Anastasio Jaguar
Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):
Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.
En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:
“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”
El Poeta, joven, adulto o viejo, siempre es un niño, como lo demuestra don Ramón en este profundo poema de versificación menor, pero espejo perfecto para conocer el alma del Poeta
ResponderEliminarfue ese caballito el potrio blanco llamado garcita? en el cabalgue desde tecoluca hasta las salinas la propiedad de tia carmela...saludes a todos que el nuevo ano nos de mas inteligencia para continuar pariendo nuestros pensamientos como lo hemos hecho hasta ahora o si se puede hacerlos llegar a mas de nuestro amigos blogueros desde el norte que no es nuestro sur un abrazo
ResponderEliminarCangrejo andante
No, Cangrejito Andante, no. El potrío blanco llamado Garcita, propiedad del Chelito Orlando, apareció 10 años más tarde, allá por 1954-56, cuando tu tío Orlando viajaba a las salineras y, el Chelito, también ocupaba al Garcita para fisiquiar entre tantas bellezas femeninas de tu Tecoluca.
ResponderEliminarMuy bello poema, y la descripcion es tan buena, tal asi que no cuesta imaginarse todos los detalles hasta en colores. Me alegra que conserve tan bellos recuerdos de infancia, etapa en la cual la persona es realmente feliz, autentica, y libre de miedos y prejuicios. Ojala todos recordemos nuestra niñez y revivamos al niño o niña que somos en el fondo del corazon, para obrar siempre con generosidad y buena voluntad.
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