quien lo trajo desde España.
¡Era cabellera blonda!
La Virgen y San José
bien labrados en madera
y de porte natural
por un santero, no sé
si de los nonualcos era.
Tal vez del pueblo San Juan.
Los reyes magos de oriente
—Gaspar-Baltasar-Melchor—
fabricados en masilla
lucían barba imponente
y de estatura menor
a San José y a María.
Y Estrellita de Belén
suspendida en una viga
era enorme y reluciente.
Confeccionada en papel,
papel dorado que brilla
(esa noche, especialmente).
En un plano más abajo
los numerosos pastores
pastoreaban sus ovejas.
Comprados en Ilobasco
donde la familia Torres:
orfebres finos, sin quejas.
En seguida la llanura
tapizada de aserrín
en donde abuela plasmaba
con ingenio y con dulzura
la vida criolla de ahí
y que a la gente dejaba
asombrada cada año,
pues nunca ella repetía,
—aunque así se le pidiera—,
otra vez antiguo cuadro
el que a muchos divertía
con sus adornos de hiedra.
Las lagunas y los lagos
simulados con espejos
mostraban cisnes y garzas
movidos con hilos largos
atrapando a los cangrejos
o en idílicas danzas.
También parejas de guardias
y policías de hacienda
haciendo preso a un “chichero”
con pulgares a espaldas.
No faltaba la molienda
ni el cura cual clarinero.
Ni el viejito tembloroso
con su pescuezo de alambre;
ni el borracho en la cantina
montando en caballo brioso;
ni los conciertos del parque
con la banda vicentina.
Ni el hombre sacando arroz
en aquel tronco ahuecado
llamado la piladera.
Ni el venadito veloz
huyendo todo alocado
de la bala, en la pradera.
También cerros y colinas,
ríos, arroyos y esteros
con el correr de sus aguas
hechas con papel de chinas
por sus nietos, como obreros
a la par de sus enaguas.
Por ser escenas nocturnas
las lámparas de carburo
así como los quinqué
con sus luces taciturnas
daban luz al Niño Puro
acrecentando mi fe.
23 de diciembre de 1992.
Bien se deja ver: escribir es un querer de cualquier persona humana. En este nuevo Poema de Don Ramón Chávez Cañas, hemos podido apreciar, --- comparándolo con la prosa sobre lo mismo publicada en vísperas de Noche Buena---, que el escritor: prosista o poeta, lleva en profundidades espirituales el Don dado por las musas del Olimpo griego.
ResponderEliminarLástima que en nuestros "modernos" campos artísticos literarios, sólo abunden en letras: prosa y poesía, sin mínimos contenidos en verdad artísticos; pues, versos libres o prosas recortadas, nunca pasan ni de la atención sincera en los 2 ó 3 primeros versos.
Es posible: ni los actores y autores de esta poesía conflictiva y de esas prosas ni profanas, sino asesinadas, sientan la enorme satisfacción de leer y releer sus propias creaciones.
Nacimientos descritos en "Nacimientos de Abuela Segunda" y "Nuestro Nacimiento" en verso, actual, nos dan clara señal de cómo el catolicismo y la espada había penetrado hasta en últimos rincones salvadoreños-nonualcos como lo fue y aún es Pueblito llamado Tecoluca que, gobernado en lo económico por aquellos oligarquitas encomenderos y fundadores de ciudad San Vicente de Austria y Lorenzana allá por diciembre 26 en 1635, bajo árbol Tempisque aún medio verde pero en pie; dos familias fincadas bajo el Tempisque, ---Cañas.una; Molina, la otra---, recibieron en "encomienda" (esclavitud disimulada), a toda la indiada nonualca de ese, todavía, inmenso municipio llamado Tecoluca.
ResponderEliminarLuego, en 1880, tras la garduña provocada por la extinción de Ejidos y Realengos, apareció en Tecoluca la familia Chávez Rivas que, al mezclarse con Cañas Y Molina, dieron origen a la mini-oligarquía puebelina, fabricantes de los Nacimientos ya descritos hasta decir ya no.