Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

martes, 6 de diciembre de 2011

ANASTASIO AQUISÍ AVISA


                  ANATASIO AQUISÍ AVISA

      Desde ahora, 06 en diciembre, hasta 09 de enero entrante ─2012─, Anastasio Aquisí estará vacacionando fuera de nuestro país (México DF, Cuernavaca y Querétaro). Anastasio Aquisí hará hasta lo imposible para publicar, cada semana de las cuatro ausentes, algún artículo o reflexión de interés cultural para sus 31,000 visitas blogueras recibidas en 18 meses de estar en el ciberespacio.

¡¡FELICES NAVIDADES Y MAGNÍFICO AÑO NUEVO!!... para todos: amigos, enemigos e indiferentes.

HAZAÑAS POSTMORTEM DEL TÍO NICOLÁS

H A Z A Ñ A S   “P O S T M O R T E M”
           D E L   T Í O  N I C O L Á S
            Del libro “Historias Escondidas de Tecoluca”
                     Escrito por Ramón F Chávez Cañas
       

Octubre 26 en 1998. Huracán Mitch, cuya ruta previa hacia Belice y península yucateca había sido trazada por meteorólogos gringos, de repente detiene su marcha volviéndose estacionario frente a costas caribeñas de Honduras, en área Islas de La Bahía. Ahí permanece por espacio de cuatro o cinco días. Este fenómeno meteorológico estático pudo ser observado, a perfección, a través de televisión internacional. Día 29 del mismo mes y año… De súbito, ese fenomenal y diabólico huracán vira en 90º hacia sud oriente, internándose en territorio continental centroamericano; afectando, en mayor grado, a repúblicas de Honduras, de Nicaragua, y a zona oriental de El Salvador. Guatemala y occidente salvadoreño fueron dañados en segundo grado. Días 29 y 30 marcaron cierta especie de Apocalipsis en tales naciones. Costas del invaluable Pueblito en Océano Pacífico, adyacentes a márgenes occidentales del caudaloso Bajo Lempa, en zona para-central salvadoreña, fueron, otra vez, anegadas.
                                  *****
Uno de noviembre: día de Todos los Santos de ese mismo año… Almas de consagrados dones: Moncho Chávez padre, Chus Orantes padre, Buenaventura Alférez, Enrique Garay, Lino Parras y de centenar y medio más, todos recordados; pero imposible de transcribir acá, se apersonaron frente a oficinas celestiales de San Pedro para reclamarle sobre tan desmedido castigo ordenado por él contra estas paupérrimas repúblicas. San Pedro, ex terráqueo iletrado embustero, se negó a recibirles; entonces, aquellos ciento cincuenta reclamantes acudieron a segunda estrategia: pronto sacaron y al instante, en segundos, enarbolaron pancartas; desempaquetaron megáfonos portátiles; hicieron uso de trillada “pinta y pega”. Como última medida, obstruyeron todo el tráfico edénico al atravesar automotores celestiales; mas, nunca pensaron en quemar llantas. Madre Teresa de Calcuta, quien a la sazón fungía como secretaria interina del apóstol, informó a éste sobre esos actuales hechos callejeros. Entonces, Simón Pedro pidió los antimotines quienes, sin decir agua va, acudieron al instante comandados por  arcángel San Miguel y Nacho de Loyola. En retaguardia estaba media docena de pipas-tanque prontas a entrar en acción a primera señal del arcángel o de Loyola. Esas pipas-tanque estaban comandadas por el falangista Chema Escrivá de Balaguer y por otro desconocido, cuyo apellido suena a Claret.
Insolentes voces izquierdistas, mega fónicas y tumultuosas, despertaron curiosidad en múltiples oficinas del Pentágono Celestial. Entre numerosos santos y beatos salidos a curiosear por ventanales y azoteas, estaba el piadoso sacerdote: don Luís Pastor Argueta quien, en vida terrenal había sido, por seis u ocho años consecutivos, señor cura párroco del abnegado Pueblito. ─Este mismo cura fue quien bendijo  balas contra tan recordada Coyota Teodora, y quien autorizó entrega del cadáver de la misma a don Moncho Chávez padre, allá por año 33 del siglo XX. Es el mismo curita quien adoptara al después Ingeniero Manuel de Jesús Merino Argueta—. El sacerdote, de inmediato reconoció a casi todos sus ex feligreses sublevados; también, casi de inmediato, hizo uso del teléfono móvil, comunicándose con el Mero-Mero Celestial para informarle sobre tales acontecimientos. El Mero-Mero Celestial, al instante ordenó comparecencia del sordo, tozudo y más rústico apóstol Pedro, habiéndolo espetado así:
¿Qué te está pasando Pedro? ¿Por qué le niegas audiencia a esas bellas almas salvadoreñas… (¿…?)… Es cierto: ese pueblo permitió asesinatos de: mi bien amado Oscarito Arnulfo, mi fiel Nachito Ellacuría, protomártir Rutilito Grande, abnegado Rafaelito Palacios, del manso Alirito Macías, valiente Netío Barrera, de  intelectuales en fe divina y en justicia terrena: Segundito Montes Mozo, Armandito López Quintana, Joaquincito López y López, Nachito Martín Baró, Monchito Moreno Pardo, Marcialito Serrano, Cosmito Spessoto, Celinita y Elbita Ramos con miles y miles más, entre pastores y ovejas, cuyos nombres tú, Pedro, conoces a perfección... (¿…?)… También eso es verdad. El Pueblo estaba desorganizado, temeroso y desarmado frente a esas fuerzas del mal indoctrinadas y armadas por Satanás, casi a perfección. ¡Sólo el sacrificio martirial de esos ochenta mil héroes, entre hombres, mujeres y niños, es suficiente motivo para ser recibidos en tu despacho! ¡Vete de prisa! ¡Escúchales con verdadera atención! Recuerda: “El Humanismo siempre estará por sobre lo legal”.
Alicaído San Pedro hizo profunda reverencia, dio media vuelta y de inmediato se dirigió al despacho oficial, ordenándole a diminuta Santa de Calcuta hacer pasar a única comitiva constituida por cinco personajes, ¡ni uno más! Cuando la de Calcuta apareció por el portón principal, de inmediato cesó aquella enorme gritería de tantos insurrectos. Tal santa comunicó lo ordenado por El Pescador. Se formó la comisión integrada por dones: Moncho Chávez padre,  Buenaventura Alférez, Lino Parras, Segunda viuda de Chávez y María Teresa viuda de Alférez (sexo femenino, aun en sacro cielo, casi siempre es minoría). Los represores: arcángel, de Loyola, Escrivá de Balaguer y Claret, no pudieron ocultar sus torvos gestos de disgusto; pero, debieron retirarse rápido con bélicas cajas destempladas y con legionarios cargados con balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta y, con pipas-tanques llenas de agua salada heladísima, similar a las aguas orinadas por  antiguos cumbos sorbeteros pueblerinos. Este líquido polar, a presión  altísima, sería lanzado, por respectivas mangueras, contra espaldas o lomos de tan pobres beatíficas almas. Ya retirados fieros antimotines, mencionados protestantes guardaron pancartas, megáfonos y diversos recipientes aerosoles con pinturas; también despejaron avenidas y  calles adyacentes al edificio gubernamental celestial más conocido con nombre de “El Pentágono Celestial” o, a secas: “El Pentágono”; pues en tal edificio, por separado, están oficinas de: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo; más despacho de Santísima Virgen María, y blindado búnquer del primer Papa cristiano. Estos cinco poderes son millardos de veces mayores a poderes: hitleriano, soviético y del Pentágono tiosamlandés1, en vaca.
Aquellos tres personajes y dos “personajas” (así hablan actuales feministas) de tal comitiva, fueron guiados por Madre Teresa hasta oficina del testarudo Pescador; no sin antes haber pasado por  cubículos, donde algunos antiguos padres de la iglesia, estaban trasteando  supercomputadoras, quizás para informarse, o ponerse al día, sobre  causas de mil y una sectas derivadas del cristianismo primitivo. Don Moncho padre reconoció a San Agustín, africano de Tagaste a quien, Santa Mónica, su madre, le servía de secretaria y en esos instantes le preparaba cafecito bien cargado; también reconoció a: San Ambrosio, San Basilio, Santo Tomás de Aquino y a San Jerónimo Doctor.
         Ya en presencia de San Pedro, después de haber escuchado de éste palabras cálidas de bienvenida y de haberles preguntado, él mismo, el porqué de tan insistente manifestación callejera, doña María Teresa de Alférez intentó dar respuestas respectivas; pero, don Moncho Chávez padre, presintiendo tremenda “metida de patas” por el alma de aquella dama, se puso en pie. Con voz garbosa para acallar a la dama (mera-mera terrenal del Pueblito), habló así:
Vea, San Pedro: todo el pueblo centroamericano está indignado contra usted… (¿…?)… Usted muy bien sabe el motivo; no obstante, nosotros no venimos a recriminarle un error suyo ya irremediable. Sólo venimos a solicitar permiso para nosotros poder, en espíritu, trasladarnos hasta costas inundadas de nuestro sin par Pueblito, pues siempre, sobre todo en 1934, cuando fatídica Correntada; en 1974 (cuarenta años después) al producirse el Huracán Fifí, hemos acudido, con gran premura, para auxiliar a nuestros coterráneos semejantes en desgracia.
         — ¡Muy bien, muy bien, muchachitos!—, replicó la primera piedra del cristianismo. Prosiguió—: Dicho permiso se les otorgará por tres semanas, ¿les parece? Es tiempo prudencial para auxiliar la congoja espiritual y material de esos sus seres queridos; pero, el soplón “convídame solo” del cura Luís Pastor Argueta, no irá…¡¡No pregunten motivos!!
         —Gracias, pescador de almas, —terció don Lino Parras, con aquella su voz metálica de tenor italiano y con aquellos ojos verdes de alcaraván. Con inmenso regocijo continuó diciendo—: No obstante, santidad, quisiéramos, por medio suyo, conseguir permiso especial para nosotros ser acompañados por Nicolasito Cañas Merino, quien, según tenemos entendido, cumple pena de 10 años en bendito purgatorio por algunos pecadillos veniales ignorados por nosotros.
   ¡Madre Teresita: tráigame, de inmediato, el expediente purgatorial del individuo Raimundo Nicolás Cañas Merino !─ordenó el ya fastidiado primer obispo de Roma.
—Pero Santidad: don Raimundo Nicolás Cañas Merino, falleció en jueves santo del año del Señor de 1996… Hace dos años y medio, por tanto: ese mentado expediente está ya en ultra supercomputadora suya—, replicó la diminuta Teresa.
¡Qué caray!, ya me está invadiendo el alzhéimer—, dijo la roca primitiva del cristianismo, mientras pulsaba teclas de ultra única súper máquina electrónica para hacerla funcionar. Esa máquina tardó milésimas de segundos, luego se puso a tono. San Pedro pulsó, con seguridad, dos o tres teclas más y activó el disco duro correspondiente a Centroamérica; en seguida, con puntero en forma de ratón, accionó el software, ubicándose en tiempo y lugar exactísimos correspondientes al pecador Nicolás. Frunció entrecejo; pegó trío de inefables pujidos; luego repitió desconsolados “ajá”; llamó a dos o tres doctores eclesiales de los antes citados; deliberaron por espacio de cinco minutos. Tales doctores, santos asesores, se retiraron silenciosos a respectivos cubículos; iletrado pescador se sobaba la calva; madre Teresa, alejadita del grupo, pero en misma sala, estaba parando orejas para después ir con el chisme hasta donde: Martín Lutero, Miguel de Servet, Juan Calvino, Giordano Bruno, Galileo Galilei, Mahatma Gandhi, Oscar Arnulfo Romero, Juan Gerardi, Tomás Moro, Juana de Arco, Che Guevara, Farabundo y, José, ambos de apellido Martí; Simón Bolívar, Chema Morelos, Abraham Lincoln, Martin Luther King, y donde “catizumbada” más de santos y patriotas de este miserable planeta llamado Tierra. San Pedro, luego de meditar por breves instantes, se expresó así:
No, mis queridos muchachos y muchachas: Cañas Merino no podrá acompañarles, porque él está cumpliendo diez años de Purgatorio. Al presente, sólo ha cumplido con cuarta parte. Leyes misericordiosas del Reino Celestial pudiesen ser flexibles, si el Cañas Merino hubiese, al presente, cumplido con mitad de su pena; además de haber observado excelente conducta, la cual sí, se está cumpliendo.
Don Buenaventura Alférez, buenazo cascarrabias, ex vecino terrenal del pobre desdichado empurgatoriado, siempre con voz atiplada medio afónica, interrumpió al guardián de puertas celestiales para decirle:
¡Ya sé, ya sé, San Pedro: ese jodido del Colacho ha sido condenado al Purgatorio por causa de tantas bromas pesadas que nos hizo a mí, a mi familia y a mis trabajadores, con aquellas avispas embrujadas y con aquel violín chillón; con aquel maldito cuche chele llamado Polo, imitador de sonidos del “sacabuche”, y con bramidos de aquellas bestias, a las cuales, el infeliz Nicolás, llamaba: “bajos de la orquesta de animales”, ¿verdad, San Pedrito?
—¡¡No, Buenaventura, no!!... No sigas levantando calumnias, porque entonces me estarás obligando a remitirte, de nuevo, con los subalternos de nuestra Señora del Escapulario, para que tú cumplas, a gran cabalidad, la pena; pues, por tu relativa buena conducta purgatorial, sólo has pagado la mitad de tu sentencia... (¿..?)... ¿Qué cuál fue tu delito? ¡¡Ah, preguntita!! Tu delito fue: no haberle dado  apoyo económico total a tu hijo Germita, después de haberse bachillerado. Este señorito Germita, deseaba hacerse hijo de Escolapio y alumno de Galeno, en  Escuela de Medicina de Universidad de El Salvador; pero tú, tacaño Buenaventura, preferiste ver cuando el muchacho bachiller le vendía su futura herencia terrenal a tu hija mayor, la señorita Luisita Alférez Ayala; —señorita ésta quien después, llevada por cursi modernidad, sepultó el nombre de Luisita para hacerse llamar: “Ingrid” Alférez Ayala—. Tú, Buenaventura Alférez, podías, con holgura, hacer doctor en medicina a tu hijo Germita… ¡¡¡Eres un gran tacañazo!!!
Don Buenaventura se quedó amelarchillado2 cual ninguno y como nunca. Profundo silencio reinó en aquella amplia sala celestial. De pronto, don Moncho padre dijo:
 —Vayámonos al grano, San Pedro, díganos, en verdad: ¿cuál es el pecadillo o pecadillos que impiden acompañarnos al cuñado Nicolás?
—El pecadillo de él es, según el expediente electrónico, haberle puesto nombres de mujeres honorables a todas las vacas de su enorme hato lechero—, replicó el santo.
¡¡Explíquese, explíquese!!—, dijeron todos al unísono.
         —Verán: allá por 1976, un sobrino de Cañas Merino, hijo del aquí presente don Moncho padre, y de la nena Carmencita Cañas de Chávez, —hermanita menor del tantas veces mencionado Colacho. Esta nena,  a 85 años bien vividos allá en planeta Tierra, siempre goza de hermosura con gran prestancia espiritual y corporal—. Pero vamos al grano: tenía, el sobrino, en ciudad San Vicente, una farmacia agro-veterinaria. Tal muchacho llámase Héctor Orlando Chávez Cañas. Pues bien, el ocurrente Colacho llegó cierto día hasta tienda agro-veterinaria a comprar lote de vacunas para ganado lechero. Héctor Orlando, a quien Cañas Merino llamaba “El Chelito”, se ofreció, sin mayores costos, para ir a inyectarle todo el hato hasta propios corrales. En verdad, así se hizo. Luego de llegar a propiedad ganadera llamada El Obrajuelito, ambos, tío y sobrino, desmontaron de  flamante “burrita Renault”, propiedad del sobrino, comprada de segunda mano a cierto ‘tiosamlandés’, mencionado en cuentos de “Salvador Catorce”, y en “La máquina de hacer billetes”. El sujeto Cañas Merino, —prosiguió San Pedro—: ordenó al jefe de zacapines hacer llegar la primera vaca: “¡Piito: trae de inmediato a María Mijango!!”. Chelito Orlando, sorprendido, terció: “Pero tío, yo nunca he vacunado a seres humanos, sólo ganado mayor y menor”. “No te preocupes, Orlandito, pues todas mis mejores vacas llevan nombres concordantes con figuras principales de este bello Pueblito. Vos haz tu trabajo y deja que Pío Mejicanos y yo, te traigamos las animalas al puesto de vacunación”. En efecto, medio minuto después, el casi enano Pío Mejicanos traía amarrada de cuernos a cierta hermosa vaca prieta. El Chelito Orlando hizo primera diligencia. Ordenó pasar al segundo semoviente. “¡¡Piito: tráete a Carmencita Parras!!”, ordenó el también apodado San Lorenzón. “En el acto, señor patrón”, respondió el diminuto mayordomo. Puntual, con mucha mayor alegría, apareció halando un espécimen blanquecino, sobrepasada en carnes, con la ubre llena de veinte litros o más. “Tráete a Carmen Chávez viuda de Orantes”… (¿…?)... “¡Sí, sí, la misma, la de cabos bajos, jodido!  En seguida te traes a Juanita Bonilla, a la creída Merceditas Méndez, a flaca María Agapita, y a guapa Leonorcita Marenco, porque este Chelito es más rápido para vacunar, de lo esperado”. Así transcurrió casi toda la tarde. Al final de la jornada Chelito Orlando le reclamó: “Bueno tío Nicolás: Faltan tres vacas por vacunar”. “No, Chelito, no. Ya están todas”. “No tío: faltan: mi tía Sarita, mi tía Graciela y mi mamá”. “¡¡No jodas, Chelito: Sarita y Carmencita, mis hermanitas del alma; asimismo: mi queridísima esposa, Gracielita, jamás figurarán en estos corrales!!”. “Por tanto, —concluyó San Pedro—: le cayeron  diez años purgatoriales. Le hubiesen caído sólo cinco, si él, el jayán del Colacho, no hubiese actuado con esa descarada discriminación social o familiar, al excluir de corrales a tres damas mencionadas por último.
         Aquella comitiva se retiró del Vaticano Celestial con la pólvora mojada; pero medio alegre, pues habían conseguido tres semanas de permiso para ellos, y para otros “comunistas revoltosos o subversivos” quienes, impacientes, esperaban frente a fachada de aquel palacio imponente. No pudieron dejar el Edén al día siguiente, porque era dos de noviembre, día de Fieles Difuntos, fiesta nacional con asueto también allá en el Cielo. El día tres, aquellas 150 almas pueblerinas, montadas en respectivos Pegaso, varones; y damas, sobre mansas mulas aladas, ensilladas con lujosas monturas galápagos (montura especial para damas hasta mediados del siglo XX), bajaron a toda prisa, con el fin de llegar temprano a injertarse en cerebros y corazones de jóvenes habitantes del sagrado Pueblito; mas, no pudieron hacer mayores cosas, porque nuevos descendientes o amigos, ya no habitaban esa paradisíaca comarca; pues todos, hombres y mujeres, al principio de años 80’s del recién pasado siglo, emprendieron éxodo o diáspora, huyendo de muerte segura en manos de negativos escuadrones de la muerte derechistas, ¡satánicos!, subvencionados por capitalismo salvaje nacional y extranjero. En ese lugar, sólo encontraron a personas extrañas, entre adultos, jóvenes y niños. Vagaron por praderas de Santa Cruz Porrillo; por hacienda La Bolsa con su famoso Terrero (propiedad dejada por doña María Teresa a su hijo Rogelio); por catones y caseríos de: San Carlos Lempa, la Pita, El Pacún, Taura, San Nicolás Lempa, Santa Bárbara, Agua Zarca, San Ramón Grifal, El Playón y más. Observaron a famoso ferrocarril IRCA (Ferrocarriles Internacionales de Centroamérica, por iglas en inglés) que, además de estar paralizado del todo y oxidándose, había sido desmantelado en casi toda su infraestructura. Así confirmaron lo ya sabido por ellos: “Todo lo terrenal, por majestuoso o grandioso, tarde o temprano llega a su final”. Vagaron por ciudades, pueblos y cantones circunvecinos… Llegaron hasta capital salvadoreña, hasta ciudad Usulután y ciudad San Miguel, contemplando, impotentes, tantos destrozos provocados y atribuidos a San Pedro, por no haber sabido éste, gobernar grifos del cielo. Cuando terminaron esos veintidós días de permiso, los tres varones y las dos damas, emprendieron retorno, nadie más, con objetivo de gestionar otro permiso; pues abrigaban remota esperanza de encontrar receptores aun fuera de antiguos habitantes de aquella su vieja querencia. San Pedro, tal vez ablandado por severa reprimenda recibida del Mero-Mero Celestial, accedió gustoso, otorgándoles otras tres semanas para tales menesteres. Doña Segunda, con tez morena, e incontables lunares oscuros de parche y de relieve, parecía cara de pato casero, o de jolote macho; doña María Teresa, mentada vieja obesa, colorada cual chorcha escandalosa de gallo indio, y tan locuaz cual narrador radial del fútbol criollo, parecía reina del Medioevo europeo. Ambas, apoltronadas en respectivas monturas galápagos finas, sobre hermosas mulas mansas aladas, descendían haciendo reminiscencias de aquellos fabulosos tiempos terrenales ya idos para siempre. Chávez, Alférez y Parras, sofrenando míticos Pegaso, hacían lo mismo. Ya en terrícola Pueblito, fueron recibidos por resto de invisibles personajes; diéronles, a éstos, informe sobre nuevo permiso o prórroga; pero, aquellos/as cinco embajadores/es del grupo, se quedaron estupefactos cuando don Juan de la Cruz Chávez Rodríguez, vocero oficial del resto, con su media lengua natural, sujetándose pantalones para equilibrar sus enormes “potras” escrotales, les informó sobre zanganadas efectuadas por ilegítimos gobernantes de turno y adláteres quienes, poseídos por demonio de  codicia, habían hurtado casi todo el dinero, comestibles, medicinas y  utensilios emergentes donados por magnánima ayuda de nuestros hermanos extranjeros, así: miles de latas conteniendo finísimo aceite de oliva español, las vendían, todos aquellos impunes codiciosos, a  empleados de alguna dependencia gubernamental; éstos, revendían a transeúntes hasta sobre aceras del Palacio Nacional… ¡¡Qué descaro!!... Don Moncho padre, en forma de pesadillas se introdujo en la mente de un subsecretario de Estado para encararle tales zanganadas. Tal descarado subsecretario zángano le respondió: “¡Ve en lo que se fija, don Moncho!… Estos aceitillos provocarían diarreas, vómitos y úlceras gástricas a esos infelices, quienes sólo están acostumbrados al frijolón parado, acompañado de chenga3 chara, con puñado de sal sin yodar… ¡Ah!...Estas tiendas de campaña, donadas por hermanita República Argentina, lucirán mejor en nuestros hermosos ranchos playeros, pues esos imbéciles campesinos costeños, damnificados desde siempre, pronto las incendiarían, porque ellos sólo saben cocinar con leña y, como no les costarían nada, no tomarían debidas precauciones para evitar incendios; además, inmensa mayoría está constituida por ebrios consuetudinarios analfabetas. Por tanto, irían, esas tiendas, estos aceitillos donados por reino de España, y todos los dineritos en efectivo mandados por el resto de Europa, “Tiosamlandia”, Latinoamérica, “Taiwán”; en fin, por todo el mundo, a parar a manos de rufianes burdeleros, cantineros, usureros y topeteros4; por eso, mi querido don Moncho, es mucho mejor que todas esas especies donadas queden en nuestras manitas (mañosas), porque nosotros hemos sudado la camiseta para estar donde estamos. Además, don Moncho, acuérdese de aquel popular adagio no querido poner en práctica por usted cuando se le llegó el momento: “Aprovéchate gaviota, porque después de ésta no hay otra”. “No hay duda, —pensó don Moncho—: El demonio de codicia, llamado corrupción por eufemistas, en estos nueve años recién pasados (1998) ha invadido, con mayores descaros, a nuestros miserables e incapaces gobernantes”… Cabalgata de 150, entre hombres y mujeres, después de rápida sesión plenaria acordó, por unanimidad, abandonar micro terruño salvadoreño, el tres de diciembre del mismo año, ─fecha cuando este mal cuentista festejaba, en silencio, uno más de sus numerosos cumpleaños.                                   
                                                *****
         Enero 13 en 2001, a 11:35hrs, casi todo el territorio de nuestra patria fue estremecido por infernal terremoto, cuya duración fue calculada en no menos de 40 largos segundos, con intensidad tal vez superior a ocho grados en escala Richter. Historia centroamericana de últimos 500 años, no registra sismo de tal envergadura.
         Nuestro matusalénico Pueblito, situado, en línea recta, a muy pocos kilómetros del epicentro telúrico; éste, localizado en el mar, a escasa distancia de bocana de nuestro padre, Río Lempa, fue abatido en totalidad (95%). Vetustas o tricentenarias casas de adobes, con viejas techumbres de maderas y tejas, fueron pulverizadas o quedaron agonizantes, esperando maquinaria pesada hondureña para, por fin, descansar en verdadera paz después de largos dos o tres siglos de estar erguidas, viendo nacer, crecer, pasar y morir a treinta o cuarenta generaciones, desde antes de los tiempos del presbítero y doctor don José Simeón Cañas y Villacorta (1767), quien naciera en propiedad latifúndica de sus progenitores, llamada: Hacienda “Concepción de Cañas”, ubicada dentro de jurisdicción municipal de ex exuberante Pueblito. Zacatecoluca se vanagloria,  sólo porque en esa parroquia fue asentada Fe de Bautismo del endeble recién nacido. Hecho éste ocurrido seis u ocho días después del advenimiento del insigne Cañas y Villacorta. Algunos viroleños han llegado hasta a alterar ese documento religioso para salirse con la suya.
         Aquellas bicentenarias casas de familias: Chávez-Cañas,  Chávez-Orantes, Cañas-Salinas, Chávez-Molina, Molina-Ventura, Molina-Ortiz,  Orantes-Marenco, Martínez-Chávez, Chicas-Alférez, Chávez-Salinas, Ayala-Castro, Roque-Ayala, Orantes-Monteagudo, Portillo-Orellana, Alférez-Ayala, Alvarenga-Hernández, entre otros centenares más, mordieron el suelo en el mismísimo instante, o quedaron formando macabros arabescos desplomados y amenazantes.
         Al presente (mayo 23  en 2001), la estampa colonial, medio colonial y serena de nuestro amado Pueblito, sólo vive y vivirá en  recuerdo de millares de diaspóricos hijos; tal cual vive Macondo en  memoria del formidable Gabo (Nobel de Literatura en 1982), pues este mítico pueblito del Caribe colombiano sucumbió, después de cien años de fundado, ante tremenda furia de uno de tantos huracanes que año tras año golpean a nuestra América tropical.
         Ese día, aquellas 150 pobres almas mencionadas con anterioridad, y miles más, contemplaron, impávidos, desde ventanillas y postigos celestiales, cómo casonas, casas, casitas y chozas pueblerinas, se despanzurraban; cómo, tremendas polvaredas salidas de escombros, de cúspides y laderas del ahora indefenso colosal Volcán Chinchontepec, medio asfixiaban a descendientes y amigos terrícolas del martirizado lugar natal. Todas esas almas lloraban y se desmayaban; algunas hasta con ataques epileptiformes frente a esa hecatombe, con agravante de no poder hacer nada en absoluto.
A 01:00 de esa misma tarde, ya un poco repuestos de aquella congoja inenarrable, los mismos 150 líderes de siempre, se presentaron al palacio Vaticano Celestial urgiendo nueva entrevista con el primer papa. No hubo ningún obstáculo. Santa Margarita María de Alacoque, nueva secretaria del Rudo Pescador, les condujo hasta enorme sala de espera; pronto los anunció con aquel crucificado cabeza abajo. Éste, decidió recibir a aquellos insustituibles cinco miembros de la comitiva anterior; pero esta vez, previendo conducta sampedrana dura, llevaban, a manera de abogada, a nuestra señora del Carmen, patrona del Purgatorio. San Pedro no pudo rechazar presencia de la virgen, entonces, tal comitiva se integró con tres personajes y tres “personajas” tal cual prefieren las(os) feministas(os) —.  El santo escuchó nuevos argumentos expuestos. Sin dudarlo un segundo, volvió a concederles el permiso; pero esta vez fue por cuatro semanas. Al mismo tiempo, reiteró su negativa, en cuanto al permiso pedido para Raymundo Nicolás Cañas Merino. Frente a esa rotunda tozuda actitud, a ruegos de los cinco líderes representativos, Nuestra Señora del Carmen intervino:
         —Mira Pedrito: la vez pasada, cuando  huracán Mitch, no pude ni quise intervenir, pues vos tenías sobrada razón, porque Colachito sólo había cumplido una cuarta parte (25%) de su pena; pero ahora, ya casi está cumpliendo la mitad de tal sentencia. Por tratarse de un caso extraordinario, único en más de 500 años, yo te pido: firma la orden de libertad provisional para ese muchacho, tal cual lo hiciste con Venturita, aquí presente.
         — ¡No puedo Gran Señora, no puedo! A Cañas Merino le hace falta tres meses más diez días para cumplir 50% de su suplicio. Para entonces, veintitrés de abril de este mismo 2001, yo, con todo mi agrado, firmaré el documento.
         —Óyeme Pitercito lindo: San Lorenzón, en su vida terrenal, tuvo actitudes y aptitudes excelentes las cuales, sin duda, por tu tempranero “alzhéimer”, estás olvidando. Recuerda: ha sido único mortal seglar centroamericano con suficientes agallas para enfrentarse, victorioso, al mismo cachudo; asimismo, contra espíritus malignos representados en dos ocasiones por la polifacética Ciguanaba.
         —Sí, pero contra el cachudo lo salvaste vos, Gran Señora, al haberle proporcionado, por medio de botija descubierta por perra Titina, la sacratísima Magnífica; además, imprudente San Lorenzón, allá en Río Frío de Tecoluca, abusando de su confianza y envalentonado porque poseía balas bendecidas por e l “lleva y trae” cura Luís Pastor Argueta, le mamó tetas al espanto, habiendo ido por lana, saliendo trasquilado, —refutó San Pedro a Nuestra Señora.       
         —Acuérdate, rudo Pedritín: él era humano… Tú también negaste a mi divino hijo por tres consecutivas veces antes de los kikirikires. Por eso,… ¿mira dónde estás? —terminó diciendo la celestial Madonna.
         Salva de aplausos, incluyendo aplauso de la santa de Alacoque, retumbó hasta en oficinas vecinas. No le quedó otro camino al testarudo apóstol,… sólo firmar orden de libertad condicional para tío Nicolás; entregar tal orden a misma Madonna, y volver a rascarse la calva. Tal divina Madonna encabezó la fila india hacia puertas del Purgatorio; de su cartera, legítima piel de lagarto, extrajo cinco escapularios: uno para cada alma; abrió las puertas mencionadas… ¡Sin exageración!,… ahí estaba el bendito hermano de mi mamá, “chucaneando” o jayaneando5 con la “cherada”6 hecha por él en esos cuatro años con meses de su purgación; pues él nunca esperaba gracia de tal envergadura, hasta ese momento ignorada por todas las benditas o malditas almas purgantes de pecados veniales. Singular Madonna se acercó hasta barandal de seguridad, dejando en antesala de hornos, a sus cinco acompañantes. Con voz dulce y melodiosa se dirigió a mi purgado pariente, diciéndole:
         —Colachito, Colachito: ¡¡ya eres libre, mira!! —Mostrándole la inesperada real orden de libertad condicional. Prosiguió—: Agárrate con firmeza de este escapulario. No permitas, a ningún otro empurgatoriado, acercarse hasta vos, pues hay muchos malandrines, quienes tratarán de fugarse a la sombra de tu alma.
         Agradable enemigo de don Buenaventura enrolló en muñecas los dos sagrados cordones. Celestial Libertadora, con muy poco esfuerzo, tiró de otra punta. Ex alcalde a “dedo” traspasó cordón de seguridad. Cuando estuvo frente a celestial Mujer, de inmediato se postró de hinojos, le besó pies, salpicándoselos con tibias y copiosas lágrimas de profunda gratitud; luego se irguió, permaneciendo arrodillado. Tartamudeando con tono entrecortado le dijo:
         —Gracias Señorita Madre Mía, mil veces gracias… ¿Qué de bueno habré hecho yo, vulgar pecador, para merecer tu Misericordia?
         —Ahórrate palabras, Colachito. Esas explicaciones las pedirás a San Pedro, porque vos has sido seleccionado para bajar a La Tierra, hasta tu destruido Pueblito, en misión especial de socorro espiritual, pues todo tu país y tu Pueblito en particular, hace algunas pocas horas ha sufrido tremendo cataclismo telúrico; habiendo sido casi borrado del mapa. Mayoría de comunidades más pobres, también muchas de  clase media económica, pero no intelectual, han sufrido ese desastre; pues clase “alta económica” de tu diminuto país, pertenece a clase baja-baja en humanismo y sabiduría, cuando ésta le ofrece a aquélla, paraísos habitacionales: já-já-já; en este caso, en planicies artificiales, adyacentes a taludes horadados en colinas por ambiciosos adoradores del becerro dorado; pues ni siquiera es de oro: es simple oropel, cual lo fue el espejito español entregado a vuestros antepasados aborígenes a cambio del invaluable legado en joyas, metales y piedras preciosas, cuyo monto actual, por valor material e histórico, es inconmensurable en este presente y en todos los futuros. Así construyen frescos paraísos oxigenados, já-já-já, engañando a la majada clase media económica, o sea, a los lacayos migueros del gran capital demoníaco.
         — ¿Mi Pueblito está perdido, quieres decir Señorita Madre Mía?
         — ¡Así es, mi querido Colachito, así es!… Ahora se perdió en lo material; pero, en lo espiritual,… tiene varias décadas de estar perdido, tal cual lo está todo tu país. Primero: imposición fraudulenta de autoridades políticas y arzobispales; segundo: abstencionismo electoral de grandes masas al perder optimismo democrático (nunca tenido) a causa de descarados fraudes electorales, más millonarias defraudaciones al fisco de tu desnutrido país. Esto ha permitido absoluta entronización de Luzbel, por medio de políticos y pseudo religiosos derechista quienes, en nombre de mi martirizado hijo, con sus criminales decretos, siempre favorecen a la también luzbélica oligarquía ladrona, mal llamada “empresa privada”. La verdadera “Empresa Privada”, está aletargada por terror infundido en medios de comunicación masivos (“gran” prensa, tv, radiodifusión, panfletos, vallas y más), dominados por mafia narcotraficante permitida por todos ustedes. Estos mafiosos asesinos han contribuido y seguirán contribuyendo, —si ustedes, humillados “guanacos (cobardes)”, lo siguen permitiendo—, en destrucción de tu ex bello país; pues dinero esquilmado a vosotros, más obtenido en tráfico de drogas y de influencias, lo invierten en el extranjero. Ya tienen listos sus aviones de propulsión a chorro privados, para emprender, en cualquier momento, la retirada descarada en caso se diese remota posibilidad de otra grave convulsión social o natural, abandonando a su dura y bien ganada suerte,  a todos sus lacayos migueros.
                                             *****
San Pedro, en recinto del Pentágono o Kremlin Celestial, esperaba a aquellos cinco peticionarios con su abogada, pues necesitaba ser oído por 151 almas, incluyendo la del recién liberado de llamas temporales, para hacerles saber su decisión final e irrevocable con respecto a los no empurgatoriados. Sentado al centro de mesa consistorial, y acuerpado por ocho doctores de iglesia primitiva, dio su inamovible veredicto, cuando ya totalidad había tomado asiento:
¡¡Ustedes no son más, sólo atajo de holgazanes!!... ¡¡Ustedes han quedado con el dedo dulce, porque les encanta andar turisteando con pretexto de ayuda humanitaria y espiritual para desvalidos de allá abajo!!... ¡Ustedes,—me he enterado por testigos fidedignos, recién llegados acá después de huracanes Mitch y George—, no hicieron nada en bien de colectividades sobrevivientes. Cinco delegados entrevistados de buena fe por este portador de llaves celestiales: Moncho, Ventura, Lino, Segunda y María Teresa, son  farsantes de primerísima categoría, pues me fingieron dramatismo conmovedor.  ¡Yo debiera remitirlos a Tierra; pero hasta Hollywood, Cinecittá o Churubusco, porque son payasos de inigualable calidad!... ¡¡Hace par de años vinieron a rogarme permiso en similares circunstancias!  Lo di;  pero, ese permiso lo usaron  para  ¡¡turistear!!... ¡¡No hicieron nada positivo!! Excepto, sólo denunciar atrocidades ladronísticas cometidas por el partido derechista gobernante,… por tanto: ¡¡vuestra petición ha sido denegada!!... Sólo al ex convicto Cañas Merino se le autorizará  salida de estos sagrados recintos; porque él es  ¡¡único!! entre todos ustedes, capaz de enfrentarse, con total éxito, hasta al mismísimo macho cabrío… ¡¡La sesión ha terminado!!… Pueden retirarse
La del Carmen, con pesada carga de escapularios retornó a su lugar acostumbrado: antesala del Purgatorio. Aquellas ciento 151 almas y “almos”, se dirigieron hasta celestial Plaza de San Pedro. Iban cabizbajos y silenciosos. Algunos ahí se despidieron del resto; otros, se quedaron admirando majestuosidades de aquellos sublimes edificios celestiales. Don Moncho padre estaba embelesado con alto obelisco central y preguntándose: “¡Caramba, hombre, ¿cómo carajos pudieron aquellos terrícolas de hace más de cinco centurias, cuando no se conocía, ni siquiera en sueños, grúas mastodónticas mecanizadas o motorizadas, levantando semejante mole similar a esta edénica?” En este profundo pensamiento estaba el padre de este cuentista cuando sintió una mano familiar tocándole hombro derecho. Volvió la mirada y se encontró con figura esbelta blanca-rosada, barba entera espesa y azulada —en la Tierra, para ser afeitado, necesitaba de dos navajas alemanas “Pato” o “Solingen”, afiladas en forma alterna por dos aprendices de barbería, o por jefe de zacapines, en una misma sesión—; cuerpo sazonado en 45 años, e incipiente calvicie del señor don Raymundo Nicolás Cañas Merino quien, algo desconsolado por  postreras palabras del severísimo e iletrado apóstol; pero más preocupado por tremenda responsabilidad recaída sobre sus hombros, sin  haberla buscado él, habló así:
¡Púchica, cuñado Moncho!: No sé cómo hacer para cumplir a cabalidad con esa grande y peligrosa empresa encomendada a mí por el mentado San Pedro. Usted, por haber bajado hace veinticinco meses, puede orientarme al respecto: ¿Cómo les recibieron los salvadoreños, en términos generales, y los de nuestro Pueblito, en particular?... ¿Cuáles fueron principales cosas negativas encontradas por ustedes en ambas comunidades?
Don Moncho padre le explicó, también en términos generales, el tremendo ladronismo (corrupción, para eufemistas) existente en altas y medianas esferas del poder político gubernamental, diciéndole al final:
Mire cuñado Colacho: es cierto. Hoy hay otro gobernante y otros ministros, subsecretarios, directores generales,  etc.; pero, todos ellos son sucias ratas del mismo piñal o cloaca; nueva gente cobijada con misma bandera extremista de derecha… (¿…?)… Sí. También es cierto. Hay diputados de verdadera oposición; pero, estos pobres patriotas, a puras cachas llegan al número 31… En cambio, extrema derecha, con 44 peleles, hace y deshace leyes para perjudicar a  inmensas mayorías… (¿…?)… También es verdad: ahí, bajo ese manto lleno de oprobio, se cobija, desde hace varios años, el partido del “pescadito”… ¡Mi partido político del alma! allá por años 60’s y 70’s del recién pasado siglo… ¡¡Jamás imaginé a extrema derecha infiltrándose en ese hermoso color verde del Partido Demócrata Cristiano!!
En seguida, patriarca Chávez le enumeró decenas o centenas de demócratas cristianos rateros y doblegados, besando al ídolo dorado; pues verdaderos demócratas nacionales, abandonaron tal seudo partido, dispersándose por montañas y escasos bosques cuzcatlecos, para empuñar armas contra de opresores. Otros, marcharon hacia el exterior para dar a conocer, en todos los continentes, dolorosas y legítimas causas de “Insurrección Popular Prolongada”. Frente a estos convincentes por lógicos y claros argumentos, el ex “Señor de la casa” cambió de estrategia, decidiendo no descender a su país ni al Pueblito. Sólo volaría a media altura desde Río Paz (frontera con Guatemala), hasta Río Guascorán (frontera con Honduras); desde cumbres de El Trifinio (Guatemala, Honduras y El Salvador), hasta Punta Jatuey, en  Golfo de Fonseca, para observar magnitud del desastre. En seguida actuaría de acuerdo a sus grandes corazonadas. Se dieron fuerte apretón de manos y prolongado abrazo de oso  cual buenos cuñados. Se despidieron. Don Moncho padre volvió al vergel eterno de su gozo. El ex convicto encaminó vacilantes pasos hacia aposento de Arcángeles. Buscó y encontró al Arcángel San Gabriel a quien, después del respectivo saludo, le habló de esta manera:
Vea Señor Arcángel: el Pescador me ha metido en un cusuco yuca,… (Problema difícil)
—Já… já… já… —se carcajeó el arcángel, sin valorar gestos de preocupación reinante en facciones del científico pueblerino hechizo.  Prosiguió—: Todos nosotros hemos estado pegados a televisores del circuito cerrado, observando y escuchando diatribas del San Pedro; desde cuando Santísima te extendió ese escapulario salvador,  hasta cuando el portador de llaves mandó a freír papas a tus turísticos coterráneos; pero bien, dime: ¿en qué puedo servirte, Colacho puñetero?            
En mucho, Señor Arcángel, en mucho: dadme prestadas o alquiladas algunas de sus alas… Las más viejitas… No importa sean aquellas con las cuales usted hizo la Anunciación; pues no quiero cabalgar en ningún corcel celestial, ni aun ofreciéndoseme el de su colega Miguel, porque en la Tierra cabalgué demasiado. Ya me siento cansado de tanto galopar.
—Tienes razón Colachito, tienes razón; pero, esas alas, con dos mil  un años  de antigüedad, están en muy malas condiciones.
—Pierda cuidado, Señor Arcángel. Yo, en par de horas, les arreglaré plumas y lubricaré gonces; empero, si usted me echa una manita, terminaremos en menos de media hora.
San Gabriel aceptó. Además, pidió prestadas plumas y huesos de repuesto a su colega Rafael. Entre los tres, tales alas quedaron tan elegantes como salidas de vitrina cara. El terráqueo símil senil del “Yeti” u “Hombre de las Nieves”, dio profundos agradecimientos. Se presentó a puertas del Cielo, hizo profunda reverencia. San Pedro quien, ignorándola, abrió ventanilla o postigo del enorme zaguán para evacuar a Cañas Merino al vacío descendente. Verdadero San Lorenzón Abad y Mártir, o mero-mero santo patrono del demolido Pueblito, anciano santo ya jubilado, desde su vergel eterno le dijo adiós, agitando la parrilla en la cual fue asado por Diocleciano,  emperador romano anticristiano. Tío San Lorenzón salvadoreño pensó: “¡Ve, si hasta mi tocayo se alegra por mi difícil viaje!” Se lanzó al éter. Buscó las corrientes eólicas más suaves para descender formando círculos excéntricos. Alas zumbaban. Le recordaban zumbido de piscuchas y de enormes lunas coludas elevadas por él en niñez y primera juventud; también, nostálgico, recordaba primitivas alas fabricadas con cueros curtidos de venados, y del accidente cuando quedó colgado en ramas del copinolero. Hizo lo planificado, rápido, con respecto a su diminuto país. Quedó más desconsolado cuando miró, a casi todas las ciudades, pueblos, villas, cantones y caseríos, compactados por gigantesca y diabólica aplanadora. Aquellas planas tierras de cultivo, carreteras principales, y caminos vecinales agrietados en extensos tramos, aumentaron al máximo su congoja. Volcanes, sierras, lomas y cordilleras, le parecieron lomos o costillares de chuchos aguacateros jiotosos, por profundos “chayastes”7 observados desde el aire. Se volvió mar de llanto al contemplar abatida su antiquísima residencia solariega en barrio El Calvario, cuya estructura deformada, no era ni la sombra entre años 30’s 70’s; también su nueva residencia de sistema mixto, con dos plantas, en barrio El Centro, orgullosa morada de años 80’s y 90’s, estaba marcada con bandera roja. Se moqueaba y lloraba más cuando contempló, en igualdad de condiciones deplorables, aquellas dos casas céntricas de su hermanita Carmencita; y casa cantonal del cantón La Mora, heredada por hijos de difunta Sarita Cañas de Alférez, su otra hermanita. Sin ningún otro plan previsto, tío Nicolás vagaba, vagaba por ocho diminutos rumbos cardinales de El Salvador… De repente… De repente,… le llegó excelente corazonada, al parecer genial: enrumbó sus, todavía no tan maltratadas alas, hacia sur oriente de este nuestro sin par continente. Tomó altura hasta quince mil metros sobre el nivel del mar; luego, a todas alas, se puso en velocidad de crucero. Primero divisó ridículas fronteras honduras-salvadoreñas, marcadas por Río Guascorán. En rápido abrir y cerrar de ojos, atravesó colita sureña oriental del territorio catracho. Se ensimismó al contemplar Las Segovia: famosas montañas del “General de Hombres Libres”. Al Río San Juan, y a dos Grandes Lagos nicaragüenses, por nubosidad, no los advirtió. Pasó de largo por territorio costarricense. Ignoró esclusas del canal panameño. Selvas del Darién le provocaron especial deleite. En  Río Magdalena, por cuerno caribeño colombiano, quiso identificar al Macondo de García Márquez, pero le fue imposible; sólo escuchó  grandes galillos de los Buendía disputándose, quizá, libidinosas palabras de concubina Pilar Ternera. Por fin llegó a ciudad cuna de El Libertador. Entonces, en círculos concéntricos, descendió hasta pisar  azotea del Palacio Miraflores, en Caracas, o Casa Presidencial. Meditó por milésimas de segundo. Luego, sin menor duda, se introdujo en la mente y  conciencia de DON HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS. Don Hugo Rafael Chávez Frías fue receptivo. Éste, de inmediato ordenó cumplir, y se cumplió, todo lo ya conocido por el mundo. De manera especial, por nosotros salvadoreños (grandes obras humanitarias, médicas y de reconstrucción total, en pueblos Comasagua, La Libertad; y villa Bolívar, La Unión). Cumplida esa primera exitosa etapa, voló hasta tierra del mambo, del bolero, del chachachá, del son y de José Martí o: “Primer Territorio Libre de América”. Ahí hizo misma operación hecha en Miraflores de Caracas; pero, “Barbudo Antillano”, sucesor de Bolívar, le salió con espada desenvainada, diciéndole, con característica media lengua cubana:          
         —É laudable tu misió, Colachito, é laudable; pero, aun cuando nojotro pudiésemo enviá, en ete mimo instant, nuetra brigá médica, ingeniérica, geóloga, recatista, con sabueso de olfato educá a la perfecció; aun con la pobré en dorá, —orgullo de capitalistoi guaná—, porque no é oro todo lo que relumra; aun cuando nojotro, sin sacrificá e bienetá bá de nueto pueblo, pudiésemo mandá avione replé de: tienda de campá (canopi lé llama e cursilé), cemento, hierro pa construcció, medicamento producí po alta tegnologí cubá, ropa de abrí, y, cien mí cosa má, ahora no en mi mén, no podriamó aterrizá en tu aeropué Comalá, ni mucho meno en Ilopá, poque todo eso súbdito de Posá Carrí, en especiá un tal minitro del interió, cuyo segundo apellí suena a Cuarté, nos lo impedirí y, en caso permitilo, en seguí se robarí todo e avituallamiento mencioná, con el cómplice silen de lo tré matutino, de radioemisó lacayas, y de la televisió con número pare de dígito. Dicho medio de comunicació masí, se alimentá robando a tu erario nacioná, millone de colone, al cobrá por difundí la falsa propaganda gubernamentá; cobrando hata por la equela, cuando se ha perdí algún perro de primera dam. Luego nos acusarí de comunita indoctrinadó por medio de nuetro humanístico donatí, etc., etc. Má, en atenció a tu agradabe visí, chico, ho mimo ordenaré e traslá de nuetra brigá médica destacá en Guatemá, hacia tu sufrí paí. Vete tranquilí, pué segú tengo entendí, tu dura faena apena empié.
         Don Nico voló hacia resto de América Central, obteniendo acogidas positivas; en seguida, enrumbó ancianas alas hasta tierra del nopal y del águila devorando serpiente. Ahí se entrevisto con el gigantesco “Zorro Botudo”, recién llegado a silla presidencial del palacio Los Pinos, en ese acogedor magnífico país, obteniendo óptimos resultados. Siempre, a velocidad de crucero, abandonó su preciosa América Central y Caribeña, dirigiéndose hasta Cono Sur americano. Desde  inmensa Patagonia, en forma ascendente, terminó su peregrinar en Ecuador y Colombia. En estas últimas repúblicas sufrió pequeños contratiempos; pues debió cambiar algunas piezas óseas, aceitar todos los gonces, y reemplazar un millar de plumas gastadas; además, debió afeitarse con sus inseparables navajas antiguas de marcas alemanas; tomar gélido baño en glaciales címicos de El Chimborazo, pues atravesaría Océano Atlántico, y su presentación, frente a aquellos monárquicos y democráticos Estados, debería ser nítida.
         Avión  Concorde, y modernos aeroplanos a propulsión de turbina de tres o cuatro países más desarrollados de este planeta, parecían rudimentarias tortugas voladoras a la par del viejo calvo. Primero llegó a España. Tocó puertas mentales y cardiacas de doña Sofía y de don Juan Carlos, con respuestas magníficas. Lo mismo hizo en: Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Alemania, Inglaterra, y en países escandinavos, obteniendo singulares promesas. En Islandia o en Groenlandia, se dio refrescante chapuzón. Retozó, durante veinte minutos, con par de hermosas osas polares. Éstas le aconsejaron no poner pie (alas) en tierra “tiosamlandesa”, pues “Jorge Arbusto hijo”8, recién impuesto presidente fraudulento derechista, estaría carcajeándose, a mandíbula batiente, festejando tragedia sufrida por los más pobres de entre los pobres en este continente, tal cual se carcajearon sus congéneres guanacos (cobardes) cuando asesinato del Señor Arzobispo Mártir, Don Oscar Arnulfo Romero y Galdámez. En vista de ello, singular peregrino sólo visitó al Primer Ministro canadiense. Después de haber obtenido excelentes resultados previstos, acicaló su plumaje. Se enrumbó hasta las, para nosotros lejanas islas japonesas y Formosa. Ésta, mal conocida por República China en “Taiguán”. Allí terminó tan delicada misión.
         Orgulloso y satisfecho por el deber cumplido, antes de ascender hasta Reino Celestial, regresó a El Salvador, —mal llamado “Pulgarcito” y sus habitantes nativos, con razón o sin ella, apodados “g u a n a c o s” (cobardes) —; pero no regresó al Pueblito. En reparto residencial Campos Elíseos, a sur poniente de ciudad capital salvadoreña, a una de la madrugada visitó a su viuda. Ésta, medio dormía bajo tienda de campaña colocada en patiecito de mediana vivienda no dañada por sismos, rodeada por algunos de sus jóvenes nietos y bisnietos, quienes ni presintieron presencia del abuelo, pues por fatiga del día anterior en rescates de colonia Las Colinas, en ciudad Santa Tecla, dormían a pierna suelta. Don Nico acarició la ya bien nevada cabellera de su viuda; hizo algunos suaves masajes sobre  arrugas faciales de la misma; no le transmitió ningún mensaje, porque a 92 años de edad, casi nadie está apto para recibirlos, mucho menos para descifrarlos, aunque ella aún goza de sana inteligencia; le dio tierno y profundo beso de despedida en ya marchita frente. Después, a baja altura, dirigió sus alas hasta cercana ciudad Santa Tecla, doce kilómetros al sur poniente de ciudad capital. Llegó hasta barrio El Calvario tecleño, pues ahí reside su única hermanita con vida, a quien él siempre llamó: nena Carmencita. Nena Carmencita, con 84 navidades  en esos días, —también viuda de don Moncho padre—, estaba dormida a profundidad; pero con semblante serenísimo, no obstante haber sufrido lesión cortante moderada en una de sus piernas, por vaso de cristal roto por mismo terremoto. Tío Nicolás penetró a profundidad en sagradas neuronas de su hermana. Tan Bella Durmiente, en sueños sutiles, evocó aquellas experiencias infantiles en  heredad la Mora:  aguiluchos come niños, tren de madera, avaro naranjero, secretario tunante frustrado, campanas hechizas, alas para volar de niño Nicolasito, botija descubierta por perra Titina, y más. Soñó todo el resto de la madrugada. En seguida, mi tío, a eso de 03:00horas, aleteó rumbo a colonia residencial Don Bosco de misma ciudad tecleña, en busca de su querido sobrino: relator de estas “HISTORIAS ESCONDIDAS DE TECOLUCA”. No lo encontró. Esposa de este “escribidor” lo remitió hasta ciudad Quezaltepeque, donde este embrión de historiador había quedado aislado por derrumbes y fisuras viales. Tan veloz cual relámpago, alado San Lorenzón atravesó El Boquerón del volcán Quezaltepec, también  “Volcán de San Salvador”, llamado. En fracción de un segundo estaba introduciéndose en el “queso” del sobrino. Tal sobrino estaba durmiendo en improvisada hamaca de nylon: roncaba como bendito y se pedorreaba cual maldito; pero era receptivo a  mensajes parasicológicos de su tío. Éste le narró todas las peripecias purgatoriales; inmensa alegría de él cuando fue sacado del “chimbolero menor” por Virgen del Carmen; enorme cusuco en que lo había zampado San Pedro y, delicadas “diligentes” diligencias llevadas a cabo por él en inmediatas últimas horas. Al final, ya para despedirse con rumbo al Cielo, tan inefable tío le pidió al sobrino escribir un poema trágico alusivo al tremendo terremoto, para así comprobarles, a incrédulos ex terrícolas del hamaqueado Pueblito, su presencia efectiva en estos lares. El aprendiz de poeta, medio azurumbado por angustia y por sueño, se dirigió al escritorio, tomó su viejita máquina de escribir marca Olivetti, —la cual debería estar ya descansando en un museo adecuado—, y escribió de esta manera:

Del profundo Pacífico brotó
ayer, trece en enero inolvidable
y segunda semana despreciable
del tal siglo veintiuno, un gran temblor.

Del ignoto Pacífico emergió
cruel furia de Neptuno, el indomable,
en este primer mes tan miserable,
iniciando el milenio con terror.

En un lapso muy corto y terrorífico
mi pueblo en agonía fue dejado
por la furia venida del Pacífico.

Fueron treinta segundos, o ¿cuarenta?
Un instante feroz y despiadado
tan suficiente para cifra cruenta.

           II
T E C O L U C A, mi Pueblito adorado,
mi Pueblito feliz, rico y sagaz,
ese Pueblito amante de la paz
convertido en terrones ha quedado.

En esta madrugada fui informado
por mi valiente tío Nicolás,
el tío más humano y más capaz.
Él lloró en T E C O L U C A, apesarado.

Regrese al Cielo, mi querido tío.
Vaya y rinda su informe esplendoroso.
Cuénteles lo terrible de los días

por venir con el enerino frío
para  gente sin techo y sin reposo.
Cuénteles todas sus melancolías.

         Osado alado voló derechito Al Cielo. Rindió su informe a Corte Celestial, en el cual demostró su efectividad en menos de ocho horas, al haber cumplido con el cusuco yuca a él encomendado. Sus adláteres pueblerinos murmuraban incrédulos y envidiosos; pues ellos y ellas (así les gusta a los y a las feministas), en seis semanas largas no lo habían logrado.
                                      *****

Un mes exacto después: 13 de febrero en 2001, furias tectónicas ignotas vuelven a sacudir, con igual violenta intensidad, al maltrecho territorio. Esta vez, mayor destrucción ocurrió en Zona Para-central, en especial en ciudades: San Vicente, Zacatecoluca (Virola), Cojutepeque, y poblados menores con cantones y caseríos aledaños. Pueblos Nonualcos, al sur occidente del Chinchontepec, fueron afectados en sumo grado. Mártir ciudad de Tecoluca, principal pueblo Nonualco, no fue afectada, porque ya no tenía nada para ofrendar a fuerzas de Plutón o de Neptuno; pues un mes exacto antes, había quedado reducida a escombros. Esta vez, epicentro fue localizado al norponiente del volcán chinchudo, en área cercana a San Pedro Nonualco. Ciudad San Vicente, vanagloriada por haber sido respetada por el del trece de enero anterior, sufrió devastación casi similar a la sufrida por Tecoluca, en aquella primera fecha. Chelito Héctor Orlando Chávez Cañas, propietario de  farmacia agro-veterinaria “La Cuma” de San Vicente, sufrió  destrucción total de su local comercial, averías serias en casa de habitación y en otras propiedades urbanas (bodegas y casas dadas en alquiler).
        
Esta vez, aquel orgulloso, iletrado y tozudo apóstol piedra rogó, humillándose al San Lorenzón tecoluquense, para volver al planeta Tierra y efectuar diligencias similares a las ya narradas. Envalentonado Nicolás aceptó. No llegó a su ex preciosa Tecoluca. Se limitó a visitar sólo al Chelito Orlando. Volvió a llorar cuando, desde alturas en descenso, contempló cadavérico cascarón de farmacia agro-veterinaria “La Cuma”. Mezcló lágrimas con las del sobrino. Ya para despedirse le habló así:
         —Chelito: sé muy bien, porque te miro desde allá, de tus grandes capacidades económicas; pero eso poco me importa… ¡¡Yo quiero ayudarte!!... Antes de ascender a mi destino eterno, pasaré por donde Monchito hijo… A él le dictaré diseños estructurales para tu nueva casa de habitación, tu nuevo negocio, bodegas y demás bienes urbanos destruidos; pues, mientras yo descendía, analicé topografía vicentina y deduje clases de materiales de primera necesarias para construir, no reconstruir, tus propiedades abatidas. En término de cuatro a seis días, Monchito Chávez hijo, arquitecto empírico, te hará llegar el juego completo de planos, desde sólidas fundaciones, hasta coronamientos. Todo ello especificado al detalle… (¡…!)… Sí, sí. Eso lo sé a  perfección; pero, actuales “legítimos” arquitectos, sobre todo aquellos egresados de docenas de universidades “pellejas” salvadoreñas, no saben manejar, porque no entienden, cosas tan elementales cuales son nivel y plomada… Entonces,… te sacarán “vergazales” de pisto9 y quedarás, aseguro, para siempre amenazado por futuros movimientos telúricos de mediana o poca intensidad.
Cuando Chelito Orlando despertó sobresaltado, era la una de aquella madrugada del 14 de febrero en 2001.  Imagen del tío Nicolás iba desvaneciéndose lenta, sobre copa del limonero en patiecito central.-

1—TIOSAMLANDÉS = estadounidense; 2—AMELARCHILLADO = Humillado; 3—CHENGA = tortilla grande de maíz servida en fincas y haciendas; 4—TOPETEROS = quien compra y vende objetos robados; 5—CHUCANEANDO O JAYANEANDO = darse a bromas pesadas con resto de amigos; 6—CHERADA = amigo; 7—CHAYASTES = feas y profundas cicatrices en cerros y volcanes por exceso de lluvias o terremotos; 8—JORGE ARBUSTO hijo = George W Busch; 9—PISTO = dinero.                                                

                                                      F I N
                                            23 de mayo en 2001