Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

viernes, 31 de agosto de 2012

GUERRILLERA JAGUAR, 3era ENTREGA



         
                  NOVELA
    LA GUERRILLERA JAGUAR
                Por Ramón F Chávez Cañas
                  Continuación capítulo I


Mientras desdichado y famoso mujeriego hacía de lavandera allá en El Ujushte, señorita Jefa ordenó al resto registrar al detalle: interior,  compartimientos y hasta motor del todo-terreno, lo cual fue cumplido en el acto. Debajo del asiento del chofer encontraron bolso de tamaño mediano color café, con forma característica del bolso o “mariconera” usado por vulgo aburguesado. Del interior de mariconera extrajeron 18 preservativos para uso en contactos sexuales (condones) con añadiduras propias de los mal llamados “margaritas” y que, por supuesto, el degenerado burgués pueblerino emplearía contra la astuta comandante.
— ¡Ve qué descarado!—, comentó ella, —prosigan—, volvió a ordenar.
        Extrajeron múltiples fotografías obscenas donde él se encontraba “chiroto” junto a otras mujeres “chulonas”; además, revista “playboy” y dos pachitas (250ml c/u) conteniendo tequila con viñetas en idioma inglés, tal vez tequila de exportación para anglosajones. En guantera del auto encontraron un revólver nuevo Smith & Wesson .357 de 6 pulgadas; revólver que Galán no pudo usar dada rapidez de Úrsula al reducirlo de súbito a impotencia total. Aquella aguerrida Dama ordenó quemar condones,  fotos pornográficas, revista cursi, tequila y tarjetas de crédito. Sólo requisaron el arma con respectiva munición. Al regresar del arroyuelo don Semental traía ligero semblante de alegría. Al instante se dirigió a señorita Comandante tratando de ser optimista y gracioso. Dijo:
        —Mi señorita Comandante: ya cumplí con todo lo ordenado por Usted. Ahora mismo debo partir a cumplir con obligaciones  familiares mías.
       
Primaveral Comandante, con característica sonrisa serena más mirada de asco y lástima, espetó:
— ¡No, señor! ¡No! Usted no puede partir tan así nomás. Lo intentado por usted contra mi honor de mujer débil, ya lo he perdonado; pero, debido a  circunstancias por las cuales atraviesa nuestro país, usted debe ser investigado a profundidad  para comprobar o descartar su pertenencia a patrocinadores de famosos por criminales escuadrones de la muerte ultra derechistas; porque, criminal directo usted no parece. ¡Todo cobarde se ampara en el poder de su cochino dinero para mandar a matar a humildes campesinos, fieles sacerdotes, estudiantes y obreros comprometidos con Teología de Liberación! ¡Usted pudiese ser uno de ellos! Por tanto: allá en archivos de “El Roblar” conoceremos la verdad. Si usted no tiene alguna cuenta pendiente contra de nuestro pueblo, será puesto de inmediato en libertad.
        Burdo mujeriego volvió a llorar cual niño tierno frente a mirada burlona de tanto combatiente. Sollozante volvió a hacer oferta económica hecha antes en  transcurso del penoso viaje; pero la dama con más firmeza, empuñando hacia el cielo su metralleta Galil de asalto, casi le gritó:
— ¡Mirá, animal!: ¿vos pensás que a nosotros nos interesa esas baratijas de oro colgantes de tu pescuezo? Ni tu carrito, ni tu Rólex, ni todo tu posible mal habido dinero, le interesa “cuis” a la causa defendida por nosotros. Nadie de los muchachos y muchachas se ha fijado en esas tus porquerías. Eso te prueba nuestro desinterés al respecto. ¡Continúa con ellas en tu pescuezo, en tus dedos y muñecas! ¡Más bien parecés maricón con ese llanto destemplado, con esas zapatillas de charol o cabritilla y con esa camisita “Lacoste”; pero se te respetará! ¡Muchachos, en marcha!—, ordenó en seguida.

Compadecida Comandante había ordenado no atar pulgares del prisionero, sólo bíceps (gatos) con persogas gruesas; sin embargo, vigilancia cercana turnándose dos compas cada 02hrs hasta llegar al campamento El Roblar, se cumplió. Partió tal caravana pasadas las 03:30pm. Por lo hablado, a 08:00pm, si no hubiese inconveniente, estarían en El Roblar. —Este campamento era cuartel más importante de  Insurgencia en volcán Guazapa y en toda la república. Allí residía la gloriosa Comandancia General. Es  cima, la más alta cima de dicho volcán. En laderas y quebradas inmediatas se tenían arsenales, almacenes de víveres, medicamentos y otros insumos de primera necesidad. Ahí funcionaba una re-transmisora de radiodifusora clandestina “Radio Venceremos”, que informaba tardes y noches sobre estado de guerra: triunfos y fracasos de ejércitos en pugna.  
       
Comenzó aquella marcha. Rojizo Sol veraniego salvadoreño aún a 04:00pm es caluroso y penetrante. Fino y ardiente polvo del camino llegaba hasta arriba de  tobillos cubiertos por botas o polainas de combate de aguerrida caravana guerrillera; sólo el desventurado personajillo nuestro con zapatillas de charol, sentía más pesado ese polvillo, a grado tal que a pocos minutos de emprendida ruda marcha ya cojeaba y pedía “taimauts” para quitarse calzado y limpiarlo de piedrecillas con polvo. Un guerrillero compadecido lo auxiliaba proporcionándole con medida agua potable a cada instante a manera de aplacarle un poco la exagerada sed (no era diabético). Una hora después de emprendida la marcha, comenzaron a ascender primeras estribaciones del Guazapa. En ese lugar el polvo desapareció para convertirse en enormes pedregales ascendentes que en cuestión de minutos habían desgarrado el fino charol del señorito aburguesado; también horadado genuina suela de res de mismos zapatos. Ante este problema se paró la avanzada. Otra patrulla se largó con sana intención de encontrar bestia caballar para trasladar más cómodo y rápido al desgraciado enamorado. Eran las 05:00pm. El Sol “cachetes de gringo”, abrazante, empezaba a declinar en ocaso cuando ruidos súbitos de motores aéreos sorprendió a la caravana. A única orden todos corrieron arrastrando al “ex galán” para buscar refugio en hondonadas. Era avión de reconocimiento. 05mins más tarde apareció helicóptero artillado o “pelota” y el “puchan-pul o carretilla” descargando mortíferos mensajes. 5 ó 6 incursiones similares y calmas volvieron a reinar en aquel paraje. Entonces eran las 06:00pm. Febo se estaba despidiendo. 15mins después aparecieron compitas halando a macho viejo ensillado con aparejo destartalado, fabricado en cuero crudo. Sobre de tal aparejo encaramaron al desfallecido tunante caza nada. Ascensión continuó. No hubo más contratiempos. A 09:30pm estaban llegando a El Roblar sin otra novedad. Conviene repetir: en tal campamento también se encontraba archivo general de enemigos sociales del pueblo salvadoreño. Serena Comandante dio breve reporte de la jornada; presentó el prisionero a otros comandantes; ordenó  custodia del mismo por turnos de 04hrs; también cena para tal cautivo, y colocarle grilletes gemelos en tobillos. Fue atado en gruesa estaca al fondo del tatú, siempre  custodiado. Esa noche, concupiscente encadenado no durmió ni un segundo. A 02:00am, retumbos de explosiones de 500lbs lanzadas por el gobierno ilegítimo contra el otro lado de montaña Guazapa, hacía que arenillas del tatú-cárcel y vibrar de mismas toscas paredes, desesperaran al “ilustre” reo. Al amanecer sufrió crisis de locura, obligando a médicos, mujeres y hombres del campamento, a proporcionarle dosis fuerte de hojas molidas de floripondio, sin éxito alguno. Tal reo empeoraba; también reclamaba su mariconera, pues en ella portaba tranquilizantes. Galenos optaron por administrarle fuerte poción u horchata de hongos de corral de vaca. Con ese “medicamento” el desventurado “inocente” roncó desde 05:00 hasta 10:00hrs de la misma mañana. Fue despertado para iniciar primer interrogatorio.
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        Mientras tanto, allá en ciudad Quezaltepeque, Doña Pelanchita así le llamaban con cariño sus subalternos y amistades—, estaba estallando de rabia. A 06 empleadas, de manera constante les repetía:

— ¡Miren qué viejo más sinvergüenza!... ¡Nunca había dormido fuera de  casa; aun arrastrándose llegaba! ¡La vejez lo está volviendo peor; pero, al nomás llegar me las pagará todas juntas!—. Dicha señora decía esto a misma hora cuando infiel esposo estaba siendo despertado para iniciar primer interrogatorio. Una de sus empleadas de mayor confianza al oído le decía:

—Cálmese patroncita. Así como está el tiempo sería mejor investigar en: hospitales, cárceles, cuerpos de seguridad y, ¿por qué no en las morgues?
       
       Lupita, niña mayorcita hija, quien a la sazón esperaba su “fiesta rosa” para el próximo 12 de diciembre, terció en agria discusión, diciendo:
       
        —Está bueno que mi papi se dé gusto, ¡vaya! Él está joven aún, además de ser bello, ¡vaya! Ayer, dicen haberlo visto subiendo en la “montero” a una mujer bonita, ¡vaya! ¡Qué goce, pues para eso se ha hecho el dinero, vaya!
        
    Tío Agapito, quien también estaba preocupado, acotó esperanzado:
        
        —Como estamos iniciando semana santa, no sería nada raro, tampoco remoto, que este jodido con esa mujer puñetera, se hayan ido a playas del puerto La Libertad o a Costa del Sol. ¡Hablemos por teléfono a esos hoteles!  
       
Inocultable noticia se corrió cual reguero de pólvora. A 11:00am de ese mismo lunes santo, todo el vecindario y parientes más cercanos del matrimonio estaban enterados del raro desaparecimiento. Hermano inmediato mayor a doña Esperanza, —quien había sido oficial de inquisidora Guardia Nacional o “benemérita” (apodo sarcástico) y quien había renunciado a su puesto a causa de súbita muerte de don Chema, padre de ambos, para velar por intereses económicos dejados por el difunto—, se presentó muy preocupado. Después de cavilar sobre tal problema, en privado dijo a su hermana:
         
       —Siempre he estado enterado de tantas canalladas que de un tiempo acá ha estado haciéndote ese malvado. Nunca he querido intervenir porque las cosas entre hombres son más difíciles y no vaya a permitir el diablo que yo me comprometa, sobre todo por tus tres hijos; pero amarga copa ha llegado al rebalse. Sólo te puedo aconsejar: ¡Mándalo a comer mierda! ¡Recoge todos sus “tiliches” y envíalos a casa de la vieja “chilatera”! ¡Si volviese con improperios, entonces se las verá conmigo!

—Tienes razón, José Mauricio (así se llamaba el mencionado hermano): eso haré ahora mismo—, respondió ella.

Dicho y hecho. A 03:00pm, don Agapito, fuerte anciano sexagenario, tío materno y empleado del señor Galán Burgos, —repetimos—, contrató carretón de tracción humana para trasladar en varios viajes el equipaje del infortunado marido. También don Agapito se iba despedido. Madre de Galán Burgos, angustiada por la pena allá en su casita del barrio El Guayabal, recibió tan desagradable carga. El padre de don Próspero ni cuenta se daba pues estaba tembloroso con delirio tremendo por exceso alcohólico.
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        Volvamos al campamento El Roblar, siempre en lunes santo. A 10:00am sirvieron desayuno al infortunado “mujerero”: dos grandes tortillas de maíz (changas charas) con 02 cucharones de frijoles negros o monos parados (sancochados); un puñado de sal de comer más  pedazo de queso seco salado. Al mismo tiempo le entregaron galón de agua potable en recipiente plástico propio de aceites automotores lubricantes. Le advirtieron: “Esa es ración de agua potable para próximas 24hrs. Cuídela. No la vaya a ocupar en otros menesteres. Aquí, baño cotidiano no existe. Nos bañamos cuando se puede. Por lo general una vez cada semana”. No lo dejaron eructar a solas el desayuno. De inmediato lo introdujeron, auxiliándolo al caminar, en otro escarpado tatú más amplio y mejor ventilado, donde se encontraba reunido el Tribunal Investigador. Por supuesto: ahí estaba la estratega Comandante Úrsula quien relató el cómo y porqué había hecho prisionero al ahí presente. Revisaron expedientes de los Galán quezaltecos sin encontrar alguna evidencia delictiva contrarrevolucionaria. Estudiaron expedientes de los Guerrero Flores de misma ciudad, encontrando lo siguiente: el honesto coronel don José María Guerrero hijo, hacía 10 años había causado baja de la fuerza armada, habiéndose refugiado en cierta embajada latinoamericana de donde salió al exilio; pues había tomado parte activa junto con un tal coronel Mejía, en frustrado intento para derrocar al tiranuelo apodado Tapón”.  Por esta misma razón, el mayor Manuel de Jesús Guerrero GN, había caído mal con vil coronel GN apodado Chele Medardo”, su jefe inmediato. 10 meses después se accidentó (¿se accidentó?) pereciendo al precipitarse al fondo de profundo barranco en municipio La Palma, departamento de Chalatenango. Todos esos antecedentes de manera evidente y sin sospechar, valieron mucho al “mujerero” empedernido. La sesión se suspendió a 13:00hrs. Se reanudaría a 10:00hrs del siguiente día (martes santo); mientras tanto, por radio pedirían a comandancias regionales en el resto del país, en especial a Comandancia Metropolitana, más informes para hacer justicia real al prisionero. Durante esa tarde al destemplado llorón se le vio bastante reanimado. Aún así pidió otra guacalada con hongos de corral bovino para poder dormir más tranquilo. Desde luego, esa petición fue denegada. Ese mismo lunes santo, a 04:00pm, se escuchó a distancia con dirección al desvío Palo Galán, inconfundibles traqueteos de ametralladoras aéreas, seguido de explosiones de algunas bombas de bajos quilates disparados por mismos aviones. Este ataque aéreo duró alrededor de 15mins, habiendo puesto en alerta roja a todo el campamento. Pronto se divisó columna de humo negro emergiendo de proximidades donde 24hrs antes se había iniciado el recorrido a pie, dejando ahí el todo-terreno japonés. Por la noche o madrugada se repitieron tales bombardeos artillados contra faldas opuestas del mismo volcancito; pero el enfermito sexual llorón ya no enloqueció. Sólo se limitó a llorar inconsolable, llamando a gritos a: Pelanchitas, Prosperito, Lupita y a doña Domitila, su madre.
       
A 10hrs del martes santo, el Tribunal tenía evidencias: el dueño de Bazar Lupita sólo era pobre enfermo o maniático sexual, sin llegar a categoría de violador, mucho menos de pederasta o pedófilo. Se encontró el reporte siguiente: “Par de meses atrás, en otro motel de carretera Troncal del Norte, cuyo nombre es ‘el rey’, un operativo montado por guerrilla de esa comarca había copado, entre otros, a este maniático. Les habían despojado de ropa y más haberes personales, entre ellos: documentaciones de identidades. Así ‘chulones’, hombres y mujeres, fueron sacados al patio del motel, obligándoles a escuchar mitin de reflexión, donde les hicieron ver grave error cometido por ellos, burgueses indiferentes a la tragedia nacional; pues, mientras mejores hijos de la patria salvadoreña sufrían intemperies, hasta ofrendar la vida; ellos, maniáticos sexuales, se entregaban a placeres de carne erótica fácil. Sabían de  infidelidades conyugales porque en Cédulas de Vecindad requisadas estaba el estado civil de todos esos burgueses y burguesas”. Guerrilla se retiró del mencionado antro llevándose ropas e identidades de todos los sorprendidos en tal operativo. El vendedor de “chacaleles” y oropel barato telefoneó a su compadre: don Baltasar Calero, para contarle el bochornoso percance; suplicando le llevara, lo más pronto posible, ropas y algún dinero; pero que por ningún motivo se enterar doña Esperanza.
       
Sólo eso fue comprobado. De inmediato le comunicaron su libertad para regresar a casa o unirse voluntario a gloriosa Guerrilla del fmln; pero con severa advertencia: si reincidía, aplicarían rigores de Justicia Revolucionaria. Celestial Comandante Úrsula intervino. Dijo: “Dejemos mejor que se vaya. Este hombre es  gran llorón. Nos puede acarrear serios problemas al momento de una guinda”. “Está bien: ¡váyase!”, respondieron los demás. Se proyectó evacuarlo hasta lugar donde había quedado el automóvil. A 02:00am del miércoles santo, la patrulla designada inició descenso con el propósito de dejarlo frente a su nuevo carro de combustible a diesel, de 6 cilindros, 4 puertas y 240 caballos de fuerza, para que de ahí él siguiera por su propia cuenta hasta carretera Troncal del Norte; pero tal plan fue desbaratado: en esa calurosa madrugada accionar del ejército represivo cobró mayor intensidad, prolongándose por 02 días más. Sábado de gloria o santo, se pudo efectuar la operación aplazada. —Sábados y domingos, jefes castrenses y asesores militares extranjeros, con religiosidad se iban a playas de nuestro literal. Por eso la guerra represiva disminuía—. El hijo de la “chilatera”, siempre montado sobre el lomo del macho viejo, partió acompañado por la escolta pedestre o peatonal; pero, al llegar al lugar donde había quedado la joya automovilística, sorpresa fue grande al encontrar carbonizado el flamante vehículo nipón, con mil perforaciones de balas y destruida la carrocería puro cuero por bombas incendiarias lanzadas desde aviones aquel lunes santo por la tarde. Don Toro Rejero, abrazando chatarra de su ex lindo automotor, volvió a llorar destemplado. Escolta lo consoló. Por radio avisaron lo sucedido. Comandancia General del Frente Farabundo Martí para Liberación Nacional (FMLN), ordenó no abandonar al desventurado; también buscar refugio en proximidades, pues pronto amanecería y estarían expuesto al ataque superior del enemigo, y que a la madrugada del domingo de resurrección evacuaran al llorón hasta el pueblito de Aguilares, abandonándolo ahí a su propia buena o mala suerte. Así se hizo. La patrulla protectora regresó a cumbres del volcán Guazapa por otros atajos más difíciles; pero seguros. El ensortijado, de manera espontánea regaló a los muchachos, allá en El Roblar: ¢3,500ºº, quedándose con ¢500ºº para gastos de regreso. Quiso donar  aquellas 04 cadenas de oro macizo, 08 anillos, más 04 pulseras de plata boliviana; pero ellos sólo aceptaron el Rólex, pues les sería muy útil por tener altímetro, brújula y otros adelanto tecnológicos prácticos en guerra tan desigual. Revólver Smith & Wesson .357 de 06 pulgadas, ya estaba requisado.
       
CONTINUARÁ

domingo, 26 de agosto de 2012

LA GUERRILLERA JAGUAR, 2da ENTREGA


                        NOVELA
  LA GUERRILLERA JAGUAR
               Por Ramón F Chávez Cañas

CAPÍTULO I

            Ciudad Quezaltepeque, cabecera del Distrito Judicial del mismo nombre, es  2da ciudad más importante en departamento La Libertad, El Salvador, Centroamérica. Ciudad Santa Tecla es número uno. Ciudad Quezaltepeque está situada poco antes de  primeras estribaciones norteñas del volcán Quezaltepec o de San Salvador; es ciudad y municipio muy progresista en diversas actividades humanas, a grado de considerársele cabecera regional de esa comarca; pues hasta ahí confluye gran parte del comercio de  municipios vecinos: Nejapa, San Matías, Apopa, San Juan Opico, Aguilares, El Paisnal y San Pablo Tacachico. Tiene, en alrededores, varios ingenios para procesar caña azucarera, varios beneficios procesadores de café, una fundición de hierro y acero; decenas de talleres artesanales de flores artificiales y otros de cerámicas, extensos cañaverales y cafetales, abundante ganado mayor y menor; grandes planicies cultivadas con granos básicos, un centro turístico de aguas termales comparables con termales de Vichy y Lourdes en Francia; más múltiples centros educativos de primaria y secundaria. Clima es bastante caluroso, pero no sofocante; de septiembre a febrero es agradable. Dista 24kms desde San Salvador pasando por Apopa y 28kms desde Santa Tecla, vía balneario Los Chorros. Ciudad capital salvadoreña distará sólo 14kms al construirse autopista proyectada desde hace muchos años. Viejo ferrocarril inglés de finales del siglo XIX lo une con San Salvador y occidente del país.
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En precolombina ciudad Quezaltepeque, cercano a estación del viejo tren inglés nació, en pieza de mesón o rústica vivienda mínima colectiva antigua, allá por 1936 ó 37, un varoncito quien por nombre llevó: Próspero Galán Burgos. Hijo de cierta señora “chilatera” vendiendo en mercado local y de señor motorista “busero” al servicio del “turco” apellidado Kattán. Educación primaria oficial hasta 6to grado la recibió en Grupo Escolar José Dolores Larreinaga, inmediato a su alquilada pieza de mesón. Luego debió viajar a diario hasta ciudad San Salvador, haciendo uso de “bala de plata” o del pasaje gratis en ómnibus manejado por su padre para estudiar, en Instituto Fuentes, corta carrera de oficinista. Se graduó 3 años después. En seguida estuvo empleado en joyería-relojería propiedad de un tal don Eusebio Mercado, —comerciante famoso por bondadoso, a mediados del siglo presente (XX) —. Dicho establecimiento capitalino se llamaba “Joyería y Relojería ‘Suiza’”.
       
El joven Próspero Galán Burgos era muchacho inquieto, locuaz, extrovertido y alegre; de tez blanca-rosada, cabellera lisa, gruesa, café-rojiza con corte de “pato bravo”; notables camanances en mejillas con algunas discretas pecas en pómulos; de estatura poco menor a mediana y complexión algo atlética. Por locuaces buenas maneras rápido se dio a querer por don Eusebio Mercado, a grado de confiarle éste,  secretos contables del negocio, el cual llegó a conoce y dominar a perfección. Con esa temprana experiencia, joven Galán Burgos dejó su empleo de oficinista, dedicándose a venta ambulatoria de joyas legítimas, oropel fino, más relojes. Además del señor Mercado, consiguió otro proveedor de apellido Saca, quien importaba relojes suizos marcas Supremo, Vulcano y Nivada. Galán Burgos a diario recorría muchas ciudades circunvecinas antes mencionadas, con sus innumerables cantones, caseríos y haciendas, haciendo buenos negocios; pero bendito Cupido no tardó en llegar: al frisar  25  abriles, conoció a fabulosa señorita de la mejor sociedad de su ciudad natal. Ella se llamaba Esperanza de la Paz Guerrero Flores, de quien fue novio durante 05 años para terminar en matrimonio civil y religioso católico.
       
Señorita Esperanza de la Paz Guerrero Flores era 6 años menor que él: hija de grandes terratenientes y fuertes comerciantes locales; hermana menor de 2 ó 3 oficiales del ejército salvadoreño. Era morenaza delgada, alta y elegante; de sonreír sincero más palabras suaves. Había sido educada en uno de los mejores colegios católicos de ciudad Santa Tecla (interna). Por tal razón Galán Guerrero sólo la miraba durante vacaciones en Semana Santa, en fiestas de agosto y en fines de año escolar. Estas últimas coincidían con los mejores meses del año (noviembre, diciembre, enero).
Por notable don de gentes del joven Galán, padres de familia de señorita Esperanza le abrieron puertas de la confianza, pese a que en el pueblo gente envidiosa y malqueriente criticaba al hogar Guerrero-Flores; pues no creían posible mirar a  señorita de “alta alcurnia” económica ser prometida de acabado vendedor ambulante de oropeles baratos o fantasías burdas, más relojes marca “chacalele”. Además, argumentaban: “La madre de ese patán Galán Burgos es  ‘vieja placera’, vendedora de ‘chilate’ con nuégados en el mercado central local; el padre: asalariado ‘choferote-busero’ vulgar, con gran afición alcohólica. Aun cuando ya no viven en mesón, arrastran ese estigma imperdonable”. A pesar de esas mordaces críticas, padres de señorita Guerrero Flores accedieron gustosos. Un 12 de diciembre la boda se efectuó con gran pompa. Por esa poderosa razón a primera hija se le llamó: Guadalupe de la Paz Galán Guerrero.
       
Efectuada tal boda, don José María Guerrero Martínez—así se llamaba el padre de la novia—, dio, a desposada, dote consistente en varios miles de colones, más  amplia casa en centro comercial de ciudad Quezaltepeque donde, rápido, aquellos nuevos esposos instalaron tienda bien surtida con relojes, joyas, fantasía cara y telas finas; pero el joven esposo (30 años), —quien para entonces ya era “don”—continuó, aunque con menor frecuencia, en su negocio ambulatorio primitivo.
       
Pasaron varios años. Tuvieron tres hijos. Señores Guerrero-Flores, padres de  joven esposa, fallecieron de manera prematura quizás por afición a guisos con manteca de cerdo, fritadas, yemas de huevos, más cremas o mantequillas vacunas puras: alimentos obtenidos en sus propiedades agro-ganaderas. Matrimonio Galán-Guerrero florecía en economías, pero no en espiritualidades: don Próspero, además de haberse hecho adicto a bebidas alcohólicas, consumía a diario grandes dosis de anfetaminas o derivados, argumentando: “Con esos ‘medicamentos’ yo hago mejores negocios”. También se había hecho adicto a grandes lujos: en su cuello se exhibían hasta cuatro cadenas extranjeras de oro macizo; esclavas más relojes caros en antebrazos; sortijas con pedrería fina en dedos de manos, excepto en pulgares; camisas Lacoste, Polo, Eme pi, francesas e italianas en forma respectiva; zapatos importados de legítimos cueros exóticos; pantalones exclusivos de casimir inglés o fresco lino irlandés. Además, cambiaba automóviles lujosos (2 ó 3) cada dos años; con mucha frecuencia viajaba solo hasta Ciudad de los Palacios sólo para degustar tequila genuino escuchando  auténticos mariachis; pues música ranchera era la única de su agrado. Otro vicio adquirido más tarde fue el de mujeres fáciles. Por éste, más que por otros, doña Esperanza comenzó a desesperar y, matrimonio a tambalear. Don Próspero trataba de disimular esas bajezas diciéndole: “Todo es calumnia. Yo salgo sólo a visitar para cobrar a mis clientes y colocar más mercadería”, volviéndose más cariñoso, locuaz y chistoso frente a su desilusionada esposa.
       
Este marido trabajaba cual camello de mostrador, —decía él—, desde tempranas horas de lunes hasta 12hrs del siguiente domingo. Llegada esa hora nada le importaba mentada tienda llamada “Bazar Lupita”, aun estando repleta de clientes comprando. Él dejaba a esposa sólo con seis empleadas. (Era celoso. No admitía hombres empleados en su negocio; sólo a tío materno: don Agapito, sesentón fortachón, quien hacía  limpieza de automóviles, otros mandados y, quizás, hasta de rufián servía al sobrino). Sacaba uno de los automóviles y partía raudo a recorrer calles de la ciudad o de pueblos inmediatos y diferentes prostíbulos, en procura de carne femenina fácil. Luego partía, con mujer conseguida, hasta algún motel localizado en Carretera Troncal del Norte en donde, con alcohol más anfetaminas, pasaba tarde y parte de la noche practicando inenarrables orgías sexuales modificadas por él según su pornográfica imaginación. Aparecía en casa a 08:00 ó 09:00pm de ese mismo domingo. Se desvestía, se acostaba, se dormía; roncaba cual bendito Morfeo y se pedorreaba como un maldito cerdo. Mientras, doña Esperanza se desesperaba, maldiciendo hasta la hora cuando su honorable padre, ya difunto, la había entregado en matrimonio.
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        El Domingo de Ramos en 1982, —este esposo ya frisaba en 45 años de edad—, tomó el automóvil a la hora señalada. Enfiló, cuesta arriba, sobre avenida Tres de Mayo para doblar a izquierdas en 7ma Calle Oriente la cual da salida hacia carretera-desvío, pasando al costado norte del parque Norberto Morán, —parque “donado” a ciudad Quezaltepeque a principios de este agonizante siglo XX (¿1905?) por oligarca cafetalero, “apactado”, de ese mismo nombre—. En ese lugar hay parada principal de autobuses públicos inter-departamentales: parada siempre atestada de gente esperando tomar el próximo autobús de su conveniencia. Ese domingo, por ser más festivo, la aglomeración era mayor; razón por la cual el señor Galán Burgos disminuyó al máximo la velocidad. Por vidrios polarizados del coche divisó, entre el gentío, a guapa joven señora o señorita de entre 25 y 28 abriles: alta, blanca ladina, cabellera medio rubia y larga cayéndole hasta abajo de caderas; delgada, pero maciza con busto muy firme sin ser protuberante. Lujurioso comerciante dio vuelta de 360º a la manzana del parque para pasar de nuevo por mismo lugar. De inmediato bajó del automóvil, dirigiéndose a la joven desconocida. Habló:
        —Muy buenas tardes, encantadora señorita.
        Ella contestó saludo sin inmutarse en lo mínimo. El enajenado sexual continuó:
        —Si Usted se dirige a San Salvador, al desvío hacia Santa Ana, o a San Juan Opico, será gran honor para este humilde servidor poder llevarla en ese, también humilde carrito.
        —No. Gracias—, respondió ella. Mientras tanto, tunante Galán ya había levantado un pesado maletín de cuero situado a los pies de tan bella dama.
— ¡Deje el maletín donde estaba, porque yo voy hasta desvío en Apopa, para luego tomar autobús rumbo a ciudad Chalatenango!—, dijo ella con tono firme, pero suave; al mismo tiempo, apretando contra su pecho una voluminosa cartera con tirantes.
        —Señorita: yo soy don Próspero Galán Burgos, varón respetable y apreciable en esta ciudad quezalteca. Soy católico profesante. Entre mis obligaciones morales está servir al prójimo. En este preciso momento Usted es mi prójimo. Debo cumplir con el mandato cristiano—, replicó el lujurioso.
       
Hubo más intercambio de frases. Al final, extraña Venus subió parsimoniosa sentándose sobre asiento del acompañante, siempre apretando contra su pecho la mencionada cartera con tirantes; mientras, Galán Burgos, sonriente, acomodaba en  baúl posterior del auto el algo pesado maletín de cuero. La demás gente observadora de esta escena, cuya mayoría conocía malandanzas del mencionado don Juan Tenorio, se quedaron estupefactas por rapidez con la cual había convencido a la elegante fémina, quien vestía falda acampanada blanca con ruedo hasta abajo de rodillas; blusa celeste a lo inmaculado, medio escotada, con mangas tres cuartos; zapatillas también celestes con moderado tacón alto, haciendo resaltar pantorrillas. Cabellera: fresca, fragante, suelta. No faltó quien corriera a poner en sobre aviso a celosa doña Esperanza. Ya con automotor en marcha, don Próspero Galán Burgos con perorata, se deshacía en elogios para natural belleza de aquella blanca mujer de ojos verde-gris, quien sólo respondía con leves sonrisas. A la altura del ingenio El Ángel de Apopa, “Juan Tenorio” criollo se atrevió a insinuarle proximidad de un lugar: motel Láncer; pero tergiversó realidades al decirle:
        —Éste es restaurante de primerísimo calidad. Será para mí hermoso galardón si Usted acepta almorzar conmigo en ese decente lugar.
       
Por supuesto, con alguna cortesía gentil tal dama se negó; pero el pelirrojito con corte de “pato bravo”, haciendo caso omiso de clara negativa, al llegar al punto de entrada enfiló su auto hacia interior del mencionado motel. Ella, con movimientos rápidos y firmes, extrajo de voluminosa cartera con tirantes que apretaba contra su busto, fresca pistola automática “Pietro Beretta” .9mm, nueva. No la chasqueó, pues ya tenía tiro en recámara. De inmediato, con inesperada aspereza la colocó en axila o sobaco derecho del tal Asmodeo o demonio sexual. Con gran seguridad lo espetó:
— ¡Usted miente, caballero: ésta es casa de citas sexuales! ¡Además, usted no es cristiano católico, tal cual me quiso hacer creer! ¡No se mueva! ¡Ponga retroceso!  ¡Cualquier movimiento brusco de su parte, acabará con su vida!
        El pecoso con camanances se puso más “cherche” que bolsa de pus o jícama pelada. Tartamudeando replicó:
        —No, no, no, se-se-señorita: Yo no es-es-estoy in-in –inten-tando (siguió tartamudeando) intentando nada malo en contra suya. ¡Por diosito, créame! ¡Por esta santa cruz, créame!—. Con mano izquierda libre hacía señal de la cruz católica, a la cual besaba a repetición. Continuó—: la lle-llevaré hasta el-el desvío de A-A-Apopa. Dis-dis-pen-seme si en algo la he ofendido.
        Serenísima damisela contestó:
— ¡No, patancito!: ¡Ahora tú me llevarás hasta donde yo indique! ¡Pasaremos por periferia de ciudad Apopa y continuaremos de largo hacia el norte, siempre sobre carretera Troncal! ¡Después de pasado Apopa, hay un puente sobre  Río Acelhuate; en él, todo el tiempo se encuentra retén militar de la tiranía! ¡No harás parada aunque te lo ordenen, porque el primer difunto serás tú! ¡Mantén calma si en algo aprecias esta tu asquerosa vida!
        Mientras tanto, incógnita y deslumbrante joven hembra, contra sobaco derecho restregaba en tirabuzón la trompetilla de la pistola italiana. Cazador caza nada sudaba, sudaba, sudaba. Ella, siempre con voz autoritaria prosiguió:
        —Baja, de manera automática, todos los vidrios del automotor; asimismo, abre el “quema-coco”, (ésta es ventanilla corrediza que algunos automóviles lujosos tienen por encima de la cabeza del motorista y acompañante a la derecha. Sirve para dar más luz o ventilación al interior del coche); al aproximarnos a 200mts del asqueroso retén, yo recostaré mi cabeza sobre tu mugriento hombro; pero, no vayas a pensar que es  gesto de amor para ti, ¡semejante cerdo nauseabundo! Sólo será para despistar a esos otros cerdos, quienes creerán que nosotros viajamos en luna de miel, o algo por el estilo. Si vidrios polarizados van cerrados, seremos sospechosos. Probabilidades de hacernos alto serán mucho mayores. ¿Entendiste, pedazo de animal?
        —Sí, sí, sí, pre-pre-preciosa seño-señorita; pero, por el amor al dios de los cielos, yo le suplico, por caridad o misericordia, me deje libre aquí nomasito. Llévese mi carrito. Aquí, en mi cartera, ando llevando ¢3,000ºº ó ¢4,000ºº en efectivo; también le puedo entregar todas las alhajas que llevo puestas, y mi relojito Rólex de ¢25,000ºº; pero si esto no fuese suficiente, me comprometo, ahora mismo o mañana temprano, llevar ¢100,000ºº ó ¢200,000ºº al lugar indicado por Usted. Si Usted los desea en dólares gringos, también puedo cumplirle, dándoselos al cambio oficial de ¢2.50 por cada dólar; pero, por vida suyita, linda señorita, no me haga sufrir más. Además, yo tengo a mis hijos párvulos—. Y soltó a llorar.
— ¡Alístate, canalla!—, lo interrumpió tan apetecible desconocida. Prosiguió—: Bajaré, a nivel de tu hígado, la trompetilla de mi “Pietro Beretta”. Echaré mi brazo a nivel de tu mugriento cuello. Si fuese necesario, ¡cabroncito!, para despistar mejor, te daré un beso al estar llegando frente al retén ultraderechista.

Cual palabras de profeta, retén criminal pasó inadvertida la marcha del vehículo en mención; además, estaban deteniendo, en esos momentos, a gran número de autobuses repletos de gente que regresaba hacia el norte después de haber asistido a  conmemoración del 2do aniversario de la muerte martirial (asesinato) del Señor Arzobispo: Don Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conmemoración efectuada en iglesia catedral capitalina. Siguieron más tranquilos rumbo al septentrión salvadoreño. Tal afligido encañonado quiso cerrar vidrios y “quema-coco”, pero honorable dama lo impidió. Ella ya había sacado pañuelo perfumado con el cual se cubría boca y nariz. Pasaron por conocida fábrica alemana de pesticidas agrícolas y domésticos, donde había regular multitud saliendo o dirigiéndose a presenciar algún evento balompédico; atravesaron tangenciales y occidentales orillas del pueblito Guazapa, pudiendo contemplar a numerosos vecinos católicos, quienes con ramos de palmas en manos regresaban a sus campesinos hogares después de haber asistido a procesión de Jesús montado en el burrito. En este trayecto no hubo algún intercambio de palabras; sólo esporádicos gemidos del tunante caza-nada, y pertinaz pañuelo cubriendo  orificios faciales vitales de tan incógnita belleza. Susurros del viento al deslizarse por blonda cabellera suelta, aumentaba incertidumbre del caballero frustrado. Al llegar al pueblo Aguilares, cazado “galán” trató de maniobrar para dejar carretera Troncal del Norte e ingresar al citado pueblito; pero ella, tan ágil cual gacela, le rempujó con más fuerza la trompetilla en mismo sobaco. Ex oficinista sólo lanzó destemplado alarido por el dolor, continuando de largo por misma ruta Troncal del Norte. Pasado ese leve incidente, el cautivo “don Casanova” habló siempre tartamudo:
—Mi-mi-mire do-do-doñita: yo-yo-, nun-nun-nunca he i-i-ido hasta Chalatenango, cré-cré-créame. Puedo extraviar el camino y llevarla a saber hasta dónde.
— ¡Calla cerdo sarnoso!—, replicó ella. Continuó—: ¿Quién te ha dicho que vamos para Chalatenango? ¡Óyeme!: antes de llegar a la hacienda e ingenio azucarero Colima, a tu derecha encontrarás desvío a “Palo Galán”, es camino vecinal de tierra. Ahí cruzarás. Tenemos gran ventaja: tu carrito es 4x4, todo-terreno. Llegaremos con facilidad al pie de ese cerro-volcán llamado “Volcán de Guazapa”, al cual, desde el principio venimos bordeando.
Don pequeño burgués volvió a suplicar, siempre tartamudo:
        —Pero-pero mi-mi-mire: ya es casi la 01:00pm. Yo debo estar a 02:00pm en mi casita; pues uno de mis hijitos está enfermito. Me urge internarlo en el Centro Pediátrico de San Salvador. Por favor, doñita linda, acepte ofertas hechas desde el principio. Déjeme acá solito. Yo veré cómo hacer para retornar a casita.
        Ella, fastidiada por monótono palabrerío, replicó:
— ¡No, bribón! Baja velocidad porque estamos llegando al desvío mencionado.

Marzo es el mes más seco y cálido del calendario salvadoreño; en ese mes todas las carreteras nacionales, en especial de tierra o no asfaltadas, se vuelven muy polvorientas; nubes de polvo, más mal estado de mismas vías, hacen lentas e incómodas las marchas, incluso viajando en vehículos de doble transmisión con piñón de montaña. En ese mismo mes la vegetación está casi muerta, en especial pastizales de pajas jaragua y rastrojos dejados por maizales, frijolares y arrozales. Sólo árbol de amate está siempre verde y vigoroso. Por tanto: la marcha del nuevo vehículo de conocida marca japonesa empezó a volverse torpe. Si a esto agregamos: por mismo conflicto armado el gobierno no daba mantenimiento adecuado a caminos vecinales, entonces, don Violador Burlado se metía más, cada minuto, en callejón sin salida. Llegados a 03:00pm, aquella misteriosa mujer ordenó detener la marcha; pues más allá sólo era posible caminar a pie o en lomo de bestia mular. Conviene mencionar: en recorrido desde desvío “Palo Galán” hasta lugar donde se detuvo el doble transmisión, encontraron y pasaron caseríos abandonados en totalidad: casas sin techos, sin respectivas puertas y paredes con sinfín de perforaciones a bala. En mismo instante, cuando polvoriento 4x4 hizo parada ordenada, de paredones próximos emergieron aproximadas 2 docenas de hombres y mujeres armados desde dedos gordos hasta coronilla. Vehículo en mención fue rodeado en un 2x3. “Chelona” ordenó al “galán” bajar con brazos en alto. De inmediato ella también bajó. Dirigió, a recién llegados, saludo con santo y seña respectivos. Uno de ellos, en apariencia comandante interino, saliéndose de filas se expresó:
— ¡Bienvenida mi Comandante ÚRSULA! Usted ha llegado más temprano de lo esperado. Este señor, ¿de quién se trata?
— ¡Primero regístrenlo, porque a mí me faltó tiempo para hacerlo!  Después hablaremos del asunto—, respondió tranquila semejante “Chelona”.
        Al aproximarse aquellos encargados de registrar al prisionero, de repente, al unísono exclamaron:
— ¡Puuta!, ¡Qué jiede este hijue puerca!
        No era para menos: don Cautivo, en primeras de cambio allá en la entrada del motel de marras, al sentir por primera vez fría muerte en sobaco, había sufrido  incontinencia por flaccidez de esfínteres; como lógica consecuencia, sin sentirlo ni quererlo se había orinado y defecado. Ello explica el porqué la desconocida para el prisionero, Comandante Úrsula, se tapaba boca y nariz con el pañuelo perfumado. La mujer comandante ordenó a una patrulla de 6 miembros llevar al puerco prisionero hasta arroyuelo llamado “El Ujushte” distante a 2kms, para lavar él su ropa cagada e hiciera enérgico aseo personal. Para tal menester ordenó se le entregara una bola de jabón de cuche. Mientras la patrulla cumplía lo ordenado, Úrsula explicó en detalles lo ocurrido desde ese mediodía allá en parque Morán quezalteco, hasta ese preciso momento. Pero antes, en presencia del sollozante acobardado, ella ordenó al resto de combatientes, hombres y mujeres, hacer círculo con espaldas hacia adentro y rostros con miradas orientados hacia lejanía exterior; para que dicha Comandante pudiera quitarse ropa civil y vestir de nuevo uniforme de fatiga: verde-olivo camuflado, gorra Navarone negra; pañuelo rojo con letras blancas al cuello (fmln); pistola automática “Pietro Beretta” al cinto y metralleta israelí Galil al hombro. Toda esta indumentaria venía en maletín de cuero algo pesado que aventurero sexual, con alegría, metió en  baúl trasero del 4x4, allá frente al parque tantas veces mencionado. Más “cherche” que perplejo, al ver con propios ojos rápida y total transformación de su presunta víctima, “don hijo de la chilatera” prorrumpió en más llanto destemplado. Se fue desconsolado con la patrulla hasta arroyuelo para efectos mencionados. 30mins más tarde estaban de regreso. Don Garañón venía con la ropa mojada puesta. Uno de tantos guerrilleros amable le decía: “Con intenso calor reinante en esta tarde, la ropa secará pronto”.
C O N T I N U  A R Á