Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

sábado, 31 de marzo de 2012

HEREJÍAS, 35ª ENTREGA


      H   E   R   E   J   Í   A   S
                    Trigésima quinta entrega
                   Por Ramón F Chávez Cañas


CCXXXVI
En panfleto Apocalipsis,/ casi al final de ese texto,
san Juan, no importa quién sea lanza severa sentencia
contra quiénes adulteren/ mítico impreso sin ciencia,
embaucador de sencillos/ terrícolas sin pretexto

para protestar siquiera/ con profundo manifiesto
y libertad para siempre/ de inmaculada conciencia
contra tantos frailecillos/ y pastores sin clemencia
quienes viven del sudor/ sin importar aquel gesto

del descerebrado humano,/ con tantas y crueles técnicas
empleadas por tanto astuto/ o vividores obtusos
de vuestros mensos abuelos/ y también de vuestros
                                                                          [ nietos.

En panfleto apocalíptico,/ abordando malas éticas
se condena a tantas sucias sociedades en abusos
desde tatarabuelitos/ hasta los tataranietos.

CCXXXVII
Tal violencia apocalíptica, —capítulo veintidós,
versículos con epílogo/ del dieciocho hasta el veintiuno—,
se amenaza a tinterillos/ que alteren tan solo/ uno
de conceptos, puntos, comas,/ con infernal maldición;

mas, Homo sapiens perverso,/ excelente estafador
altera cualquier escrito/ en el momento oportuno
sin importarle castigo/ del infierno, pues ninguno
ha visto tal llama eterna,/ desde Pedro Cromañón.

Tal biblia está acomodada/ a cada necesidad
de/ hombres o de mujeres;/ de ricos, pobres, también
del manso samaritano/ obrando con caridad;

y de modernos sionistas/ quienes piensan hacer Bien
al despojarles de tierras,/ además de la ciudad
a tan mansos palestinos/ expulsados de su edén.

CCXXXVIII
No importa estar redundando/ en diferentes sonetos
sobre clara esclavitud/ de Jesús y  Jehová,
también de virgen María,/ diosa en catolicidad.
Perdonen nuestros lectores/ por volver a mismos guetos.

Tergiversando evangelios/ se lucran tantos sujetos
recién salidos de cárceles/ por comprobada maldad.
Orondos con biblia en mano/ ellos van a predicar
fingiendo estar redimidos/ de cien diablos indiscretos.

En libertad vigilada/ salen “nuevitos pastores”
a cometer unas cuantas/ fechorías religiosas
al predicar diez conceptos/ que ellos mismos nunca crëen;

pues en la cárcel “Mariona”1,/ zánganos depredadores
aprenden, para timar,/miles y miles de cosas,
entre/ ellas engañar/ con escritos que ni lëen.

CCXXXIX
Jesús junto con santones/ de la corte celestial
son esclavos de pastores/ y de curitas católicos
más de creyentes afines/ con pensamientos bucólicos
pidiendo caras primicias/ para no ir a trabajar.

Implorando al juez libere/ a un torvo criminal.
Si Jesús no hace milagros/ estallan en fuertes cólicos.
Si Jehová no les escucha/ para continuar alcohólicos
buscan otro tabernáculo/ donde perora un Beltrán.

Este obeso pastor López,/ Beltrán por añadidura
esclaviza a Jesucristo/ con cierta labia barata
amenazando a imbéciles/ con cercana sepultura.

Si milagros no se dan,/ López convence a la rata
diciéndole: ¡No has rezado/ con gran fe ni gran dulzura!
Da media vuelta y prosigue/ vomitando perorata.

CCXL
Tantos curitas católicos/ como curas protestantes
dicen haber estudiado/ entre diez y doce/ años,
haber quemado pestañas/ para alcanzar mil peldaños
a do casi nadie llega/ porque no son aberrantes.

Unos dicen ser “doctores”/ en verdades vacilantes
sobre inciertas teologías que han dejado muchos daños.
¡Ni una Ciencia jamás puede/ basarse en tantos engaños!
¡A Dios no puede estudiársele,/ pues son conceptos 
                                                                 [fluctuantes!

Porque miles de millones/ anteriores y presentes
a dios o a dioses han dado/ figuritas tan diversos
desde astros, hombres, lagartos/ y otras figuras sin
                                                                               [ numen.

Quienes afirman ser teólogos/ son soberbios impotentes.
Dios es conjunto de Ciencias/ anidado en universos
de Filósofos, Científicos,/ con verdadero cacumen.

CCXLI
Durante esos tantos años/ estudiando “teología”,
¿qué lëerán estos seres/ sobre tema no existente?;
¿sobre hechos adulterados/ por un papa prepotente
o por pastores innobles/ que ni saben teosofía?

Estos sesudos “doctores”,/ también en la teogonía
universal de milenios/ tienen en blanco su mente;
pues están empecinados/ en mantener a su gente
emborrachada en mil mitos/ de miedo y algarabía.

Quien quiera estudiar a Dios, no al cristiano ni al hebreo,
ni al Alá de musulmanes;/ ni al Amón, ni al Ra, ni a Osiris,
debe sumergirse en Ciencias/ con humildad, gran deseo

y Filosofía Honrada,/ regalando un arcoíris
a toda esta especie humana,/ aunque alguno sea ateo,
para que todo viviente/ pueda ver con claros iris.

CCXLII
Dioses no tienen milenios/ en edades terrenales,
pues cronómetros galácticos/ no rigen la rotación
de este mísero planeta/ siempre alrededor del Sol.
Los dioses nacen y mueren/ con sus etnias culturales.

Tampoco tienen pesebres/ ni calvarios tan fatales,
ni inmaculada mamá/ terrenal hija de Sión,
ni padre quien fornicara/ por mal mandato del dios
judío, ni de agrios viejos/ dioses en los bacanales.

Ni habitantes del planeta/ nunca se ha puesto de acuerdo
en medir con un rasero/ giros de Tierra o de Luna.
Cada civilización,/ usando cerebro cuerdo,

ha mantenido hasta ahora,/ cierta cuenta, sólo/ una,
desde chinos e hindúes,/ hasta cerebro más lerdo,
miden el tiempo según/ su/ Era más oportuna.

CCXLIII
Desde/ año mil quinientos,/ lustros más o lustros menos,
hasta año mil ochocientos,/ cuando aquel corso francés
o Napoleón Bonaparte,/ en Roma puso al revés
mil archivos vaticanos/ que hasta entonces eran buenos.

Ocaso de esos archivos/ continuó con tan serenos
quehaceres de Garibaldi2,/ cierto ilustre piamontés
quien humilló al Pío Nono3,/ otro papa no cortés,
quedando la Inquisición/ mutilada de sus senos.

Si este pöeta insolente/ hubiese existido entonces,
a las primeras estrofas/ de estas claras Herejías,
pasaría por verdugos/ más tañido de agrios bronces.

Un tumulto de cristeros/ cercanos y en lejanías
con voces desaforadas/ y hasta rompiéndose gonces
la muerte de este abusivo/ con rencor aplaudirían.

CCXLIV
Sin embargo, no debemos/ cantar victoria temprano;
pues crueles inquisidores/ todavía están presentes
en sociedades civiles,/ incluyendo a presidentes
como Pinochet chileno/ y Uribe Vélez4, gusano;

el “gorilita”5 hondureño,/ capataz del falso hermano
que es Rodríguez Madariaga6,/ quien no tiene Don de 
                                                                           [Gentes;
de Alan García7, ladrón,/ quien aún tiene pendientes
los genocidios sinfín/ en territorio peruano.

Y decenas más decenas/ en Europa y América
como  Franco Baamonde/ y/ el general Martínez8;
Chema Aznar allá en Iberia/ y Somoza en Nicaragua,

fueron lacayos civiles/ de la ya no benemérita
iglesia de las perfidias/ con ridículos maitines;
doctrina muerta de sed/ por corromper fresca/ agua.   


1—MARIONA = Principal penitenciaria de El Salvador; 2—GARIBALDI, GIUSEPPE = Principal Prócer italiano en siglo XIX; 3—PÍO NONO = papa Pío Noveno o IX; 4—URIBE VÉLEZ = Presidente colombiano, narcotraficante y neoliberal, esclavizado por imperialismo yanqui; 5—GORILITA = Un tal Micheletti hondureño, autor y director del cuartelazo que derrocó a Don José Manuel Zelaya Rosales; 6—RODRÍGUEZ MARADIAGA = Cardenal hondureño compinche del “Gorilita” golpista; 7—ALÁN GARCÍA = Ladrón neoliberal, presidente de Perú; 8—MARTÍNEZ = Maximiliano Hernández, déspota presidente salvadoreño (1932-44)  

CONTINUARÁ

domingo, 25 de marzo de 2012

LAS TEPELCÚAS


   L   A   S      T   E   P   E   L   C   Ú   A   S
           Tomado de “Historias escondidas de Tecoluca”
                  Escrito por Ramón F Chávez Cañas

         En década del 48 al 57 del recién pasado siglo XX, aquel  Pueblito vivió época dorada en lo cultural, social, artístico y económico. Esto puede releerse en capítulo sobre “Hazañas Científicas del Tío  Nicolás” en ese mismo libro o en este mismo blog. Relataremos ahora sólo un episodio de ese diamantino decenio.

Altas sociedades intelectuales, artísticas y económicas, nacientes de aquellas primitivas agrupaciones micro feudales tecoluquenses, antes de 1879, estaban constituidas por tres docenas de jovencitos de uno y otro sexo, entre dieciocho y  veintidós años de edad. Quien esto cuenta perteneció, ─una década más tarde─, al Divino Tesoro de Darío (1958-1967); año, este último, cuando contrajo nupcias con María Elsa Cornejo, su primera y única esposa.

Entre esa muchachada correspondiente al decenio 48-57, se destacaba alguien por ser súper donjuán-tenorio, quien no respetaba a matas de huerta, ni a cabras, mucho menos a jolotas para vaciar su joven próstata. En fin, era perfecto Mefistófeles1 o endemoniado sexual. Este alebrestado fornicador estudió Jurisprudencia y Ciencias Sociales en  Universidad de El Salvador, después de haberse bachillerado en Instituto Nacional del Alacrán en San Salvador (1950). En seguida, por haber desertado de UES, obtuvo maestría sobre Salud Pública para bachilleres no universitarios en la desaparecida Área de Demostración Sanitaria con sede en ciudad Quezaltepeque, departamento  la Libertad. Cuando estudiaba bachillerato, o iniciaba la truncada carrera de jurisprudencia, conoció a cierta señorita de apellidos y facciones mandarinescos. Hubo relaciones fornicadoras. Luego, por múltiples razones no económicas, este joven garañón dejó la capital salvadoreña y volvió a nuestro arrinconado Pueblito. La mandarinesa lo visitaba con alguna moderada frecuencia; pero, ésta no llegaba hasta la casona pueblerina paterna, quizá porque al sementalito le abundaba el pasto sexual pueblerino.

Entonces, la última de tantas veces, ella abordó tren IRCA2 venido desde San Salvador y llegado a estación de bandera llamada “Cañas”; estación equidistante entre el Pueblito y Virola (Zacatecoluca); pero en área rural despoblada en sus inmediaciones. A 05:30pm, aquella belleza oriental capitalina bajaba del vagón de primera portando inmenso y “pupuso” maletín o maleta de mano. Mientras tanto, aquel Eros pueblerino, caminando a pie, a marcha forzada y sudorosa hacia el poniente después de haber dejado atrás al soñado Pueblito, pasó raudo por cementerio general local; bajó y subió enormes acantilados llamados El Burro; sudoroso atravesó haciendas: El Jiote, Marcial y Los Amates; haciendas propiedades de un su primo-hermano la primera y de su señora madre las restantes, para llegar justo a la hora citada. Con su esmitingüeso3 pavón negro de seis pulgadas colgando a su derecha y envainado; con ancho cinturón repleto de balas para la misma arma; con machete, también envainado  colgando a su izquierda; con alforjas de fina pita mezcal donde portaba lámpara manual nueva de cinco pilas secas, docena de huevos de pata duros, tres litros de vidrio con agua potable, diez tostadas tortillas de maíz, docena de chorizos de cuche deshidratados (asados) para única segura cena, más posible energizante desayuno; asimismo, media docena de preservativos marca sultán.

A nuestro pequeño musulmán le faltaba pescuezo sobre el rozadero del terreno o pequeña hondonada, para, por medio de señales manuales, indicarle a su amada el lugar donde él la esperaba ansioso. En ese rozadero o leve quebrada, estaba micro puente de cemento llamado bóveda; pero, esa noche, el piso inferior serviría de lecho nupcial a esa descomunal pareja. Sobre tal pétrea bóveda descansaban durmientes con rieles de vía férrea.
        
      En efecto, a 05:30pm, Sol pre navideño (¿1956?) con sus cachetes de gringo y pícara sonrisita, se despedía de aquel par de tórtolos; mientras, tren IRCA con rumbo a San Miguel o a la Unión, dejaba oír sus característicos ruidos antes de llegar al punto donde ponía reversa para entrar de retroceso hasta Virola. De inmediato, aquella potranca lujuriosa se encaminó hasta el interior de la citada bóveda ferrocarrilera ya descrita, donde era esperada por don garañón. Después del prolongado beso de rigor como bienvenida y del primer acto orgásmico de pie a medio desvestir, ella, ya en penumbras, se quejó por sentir cierto mal olor no nauseabundo, pero penetrante y continuo. El moderno Asmodeo la tranquilizó cuando le habló así:
        Ese olor a mieles fermentadas son de pulpas de café, pues cerca de acá está la finca cafetalera de nombre Suiza con su pequeño y primitivo beneficio húmedo. Depositan pulpas mojadas en estas proximidades, porque muchos agricultores del Pueblito, de Virola, de San Vicente y más, la llevan en vagones hasta sus propiedades. Resto sobrante es arrastrado hasta el mar cuando en mayo bajan primeras correntadas de aguas lluvias desde volcán Chinchontepec, ahí al frente. Esa pulpa también da abundancia de moscas; mas, por las noches dichas moscas no molestan porque duermen.
         
         Del enorme  maletín ella sacó ropa de cama  y de abrigo para el duro lecho de cemento y  mitigar infaltables “hielos del niño”, aumentados por ráfagas de tardíos vientos de octubre;  también extrajo algunas golosinas finas (galletas marca Lido o Victorias) para postre en tan liviano cenar. Cenaron con dos huevos duros, dos chorizos, dos tortillas tostadas para cada una de dos raciones. Tan finas golosinas fueron el postre. Después, en pura pelota, continuaron amorgonándose. A 06:30 de esa ya noche, segunda descarga hormona-sexual de ambos estaba exigiendo rápida salida. Aquel caballero semental,  tratando de evitar malos tratos en espaldas, glúteos y occipucio de la dama, optó por ocupar él, el nivel inferior; ella, el superior a horcajadas o, la con vulgaridad llamada veladora chorreada o algo similar. Segundos previos al momento orgásmico o clímax, nuestro señoritingo de esa década (1948-57) sintió deseos exigentes de expulsar algunos malos aires; para lo cual, con ambas manos separó al máximo ambas tapas glúteas. Olor a huevos podridos de inmediato inundó atmósfera bajo la bóveda; pero, también de inmediato, —por relajamiento de todos los esfínteres anales para expulsar malos gases—, Mefistófeles criollo sintió penetración anal,  uno tras de otro, de dos cuerpos cilíndricos, lubricados, duros, poco largos (30-40cms) con grosor similar al pene de un hombre negro del ex Congo belga. De inmediato, aquel joven donjuanesco lanzó  alarido destemplado; en forma automática, con increíbles fuerzas, arqueó su tronco hacia arriba, lanzando a mujer cabalgante contra techo pétreo de tal bóveda; habiéndose golpeado ésta, la mollera o coronilla, para quedar noqueada por varias horas, hasta cerca del otro amanecer. Garañón fornicado, por par de culebras tepelcúas anidándole en ampolla rectal o ciego, no prestó mínimo auxilio a su pareja; tomó, con mano derecha, su “esmitingüeso” de seis pulgadas y con mano izquierda, su lámpara de mano marca gato. Comenzó a alumbrar a diestra y siniestra. Con rayos luminosos perimetrales descubrió procesión de incontables culebras: cortas, macizas, negro-brillante, con dimensiones similares a las sentidas por canal anal del personaje cuestionado. Tales macizas culebreas, casi en tropel buscaban refugio localizado al interior de montículos formados por pulpa húmeda cafetera. No hizo fuego con su revólver por temor a llamar la atención de pareja de guardias nacionales en finca Suiza, y complicar más aquel estado caótico de ambos tórtolos, retornando medio quejumbroso a cueva ferroviaria-tálamo con retorcijones abdominales “in crescendo”. Recordó: escamas de estas animales son imbricadas, por tanto: destrozarían intestino grueso, incluyendo  ampolla rectal y ano, al tratar de extraerlas por fuerza tirando hacia afuera de sus colas, pues a una de ellas aún se le tocaba unos diez centímetros de cauda. Estos pensamientos lógicos venían a mente del Casanova emproblemado, porque había aprendido en Quezaltepeque, en tiempos de la maestría sanitaria sin ser doctor en medicina. También sabía cómo curarse de esa emergencia; pero no estaban dadas las condiciones respectivas. Titilantes estrellas marcaron: 09:00, 10:00, 11:00, 12:00 de la noche, y el erótico amolado ya no tocaba más la cola residual. Dolores abdominales bajos aumentaban en forma geométrica. En tanto, aquella dulcinea oriental roncaba simulando a olla tamalera hirviendo; más espumarajo beige peri bucal. Ambos hechos ignorados por el varón desesperado a causa de cólicos cecales o rectales.

Al filo de 05:00am, cuando aquella aurora era más bella y nuestro héroe sexual parecía niño tierno por llanto destemplado, de súbito aquella oriental princesa suspendió ronquidos del coma post traumático, sacudió su melena alborotada, limpió reseco espumarajo peri labial, empezó articular quejidos de rigor, también a pronunciar incoherencias religiosas y a buscar, para ponérselos rápido, mínimos corpiños y  fuerte pantalón de tela MacArthur (pasa-ríos) llevado puesto la tarde anterior a manera de cinturón de castidad en esos desolados parajes a donde había sido obligada a acudir por maldita esperanza de llegar, pronto, a formar estable y decente hogar. A 06:30 de esa mañana, el Sol cachetes de gringo volvía a sonreírles levantando su enguantada mano derecha para saludarles. La muchacha, sólo con leve dolor de cabeza o, “male di testa” en italiano, se deshacía en desesperadas atenciones para con su amante quien, mientras ella estuvo inconsciente, había terminado con media docena de pastillas efervescentes y con otra media docena de cápsulas antiespasmódicas encontradas en aquel enorme maletín, con resultados nulos. Medio enloquecido por  retorcijones y a punto de desvanecer, relató a la compañera sexual lo sucedido. Le indicó cuánto debería hacer ella para sacarle de aquel infiernillo cecal. Aquella desorientada muchacha ató fuerte las cintas del calzado tenis y dirigió presurosa sus pasos a casa rural del anciano don Nacho Roque, distante a una legua (04kms). Don Nacho fue  trabajador medio esclavo agrícola jubilado. Estuvo al servicio de  abuelos maternos del muchacho parasitado por mancuerna de tepelcúas. Doña Catalina, esposa de don Nacho, atendió a  desesperada jovencita, porque don Nacho, a causa de sordera senil, estaba incapacitado para hacerlo. Puesta en autos doña Catalina (orgullosa de su estirpe nonualaca, similar a la de su esposo), a su nieta habló así:
─“Tomasita: vení  pacá… a tu compadrito, el señorito fulano, se le han metido dos tepelcúas. Que Mingo, mi otro nieto, ordeñe ya  dos vacas prietas y vos, Tomasita, restregá con jabón y mascón el lavatorión de peltre, mientras Hilario, tu padre, ensilla el caballo trotón para llegar más rápido; en tanto, usted, jovencita, vuélvase ligero a la cueva del tren, pues el niño fulanito la estará necesitando más que nosotros, y vos, Tomasita: ¿Ya aseaste el lavatorión? (…). Entonces, andate con la señorita para que entre ambas vayan chineando ese trastón. Cuando Mingo termine el ordeño, él, a caballo, las alcanzará ya cerca de donde está mi niño patroncito”.

Ambas mujeres: campesina y capitalina, salieron a toda prisa. 10mins más tarde, Mingo terminaba ordeño y colocaba en dos tecomates, aquellos 15 litros (20 botellas) de leche espesa calientita recién salida de ubres. Montó el trotón mientras Hilario, su padre, acomodaba tecomates sobre peineta delantera de aquella albarda de cuero crudo. Faltando un kilómetro para llegar al lugar de tal emergencia, Mingo alcanzó a las mujeres; montó en ancas a la capitalina, pues ésta mostraba signos profundos de cansancio. Así, el trío llegó hasta donde estaba el enfermo de “tepelcuítis”. Entre aquellos tres desnudaron al tepelcuoso; mas, éste, quizá por vergüenza natural, medio se resistía a quedar chiroto;  pero en su interior tal vez decía: ¡Apúrense, apúrense! Luego lo obligaron a sentarse en el lavatorión lleno hasta la mitad con aquella sagrada medicina. Mingo, empuñando bendito garrote de güiligüiste, estaba presto a romper cabezas de reptiles cuando éstos abandonaran por completo aquella maltratada ampolla rectal del ex patroncito de sus abuelos… ¡Cabal!... 05mins más tarde, primer animal estaba nadando sobre micro lago lácteo. Al mismo tiempo, pasando al otro mundo por garrotazos; 03mins después, nuestro mártir había quedado liberado del segundo ofidio.
         
          Con lagrimones sobre ambas mejillas, todavía chiroto, aquel rey de Casanova  pueblerinos no terminaba de besar  pies a los dos jóvenes indígenas nonualcos salvadores. (Tunante parasitado era blanco-ladino, sin mínima pringa de nonualco). A 09:00 de esa mañana, pareja de  glotones sexuales abordaban ferrocarril de pasajeros venido desde Oriente del pequeño país con rumbo a la capital. Convaleciente varón bajó en próxima estación llamada Tehuacán; mientras, hija de Mao Tse Thung continuó ruta hasta San Salvador. Don Héctor Brito, jefe de Tehuacán, al verlo pálido-ojeroso, le ofreció y lo montó en su cabalgadura para llegar al Pueblito, distante dos kilómetros al sur de esa estación. Aquella sacrificada señorita nunca llegó a ser esposa del flamante, en negativo, personaje nuestro.
                                         FIN
                            12 de febrero en 2006.-