Anastasio Jaguar

Anastasio Jaguar

Breve Biografía de ANASTASIO MÁRTIR AQUINO (1792-1833):

Único Prócer salvadoreño verdadero en siglo XIX. Nativo de Santiago Nonualco, La Paz. De raza nonualca pura. Se levantó en armas contra Estado salvadoreño mal gobernado por criollos y algunos serviles ladinos, descendientes, éstos, de aquéllos con mujeres mestizas de criollo o chapetón y amerindia; pues esclavitud inclemente contra: indígenas, negros, zambos y mulatos, era insoportable para el Prócer Aquino. Fue asesinado por el Estado salvadoreño en julio de 1833, —después calumniado hasta lo indecible, tratando de minusvalorar sus hazañas; así como hoy calumnian a Don Hugo Rafael Chávez Frías y, ayer, al aún vivo: Doctor Don Fidel Castro Ruz.

En honor a tan egregio ANASTASIO AQUINO, este blog se llama:

“A N A S T A S I O A Q U Í S Í”

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sueños, mentiras y realidades: médicos en encrucijada

SUEÑOS, MENTIRAS Y REALIDADES: LOS MÉDICOS EN LA ENCRUCUJADA
            
 Las reformas sobre salud que se están introduciendo en nuestro país, han provocado la cólera de algunos quienes en El Salvador  no desean que la salud llegue a todos  los rincones  donde habitan los pobres salvadoreños. Este es  testimonio de mi experiencia como médico en El Salvador: mis sueños, las realidades y las mentiras.
Cuando estaba estudiando medicina en la Universidad de El Salvador, lo hice porque recibí una beca. Este programa de becas fue el resultado de la visión del Doctor Fabio Castillo Figueroa. Si no hubiera sido así, yo nunca hubiera estudiado medicina.
Antes de estudiar medicina nací y crecí en Tecoluca, departamento de San Vicente. Desde cuando tenía cinco años padecí de un infernal cólico debido a un cálculo en mi vejiga urinaria. Por muchos años en mi pueblo no había médicos ni enfermeras. Como niño, yo no sabía qué era un médico durante todos mis años de padecer. Nunca  me imaginé  que era un médico, hasta cuando mi madre, por consejos de una amiga, me llevó al médico de San Vicente. Ese medico me hizo una simple radiografía del abdomen donde perfectamente el pudo identificar un cálculo en mi vejiga que me había producido los dolores por casi seis años. En ese tiempo de la radiografía ya tenía once años. El médico recomendó cirugía. Para tener la cirugía fui enviado al hospital Benjamín Bloom de San Salvador. Mi madre, quien siempre fue pobre, fue aconsejada de pagar una consulta con el director del Bloom. Esto se hizo así porque el ingreso en el hospital se me garantizaba si pagábamos la consulta privada en la clínica de ese doctor. Me operaron. Tuve complicaciones esperadas, pero el dolor se me quitó. Luego después, cuando tenía quince años vivía en San Juan Nonualco, La Paz. Allí, jugando fútbol en un domingo, me fracturé dos huesos del brazo izquierdo. Necesitaba otra operación. Para tener la operación, debía viajar al hospital Rosales. El viaje lo hice en bus el día lunes. Una amiga guapa de mi madre conocía a un enfermero anestesista en el hospital; y a través de él y las coqueterías de la señora guapa, me operaron. Todo salió bien.
Cuando estaba estudiando medicina, el primer paciente niño que yo tuve en el Hospital Benjamín Bloom murió de complicaciones relacionadas con  desnutrición. El niño, de unos tres años, tenía un estado severo de desnutrición llamado Marasmo. Esta fue mi primera experiencia en las realidades que yo mismo había vivido cuando era niño en mi pueblo natal: Tecoluca.
Comencé mi internado que, para quienes no conocen esto, es último año de estudios en hospitales-escuelas del país. Allí nos enfrentábamos con realidades indescriptibles. Conocer cuántas mujeres morían por complicaciones prevenibles del embarazo. Cientos de  niños  continuaban muriendo por diarrea y otras enfermedades prevenibles.
            Luego vino el tiempo de ir al Año Social. Quien decidía a qué lugar se iba al Año Social era el ministro de salud. Un Doctor Astasio era  ministro en ese tiempo. Él nos dijo a un grupo de nosotros: quienes comíamos “ensalada rusa” nos iríamos muy pero muy lejos. Así fui enviado a hacer mi año social al lindo pueblo de Sesori, departamento de Morazán. Allí había una sola unidad de salud. Yo era el único médico y dos enfermeras. Había un dentista quien nunca  llegó a trabajar. En ese pueblo yo daba consulta todos los días. Cada jornada, en mi consultorio se hacía cola para pasar consulta conmigo. Eran muchos hombres, mujeres, ancianos y niños quienes esperaban por la consulta; a veces no terminaba de ver todos los enfermos por agotamiento físico, pues las colas de pacientes eran interminables. Los padecimientos que más veíamos eran: diarrea, desnutrición, infestaciones por parásitos y otros padecimientos fácilmente prevenibles. La gente era muy pobre y les dábamos el jarabe para la tos, jarabes de vitaminas y algunas otras de las pocas medicinas que nos daba el gobierno. Viendo ahora hasta ese tiempo: el ejercicio de la medicina era cruel porque nos enfrentábamos con los mismos problemas que sabíamos tenían solución, pero nosotros en la clínica no teníamos los medios de parar esos males prevenibles. Yo sabía  que estábamos dándoles mal atol con dedo a los sufridos pacientes. Recuerdo que una noche de mi trabajo en Sesori vinieron unos señores en caballos a traerme a mí y a una de las enfermeras. Nos necesitaban para ir atender un parto que se le había complicado a la matrona del cantón.  Gracias a dios el niño nació bien y como a las dos de la mañana todos los humildes de esa casa y nosotros, doctor y enfermera, celebramos con café de maíz. Por supuesto, las condiciones del nacimiento de ese niño eran paupérrimas. Me enamoré del pueblo y saqué muchas enseñanzas para mi futuro como hombre y como médico. Me pagaban muy poco, debía  viajar en bus desde Sesori  a San Miguel,  cuando tenía que venir a ver a mi madre y a mi familia hasta San Salvador. No soñaba en comprar un carro porque no me alcanzaba lo que daban de salario.
Ingresé a hacer mi Residencia de Cirugía en el ISSS. Allí me tocó presenciar la masacre en un mes de Julio. Ese día los estudiantes universitarios fueron ametrallados. Nosotros recibimos muchos estudiantes gravemente heridos. Lamentablemente, el Doctor René Núñez, quien era jefe del Departamento de Cirugía, impidió que lleváramos al interior del ISSS a estudiantes severamente heridos. Un muchacho murió en la entrada de la Sala de Operaciones clamando por su madre. El Doctor Núñez era cirujano de Clínicas Médicas, consultorios privados carísimos, y mostró muy poca compasión por los heridos, a tal grado que perdimos desangrándose a ese muchacho, quien pedía ver a su madre.
Fui hasta Francia a estudiar Cirugía Vascular, Digestiva y Traumatológica. Regresé de París y fui director de la emergencia del entonces hospital general del ISSS. En ese tiempo me di cuenta de aspectos de corrupción en algunos médicos especialistas. Por ejemplo: ellos debían atender pacientes fracturados que estaban en la sección de observación y los médicos llegaban 24 ó más horas después de ser llamados. El Jefe del Departamento de Cirugía, en un tiempo era el Doctor Mario Vega. Él tenía contrato de trabajar seis horas en el hospital. Yo, siendo también jefe de enseñanza en Cirugía, tenía tremendas dificultades con el Doctor Vega porque él no llegaba a trabajar y fallaba a clases programadas a los residentes. Él prefería trabajar en el hospital para ricos: Centro de diagnóstico, donde los pacientes le pagaban más. Pero él continuaba devengando el dinero pagado por el  ISSS sin trabajar sus horas contratadas y cobradas.
Cuando el Doctor Jorge Bustamante fue Director General del ISSS en ese tiempo del doctor Vega, yo le presenté un estudio de centenares de horas que algunos especialistas tenían en el ISSS sin trabajarlas. El caso más grotesco sucedió con el doctor Ramírez Amaya, un neurocirujano quien trabajaba en diferentes hospitales de San Salvador y tenía contratadas más de 24 horas al día. Al mismo tiempo, dedicaba muchas de sus horas al hospital privado: Policlínica Salvadoreña, y a las Clínicas Médicas, también consultorios privados.
Participé en hacer cirugías privadas en el hospital Centro de Diagnóstico. Una vez hice una apendicetomía a un famoso músico del país. Y con remordimiento le cobré cuánto el Centro de Diagnóstico  sugería cobrar.  Hice lo mismo en otros hospitales privados. Los hospitales privados cobraban dependiendo de la tecnología que se tenía. Gente de clase media-baja, llegaba a hospitales peores equipado, como el hospital Olmedo. Quienes tenían cómo pagar más, llegaban al Centro de Diagnóstico, y a otros hospitales “chics” de la capital.
            Es muy importante decir: El Salvador tiene y ha tenido excelentes médicos, abnegados, con mucha compasión y sabiduría, dedicados a brindar un excelente cuido a sus pacientes. El Maestro Luis Edmundo Vásquez, encabeza la lista de mis héroes salvadoreños en el campo de la Medicina Interna; así como compañeros de otras diferentes especialidades en nuestro El Salvador. Muchos sacrificaron sus vidas en búsqueda de la justicia y la democracia en El Salvador.
En estos momentos, cuando se están impulsando reformas de salud en nuestro país, muchos debemos participar con nuestro trabajo y formación académica, para que las reformas sean un éxito. Saludo con admiración los esfuerzos de nuestra querida maestra, Doctora María Isabel Rodríguez, por proveer  su liderazgo a impulsar las reformas.
Desde Canadá, donde trabajo como cirujano,  me pongo a disposición para participar en esta encrucijada.
Doctor José Joaquin Morales Chávez

4 comentarios:

  1. El indefenso paciente salvadoreño, empobrecido o enriquecido de manera ilegal, sufre sus enfermedades y hasta llega al cementerio espoleado por: INQUIFAR, quien le vende falsos medicamentos hasta 500% más caros que en todo el mundo, elaborados con sales de pésima calidad y con dosificaciones mentirosas, ejemplo: si en la viñeta inquifar apunta 500mgrs, en laboratorios sobre control de calidades, sólo encuentran 100 ó menos mgrs; esta misma inquifar vende al Estado (ISSS, Salud Pública, Bienestar Magisterial, Hospital Militar, Fosalud y más), la resaca de sus produciones chabeteadas próximas al vencimiento de consumo y con el mismo 500% de ganancia fraudulenta, Pero, para exportar a otros países o mercados aún no corrompidos, entonces sí, cumplen a cabalidad con las normas exigidas.

    Eso mismo pasa con hospitalitos particulares, sobre todo si el infeliz paciente caído en sus garras o fauces, tiene seguro particular de salud. Entonces, lo mantienen en coma artificial hasta haber ordeñado la última "cora" a pagar por elseguro privado contra enfermedades tal vez leves; no obstante, si el desdichado enfermito manifiesta tener ahorritos sustanciales, entonces, vuelve a caer en coma criminal hasta ser desbalijado en totalidad.

    Similar actitud tienen tantos laboratorios de análisis clínicos en humanos; pues, en contubernio con la mafia médica (¿20% de los graduados?), van "riuco-riuco" con el laboratorista propietario, sobre el valor de centenarers de exámenes clínicos ordenados sin ser indispensables... Lo mismo sucede con algunos médicos del ISSS quiénes, aún teniendo el Instituto Salvadoreño del Seguro Social excelentes gabinetes para tales efectos, alegan necesitar urgentes dichos exámenes, mandando al miserable enfermito hasta esos estafadores gabinetes o laboratorios tantas veces mencionados.

    Felicitamos al Doctor Morales Chávez por poner el dedo en la putrefacta llaga creada y criada por la práctica médica neoliberal reinante en El Salvador o "Vulgarcito" de América.

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  2. Estamos de acuerdo con lo escrito por Anastasio Aquí Sí; pero nos cuesta admitir y no admitimos, que la mafia medicamentosa involucre al 20% del Honorable Cuerpo Médico Salvadoreño. Si eso fuese así, en 10 mil médicos aproximados ejerciendo en estos escasos 20 mil km2, habría 500 médicos mafiosos, lo cual sería peor plaga que el sida en todo el mundo. Creo: tal vez un 2% sea el contaminado; lo cual equivale a CINCUENTA delincuentes médicos con títulillos extendidos por facultades médicas pellejas, nunca de UES, donde se han doctorado miles de médicos pobres en lo económico, pero riquísimos en valores éticos o hipocráticos... Entonces, decir que el enriquecido no necesita robar ni estafar más, es gran falacia, porque la codicia es barril sin fondo, ejemplo: el primer presidente "narcoarenazi" llego al poder declarando poseer 100 millones de antiguos coloncitos, Pero hoy, 21 años después, su capital calculado a ojo de buen cubero, asciende a 2000 (dos mil) millones de US dólares o sea, 200 veces más dinero que ayer... ¿Podrá Usted creer?

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  3. Es desgarrador su testimonio Dr. Morales Chávez. Yo tambien admiro mucho a los médicos cubanos que andan por Africa, América Latina y Asia cuidando a las poblaciones olvidadas.
    Tambien me alegra saber que aunque Ud. esta en un país desarrollado, no olvida su pasado y ayuda al desarrollo de la medicina en El Salvador!
    Siga adelante!!!!

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  4. Bonita historia DR. Morales Chávez. Cuantas personas como usted hacen falta en esta HACIENDA llamada el Salvador. Lo que me llama la atención es, la corrupción que usted describe de médicos que tienen contrato en hospitales públicos pero que no llegan... PERO SI COBRAN SU SALARIOS. Todo este tipo de acciones corruptas, son las que no dejan salir a este país adelante. PERO EL GOBIERNO DEL CAMBIO DEL SR: funes ya dijo el no persiguira a los corruptos que se han robado todo el patrimonio del pueblo. Sencillo este sr. ya tiene sus varios millones en su poder.

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