Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

miércoles, 24 de octubre de 2012

GUERRILLERA JAGUAR, 11^ entrega



                                N O V E L A
      LA GUERRILLERA JAGUAR
                Por Ramón F Chávez Cañas

CAPITULO V

        07 de junio en 1917. Jueves de Corpus Cristi. 07:00pm. Cerro El Jabalí bramaba cual bestia apocalíptica, —Jabalí es uno de numerosos cerros constituyentes del volcán Quezaltec o de San Salvador—. La tierra se escapaba bajo asustados pies de personas y animales circundantes. Luego el cielo se iluminaba con resplandor infernal casi permanente durante toda esa noche. Tenue lluvia temporaleada se cernía en alrededores; tal lluvia contaminada con emanaciones sulfurosas arrojadas por mismo cerro, se había vuelto ácida y ofensiva para piel de personas y animales, quienes huían del siniestro rumbo a cumbres escarpadas del cerro Guazapa, distante a varios kilómetros al nororiente del lugar de tal erupción, y a otras elevaciones de menor altura. Sólo señoras embarazadas próximas al parto en horas inmediatas no podían emigrar, aunque a muchas las desplazaban en: carretas tiradas por bueyes, hamacas con palancas para 2 cargadores en cada extremo, o en simples camas de pita o de correas de cuero crudo; pero el avance era torpe y mayoría, por estar a término el embarazo, con pánico sufrido debido a tal catástrofe, parían en el camino. Así nació, entre otros, a la altura del cantón Santa Rosa, don José Antonio Quesada López, porque su progenitora, al sufrir disloque de un tobillo, no pudo avanzar ni en carreta, ni en hamaca, ni en cama con cuatro cargadores. Esa misma noche a 08:00pm, también vino a este convulsionado mundo en  Aldea de Mercedes, jurisdicción del pueblo Nejapa, departamento de San Salvador, una niña hija natural de doña Silvestra Galán quien por nombre llevaría: Domitila Galán Menjívar.

Doña Silvestra Galán había nacido 17 años antes, pero nadie supo si en siglo pasado o en presente moribundo siglo XX; pues nació cercano a 00:00hrs del 31 de diciembre en 1900, o temprano en madrugada del primer día del siglo XX (1901). Nació en puerto Libertad, departamento del mismo nombre. A la hora del advenimiento, cañoneras inglesas fondeadas en rada del puerto; lo mismo “destroyers”, más fragatas de misma nacionalidad, disparaban salvas de pólvora para despedir al viejo siglo XIX y dar bienvenida al ahora ancianito siglo XX. Estas armas de Marina Británica permanecían fondeadas en esa rada para garantizar, controlando aduanas, pago de real deuda contraída por estos gobiernos con la Corona de su Majestad Británica. Por haber nacido en 31 de diciembre, se debía respetar santoral de todavía dominante iglesia católica de entonces. Por eso le fue impuesto tan feo nombre de San Silvestre, pero en femenino. Doña Silvestra fue hija natural de mujer hondureña venida del puerto Amapala, Honduras, haciendo vida marital no legal con un inglés soldado marino de una de tantas cañoneras ya referidas. Apellido de tal inglés era Dodge. Este tal Dodge, además de ser blanco rosado y alto, tenía visibles pecas en pómulos; con cabellera lisa, gruesa, parada y café rojiza. Porteños le apodaban “Fosforón”. Tal hondureña amasia del inglés se llamaba Nicomedes Galán, de allí fue que su hija llamase Silvestra Galán Dodge.

En esos tiempos, cafetaleros del centro de El Salvador enviaban su café de exportación hasta puerto La Libertad; fue así cuando la entonces señorita Silvestra conoció a vulgar carretero oriundo y vecino del pueblito Nejapa, al servicio de don Norberto Moran, cafetalero de esa zona, de ciudad Ahuachapán y, a la vez: “apactado”, se decía. Nombre del peón carretero era Cupertino Menjívar quien, en 1916 raptó a  señorita Silvestra llevándosela consigo a vivir en Aldea de Mercedes, ya ubicada. Por tanto, la hija del matrimonio “atrás del matocho”: doña Domitila, se llamó: Domitila Galán Menjívar.

Retrocederemos un poco hasta 1883 ó más allá. En ese año hubo cataclismo universal en este planeta Tierra por erupción y consecuente destrucción de isla volcánica allá por Océano Índico: Isla Krakatoa se llamaba. Esta dantesca erupción levantó gigantescas olas o “tsunami” hasta dar siete vueltas al mundo de ese entonces, habiendo causado miles y miles de muertes humanas y miles de millones de libras esterlinas en pérdidas materiales. Todas las tierras bajas de estos cinco continentes sufrieron  embate de tan excepcionales mortíferos tsunamis repetitivos cada 12hrs durante tres días consecutivos. Puerto Amapala del Golfo Fonseca en Océano Pacífico hondureño no sería la excepción. En medio de esa tragedia mundial, 3kms al norte de la más alta marea del mencionado puerto, Doña Nicomedes Galán vino a este “valle de lágrimas”. Fue madre de doña Silvestra, abuela de doña Domitila, y bisabuela de don Próspero Galán Burgos. Doña Nicomedes Galán fue hija de doña Pio Quinta Galán. Ésta nacida en 1858, —en meses cuando el judío italiano, don Momolo Mortara, sin quererlo se convertía en precursor del abrupto descenso del prepotente papado romano, al pelear con todas sus fuerzas anímicas y legales, devolución del niño Edgardo, hijo suyo, mandado a secuestrar por ominoso papa Pío IX, quien pretendía hacer del bautismo apostólico, católico y romano, “sagrado” sello universal e indeleble de esclavitud religiosa católica en seres de otras religiones—. Doña Pio Quinta falleció pocos minutos después del parto, debido a hemorragia vaginal profusa. En mencionado puerto cundió la voz o “bola”: ella se había ido en sangre. Entonces, recién nacida Nicomedes fue criada por su abuela materna: doña Teófila Galán (nuestra sociedad siempre ha sido matriarcal), nacida 50 años antes que doña Nicomedes.

Doña Teófila Galán nació en 1835, en precisos momentos de tan descomunal erupción del volcán no activo en norponiente nicaragüense, llamado Cosigüina. Esta espectacular erupción, más de cenizas espesas que de lava ardiente, arrojó millones de millones en toneladas de polvo, cubriendo territorios aledaños de: El Salvador, Honduras, Guatemala y hasta sureste de México, distante Chiapas o Tapachula a 1500kms del mentado Cosigüina, por supuesto. Debido a esta extraordinaria erupción volcánica, a ese año se le llamó “Año de la Polvazón”. Ocurrió dos años después (1833) de histórica sublevación del indígena salvadoreño-nonualco: Don Anastasio Mártir Aquino. Prócer “Indio Aquinosublevado contra criollos y chapetones de El Salvador, usurpadores de independencia nacional; también divulgadores de falsa abolición de esclavitud centroamericana que, por medio de un discursillo pronunciado diez años antes (último día de 1823) por anciano cura de nombre José Simeón Cañas, pretendieron engañar al mundo con esa patraña. Si hubiese sido realidad tan cacareada liberación, Aquino, nacido en ciudad Santiago Nonualco, no se hubiese sublevado 10 años después, ni hubiese ocurrido descarado despojo por latifundistas ladrones, quienes robaron en 1879-81, Ejidos y Realengos que Corona Española desde tiempos coloniales había designado para sustento de pobrería indígena y protección de fauna y flora en Realengos. Ejidos: terrenos amplios circunvalando a cada municipio salvadoreño. Realengos: fauna y flora vírgenes en: bosques, montañas, cordilleras y planicies propiedad del rey y después del Estado nuestro. Tampoco hubiese ocurrido vil genocidio en 1932, etc. Ellos se liberaron de España. El Pueblo: ¡no!
       
Conviene no dejar en tintero de computadora el nacimiento de don Prospero Galán Burgos: Esto ocurrió el 19 de diciembre en 1936, por la noche, en mesón Chávez cercano a línea férrea y estación del tren ingles en ciudad quezalteca. Cuando el niño Próspero Galán Burgos daba primer grito aspirando primera bocanada de aire todavía no tan contaminado, allá, a 80kms en línea recta hacia oriente, ciudad de Austria y Lorenzana, cabecera del departamento San Vicente y a los pies del coloso volcán Chinchontepec, era reducida a casi nada por fuerzas telúricas  ignotas.

Resumiendo: doña Teófila y doña Pio Quinta, tatarabuelas; doña Nicomedes,  bisabuela; doña Silvestra, abuela y doña Domitila, madre de don Prospero, habían hecho debut terrenal en circunstancias bastante trágicas. Total: había signos positivos o negativos por tales advenimientos. Tal vez las pecas, camanances, pelo café-rojizo, liso y grueso, más color blanco de piel de algunos hijos, y después de algunos nietos de don Próspero, fueron heredados de aquel chele inglés apodado Fosforón.

*****
        Primera infancia de doña Domitila transcurrió tranquila en Aldea de Mercedes. Fue a escuela pública de niñas en Nejapa; pero, como entonces pueblitos de toda la república estaban más abandonados que ahora, sobre todo en educación y salud, sólo alcanzó a estudiar allí hasta 2do grado de educación primaria, pues no había otros grados superiores. Libro Segundo de Mantilla lo repasó cuatro veces hasta llegar a 12 abrilitos. Entonces doña Silvestra, madre, decidió entregarla como “hija de casa” a la acaudalada señorita beata (anciana) llamada niña Menchitas López, propietaria de casi todas las centenarias casas de portales exteriores circundantes del atrio parroquial y mercados centrales quezaltecos; también dueña de extensas propiedades agrícolas ganaderas en  jurisdicciones de: San Juan Opico, San Matías y en misma ciudad quezalteca. Tal señorita Menchitas López y hermanas, eran encargadas de mantener aseo perfecto de: Iglesia parroquial, casa conventual, sacristía y mantelerías, más accesorios sagrados del altar católico quezalteco. Al mismo tiempo fabricaban ostias de consagrar y proveían el vino de mejor calidad para celebración de santa misa; también, señorita López y hermanas, estaban encargadas, de manera permanente, en preparación doctrinal católica para los cada día más numerosos niños deseosos de recibir por primera vez el pan eucarístico; así como en preparación de los también cada vez más numerosos jovencitos dispuestos a recibir el santo sacramento de confirmación, el cual era impartido en  promedio de 2 veces cada año, al llegar con ese objetivo los señores Arzobispos de San Salvador: Monseñor Adolfo Pérez y Aguilar o Monseñor Alfonso Belloso y Sánchez, o Monseñor Luis Chávez y González, de forma respectiva en su tiempo. Misma señorita López y hermanas visitaban una vez por semana (viernes) a menesterosos o desvalidos alojados en portales del centro y en estación local del ferrocarril inglés, para auxiliarles con: ropas, alimentos y medicamentos; aunque dos veces por año, día de san Antonio de Padua (13 de junio), y en día de Navidad, ofrecía por su propia cuenta a esa pobre gente, suculento almuerzo servido en portales exteriores de sus propiedades; y otras obras de caridad más, imposibles de enumerar para no causar mayor fastidio a inteligentes lectores. Tratando de cumplir bien con tales menesteres, beata filántropo necesitaba tener dominio sobre regular cantidad de jóvenes adolescentes femeninas, conocidas en el pueblo con título de “hijas de casa”. Estas jovencitas señoritas casi siempre eran de origen campesino humilde y, a cambio de esos invalorables y sencillos servicios personales prestados a la comunidad, ellas recibían alojamiento, alimentación y respetos adecuados a su condición de personas humildes. Muchas de ellas iniciaban o continuaban estudios de primaria en escuela nocturna para hembras “República de Nicaragua” funcionando contiguo a casa de aquella benefactora. En esa escuela nocturna se matriculó la ya casi señorita Domitila, para estudiar tercer grado de educación primaria; pero, por demostrar grandes dotes intelectuales y mayor dedicación al estudio, al terminar tercer grado fue promovida hasta 5to. Esto ocurría a principios de 1932, durante largas semanas del genocidio racial en Zona Occidental del país. En especial, eran desangradas razas indígenas de Izalcos, en defensa de privilegios ancestrales injustos de blancos-ladinos; entonces Domitila contaba con 15 primaveritas. Al año siguiente cursó 6to grado. Sexto grado era lo máximo a que un estudiante pobre podía llegar en El Salvador de aquellos tiempos. Con ese grado de educación, en 1934 se matriculó en academia de corte-confección y peinados, dirigida por señora apellidada Castillo, siempre en horas nocturnas.

Al estar cursando 6to grado, jovencita Domitila conoció a dichoso muchacho de 24 años de edad, cuyo nombre era Torcuato Burgos. Este Torcuato fue originario del capitalino barrio San Jacinto; —Barrio que muchos años atrás había sido pueblo aledaño a ciudad San Salvador; pero, por crecimiento demográfico-económico de ambos conglomerados, se creyó menester incorporarlo como un barrio más de la capital—. Joven Burgos trabajaba cual mecánico de mantenimiento en instalaciones del ingenio El Ángel del municipio Apopa, bajo acertada dirección de anciano ingeniero alemán de nombre Fedor Deininger, —padre del conocido filántropo don Walter Tilo Deininger, ambos ya fallecidos—; pero, por comodidad en transporte, Burgos había decidido alquilar para vivir, amplia pieza o habitación en mesón Chávez ya mencionado. En consecuencia, durante horas nocturnas tempranas él salía a “tunantear”. Fue así cuando conoció y se enamoró de jovencita Domitila Galán Menjívar.

Joven Torcuato Burgos había aprendido metal mecánica en talleres Sarti o Biollo; mecánica automotriz en Garaje Mundial de don Bartolomé Poma; todos, establecimientos capitalinos. 1930: en riberas del lago Ilopango, junto a otros obreros y estudiantes de diversos municipios, bajo liderazgo de don Salvador Cayetano Carpio y de don Miguel Mármol, conscientes firmaron acta de constitución del Partido Comunista Salvadoreño, —liderado al presente por don Schafik Jorge Hándal, usuluteco de inmensos quilates—. Para esa difícil época aquel joven Torcuato Burgos tendría escasos 21 calendarios. Perteneció a dicho partido; pero no era prominente o mejor dicho, no se daba mucho color; por eso, durante semanas de represión política satánica de enero-febrero-marzo en 1932, él pudo escapar hacia Guatemala. 9 ó 10 meses más tarde, de manera clandestina regresó a la patria; mas, su plaza en  talleres antes referidos estaba cancelada. Por eso, más temor a jauría capitalina que seguía tan activa como al principio en caza de cualquier sospechoso de comunista, decidió marcharse hasta ciudad Usulután buscando al líder Mármol. Estando allá leyó en un clasificado de prensa sobre necesidad que tenía ingenio El Ángel en Apopa de mecánicos calificados para mantenimiento de pesadas maquinarias. Como situación político-social y económica de Oriente no era nada halagüeña, decidió abordar de regreso tren IRCA, transbordando en San Salvador al tren inglés con rumbo a Occidente. Se bajó en Apopa. De allí dirigió sus zapatos burros cuero de cuche clavados, hasta mencionado ingenio, donde de inmediato fue contratado previo examen de pericia hecho por mismo caballero alemán: don Fedor Deininger; pero, por sospechoso de alterar orden público en dicho establecimiento, al cabo de 18 meses olfateó posible llegada por él de viles cuerpos represivos, abandonando empleo del ingenio. Buscó y encontró trabajo en herrería de don Simón Najarro, en mismo municipio y pueblito Nejapa; mas, tanta cruel incertidumbre lo acobardó, decidiendo marcharse hasta bananeras de Costa Norte hondureña, donde permaneció hasta caída, 1944, de tiranía del sátrapa Maximiliano Hernández Martínez. Regresó de bananeras con afición etílica bastante avanzada, más tabaquismo consecuente. Al nomás llegar a ciudad Quezaltepeque fue empleado, siendo motorista en bus o buses que el turco don Abraham Kattán tenía funcionando desde y hacia San Salvador. Allí trabajó por largos años, pues su alcoholismo sólo nocturno era aceptable. Efectuado postrer viaje de retorno, después de guardar en garaje al autobús, se emborrachaba. A 04:00am empezaba nueva jornada laboral tal como si nada hubiese pasado. Cual centenaria gota de agua taladrando  roca granítica día a día, noche a noche, vicio progresó hasta quedar invalidado moral y material, muriendo cirrótico en 1985.
       
En 1933 Torcuato Burgos conoció, para enamorarse, a jovencita Domitila Galán. Sus escasos meses idílicos los vivieron bajo públicos bombillos eléctricos nocturnos en calles empedradas de ciudad de los “güegüechos” o, en días festivos, bajo techo del kiosco central del parque Norberto Morán y aleros de adyacente estación ferrocarrilera del tren inglés; pero, tal benefactora pronto se enteró de malas andanzas de esta jovenzuela. A menudo la recriminaba por ello, llegando hasta llamar a doña Silvestra, señora madre de rapazuela, para comunicarle la conducta impropia de Domitila.
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        Noche de otro 07 de junio, pero en 1934, cielos quezaltecos y de todo El Salvador estaban llenos de nubarrones. San Pedro comenzaba a descargar  diluvianas cantaradas de agua sobre nuestro micro territorio, formando tremendo ciclón sin nombre, porque en esa época ciclones aún no recibían nombres del Centro Internacional de los mismos; pero a nivel regional se conoció ese  fenómeno climatológico con el catastrófico nombre de La “Correntada”. Temprano de esa noche, señorita Galán Menjívar optó por fugarse con su novio. Eran las 07:00pm. Novio, protegido de lluvias con capa hedionda de hule natural y paraguas comprado en almacén local del español don Ramón Vidrí, la esperó en esquina del otro almacén propiedad del palestino (turco) don Emilio Zablah. Ahí él le ofreció capa similar. Cargándole burda tumbilla de tulle donde iban todas sus escasas pertenencias, le echó brazo izquierdo sobre un hombro. Apresurados, más por deseos de fornicación que por lluvia torrencial temporaleada, dirigieron sus pasos hasta pieza del mesón donde Torcuato residía. Esa noche señorita Domitila perdía las flores de su virginidad. Siguientes nublados días con respectivas noches, mientras rudo apóstol continuaba bañando con saña divina a estas comarcas, ellos se deleitaban gozando con desnudeces de sus cuerpos. Ni cuenta se dieron cuando el mal llamado Río Sucio al salirse de cauce, casi anega la ciudad de sus edénicos idilios; mucho menos de destrozos que mentada “Correntada” estaba haciendo al arrasar con desenfrenada furia, poblados enteros del sud-oriente hondureño, más nororiente salvadoreño; ciudades: Ocotepeque y Concepción, fueron emblemáticas; tampoco se enteraron de destrozos causados por  río Bajo Lempa en departamentos: San Vicente, La Paz y Usulután, donde puentes, más  carreteras fueron arrasados, quedando vías férreas tan retorcidas cual plastilina de parvulitos. De esa luna de miel hubo embarazo; pero parió óbito fetal a seis meses de la concepción, quizá por tremenda paliza que doña Silvestra había llegado a propinarle en cuanto el cielo escampó. Luego vino el 2do del cual nació don Próspero Galán Burgos, mil y una veces mencionado.
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        Al partir Torcuato para Costa Norte hondureña, ella quedaba embarazada por tercera vez; por eso no quiso acompañarlo. Acudió por ayuda donde anciana señorita beata Merceditas López, su antigua benefactora. Ésta, valiéndose de influencias amistosas con don Chebo Vilá, alcalde municipal, le consiguió puesto en mercado central local. Misma señorita beata la surtió con víveres de primera necesidad; pero la embarazada, viendo que el grueso de venta de tales especies de primera necesidad sólo era por la mañana, decidió dedicar las tardes a vender “chilate con nuégados”. He ahí su permanente apodo: “Chilatera”. Con venta de víveres, verduras de temporada y chilate dio cristiana educación a numerosa prole obsequiada por el destino, pues su marido aparecía de vez en cuando: 2 ó 3 veces cada año para estarse acá par de semanas. En cada venida casi siempre la dejaba embarazada, al grado que tal pobre mujer pasó más de diez años sin mirar menstruaciónes, porque si no estaba preñada estaba lactando. En total tuvo siete gestaciones en corto lapso de quince años; sólo tres sobrevivieron. Dos restantes no guardan relación alguna con presente historia, por lo cual no serán descritos.
        C O N T I N U A R Á