Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

domingo, 6 de mayo de 2012

MIS PERSONAJES,,, 2ª ENTREGA


      
    MIS PERSONAJES INOLVIDABLES
 Del libro “Historias Escondidas de Tecoluca”
                Por Ramón F Chávez Cañas
                         (Segunda Entrega)
                    
         TECOLUCA, en 1951, aún estaba aislada, por vía terrestre, de ciudades San Vicente y Zacatecoluca (Virola). Aquella carretera, desde antiguos tiempos coloniales permanecía encharcada imposibilitando tránsito automotor. Sólo carretas a semovientes, bestias caballares y mulares podían, con gran dificultad, hacer viajes a una u otra de ambas cabeceras departamentales, pues pegadizos lodazales, en especial aquellos localizados en empinadas cuestas en caracol del Río Frío, hacían que carretas fuesen remolcadas hasta por tres yuntas de bueyes, halando en sincronía. Escasos “jeep” se miraban a palitos en esos obstáculos. Con frecuencia se recurría al remolque por semovientes; asimismo, los entonces flamantes taxis del punto sanvicentino: ─inmensos automóviles éstos de marcas norteamericanas famosas de las cuales, algunos todavía funcionan─. Durante estación seca o verano tropical, esos profundos lodazales se convertían en también profundas polvaredas o médanos, tan malignos para el tránsito, cual los primeros.
        
        En ese mismo año, don Juan de la Cruz Chávez Rodríguez, ─“ortopeda-cirujano hecho a cuma” y “tinterillo de buena fe” en el Pueblito─, enfermó de ántrax cutáneo  por haber cargado sobre de sus añejos hombros el cuero de una res de su propiedad. Agonizó durante una semana. Don Lino Parras y don Felipe de Jesús Ayala, médicos internistas primitivos del conglomerado, —colegas del infectado—, echaron ases, dándose por vencidos. Doña Carmen Chávez de Orantes, hermana del moribundo, se dirigió a oficinas telefónicas pretéritas para exponer el caso al afamado médico vicentino: Doctor Marco Antonio Miranda. Tres horas más tarde, a eso de 01:00pm, apareció el mencionado galeno. Llegó transportado por enorme taxi chevrolet manejado por don Tiberio… Vestido todo de blanco, dicho doctor bajó del automotor. La figura del DOCTOR MARCO ANTONIO MIRANDA era impresionante: delgado, pero macizo; de 1.90mts de estatura; de tez blanca rosada con anteojos claros resaltando su elegancia; de sonrisa afable dirigida a todos los circunstantes y, de gran seguridad en sus conocimientos profesionales.
        
         Inmenso clan Chávez-Henríquez y anexos, amigos y vecinos del anciano con ántrax, hicieron valla al Doctor Miranda cuando éste se dirigía desde el taxi hasta aposento de aquél. Aposento provisional estaba instalado en una de amplias habitaciones interiores de enorme casa pueblerina céntrica de doña Carmen Chávez de Orantes. 25mins después, doctor Marco Antonio Miranda abordaba el taxi para su retorno a ciudad San Vicente.
         
        Dejó la receta. El también sanvicentino: don Manuel de Jesús Argueta Henríquez, —Meme Argueta o “Zapatilla”—, enfermero hechizo, sobrino por afinidad del anciano infectado por ántrax bovino, se encargó del cumplimiento de la misma, habiéndole inyectado, en tan seniles venas, a su tío político, millonadas de unidades internacionales de penicilina sódica cristalina, en lapso de ocho días.
        
         Aquel acertado médico-cirujano cobró el equivalente actual a ¢700ºº (US $80ºº = ¢200ºº de esos tiempos). El taxista, la mitad de esa cifra.
        
         Don Juan de la Cruz Chávez Rodríguez se curó y recuperó sus nonagenarias fuerzas. Durante todos los días de años restantes a su larga vida, este ancianito recordaba, con gratitud infinita, al DOCTOR MARCO ANTONIO MIRANDA.
                                 *****
                                                  IV
        Allá por 1956, doña Elba Cañas  Henríquez se convirtió, in artículo mortis, en viuda del bachiller Luís Roberto Artiga (El Indio Artiga). Doña Elba, tía paterna mía, era una  de pocas modistas al servicio de la “flor y nata”  femenina sanvicentina. Su taller de alta costura, con decena de operarias, marcaba el ritmo de la moda en ciudad de Austria y Lorenzana. Entre su selecta clientela estaba la esposa de DON SALVADOR MIRANDA, cuya residencia se ubicaba al poniente, casi frente del desaparecido Parque Infantil, —esquina norponiente de la manzana ocupada por un cuartel regimental—. Don Salvador Miranda era viejo bonachón, algo obeso, con estatura inferior a la mediana sin llegar al enanismo. Vivía de la agricultura trabajada en su hacienda “Ismendia” jurisdicción de Tecoluca, siempre en mismo departamento de San Vicente. Su esposa era hija de acaudalado terrateniente tecoluquense. Ambos, tal vez, estaban en dinteles de la ahora llamada tercera edad.
         
        Cierta tarde de un mes cualquiera, casi noche, a mediados de esa quinta década del siglo recién pasado, esposos Miranda-Molina llegaron al afamado taller ya citado. Don Salvador Miranda tomó asiento sobre de una silla haragana de madera con forma de abanico; empezó a hojear para leer diversos artículos ofrecidos por revistas internacionales: Bohemia, Carteles, Life en Español, y otras; mientras, su esposa repasaba, repasaba numerosos nuevos figurines femeninos al respecto, enterándose así de últimos gritos de la moda francesa, italiana, española y más; pues el traje a ser probado en su cuerpo no tan joven, aún estaba siendo hilvanado por la experimentada operaria de nombre Margó, —joven, esbelta y simpática mujer esposa de “Gato Seco”, quien, dicho sea de paso, era secretario privado perpetuo del abogado Julio Alfredo Samayoa hijo—. Terminado el hilván, doña Elba llevó a su distinguida clienta hasta sala de pruebas: cuatro paredes tapizadas con espejos de piso a techo. Señora Molina de Miranda ordenaba: “Pon un alfiler aquí; pon otro alfiler allá; haz un recorte en esta parte; súbele un poquito más al peto”, etc., etc.
        
         Esta sencilla operación casi llevaba 45mins. Ya era noche. Mientras, señor Miranda, se había repasado todas aquellas revistas, hasta haber llenado algunos crucigramas de las mismas. De súbito, con alguna pequeña delicada violencia, lanzó todas las  revistas contra metálico mueble revistero adyacente. Púsose en pie. Con voz de furioso desconsuelo, dijo: “¡¡No son  las modas, mujer…: son…  los cuerpos!!”.  Abrió la persiana hacia la calle. Más desanimado, fue a sentarse en la acera de enfrente, bajo tenue luz de  bombillo eléctrico amarillento, similar a yemas de huevos indios. La charra metálica acanalada en forma de sombrilla y  pantalla sobre del bombillo, siempre vivirá en mi recuerdo.
                                                                            11 de octubre en 2001                                          *****
                                    V
        Entre años 1956-57 fue, en Instituto Nacional Doctor Sarbelio Navarrete de ciudad San Vicente, nuestro profesor del idioma francés. Era hombre delgado, blanco, alto, tal vez pálido sin estar anémico ni palúdico; de palabras suaves y de singular compresión para con los más jóvenes de ese bienio; pues él era varón académico también joven, quizás frisando en treinta abriles. Su figura, en general, dábale cierto aire al poeta José Martí, prócer cubano. Era auténtico profesional en medicina humana. Doctorado en Francia o en España. Originario del cantón San Antonio de Caminos, jurisdicción al sur del municipio sanvicentino. Hermano de doña Marina Rodríguez de Quezada, —auténtica primera Ministra de Educación  salvadoreña desde aquellos tiempos (1960) en Junta de Gobierno Revolucionario del Honorable Sabio, Filósofo, Profesor, Doctor Don Fabio Castillo Figueroa.
        
         Cuando quien esto relata llegó a la clínica privada de ese privilegiado médico sanvicentino, para obtener algunos de los requisitos exigidos por Facultad de Medicina de Universidad de El Salvador, después de rigurosos exámenes de admisión; este valor salvadoreño lo atendió con esmerada atención: le extendió la requerida constancia de buena conducta, y respectiva certificación médica de buena salud física y mental, sin costo monetario alguno. Al final de tal audiencia, aquel galeno profesor  de francés le dijo con palabras casi textuales:
        Chávez Cañas: esa carrera universitaria a la  cual usted ha optado, es  profesión de humanismo con sabiduría… Nadie, ni aun los calificados con altas notas a través de su formación legal puede, si no posee esas cualidades filosóficas básicas antiquísimas, ser eficiente sanador o mitigador de tantas desgracias humanas en área de salud. Nunca, Chávez Cañas, vaya a creerse superior intelectual a los demás, sólo porque usted ha tenido la dicha, no suerte, del acceso a esa sagrada casa de estudios científicos y filosóficos; pues la medicina es una de tantas ramas en la Filosofía. Recuerde siempre, —prosiguió el humilde, pero sabio médico profesor de francés—: todo don viene de Dios, sin importar  diversas concepciones tenidas sobre de Él. Nosotros deberemos ser ejecutores positivos de esos dones divinos pertenecientes a toda la Humanidad.
         
        Tal ex alumno del idioma galo se retiró compungido rumiando aquellas frases tan sagradas oídas de labios de tan singular maestro… Ahora, cuarenta y tantos años después, duda haber dado cabal cumplimiento a esas profundas reflexiones.
        
         Este pontífice hipocrático sanvicentino falleció atropellado por automotor desenfrenado, cuando él era peatón en una calle urbana de Estados Unidos de Norteamérica. Su nombre fue: DOCTOR DOMINGO AUGUSTO   RODRÍGUEZ.      
                            *****
                                           
                                                     VI
        BACHILLER LUÍS ROBERTO ARTIGA (INDIO ARTIGA), era esposo de doña Elba Cañas Henríquez. Ésta, tía de quien esto cuenta. Artiga había sido  avanzado estudiante de leyes en la entonces única Universidad de El Salvador. Fue, —tal cual se decía entonces—: pasante en Derecho o doctor “in fieri”. Hombre cuarentón, sobrepasado en peso hasta obesidad. De carácter jovial, por cuya razón le abundaban buenas amistades; admiración de todo el conglomerado sanvicentino, urbano y rural, y más allá. Alto dirigente del club futbolístico “Independiente” cuando éste militaba en máxima categoría del fútbol nacional; fue, además, un báquico devoto (aficionado exagerado al licor); orador político, opositor de trepidantes rayos contra de malos o ladrones gobernantes nacionales y locales, desde, con desprecio, recordado  partido Pro Patria del sátrapa tirano Maximiliano Hernández Martínez, hasta el otro similar: el hondureño José María Lemus, último testaferro del “partido de unificación democrática”—prud—.
        
         Entre numerosos devotos báquicos amigos del bachiller Indio Artiga encontrábamos a los siguientes señores: don Alirio “Palabicho”, don “Gato Seco”, don “Mincho” Jovel, don Leonardo Morazán (doctor “in fieri” en medicina), don Meme Argueta o “Zapatilla” y don Nicolás “Pato” Bayona, entre muchas decenas más. Época cuando este último mencionado señor, descollara como real luminaria futbolística del antes citado club.
         
         Cierto mediodía del año escolar en 1954, este atrevido relator ¿historiador? regresaba del Instituto Nacional Doctor Sarbelio Navarrete, pues en casa  Artiga-Cañas se hospedaba durante período lectivo. Con su impecable uniforme colegial de color caqui mangas largas, tela dril; con su gorra tipo II guerra mundial de la misma tela adornada con cintita oscura; con su corbata negra marca “Wembley”; con ancho cinturón cuero-baqueta azabache de hebilla metálica dorada, logogrifo referente al colegio, —hebilla que, en estos actuales difíciles tiempos violentos, sería arma mortal en manos de  estudiantes “mareros”—; con zapatos lustrados y tres estrellas azules bordadas a perfección en bolsa izquierda de la camisa, simbolizando tercer curso de Plan Básico, —ahora noveno grado—, ingresó esbelto al área del comedor-bar Artiga-Cañas.

   Alrededor de esa mesa estaba sentada la mayoría báquica mencionada celebrando un triunfo reciente del equipo futbolístico local y, o, el gane, por  Indio Artiga, de algún pleito legal. Ante súbita presencia del adolescente uniformado, “Palabicho” tomó un vaso limpio y vacío; sirvió trago “tacón alto” de güisqui escocés Caballo Blanco; le agregó 4 cubitos de hielo. Dirigiéndose al imberbe estudiante, preguntó: “¿Cómo lo querés, Monchito, con agua o con soda?”. De inmediato, El Indio Artiga llevó a sus manos el trago de licor servido… Se puso en pie. Con gesto adusto dijo: “No, Palabicho, no… Monchito no ha nacido para estas vergonzosas cosas. Él tiene destino brillante por delante… Para no confundir mis palabras con tacañería… miren esto”. El bachiller Luís Roberto Artiga, acto seguido, arrojó el licor servido, con todo y vaso, contra engramado del patiecito central… Palabicho dobló el cuello para esconder su rostro. Larguirucho jovenzuelo continuó su camino hacia amplio traspatio en donde estaba su habitación.
         
          ¡¡Lástima grande!!... Dos años más tarde, en mayo de 1956, el venerable Luís Roberto Artiga, mal aconsejado por Baco, dios romano del vino, y atacado por el entonces microbio desconocido llamado ahora “Helicobécter pillory”, se fue en sangre a causa de hemorragia gastro-esofágica o gastro-duodenal masiva, aun con asistencia hospitalaria privada.   
                                                                             31 de octubre en 2001

C O N T I N U A R Á.-

9 comentarios:

  1. Estos "Personajes Inolvidables" de Chávez Cañas entretienen bastante a nosotros los salvadoreños aún vivos en este valle de hipócritas; pues, alto porcentaje de literatura en periódicos, revistas, blogs e imágenes televisivas, sólo se refieren a lo mismo, o sea, a verborreas politicastras de politiqueros electoreros nacioales y extranjeros con mentiras más altas que el monte Everst o más profundas que la fosa Aleutina en océano Pacífico. Porque tales periodicuchos propiedad de ladrones neoliberales, ---cuyos botines o alijos están depositados en la "democrática" Suiza, en sus majorías---, tergiversan o maquillan las noticias maquilables; y, las no tergiversables, con simpleza olímpica son ignoradas al no publicarlas.

    Entre tantos blogs electrónicos que antes parecían ser creíbles por sus aparentes profundidades democráticas izquierdistas y/o filosóficas socráticas, está uno que hace mal honor a su postulado o título: "Cosas tan pasajeras" y, otro, que sí hace buen honor a su nombre, por tener la trompa al servicio también del neoliberalismo narcoarenazi. ¿Cuánto devengan esos judas izcariote, entr muchos más, por estar vendiendo sus almas al diablo?... ¡Sólo esos judas pueden saberlo!

    En cambio, estas leves historias pueblerinas de nuestras villas, aldeas y cantones con sus caseríos, nos hacen pasar minutos y hasta horas entretenidos; pues, esos mismos medios de comunicación masivas, quieren enajenarnos más contándonos historietas enagenantes como: Ricos y famosos; Hombre araña; Set-yet internacional,etc.

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  2. Desde villa San Esteban Catarina, departamento de San Vicente, mis padres de familia con frecuencia viajaban hasta ciudad San Vicente en procura de buena salud, entre otros motivos comerciales. En alguno de esos sus viajes me llevaban con ellos. Así medio conocí a los doctores Miranda, y Rodríguez. Al doctor Domingo Augusto Rodríguez mi padre le llamaba, con respeto cariñoso: "Minguito"; y, al doctor Marco Antonio Miranda, sí, lo trataba con respeto reverente, sólo "Doctor" Miranda.

    Fueron en los mismos años que Chávez Cañas menciona en estos sus "Personajes Inolvidable". Al ahora Doctor Ramón F Chávez Cañas, autor de este capítulo en "Historias Escondidas de Teciluca", no lo conocí; porque, cuando él egresó como bachiller del Instituto Nacional Doctor Sarbelio Navarrete sanvicntino ---1957---, yo aún era alumno de 5to. grado peimario en mi villa natal. LLegué al Instituto Navarrete en 1959.

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  3. Esta correcto, estimado amigo "Anastasio Aqui si", muy de acuerdo con ese comentario, el cual, por la forma en que esta escrito creo saber de quien es... cualquier cosa que quieras preguntarme a traves de "el trompudo" hazla y platicamos, yo leo el blog frecuentemente...hasta luego

    Oh, Martirio!!!! jejejejej

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  4. En ves de estar yorando sobre la leche derramada en el pasado ya lejano de tu tecoluca, ramón f chávez cañas, mejor repartí lo poco o mucho que voz tenés y tus familiares chávez orantes, para poder creer que no sos descendiente de aquellos ladrones en 1879, quienes se robaron tierras inmensas y nacionales o municipales de tu tecoluca.

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    1. Comprendemos su posición, señor/a anónimo/a: Usted, sin duda, es tecoluquense fracasado en riquezas intelectuales y espirituales laycas, por estar mal informado o querer tergiversar lo sucedido en El Salvador (en Teclouca para este caso) hace 133 años (1879). Le recomendamos leer más la historia NO OFICIAL salvadoreña; o, nunca opinar cuando se es ignorante supino.

      Ramón F Chávez Cañas

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  5. El Indio Artiga y Manuelito Argueta Henríquez, alias "Zapatilla", fueron cuñados entrañables, pues Manuelito era hermano sólo materno de Doña Elba Cañas Henríquez. El papá de doña Elba era el talabartero Justiniano Cañas, cuyo taller y casa de habitación estaban localizados al poniente de la ermita El Pilar, pero en la misma manzana.

    Yo soy sanvicentino residente en Australia, hacia donde migré en 1984 debido a la guerra civil; pero me gusta escarbar los blogs salvadoreños, entre los cuales uno de mis preferidos es este "Anastasio Aquisí"; pues, además de ilustrarnos con artículos filosóficos profundos, también lo hace con esas interesantes "HEREJÍAS" contra dogmas católicos; además, con estas sencillas y claras "HISTORIAS ESCONDIDAS DE TECOLUCA".

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  6. En tres distantes ocasiones, uno mismo o tres anónimos, con palabras despectivas han querido hacer mofa de estas historias tecoluquenses. Por supuesto: nos hemos negado a publicar tales libelos insultantes; pero sí, a aclarar, por 4ta vez, que éstas no son historias oficiales de Tecoluca; pues, las oficiales pueden encontrarse dispersas en: Alcaldía Municipal y Archivos Parroquiales del Pueblito; Archivos Episcopales y Gobernación Política Departamental sanvicentinos; Archivo General de la Nación y otras oficinas en San Salvador.

    Sólo el título de "Historias 'ESCONDIDAS' de Tecoluca" habla por sí mismo al quedar clarísimo que muy pocas gentes del Pueblito las conocían antes de editarse tal libro escrito y editado con fondos propios por el Doctor Ramón F Chávez Cañas.

    La historia "OFICIAL" de Tecoluca, apareció tres años después de las "ESCONDIDAS". Recopiló y editó tales datos cierta señorita apellidada Méndez Molina. Dicha Historia OFICIAL de señorita Méndez Molina, será de gran utilidad para el estudiantado y adultez tecoluquense; pues les ahorrará acudir a diversas oficinas gubernamentales locales, departamentales y nacionales para enterarse de lo condensado en esa historia oficial tantas veces mencionada en este párrafo.

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  7. Alguien sabe porque el Sr. Chávez no utiliza los artículos "la", "de", "del" o similares en sus narraciones?, porque encuentro raro que diga CIUDAD SAN VICENTE en lugar de CIUDAD DE SAN VICENTE o LA CIUDAD DE SAN VICENTE.

    Lo hará a propósito para ponerle un toque cómico a su narración, como lo hace Salarrue en sus cuentos de barro, al usar las expresiones propias de los indígenas de su tiempo.

    Y a propósito, alguien conoce a este escritor?, que su nombre me suena al del esposo de mi prima, que también es originario de Tecoluca.

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  8. AL RESPETABLE KERBEROZ, RAMÓN F CHÁVEZ CAÑAS, POR ALUDIDO, LE RESPONDE: LOS "SANTOS" CATÓLICOS: BUENOS, REGULARES O MALOS, HAN PERDIDO HEGEMONÍAS TERRITORIALES EN TODA LATINOAMÉRICA; POR TANTO, NINGÚN SANTÓN O SANTITO ES DUEÑO DE CIUDAD O TERRITORIO ALGUNO. POR TANTO: CIUDAD SAN VICENTE SEGUIRÁ LLAMÁNDOSE ASÍ HASTA CUANDO EL PODER POPULAR SALVADOREÑO LA REBAUTICE COMO CIUDAD "ANASTASIO AQUINO"; ASÍ COMO VIETNAM HEROICO LLAMA "CIUDAD HO SHI MINH" AL ANTIGUO SAIGÓN.

    RAMÓN F CHÁVEZ CAÑAS NO ES ESCRITOR ACADÉMICO. ÉL ES DOCTOR EN MEDICINA HUMANA DE UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR, CUANDO AQUELLA ESCUELA DE MEDICINA ERA ADMINISTRADA CON EXCESIVO AMOR PATRIO POR EL FILÓSOFO DOCTOR DON FABIO CASTILLO FIGUEROA.

    RAMÓN F CHÁVEZ CAÑAS ES TECOLUQUENSE POR LOS CUATRO COSTADOS; PUES LOS GENES DE OCHO O MÁS GENERACIONES, DESDE 1524 Y 1635, LE HAN HEREDADO LA REBELDÍA NONULACA DE SUS TATARABUELIT0S.
    FIRMA: rfchávezc.-

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